El 23 de diciembre de 1999, Luis Lacalle Pou tuvo su primer mano a mano con CRÓNICAS. Con 26 años, era el benjamín de la legislatura a instalarse el 15 de febrero de 2000.
En ese entonces, contó cuándo decidió convertirse en político. “Siempre estuvo latente. La gente me decía: ‘y, ¿cuándo te largás?’, pero la decisión creo que fue en la reforma constitucional del 96. Ahí empecé a participar un poco más”, relató.
Ante la pregunta de si le abrió puertas ser ‘el hijo de’, contestó que sí, pero aclaró que “también es una lupa mucho más grande que la que puede tener cualquiera”.
Posteriormente, habló sobre la relación con su padre, en una de las respuestas más largas de la entrevista. “Es una relación de dos personas de carácter parecido. Nosotros disfrutamos mucho a… iba a decir Lacalle, pero estoy hablando como hijo… disfrutamos mucho a mi padre durante la dictadura. Fue el que me hizo hincha de Nacional, el que me enseñó a jugar al fútbol, el que me enseñó a andar a caballo, el que me llevaba a la estancia, que me hizo lo criollo que soy, me enseñó a andar en bicicleta. Fue un padre excepcional. Después del año 80 empieza la actividad política legal y fue quedando inmerso en una actividad como la hace él, a full. Y a partir de ahí uno entra en otras edades… yo tuve una adolescencia… no complicada… pero con ‘a’ mayúscula. Y hoy en día conversamos todo el tiempo. Él, aparte de ser mi padre, es mi guía en política, es en quien creo. Tenemos una relación muy fluida; no siempre estamos de acuerdo”.
¿Qué tiene él que usted nunca va a tener?, fue la consulta siguiente. “La cultura. Es la persona más culta que conozco”, dijo.
¿Qué tiene usted que no tenga él?, vino después. “… No sé. Tenemos cosas diferentes. Se supone que esa pregunta implica destacar una virtud mía, y mis virtudes no las destaco yo”, fue su respuesta.
En una parte de la charla le tocó hablar del poder. “El poder puede tener varias definiciones. En primer lugar, es un instrumento que puede usarse para bien o para mal. Una cosa es tener poder para usarlo a toda máquina, y otra cosa es usarlo para mirar de afuera o estar en el mediocampo. No quiere decir estar en el gobierno; hay veces que uno está en el gobierno pero no tiene el poder, porque este pasa por los mandos medios y los ejecutores. El poder bien utilizado se traduce en un gobierno que satisfaga las aspiraciones de la ciudadanía, aunque convengamos que el poder no hace que uno pueda solucionarle la vida a nadie”, respondió.
Al final de la entrevista, se le preguntó: ¿Quiere llegar a ser presidente? “Sinceramente, no lo soñé, lo que no quiere decir que no. Porque siempre que pienso en alguien que llegue a presidente pienso en Lacalle con la banda cruzada, que es lo que yo quiero. No pienso en el después porque es como que te digan: ¿querés tener otro perro? No, yo ya tengo el mío. Salvando las distancias del ejemplo, yo tengo esa meta. Ahora tengo cinco años por delante con una enorme responsabilidad por el nombre que tengo. Sé que voy a tener la lupa, y espero poder actuar en consecuencia, cerca de la gente. Por suerte cada cinco años rendís examen, y yo no pienso estar solo estos cinco años, pienso seguir dando lo que pueda por el partido y por el país”, contestó.
El reportaje se cerró con esta pregunta: Si un día fuera presidente, ¿qué cosa que hizo su padre no haría? “Nombrar un sucesor”, fue la respuesta.
El 10 de octubre de 2003 se publicaba un nuevo ejemplar de CRÓNICAS. Una de las entrevistas del semanario resultaba ser el primer almuerzo en Panini´s que tenía como protagonista al entonces diputado por el Partido Nacional, Luis Lacalle Pou.
