Pablo Moya, economista, socio de Oikos
La baja del costo productivo, una consecuente mejora en productividad y cambios del modelo educativo son problemas que el próximo gobierno deberá encarar.
Por dimensión de país y tipo de producción, Uruguay tiene una gran dependencia del comercio exterior. Teniendo en cuenta esto, y que estamos en un mundo con un comercio globalizado, cambiante, ¿cómo vislumbra el futuro económico del Uruguay en el mediano y largo plazo?
La matriz productiva en general -y la exportadora en particular- continúa basada en las cadenas agroalimenticias, obviamente con una gran incorporación de valor agregado que le permite mantener mercados. Ello supone una limitante para el crecimiento de largo plazo, dado que depende fuertemente de los factores productivos como la tierra y biológicos -cíclico productivo de los animales- que se encuentran delimitados.
Si bien en los últimos años han ganado terreno sectores terciarios -tecnólogos y de servicios-, no podemos trazar un crecimiento que represente un cambio de paradigma. En el corto plazo, los factores de (des)integración regional limitarán que el país pueda avanzar con la actual matriz exportadora.
¿Qué tareas fundamentales debería encarar el próximo gobierno en forma prioritaria pensando en el desarrollo de la economía, en un mundo globalizado, pero con bloques cada vez más proteccionistas?
La educación, y los incentivos a profesiones vinculadas a las áreas de tecnología e ingeniería, en un país que necesita una fuerte oferta en estos rubros, deberían ser mayores, en relación a otras carreras.
Por supuesto que en la agenda de mediano plazo de cualquier gobierno deberían encontrarse cambios estructurales que determinen una baja en el costo productivo y, por ende, mejora en la competitividad.
¿Cuáles son los temas en que Uruguay, como país, tendría que poner énfasis, sin importar nivel ni sector de actividad, apuntando a un mayor desarrollo de su sociedad y de su economía en la próxima década?
Una reforma educativa amplia y abierta, sin tabúes, pero de consenso en su objetivo.
Debemos incentivar la producción de recursos humanos con la capacidad y flexibilidad de adecuarse al mundo y al futuro, y no al Uruguay actual.