Luis Costa, presidente de República AFAP
Con el envejecimiento de la población uruguaya como un hecho innegable, las AFAP toman los recaudos necesarios para encarar el futuro con un sistema previsional sustentable y sano.
¿Cómo vislumbra el futuro de las AFAP en el mediano y largo plazo?
Hoy las AFAP tenemos casi 1.400.000 afiliados y administramos ahorros de los trabajadores por más de US$ 16.200 millones, lo que representa alrededor del 25% del PBI.
El sistema ha tenido una muy buena actuación en estos 22 años de existencia. Por ejemplo, generó una rentabilidad muy importante en las cuentas de los trabajadores, a tal punto que la mayoría del fondo administrado hoy se explica por la rentabilidad acumulada y no por el aporte.
A su vez, casi el 20% del ahorro del subfondo de acumulación se ha invertido en obras de infraestructura, productivas y de servicios.
El sistema superó dos crisis económicas importantes -la del 2002 y la internacional del 2009-, sin que las cuentas de los trabajadores se vieran afectadas y todos los mecanismos de garantía funcionaron.
Además, cuenta con una regulación y supervisión muy importante del Banco Central, el que, entre otras cosas, establece normativas mínimas para las prestaciones a otorgarse
En resumen, ha hecho bien aquello para lo que fue llamado, que es administrar una parte del ahorro del trabajador y que esta parte sirva para que se autofinancie una parte de su prestación futura.
Entendemos que en el futuro nos espera el desafío de la maduración del sistema. Recién dentro de unos 10 o 15 años las personas comenzarán a jubilarse masivamente a través de este. No obstante, estos años estamos avanzando en previsión de normativas y cambios legales que nos hacen estar convencidos que se están encarando con tiempo los cambios necesarios para llegar a este momento con un sistema sustentable y sano.
¿Qué aspectos fundamentales deberían modificarse en el sector para propiciar un mejor desarrollo del sistema previsional?
Entendemos que en el futuro cercano será necesario hablar de una reforma integral del sistema, que atienda, por una parte, el creciente desequilibrio financiero que impone el envejecimiento de la población, sobre todo en el pilar administrado por el BPS. A su vez, que ponga foco en el que los datos indican es el principal desafío futuro del sistema, que es mantener niveles de cobertura similares a los actuales -más del 95% de los adultos mayores de 65 años percibe una prestación en la actualidad-. En este punto, los datos de cotizantes activos a la seguridad social, y la plena vigencia de la historia laboral indican que en el futuro hay alrededor de un 20% de los trabajadores -sino más- que podrían estar teniendo problemas para acceder a una prestación, dado que no lograrían aportar los años mínimos requeridos para jubilarse por el BPS.
En Uruguay, la población casi no creció entre los censos del 2004 y 2011, a lo que se suma que hoy las personas vivimos más tiempo, en especial las mujeres. En promedio, un hombre vive 74.2 años y una mujer 80.8 años. A su vez, a los 60 años un uruguayo vive en promedio 25 años más. Incluso, el Instituto Nacional de Estadística proyecta que en 30 años los uruguayos viviremos cinco años más en promedio.
Adicionalmente, los adultos mayores son cada vez más en relación con los menores de 15 años: hay 678.291 personas de 60 y más años, es decir, casi el 20% de la población total del país.
Ante esta realidad, el régimen del BPS requiere mayores recursos de rentas generales. Recordemos que hoy, además de una asistencia financiera creciente, recibe impuestos afectados -siete puntos del IVA, el IASS y otros impuestos-.
Ante esta realidad, el sistema mixto es más sustentable. A todos los trabajadores inscriptos en la seguridad social se les asegura una prestación por hasta un determinado salario, pagada por BPS, y por encima de éste cada trabajador se autofinancia otra parte de su prestación con su propio ahorro. O sea, cuando un trabajador llega a jubilarse, la responsabilidad del pilar solidario, del Gobierno y la sociedad toda es hasta un determinado nivel, y el trabajador cuenta con un ahorro acumulado que le financia otra parte de su jubilación.
Eventualmente, podrá discutirse de qué forma o quienes administran el pilar de ahorro individual, pero dado el alto grado de avance del envejecimiento de la población en nuestro país, no es posible prescindir de él.
Que sea más sustentable no significa que las personas van a cobrar lo que esperan cobrar: a la edad mínima de jubilación -60 años- los de mayores salarios percibirían alrededor de la mitad del sueldo por el que aporten a la seguridad social; los de menores salarios rondarían el 60%.
O sea, que en temas de comunicación también será necesario trabajar, para que las personas prevean con tiempo suficiente un mayor ahorro en el caso de los de mayores salarios.
“El sistema superó dos crisis económicas importantes -la del 2002 y la internacional del 2009-, sin que las cuentas de los trabajadores se vieran afectadas y todos los mecanismos de garantía funcionaron”.
¿Cuáles son los temas en que Uruguay, como país, tendría que poner énfasis, sin importar nivel ni sector de actividad, apuntando a un mayor desarrollo de su sociedad y de su economía en la próxima década?
Claramente, los temas relevantes para el país, y que se relacionan con su capacidad de poder abastecer las necesidades de su población, tienen que ver con lograr un crecimiento de su economía que posibilite destinar recursos a áreas que están desafiadas.
Sabemos que el envejecimiento demográfico hará que tengamos que destinar mayores recursos a jubilaciones y pensiones, salud, cuidados, etc. También sabemos que habrá menos cantidad de personas en edad de trabajar y, por tanto, si queremos que la economía pueda abastecer estas mayores demandas de una población más envejecida, cada trabajador activo tiene que ser cada vez más productivo.
El estudio de la Cepal y el Banco Mundial del 2016 prospectó varios escenarios donde se calculó la tasa a la que tenía que crecer la productividad para poder lograr, en el futuro, una tasa de crecimiento de la economía similar a la de los últimos 30 años en Uruguay -2,5% promedio entre 1981-2013-. Aún en los escenarios en que se logran cambios significativos en el mercado de trabajo -se supuso que aumenta la participación de la mujer en el mercado de trabajo y se elimina la brecha salarial con los hombres-, y en el que se presume un aumento significativo del nivel educativo de la población, el estudio revela que el crecimiento de la productividad sería insuficiente para lograr un crecimiento de la economía del mismo nivel que en el pasado. Por lo que, lo relevante para lograr un crecimiento a largo plazo es aumentar la inversión y la incorporación de tecnología a la producción, así como conseguir aumentar y profundizar el acceso a los mercados, que permitan canalizar dicha producción.
Entendemos que son estos temas los más importantes hacia el futuro y sobre los que hay que poner foco, porque otros temas relevantes que tiene el país y que se relacionan con estos, como la educación, la seguridad, la vivienda, entre otros, también van a requerir recursos que tienen que salir de una economía que crece.