En aquella ocasión, la principal preocupación del parlamentario era la elección de un candidato de su partido para la Intendencia de Canelones para así hacerse de la comuna, que en ese momento era gobernada por el Foro Batillista. Finalmente, tras las elecciones de 2005, la intendencia canaria la obtendría el frenteamplista Marcos Carámbula.
Más allá de la coyuntura, en el reportaje, el ahora presidente electo confesaba llevar el peso de su apellido “con orgullo y responsabilidad”. En ese marco, evaluó que el gobierno de su padre -Luis Alberto Lacalle Herrera- había sido “el mejor gobierno de los últimos 30 años” y resaltó que en dicha administración se bajó la inflación en más de un 100%.
Consultado acerca de qué siente cuando dentro del Partido Nacional se habla de “lacallistas” y “no lacallistas” el entonces diputado de 30 años, respondió con el sentido del humor que lo caracteriza: “Que se ve que Lacalle es muy importante”.
En esta línea, hizo un fuerte hincapié en la unión del Partido Nacional, hilo conductor que atraviesa sus entrevistas a lo largo de los años y que, a posteriori, resultó clave para su ascenso al gobierno en los comicios de noviembre de 2019. Muestra de esto es su análisis ante el crecimiento en las encuestas de Jorge Larrañaga: “Siendo blancos, que crezcan todos. Yo creo en el Partido Nacional y después en las personas”.
El 17 de febrero de 2017, en la cava de Panini’s, el senador y líder de Todos, ya en el papel de candidato favorito de la oposición, fue crítico con el gobierno de Tabaré Vázquez. “Me cuesta mucho analizar estos dos años de gobierno sin examinar un proceso en el cual se repite partido político, presidente y figuras. Ese proceso se vio fuertemente influenciado por una bonanza regional, nacional, y por ser un país que se diferenciaba y se sigue diferenciando del resto de la región por tener una institucionalidad muy fuerte, lo que genera confianza y lo que nos permitió beneficiarnos, a veces más que los vecinos, de la inversión extranjera.
Después de estos años de bonanza, cuando uno pasa el tamiz, si bien económicamente estuvimos mejor, en lo que hace a la permanencia del desarrollo sostenible en el tiempo, no tenemos índices buenos. No tenemos ni mejor educación, ni mejor salud y, obviamente, no tenemos mejor seguridad”, expresó.
Añadió que en lo previo no esperaba mucho del gobierno. “En campaña electoral dije que le mintieron a la gente y hoy lo puedo afirmar tranquilamente no solo en el tema tributario, lo extiendo al tema tarifario, a la obtención de recursos, que a la gente no se le dijo la verdad en ese sentido, y también hay muchas promesas y compromisos que no se llevan a cabo ni se van a llevar a cabo”, manifestó en una parte de la entrevista.
Remarcó en ese momento que la única aspiración del ejecutivo era la instalación de la segunda planta de UPM.
En otra parte de la charla, dijo que le parecía lógico que la gente quisiera ganar más, aunque también sería deseable que cuando se pretenda pagar más, se pida más productividad. “Creo que la discusión que está faltando en el país es sobre la eficiencia, la eficacia y la productividad”. Obviamente que hay injusticias salariales, el caso típico es el de los soldados, seguramente los docentes también. El gobierno no ha priorizado esos sectores porque cuando le toca recortar el gasto superfluo dice que no puede, y ha generado un aparato estatal burocrático enorme que hoy no se atreve a cortar”, puntualizó.
El 12 de abril de este año, de nuevo en Panini’s, ya en el papel de precandidato, y al ser consultado respecto a dónde se imaginaba el 1º de marzo del 2020, la respuesta vaticinaba lo que vendría después. “Todo nuestro trabajo político, técnico y de convencimiento de la ciudadanía nos lleva a soñar, a pensar que en marzo del año que viene vamos a estar iniciando un gobierno de compromiso con el país integrado por cuatro partidos y quien habla como presidente de la República”, dijo en ese entonces. El tiempo, y los hechos, le dieron la razón.