CARLOS MAZAL, ESPECIALISTA EN RELACIONES ESTRATÉGICAS INTERNACIONALES
Con varios frentes de negociación abiertos, Uruguay trata de lidiar con sus socios del Mercosur. Y mientras el bloque regional pugna por cerrar un acuerdo con la Unión Europea, cuyas negociaciones llevan más de dos décadas, nuestro país mira otras posibilidades. Lo de China parece haber quedado congelado, y la opción que aparece más firme es la del Cpttp. Con este panorama, Carlos Mazal realiza una puesta a punto de la realidad del comercio exterior y establece cómo debería moverse Uruguay en el escenario internacional actual.
¿Qué balance hace de la gestión en materia de comercio exterior de la actual administración, que el 1º de marzo entregará el poder?
Uruguay, sobre todo por ser parte de este corsé del Mercosur, no ha podido avanzar en todos los temas. Y si bien hay cierto optimismo, yo creo que todavía no está definido el posible acuerdo con la Unión Europea. Aún falta recorrer un tramo importante, donde habrá que ratificar. Y en ese sentido, veo que en Europa el sector agrícola está levantado en armas, no solo el de Francia; lo que impacta en las decisiones políticas. Por tanto, no lo veo tan claro como para celebrar todavía. Pero si se ratificara, hay alguna cláusula adicional que se agregó en el texto sobre adherir o cumplir con las metas del Acuerdo de París de cambio climático. Eso está muy bien, lo que pasa es que es difícil cuando se felicita al que las cumple y se sanciona al que no, porque eso, en definitiva, es subjetivo. Uruguay no tendría por qué preocuparse por ese tema, porque tenemos un saldo bastante positivo en el tema de emisiones, pero al mismo tiempo preocupa cuando podemos obtener un préstamo con una tasa de intereses baja, como premio a la sustentabilidad, pero que luego, con el tiempo, se pueda transformar en una sanción bajo la interpretación de lo que piensan desde Bruselas. Y nosotros no podemos hacer lo mismo, porque si bien hay deforestación en Brasil, el 16% del consumo de madera es de parte de Francia. Entonces, quién está incentivando la deforestación es Francia. Están tratando de cambiar la ley, pero va a ser difícil hacer que Francia cumpla con las emisiones, porque en realidad toda Europa está en la misma, contaminan más que nosotros. Uruguay contamina 0.04%, que estadísticamente es cero, pero a la vez eso también quiere decir que no nos estamos industrializando, así que en ese sentido hay que tener cuidado también. Si no contaminás, significa que tampoco estás creciendo.
¿Le ve chances a Uruguay para que ingrese al Cpttp (Acuerdo Amplio y Progresista de Asociación Transpacífico)?
Esto está sobre la mesa todavía. La gente piensa que no, porque no se está hablando públicamente del tema tanto como antes, pero es mi opción favorita.
Estarías entrando en uno de los tratados más importantes del mundo, con 12 naciones, y podrías, bilateralmente, ampliar la relación con países como Malasia, o Vietnam, que tiene 99 millones de habitantes.
Estamos en la puerta, porque se presentó la solicitud de admisión. En mi opinión tenemos grandes posibilidades porque cumplimos con todos los requisitos y más. Para algunos es importante tener países chicos de socios, que no sean una amenaza para nadie, que no sean hegemónicos. Porque ese es el soft power de Uruguay, el poder darle para presidir una reunión entre los grandes y hacerlo totalmente sin ninguna presión de ningún lado, o de poder moderar grupos, etc. Además, creo que les conviene tener países con una tradición de comercio grande, como Uruguay.
Lástima el tiempo que se tardó, porque, lamentablemente, y esto sí es algo que me ha sorprendido y me ha molestado, es que el exministro Bustillo estuvo siete meses esperando para llevar la solicitud de adhesión. Si hubiera actuado de otra forma ya podríamos estar adentro o mucho más cerca de lo que estamos hoy. Por eso es que destaco lo que han hecho desde Cancillería quienes vinieron después: el ministro, Omar Paganini, y el subsecretario, Nicolás Albertoni.
Se nos acaba el tiempo, pero creo que en la transición ya se ha hablado con el presidente electo (Yamandú Orsi) sobre estos temas. Es más, creo que ha salido publicado su interés por el Cptpp, lo que es muy bueno. Porque un Uruguay cerrado no funciona para nadie; no se trata de izquierdas y derechas, sino de priorizar la posibilidad de generar más y mejor trabajo, y que venga inversión, porque esto mejora la distribución del ingreso.
Hablando del Mercosur, ¿qué visión tiene del bloque ahora con otra administración?
