Juan Salgado, presidente de Cutcsa
El 2017 dejó la salida de uno de los cinco jugadores –Raincoop- del tablero del transporte colectivo público. La venta de boletos continuó a la baja y Cutcsa se siente obligada a tomar medidas. En diálogo con Empresas & Negocios, Juan Salgado, presidente de la compañía, opinó que la única amenaza es “la quietud, el mirar para el costado y no hacer nada”.
¿Cuáles fueron los hitos más relevantes del transporte público en el 2017?
En lo que respecta al transporte urbano, lo más relevante fue Raincoop, cuando dejó de dar servicio, y todo lo que implicó el reparto de los recorridos y la reestructura que tuvieron que hacer las empresas para poder brindar los servicios de una empresa que desapareció. Este es un mercado muy pequeño, donde hay cinco empresas. Si desaparece una, por poco porcentaje que tenga de participación, trastoca la economía de todas.
Otrohito que se mantuvo durante todo el año y que se viene dando, ya desde hace algunos años, en forma permanente, es una caída en la venta de boletos. Fue de un porcentaje importante, y nos está prendiendo una luz amarilla, tirando a anaranjada, para que las empresas comiencen a tomar algunas medidas que pueden, y otras que creo que se deben tomar pero que, como es una actividad hiperregulada, y la Intendencia tiene la responsabilidad de toda la regulación, a veces hay que hacer reestructuras que tienen que ser coordinadas con el propio regulador.
¿Cuál fue el porcentaje de caída este año?
Estuvo en el 5%, aproximadamente.
¿Un porcentaje mayor al de la caída del año pasado?
No, parecido. Ya llevamos cuatro años de caída constante. Lo preocupante, a diferencia de hace algunos años, cuando caía el mercado, es que estas caídas se están viendo, o hay que tomarlas, creo yo, como estructurales. En otro momento, las caídas de mercado acompañaban mucho la actividad del país. Por ejemplo, si aumentaba la desocupación, se acrecentaba la caída de la venta de boletos. En Montevideo, quien usa el sistema de transporte colectivo, en primer lugar, lo hace por trabajo y, segundo, por estudio. Después, el resto de los motivos de viaje son muy insignificantes.
“Tenemos que vender un producto lo más barato posible, con el mejor servicio”.
Lo que se ha dado en estos años es que el aumento de la desocupación no fue tanto como para que la caída del mercado se diera de esta manera y en forma constante. Si nos ponemos a analizar y queremos destacar un par de puntos, creo que hay gente que ha elegido otras formas de viajar. La propia facilidad, ya no para tener una moto, sino para tener un auto, lleva a que haya gente que, no solo por el precio, deja de viajar, o porque no tenga trabajo, sino que el que tiene trabajo y tiene un poder adquisitivo mayor, lo que hace es pasarse al auto. Por eso la actividad del transporte tiene una característica particular en cuanto a sus competidores. Compite fuertemente con el valor del boleto, el precio, para mucha gente que, si el precio se va del eje de lo que pueden pagar, o pasan a caminar o pasan a andar en bicicleta o en moto. Por otro lado, compite con el auto, también. Y si es cada vez más accesible llegar al auto, entonces el ómnibus tiene que dar un mejor servicio.
Para encarar algunas de esas cosas hay que hacerlo entre todo el sistema y también las propias autoridades que, en el último año, se han puesto a trabajar con las empresas para resolver estos temas.
Uno de los objetivos que Cutcsa se había propuesto, y aún no se ha alcanzado, era el de eliminar el dinero en efectivo en los ómnibus. ¿Qué cree que hace falta para alcanzar esta meta? ¿Por qué aún no se ha logrado?
Con las distintas administraciones, tuvimos 10 años en los que no hubo ningún incentivo para que a la gente se le ocurriera ir y recargar su tarjeta. Por lo tanto, no llegamos al 10% de personas que utilizaran la tarjeta.
Desde hace un año y medio esta administración entendió que sí, que el camino era ese, y empezamos a buscar, en primer lugar, facilidades para recargar. Había 40 locales en Montevideo, y ahora hay 2.400. Estamos, además, con sistemas con algunas tarjetas de crédito nacionales, que permiten el sistema del postpago. Es decir, que se adhieren al sistema con su tarjeta, pagan con la STM y, a fin de mes, cuando van a pagar su tarjeta, les cobran los viajes que hicieron.
“Creo que tenemos mucha dependencia de las autoridades”.
Creo que el próximo paso es poder, con el celular, recargar la tarjeta para ni siquiera tener que ir a un local. Facilitar la recarga. Ya fue bastante de 40 a 2.400 locales. Y lo otro es, económicamente, el incentivo que tengo. ¿Por qué voy a recargar? Porque tengo algún beneficio, porque pago menos. Hoy pago $4 menos el boleto. Si calculamos $8 por día, calculamos los viajes al mes y el núcleo de familia, realmente, es un costo importante. Esos son los dos elementos que hay que seguir, lo hemos trabajado con esta administración. Nada indica que va a haber algo en contra. Vamos a seguir incentivando eso, para que cada vez se recargue más. Por algo, en un año y medio llegamos casi al 40%, cuando en 10 años no habíamos superado el 10%.
¿Cómo evalúa la situación actual de la seguridad en los ómnibus de Montevideo?
