El indicador adelantado de actividad que elabora el Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (Ceres), registró en julio su segunda baja mensual consecutiva, reflejando el deterioro de la actividad económica que comenzó a registrarse desde el segundo trimestre del año. La mayoría de las variables del indicador tuvieron un desempeño negativo.
El tercer trimestre del año comenzó con “una señal negativa” del Índice Líder de Ceres (ILC), que cayó en julio un 0,3%, acumulando la segunda baja mensual consecutiva, luego de cinco aumentos entre enero y mayo. Sin embargo, se advierte que para confirmar una tendencia a la baja de la actividad económica aún se debe esperar a próximos registros.
Complementariamente, el Índice de difusión (que mide la proporción de variables que evolucionaron positivamente en el mes), se ubicó en 40% en julio, lo que implica que las variables con resultado positivo no llegaron a la mitad de los componentes del indicador.
El ILC es un indicador adelantado del nivel de actividad, que busca dar señales sobre posibles expansiones y contracciones de la actividad. Para ello analiza diversas variables que contemplan el panorama interno y el contexto internacional, que tienden a cambiar de dirección antes de que lo haga el PIB.
Luego de dos trimestres seguidos de caída en la segunda mitad de 2022, enero-marzo había registrado un aumento de la actividad con empuje de buena temporada turística y crecimiento del consumo interno. Sin embargo, los meses siguientes mostraron que la actividad económica no logró consolidar un crecimiento firme.
Las proyecciones para 2023 se ajustan a la baja desde hace meses y, según estimaciones oficiales, la actividad crecerá 1,3% en promedio en el año, debido al impacto de la sequía, los problemas de competitividad que perjudican las exportaciones y el efecto del diferencial cambiario con Argentina sobre el consumo interno, particularmente en departamentos fronterizos. A su vez, la finalización de la construcción de la segunda planta de UPM, el menor dinamismo en el empleo por concepto del Ferrocarril Central y la parada de la refinería de Ancap desde setiembre y por cuatro meses, representan presiones bajistas para la actividad.
Del otro lado de la balanza, el salario real retornó a niveles prepandemia, y el número de empleados alcanzó un máximo histórico, lo que incentiva el consumo interno. Además, hay proyección de recuperación de la demanda externa en los próximos meses, la construcción de edificios y obras de vialidad contrarrestan el descenso de empleo en el rubro de la construcción e industrias conexas, y la puesta en marcha de la planta de celulosa en el centro del país impulsará la producción.
De esta forma, Ceres estima que este año habrá “un magro crecimiento”. Sin embargo, dado que se espera que las presiones negativas comiencen a ceder en los próximos meses, se proyecta un aumento significativo de la actividad en 2024.
Indicadores sectoriales
A nivel de sectores, el informe detalla que las exportaciones de bienes en julio fueron 30% menos que un año atrás, en buena parte por la caída en soja. El volumen de faena repuntó en la última semana de julio, pero en el total del año es 16% inferior a 2022. La producción industrial creció en mayo respecto al mes anterior (desestacionalizado) e interanual, y en la construcción, el aumento en obras de vialidad y edificios contrarrestan la caída provocada por la finalización de la segunda planta de UPM.
El consumo de energía eléctrica cayó en junio en residencias e industrias, mientras que las ventas de gasoil y de nafta fueron mayores con respecto a mayo. El movimiento de ómnibus en Tres Cruces cayó en julio respecto al mes anterior, pero creció en términos interanuales, en tanto que la venta de boletos en Montevideo y zona metropolitana subió en junio. El movimiento en rutas (por peajes) aumentó en junio contra mayo. Por último, la recaudación de IVA por parte de la DGI disminuyó en junio y es inferior a un año atrás (ver recuadro).