Pablo Rosselli, economista, master en economía y socio de Exante
Dice que Uruguay debe corregir una serie de desequilibrios macroeconómicos y llevar adelante reformas que incrementen el crecimiento potencial del país. Alerta respecto a que esta ola de covid que atravesamos tendrá efectos negativos en algunos sectores económicos, aunque no espera nada comparable a lo observado en el segundo trimestre del año. En el frente macroeconómico, en su opinión, el gran desafío de cara a 2021 está en la recuperación del empleo.
– ¿Cómo vislumbra el 2021 en materia económica, teniendo en cuenta el contexto por el que atraviesa el país y el mundo, como así también la desaceleración mundial de la economía?
– Luego de una caída proyectada 5.6% promedio anual en 2020 -debido a la contracción del segundo trimestre-, aguardamos que el PIB en 2021 registre un aumento promedio anual de 3.9%.
Esa proyección contempla el rebote de la actividad que ya se observó en el tercer trimestre de 2020 y un crecimiento moderado en los trimestres siguientes. Esa proyección tiene en cuenta que Uruguay sigue enfrentando desequilibrios macroeconómicos que limitan el crecimiento: insuficiencia de competitividad, bajos niveles de empleo, necesidad de corrección del déficit fiscal. A esas restricciones de carácter doméstico se le suman factores externos de signo opuesto. Entre los factores positivos hay que destacar los bajos niveles de tasas internacionales de interés, la debilidad del dólar de los últimos meses, la fortaleza de la recuperación económica en China y la suba de los precios internacionales de varias de las materias primas que exporta Uruguay. Entre los factores externos negativos, tenemos un contexto económico muy deprimido en Argentina y niveles de competitividad muy bajos frente a los dos países vecinos. Con todos esos elementos en consideración, pensamos que la economía uruguaya va a presentar un crecimiento modesto en 2021, luego de depurar el efecto rebote al que hacía referencia.
– ¿Cuáles son los desafíos más relevantes que tiene por delante la economía uruguaya?
– En un horizonte de mediano plazo, Uruguay debe corregir un conjunto de desequilibrios macroeconómicos y debe llevar adelante reformas que incrementen el crecimiento potencial del país.
En el frente macroeconómico, en los próximos años será necesario bajar el déficit fiscal y estabilizar la deuda pública. Uruguay debe terminar de corregir un desequilibrio de precios relativos que se expresa de dos maneras. Por un lado, el país sigue siendo caro en dólares -falta competitividad-. Por otro lado, los salarios son altos en relación con la productividad media del trabajo; eso es un factor fundamental detrás de la pérdida de empleos que se produjo entre 2015 y 2019. El covid-19 nos trajo un impacto negativo adicional en el empleo, que tomará bastante tiempo en corregirse. Pero corregir esos desequilibrios macroeconómicos no va a ser suficiente para retomar una senda de crecimiento fuerte -salvo que el mundo continuara mejorando mucho en los próximos años-. La agenda de reformas pendientes es muy amplia, pero en términos generales es necesario introducir más competencia y mejores regulaciones en los sectores no transables de la economía, incluyendo los sectores en los que operan las empresas públicas, pero también en áreas del transporte, la logística, la actividad portuaria. El país debe mantener niveles importantes de inversión en infraestructura, lo cual exige lograr mecanismos eficaces y eficientes de participación del sector privado en esa inversión. Uruguay necesita una nueva agenda de inserción internacional y una reforma muy importante de su sistema educativo.
– En materia económica, ¿cuáles son los temas más urgentes a resolver en el corto y mediano plazo?
– En el frente macroeconómico, el principal desafío de cara a 2021 estará, a nuestro juicio, en la recuperación del empleo. Uruguay perdió unos 50.000 empleos entre 2015 y 2019 y ha perdido otros 50.000 puestos de trabajo a raíz del covid. Las empresas siguen estando muy reticentes a contratar. El salario real está cayendo en Uruguay y eso contribuirá paulatinamente a que las empresas demanden más trabajadores, pero la negociación salarial de 2021 va a resultar clave. Probablemente, para alentar una mayor recuperación del empleo, además de perseverar en la moderación de salarios que se acordó para 2020, serán necesarias medidas adicionales de estímulo al empleo.
Los temas de mediano plazo fueron señalados en la pregunta anterior.
– ¿Qué amenazas vislumbra en el horizonte y qué aspectos hay que resguardar para que los efectos de la pandemia sean lo más leve posible para la economía?
– Uno de los temas de mayor incertidumbre y de impacto negativo tiene que ver con la próxima temporada turística. En Exante pensamos que en el primer trimestre del año se observará una caída importante de la actividad turística en comparación con el verano de 2020. Aunque los uruguayos probablemente gastaremos más en turismo interno -porque viajaremos muchísimo menos-, ese efecto no podrá compensar el derivado de una reducción sustancial de los ingresos de turistas. Esa caída de la actividad turística podrá tener efectos dilatados en los trimestres siguientes, vía menor demanda interna.
En las últimas semanas estamos atravesando una nueva ola de covid, que tendrá efectos negativos en algunos sectores de la economía, aunque no esperamos nada comparable a lo que observamos en el segundo trimestre del año.
– ¿Cuáles son las fortalezas que tiene nuestro país en este momento tan complicado del mundo, y que repercute en todas las economías?
“El país cuenta con un alto prestigio en los mercados internacionales, lo cual le ha permitido al gobierno financiar el mayor déficit fiscal este año sin mayores dificultades”
– Uruguay tiene un conjunto de fortalezas institucionales muy importantes, muy conocidas. Es un país de una destacada estabilidad política y socioeconómica, con una alta calidad institucional. El país cuenta con un alto prestigio en los mercados internacionales, lo cual le ha permitido al gobierno financiar el mayor déficit fiscal este año sin mayores dificultades. Es un país que también se destaca por condiciones de vida muy buenas en la comparación latinoamericana, con niveles de pobreza y desigualdad relativamente buenos.
Estas fortalezas están siendo particularmente valoradas por los inversores del exterior, que en años previos quizás ponían más énfasis en el tamaño de los mercados -una característica que obviamente no favorece a Uruguay-. Probablemente esto derivará en mayores inversiones extranjeras en Uruguay y en más operaciones de fusiones y adquisiciones. Es algo que ya se está insinuando y que podemos palpar de las conversaciones con clientes y con fondos de inversión, que están mirando bastante más a Uruguay. Los cambios en el régimen de promoción de inversiones que aprobó hace poco el gobierno, también va a ayudar en esa dirección. Pero como decía al principio, para aprovechar esas oportunidades que se presentan hay que abordar prontamente los desafíos que tenemos por delante, corrigiendo los desequilibrios macroeconómicos y llevando adelante una agenda decidida de reformas.