He visto muchas veces que, cuando desgraciadamente le sucede algo a un trabajador del transporte, se prenden las luces, y ahí unos cuantos se golpean el pecho, todo es dolor y declaración. Entonces se toman medidas, a veces, de dejar barrios aislados. Y nosotros creemos que la seguridad, y lo venimos practicando desde hace muchos años, no es dejar ningún barrio aislado, no es castigar nosotros a los vecinos de esos barrios. Y las pruebas están a la vista… Hemos hecho, cuando todo el transporte ha dejado zonas enteras aisladas, traslados desde el barrio hasta determinados lugares en forma gratuita. Que cada uno tomara el ómnibus que quisiera, porque ahí es donde están los clientes del transporte en todo el año, no les podemos dar la espalda.
La seguridad es un trabajo de todos los días, pero a la vez es ingrata, porque al manejarse con estadísticas, cualquier cosa que pase, inmediatamente, las tira abajo. Y es un trabajo de muchos a la vez, donde no se ven los resultados inmediatamente. La realidad es que nosotros valoramos mucho a la gente nuestra que está trabajando en los distintos barrios desde hace años. Desde hace un tiempo gente nuestra está trabajando en escuelas con aquellos escolares que hoy ya son adolescentes y que,por alguna razón, tienen vínculos con los guardas y choferes. Nosotros lo que queremos es que, en muchos barrios en los que solamente entra el transporte colectivo, no vean a los choferes y los guardas como enemigos, sino que los cuiden.
Hemos hecho una inversión muy grande en cámaras. Tenemos cuatro cámaras arriba de cada unidad. Son de muy buena resolución y graban incluso en oscuridad total, con una claridad excelente. Las cámaras de Cutcsa las ha utilizado la Policía para identificar. A pedido de la Policía, les hemos facilitado las grabaciones. Las ha utilizado incluso la Justicia para ver, realmente, cosas que pasaron. Y todas esas cosas van sumadas al plan Bus Seguro. Esto lo resalto porque se viene trabajando hace muchos años, todos los días, y tiene cero fallas.
Nosotros tuvimos picos de más de 600 rapiñas al año, muchas de ellas con violencia, y llegamos a cerrar este año con 63. Creo que la suma de algunas cosas que fuimos haciendo ha ayudado. El Bus Seguro, sin duda, fue el factor fundamental. Pero podemos decir que este es el tercer año de un cambio importante. En el 2015 fueron 100 rapiñas, en el 2016 fueron 96, y este año 63. No es una sola vez. Hemos disminuido bastante.
¿Cómo vislumbra el futuro inmediato del sector? ¿Qué desafíos tiene Cutcsa en este contexto?
El sector, en el caso del transporte de pasajeros, tiene que encarar lo que decía: cambios importantes en mejora del servicio y en actualización y contención de costos. Tenemos que vender un producto lo más barato posible, con el mejor servicio. Resumido, bueno, bonito y barato. Tiene que ser así. Es difícil, sí, pero tiene que ser así.; ypienso que hay margen para hacerlo.
“El deseo es que pasemos de preocuparnos por las cosas a ocuparnos, y que muchos actores de todos los sectores que hacen vivir al país sepan que solo en el diccionario está el éxito antes que el trabajo”.
Creo que tenemos mucha dependencia de las autoridades. Las autoridades tienen que apoyarnos como sentimos que lo han hecho en este último año y medio. Porque los cambios que se han logrado fueron con estas autoridades y estuvimos, en algunos casos, pasando por tres administraciones para atrás, y no pudimos lograr, ni siquiera, por ejemplo, los semidirectos que ahora están funcionando. No pudimos llegar al 10% del pago con tarjetas, y hoy estamos llegando al 40%. Por algo es. ¿Qué faltaba? No era que las empresas no quisiéramos y ahora queremos. Lo quisimos siempre, porque además está escrito. Lo he pedido públicamente, desde hace mucho tiempo.
Espero que, si estas cosas se dan y seguimos trabajando, el transporte pueda, por lo menos, consolidarse como el medio de transporte de la gran mayoría de los montevideanos que, hoy por hoy, a pesar de los vaivenes económicos, sigue utilizando el ómnibus como su única forma de viajar para trabajar o estudiar.
¿Qué posibles amenazas ve en el horizonte?
La quietud. El mirar para el costado y no hacer nada, quedarnos en el discurso. El tirar proyectos imposibles para hacer una cortina de humo y no hacer lo que tenemos que hacer, que es el trabajo de todos los montevideanos. Volver a hacer lo que ahora tengo la impresión de que no se está haciendo.
¿Y por dónde hay viento a favor?
En la actitud que tengan las empresas de trabajar, de sincerarse, de hacer las cosas bien, y la determinación que tenga el regulador de no olvidarse que, en definitiva, por encima de todo, es el responsable ante la gente y debe marcar los tiempos. Todo tiene que empezar y tiene que terminar. Y, a partir de allí, el responsable es el regulador, de decir y de sacar los decretos que tenga que sacar. Nunca me voy a quejar cuando el regulador me da un tiempo para poder participar de alguna idea y resulta que después, como yo no tuve ninguna alternativa, saca un decreto. Me voy a quejar cuando vea que se sacan los decretos y no conocemos la idea y caen de sorpresa. Ahí sí. Porque, en general, la experiencia ha demostrado que esas cosas, desde atrás de un escritorio, en muchos casos, para nada se llevan bien con la práctica de lo que la gente vive en la calle.
¿Un deseo para el 2018?
Creo que para 2018 el mayor deseo sería de entendimiento. Entenderse los que creen que tienen intereses contrapuestos, en primer lugar. Pero entenderse los que también creen que están con los intereses alineados, que a veces da la impresión de que no se entienden.
El deseo es que pasemos de preocuparnos por las cosas a ocuparnos, y que muchos actores de todos los sectores que hacen vivir al país -el sector político, el empresarial y el sector de trabajadores- sepan que solo en el diccionario está el éxito antes que el trabajo. El deseo es poder trabajar mucho.