Alfredo Antía, presidente de la Cámara de Industrias del Uruguay (CIU)
El titular de la CIU espera que el 2022 sea un año de crecimiento de la producción, de mayor inversión y de creación de nuevos puestos de trabajo. Con la expectativa de que el mercado interno siga recuperándose, dado que representa una parte importante de las ventas de la industria, confía en que Uruguay avance en las negociaciones de un TLC con China. A su vez, considera indispensable modernizar las regulaciones vinculadas al trabajo, tanto en lo colectivo como en lo individual.
Más allá de que la CIU representa a industrias de diversos sectores productivos, y que los mismos han tenido realidades diferentes, en general, ¿qué balance hace del 2021?
El 2021 fue un año de recuperación, de rebote de la actividad tras la llegada del covid-19. También fue un año de recomposición de márgenes. Se volvió a una situación un poco más normal después de años de balances negativos o muy magros, que desalentaban la inversión y afectaban el empleo. Otro aspecto que caracteriza el 2021 es la nueva bonanza de precios internacionales en los productos agroindustriales, que en buena medida explica el mejor desempeño exportador. Por último, lo que notamos es que el mercado interno sigue muy deprimido más allá de que tras la reapertura de actividades las ventas comenzaron a dinamizarse.
Mirando al 2022, ¿qué expectativas tiene para el sector y cuáles son los grandes desafíos que enfrenta la industria local?
Esperamos que el 2022 sea un nuevo año de crecimiento de la producción, de mayor inversión y de creación de nuevos puestos de trabajo. Tenemos la expectativa de que el mercado interno siga recuperándose, porque para la industria es una parte relevante de sus ventas. Asimismo, confiamos en que Uruguay avance en las negociaciones con China, para mejorar las condiciones de acceso a ese mercado, sin descuidar nuestras sensibilidades. Desafíos tenemos muchos. En lo que refiere al entorno, necesitamos confiar en que el manejo de los fondos públicos se haga con responsabilidad, abatiendo el déficit, controlando la deuda y recuperando la capacidad contracíclica de la política fiscal. También consideramos indispensable modernizar las regulaciones vinculadas al trabajo, tanto en lo colectivo como en lo individual. En particular en la negociación colectiva, Uruguay debe resolver los incumplimientos a los convenios internacionales de la OIT, lo que implicará modificar la forma en que se negocia en los Consejos de Salarios. Lograrlo traerá beneficios, principalmente a las pymes y sus trabajadores, así como a los que no están logrando ingresar al mercado laboral y se encuentran desocupados. Otro desafío vinculado al entorno está relacionado a los costos de los productos energéticos. Estamos muy caros, y perdemos de hacer más y mejores negocios por el costo de la energía eléctrica y los combustibles. Yendo a nivel de las empresas, los principales desafíos pasan por seguir avanzando en la automatización de procesos, el aumento de la productividad laboral, la mejora de los estándares vinculados al cuidado del medio ambiente y la mayor internacionalización.
¿Cuáles entiende que son las fortalezas del sector industrial de nuestro país de cara a un futuro que parece ser de transición a nivel global, con incertidumbre en el mercado laboral?
Lo primero que se me viene a la mente es que la industria es de los pocos sectores que logra captar a todo el espectro de capacidades de nuestros trabajadores. O sea, contratamos desde peones no calificados, pasando por oficiales, ingenieros y hasta profesionales con doctorados. Pero además, somos un sector capaz de absorber importantes contingentes de personas no calificadas y capacitarlos para el trabajo, pagando sueldos por encima de la media del país. Asimismo, tenemos una importante oportunidad que aprovechar vendiendo productos agroindustriales, innovando sobre la competitividad ya alcanzada, así como complejizando la oferta productiva con bienes y servicios relacionados a estos sectores que ya tienen clase mundial. Precisamos ensanchar la oferta, diversificar, y el sector industrial es uno de los vectores para lograrlo.
¿Cómo evalúa las políticas impulsadas por el gobierno para colaborar -o impulsar- con el trabajo de la industria? ¿Alcanzan o faltan más iniciativas?
Hasta ahora, las principales políticas impulsadas por el gobierno estuvieron asociadas a paliar los impactos negativos de la pandemia. Si bien siempre parecerá insuficiente, debemos reconocer que se desplegaron muchos instrumentos de ayuda, principalmente orientados a las pymes, a apuntalar a los exportadores y al fomento de la inversión. En muchos casos respondieron a planteos realizados por nuestra propia Cámara. Más recientemente, y en particular en algunos sectores, el gobierno tomó algunas medidas que veníamos planteando hace tiempo, por ejemplo en el sector alimentos, que van en línea con potenciar la producción local y desarrollar nuestra industria. El año próximo entramos a otro estadio, ya orientado a crecer, porque habremos recuperado lo perdido, tanto en materia de producción como de empleo. Tenemos varias iniciativas presentadas que esperemos prosperen, como ser en materia de costo energético, compras públicas y tributarias, por citar algunas. Somos optimistas porque a la corta o a la larga los planteos de nuestra Cámara son contemplados por los gobiernos, lo que nos da la tranquilidad de que nuestras propuestas son razonables y bien orientadas.
¿Cómo valora la relación entre los distintos actores -empresarios, comercios y sindicatos- que componen el tejido industrial?
La relación es buena. En Uruguay podemos sentarnos todos juntos a dialogar en una mesa, más allá de las diferencias. Es un valor que tenemos que cuidar y evitar al máximo la generación de episodios extremos, que si bien puntuales, pueden dejar huellas que afecten la relación que siempre hay que preservar