En medio de un contexto de alta incertidumbre global tras una pandemia y una guerra sin precedentes, Uruguay tiene la enorme fortaleza de contar con un gobierno decidido a dinamizar la inserción internacional de nuestro país, convencido de que abierto al mundo podrá crecer más y mejor. Esto no significa que la apertura es condición única para el desarrollo, pero sí necesaria. Difícilmente daremos pasos grandes como país si no es teniendo como eslabón principal una conexión activa y dinámica con el mundo.
Escribe: Nicolás Albertoni, PhD en Ciencia Política y Relaciones Internacionales, profesor de la Universidad Católica del Uruguay
El contexto incierto y complejo en el que estamos a nivel global se entrecruza con una alta interdependencia económica, una tendencia a avanzar en mega acuerdos regionales de agenda amplia de negociación, así como también una ola de modernización de acuerdos comerciales ya firmados anteriormente. La alta interdependencia se materializa en el gran número de acuerdos comerciales existentes: se pasó de unos 40 acuerdos comerciales aproximadamente en los años 90 a más de 300 en la actualidad. Por otro lado, avanza la producción mediante cadenas globales de valor. Hoy la economía se entrelaza cada vez más. No ser parte de esa nueva “interconexión” implica perder la comunicación con el resto del mundo. A su vez, ante los escasos avances del multilateralismo, se ha intensificado la tendencia de los acuerdos plurilaterales que han promovido nuevos actores en la económica internacional como, por ejemplo, el Cptpp (Acuerdo Transpacífico) que hoy representa casi el 15% del comercio global.
Mientras tanto, en nuestro país las exportaciones siguen abarcando una proporción importante de nuestra vida económica. Asimismo, tenemos desafíos por delante. En 2021, Uruguay registró el mayor nivel histórico de exportación de bienes, con un crecimiento de 43% respecto al año anterior. Se exportaron unos US$ 11.549 millones. Si promediamos datos de los últimos cinco años, cerca del 50% de nuestras exportaciones de bienes se concentran en solamente tres mercados: China, Brasil y la Unión Europea. En materia de productos exportados, en los últimos años un puñado de cinco bienes representó cerca del 60% exportado (commodities).
Es en este sentido que hoy el país tiene tres grandes frentes para materializar la inserción que el actual gobierno tiene en la mira. En primer lugar, se encuentra a la espera de la firma del acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea que, si bien se concluyó técnicamente, aún no se ha firmado entre ambas partes. Este acuerdo es hoy, técnicamente, el más cercano a maternizarse en todo el futuro inmediato para Uruguay. Hay un alto nivel de acuerdo político para la futura ratificación una vez que se firme el mismo. Su firma significaría una muy importante señal para el comercio global pospandemia con niveles altos de proteccionismo. Sería el acuerdo birregional más importante de la economía internacional actual. Sería una señal importante de coordinación entre Occidente, comercio norte-sur.
Por otra parte, aparece la posibilidad de un acuerdo comercial con China. Sobre este potencial acuerdo es importante destacar que Uruguay ha estado abierto desde el principio a que las negociaciones sean en conjunto con los otros miembros del Mercosur. Lo que sucede es que hoy los socios del bloque no parecen dispuestos a avanzar en el corto plazo en una negociación de esta magnitud. Por otro lado, Uruguay nunca basó estas conversaciones con China en contraposición a avanzar comercialmente con otros países. El presidente Lacalle siempre ha expresado su deseo de firmar el acuerdo con la Unión Europea (en el marco del Mercosur) y avanzar en un futuro acuerdo con Estados Unidos. Incluso, hace poco tiempo el presidente Lacalle confirmó su intención de ingresar al Cptpp.
Considerando la importancia de China como mercado, es innegable que considerar la propuesta de China es de una enorme responsabilidad política y económica para Uruguay. Por eso es muy razonable el camino que decidió tomar el presidente Lacalle.
Hay que destacar, además, que –como ha sucedido en otros países de América Latina– China ha pasado a tener un rol muy importante en los destinos de bienes de Uruguay. Mientras en 2001 –cuando ingresaba a la OMC– China representaba un 5% de las exportaciones de Uruguay y el Mercosur un 41%, hoy China pasó a representar el 28% y el Mercosur el 23%.
Hoy Uruguay paga (competitivamente) más de US$ 130 millones aproximadamente por aranceles en China. Esto representa un 42% del total de aranceles pagados por Uruguay en sus destinos. Esta es una clara señal del peso que hoy tiene el país asiático en las exportaciones de bienes y de la oportunidad que podría tener avanzar en un diálogo comercial más profundo, tal como se está intentando hacer desde el gobierno nacional. El paso decidido de apertura al mundo que este gobierno está tomando es clave para el desarrollo del país.
Finalmente, aparece la posibilidad de sumarse al Acuerdo Transpacífico confirmado por 11 países, lo que representaría una enorme oportunidad de diversificación de mercados y productos en países de variado ingreso per cápita. Hoy los países del Cptpp representan cerca del 8% de las exportaciones de Uruguay y un 7% de las importaciones, así como un 12% de la IED (Inversión Extranjera Directa) en nuestro país y 10% de exportaciones de servicios vinculados a tecnología.
Todo lo dicho antes demuestra que los pasos que hoy busca tomar el gobierno uruguayo lejos están de ser un capricho, sino más bien un razonable y necesario paso que nuestro país necesitaba hace mucho tiempo y no podemos hacer más que apoyarlo.