Julio Fernández, vicerrector académico de la Universidad ORT Uruguay
Con la innovación como aliada, la Universidad ORT hace foco en la necesidad de que tanto la institución como el país se nutran de la cooperación internacional para progresar.
¿Cómo imagina a la Universidad ORT en el mediano y largo plazo, y cumpliendo qué rol en el sistema educativo de nuestro país?
La Universidad ORT Uruguay es una institución que empezó como una escuela técnica en 1942 y se ha ido desarrollando a partir de las ideas y oportunidades que fueron surgiendo desde entonces, como los avances tecnológicos y la apertura a nuevos mercados.
Si hace más de 20 años, cuando entré en ORT, me hubieran dicho que esta universidad iba a ser lo que es hoy, no sé si lo hubiera creído, de manera que no me animo a pronosticar lo que va a ocurrir en el mediano o largo plazo, ya que el cambio es una constante en nuestra organización. Pero sí creo que vamos a mantener la orientación general. Nuestro objetivo es crear conocimiento para que las personas tengan la mejor formación que podemos brindar para su inserción laboral, con la capacidad de afrontar los cambios y avances que deparará el futuro.
Respecto al rol de las distintas universidades en el sistema nacional, creo que la cuestión ha ido decantando y cada institución ha encontrado su perfil y su lugar de funcionamiento.
Desde la Universidad ORT vamos a procurar mantener un perfil similar al que tenemos ahora. Ya sea que cambien las tecnologías o el contexto, nuestra apuesta es a la innovación; buscamos hacer cosas que no se estaban haciendo antes en Uruguay o si se hacían, hacerlas de manera distinta para agregar valor. Este es uno de los elementos principales que distinguen a nuestra universidad. Fuimos los primeros en incorporar determinados perfiles de programas de informática y biotecnología, y en apoyar la creación de empresas de base tecnológica. Ahora estamos trabajando con analítica de datos de gran escala (big data) y fuimos pioneros con los intercambios internacionales con China, por ejemplo, y en facilitar la enseñanza de idiomas poco comunes al conjunto de los alumnos. ORT siempre busca algo distinto, es decir, incorporar eso que nos parece necesario y que todavía no está en el sistema universitario local.
¿Qué tareas fundamentales debería encarar el próximo gobierno en forma prioritaria pensando en el desarrollo de la educación universitaria y, además, en el camino de la mejora de la educación en todos sus niveles?
Hablar de la educación en todos sus niveles es algo demasiado amplio. Sin embargo, desde la universidad observamos, a partir del flujo de estudiantes que viene de la enseñanza media, que se han disminuido ciertas capacidades: la de concentración, la comprensión lectora, y la de razonar lógicamente. Evidentemente, es algo que hay que corregir.
Desde el punto de vista del sistema universitario, creo que la mayor carencia que tiene Uruguay en este momento es a nivel de doctorados, lo que constituye un factor muy importante, no tanto por los doctores que forma, sino porque crea una masa de personas que están trabajando en investigación. Al estar en Uruguay, estos doctores tienen que ocuparse de temas vinculados al país y generar conocimiento relevante, por lo que eventualmente hacen aportes útiles para la sociedad.
Hoy existe una desproporción muy grande entre la formación de grado y la de postgrado comparado a lo que ocurre en otras partes del mundo. Para dar una idea de todo lo que nos falta desarrollar -a mis colegas no les gusta mucho esta comparación-, pero Uruguay forma alrededor de 50 doctores (Ph.D. o equivalente) por año. Eso es lo que formaba Massachusetts Institute of Technology (MIT) en Ingeniería Química cuando yo estudié allí; eran 50 doctores en un año, pero solo en esa disciplina de ingeniería de un departamento de una universidad que no es de las más grandes. Necesitamos aumentar esa masa crítica de gente joven haciendo investigación, y la manera natural de lograrlo es alrededor de los postgrados avanzados.
La otra pata estratégica, vital, me parece, es el desarrollo de empresas basadas en tecnologías o en conocimiento, que puedan aprovechar a esas personas con formación avanzada y aplicarlas a problemas reales, en los que puedan aportar valor a la sociedad y al conocimiento. Esto está ocurriendo, en cierta medida, en el sector de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), que en este momento está ante el desafío de hacer la transición desde los productos más básicos hacia otros más avanzados. Para llegar a mejores productos, más avanzados, necesitaremos una mayor masa de gente con formación superior. Todo el sector TIC de Uruguay se formó con personas que no tenían postgrados en su momento, salvo excepciones. Ellas desarrollaron muy buenos sistemas de gestión y, en algún caso, herramientas para hacer esos sistemas. Esos modelos conceptuales de desarrollo de un sector hay que aplicarlos en otros sectores.
Es fundamental fortalecer la conexión internacional, porque para poner en marcha programas avanzados vamos a necesitar traer gente del exterior; no se puede hacer, solamente, con los doctores o investigadores que hay en Uruguay. Probablemente, también haya que traer alumnos del exterior. Eso va a crear una dinámica que va a favorecer a todo el desarrollo del sistema. Uruguay ya hizo cosas parecidas en el pasado, hace un siglo aproximadamente.
¿Cuáles cree son los temas en que Uruguay, como país, tendría que poner énfasis, sin importar nivel ni sector de actividad, apuntando a un mayor desarrollo de su sociedad y de su economía en la próxima década?
Uruguay tiene algunas realidades que hay que tomar en cuenta. Es un país muy bueno para la producción agrícola y agropecuaria, porque contamos con un clima propicio y un buen terreno, pero por otra parte nuestra población es pequeña, entonces no podemos soñar con cosas que requieran mucha mano de obra o mano de obra muy barata. Sin embargo, sí hay distintas estrategias que se pueden desarrollar a partir de esos factores.
En primer lugar, sería posible concentrarse en la producción primaria y aceptar que uno va a vivir de eso eternamente. Es lo que parece estar ocurriendo ahora, y tiene la desventaja de un techo relativamente bajo para el desarrollo general. La otra opción, que es la que a mí me gustaría más, es evolucionar desde esa producción primaria valiosa y pujante hacia productos con mayor valor agregado aprovechando los sectores económicos que tienen fuerza en Uruguay. Por dar algunos ejemplos, a partir del agro uno podría pensar en aplicaciones de biotecnología a esa industria de manera de no solo exportar ganado, sino también de exportar las vacunas que necesitan esos animales. Además de exportar soja, se pueden exportar kits de diagnóstico que permitan determinar si la soja es transgénica o no. También puede haber un mejor aprovechamiento de la madera, y en vez de solo extraer la pulpa y usarla como celulosa, se pudiera utilizar como material de construcción. Hay varios aspectos que se pueden desarrollar, pero siempre tienen que surgir a raíz de cosas que existan, porque generar productos o servicios de mucho valor agregado es caro y riesgoso; se necesita un sector que tenga la suficiente espalda financiera y experiencia como para poder soportar ese tipo de desarrollo y absorber los riesgos.
De cualquiera manera, no podemos crecer solo basados en la población interna y su demanda, porque somos muy chicos. Cualquier estrategia tiene que involucrar un componente de apertura y de articulación con el resto del mundo, para trabajar desde Uruguay para el país y para el mundo.