La Academia Nacional de Economía en conjunto con la Universidad Católica (UCU) presentaron en la mañana de ayer jueves el libro “Energía y Competitividad: Evaluación de la primera transición energética de Uruguay y agenda para la segunda”. El subsecretario del MIEM destacó la forma en que el país es mirado internacionalmente por su proceso hacia la sustentabilidad, lo que, mencionó, “es motivo de orgullo”.
La Academia Nacional de Economía presentó el libro “Energía y Competitividad: Evaluación de la primera transición energética de Uruguay y agenda para la segunda”, que se gestó en torno al sexto proyecto que llevó adelante el instituto Pharos —Análisis y propuestas de la Academia Nacional de Economía—, fundado en 2015.
La ocasión contó con la presencia del subsecretario del MIEM, Walter Verri; la presidenta de la Academia, María Dolores Benavente; el vicerrector de la UCU, Santiago Mercant; y en representación del BID en Uruguay, Matías Bendersky.
“Desde el banco estamos muy entusiasmados en seguir apoyando al gobierno en esta agenda. Estamos apoyando con asesoramiento técnico en cuanto a la movilidad sostenible junto con otras organizaciones para avanzar en el marco regulatorio. Desde el BID siempre queremos estar junto a Uruguay”, celebró el representante del organismo.
A su turno, el subsecretario del MIEM destacó la forma en que el país es mirado internacionalmente por su proceso hacia la sustentabilidad, lo que, mencionó, “es motivo de orgullo”.
“Pasamos de ser productores a ser exportadores de energía verde. Argentina y Brasil han podido satisfacer sus necesidades gracias a lo que le hemos vendido”, repasó Verri.
Por esta línea, trajo a colación los procesos que complementan la primera transición, como “justificar el origen de las renovables” que se desarrolla en torno a la publicación de la estrategia climática de largo plazo, la cual busca generar escenarios amigables “teniendo consideración hacia las próximas generaciones”.
“Lo más trascendente que nos planteamos es un escenario aspiracional que implica cumplir con los compromisos que hemos asumido internacionalmente, que son reducir a un 50% las emisiones de CO2 a 2050. Son escenarios ambiciosos, pero creemos que lo podremos cumplir. También con estrategias climáticas que aún desarrollamos, como el almacenamiento de energía y el hidrógeno verde, donde el BID ha colaborado”, remarcó el jerarca.
Verri repasó los avances del período de gobierno, entre los que agrupó la creación del Ministerio de Ambiente, el fortalecimiento de la competencia del organismo regulador de tarifas, la habilitación a Ancap a realizar actividades relacionadas a hidrógeno verde en carácter no monopólico, la elaboración de una hoja de ruta sobre este último, entre otros.
“No podemos quedar atrás teniendo las ventajas que tenemos para avanzar. En esta segunda transición, el hidrogeno-sulfuro verde va a tener su peso. Y la movilidad eléctrica es otro factor al que el MIEM le pone atención”, agregó.
Desafíos
El segundo panel estuvo integrado por los autores del libro, Roberto Horta, del Instituto de Competitividad de la UCU; y Lorena Di Chiara y Federico Ferrés del Observatorio de Energía y Desarrollo Sustentable de la UCU.
En su oratoria, Ferrés destacó la situación de “tranquilidad” que transita Uruguay en comparación con el mundo y particularmente con Europa, donde los gobiernos piden a la población bajar un 15% su consumo energético ya que “se están quedando sin abastecimiento”.
“Mirando dónde estamos y 2012 —cuando hubo un récord en costos energéticos—, se pudo planificar y ejecutar cambios estructurales que han logrado lo que se espera de un sistema energético, una transición notable que ha repercutido en los tres temas más importantes del sector eléctrico: seguridad de abastecimiento, costos razonables y aminorar emisiones”, analizó Ferrés.
A su vez, insistió en la necesidad de implementar un nuevo marco normativo que contemple los cambios tecnológicos y nuevos objetivos en consenso, para una política hacia 2050.
“El primer desafío es generar una política que considere los cambios que provoca la transición en el mercado de energía y establecer indicadores ambiciosos de descarbonización, eficiencia energética y sustitución de fuentes. El segundo desafío consiste en adaptar y actualizar el marco normativo a la transición”, concluyó.