Yo creo que no hay más verdad que la realidad, y si bien puede haber dentro del gabinete gente con cierta postura, yo veo que el presidente electo entiende todos estos temas. Habrá que ver qué tipo de presiones sufre, si lo acompañan o no, porque hay personas en el gabinete con personalidad fuerte o que están detrás de determinado partido o ideología. Pero si él está resuelto a mejorar los ingresos y los trabajos, que creo es en gran medida la razón por la cual el Frente Amplio ganó, va a manejarse con mucha cordura. Lo bueno es que en el acuerdo por el PCT (Tratado de Cooperación en materia de Patentes), los científicos y la gente de innovación de izquierda también lo apoyó. Ojalá algunos temas no se politicen, porque así como en software somos un ejemplo, también en otras áreas tenemos islas de innovación, donde Uruguay puede llegar muy lejos porque hay gente preparada.
Volviendo al Mercosur, veo a Lula disminuido por lo que le acaba de pasar, y deberá estar varios meses de reposo, entonces no lo veo liderando.
Y Argentina está muy cerca de Estados Unidos, Milei está muy cercano a Trump, y también hay coqueteos, si se quiere, con China, siendo que antes había dicho que rompería relaciones. Argentina siempre nos resultó un poco impredecible a los uruguayos. La cuestión es ver cómo avanza el Mercosur así, pero yo estudiaría también otras opciones. Estamos más cerca que nunca del Cptpp; estábamos en la fila, entró Costa Rica, y el próximo tendría que ser Uruguay. Ahora, si hay flexibilidad, mejor. Yo creo que podemos entrar, porque ya tenemos un TLC con México, entonces el que se podría oponer discretamente sería Brasil. Pero Argentina, en esta posición de apertura en que se encuentra, no se va a oponer.
Al principio de esta administración se habló mucho de un posible TLC con China, y después esa idea perdió fuerza. ¿Qué cree que pasó, más allá de lo que se dijo en su momento?
Creo que se habló demasiado, se creó mucha expectativa, y nunca vi la posibilidad de que se diera algo bilateral. Sabemos que para China Uruguay es un punto estratégico, geopolíticamente hablando. Somos una cuña entre dos países muy grandes, y los chinos necesitaban un puerto cercano, con pista a la Antártida, como digo yo. Pero también en un lugar donde no hay, lamentablemente, reglas para la pesca y ellos son grandes depredadores.
Y lo otro es que somos del tamaño de un barrio de Shanghái, le estamos vendiendo 30% de lo que producimos, ¿qué más necesitamos? Los términos de firmar un acuerdo son un poco confusos, se habla de una alianza estratégica integral; eso sí me preocupa. ¿Una alianza Uruguay-China en qué? ¿En términos de intercambio de militares o en términos de tener un puerto exclusivo donde no podamos entrar nosotros? ¿En términos de poner más centros Confucio en Uruguay, cuando todos sabemos que son centros de propaganda del Partido Comunista? Entonces, hay que separar la parte de los negocios con China, que me parece fundamental para el Uruguay, porque 30% es importante, y que puede subir un poco más, pero dejar de lado la otra parte. Y Mercosur con China tampoco lo veo en este momento, sobre todo por el lado de Brasil. Argentina tenía más reticencia antes, pero necesita financiamiento y China lo tiene. Entonces no se necesita un acuerdo.
El mundo está complicado. Amenazas de conflictos bélicos, discursos proteccionistas, entre otras problemáticas, y Uruguay tiene que moverse en ese escenario. ¿Qué visión tiene de este tema?
Estamos entrando a una nueva era, llena de incertidumbre. El mundo va a la deriva y la corriente lo lleva.
Hay conflictos bélicos y posibilidades de que se extiendan en el tiempo. Vamos a ver qué hace Trump con el tema Rusia-Ucrania. Obviamente, como hombre de negocios, nos dice que si Ucrania cede el 20% se acaba la guerra y todo, pero después que Estados Unidos dio miles de millones de dólares para armas y demás no creo que sea tan fácil. Y conociendo la mentalidad de Rusia, tampoco le es fácil retirarse. Medio Oriente, con lo de Siria, está convulsionado. Hay gente que dice que es bueno que se haya ido Al Assad. Israel puede ganar… A veces para Israel el enemigo de su enemigo puede ser un amigo. Entonces están moviendo un poco las fronteras para después encontrar paz y ceder territorio; yo creo que esa es un poco la idea de los Altos del Golán. Otro que gana es Turquía, pero ahí están los kurdos. Los kurdos, que son 35 millones, son grandes luchadores. ¡Hay tantos frentes abiertos y en Europa no hay liderazgos! Hay globalización sin liderazgos. No está Merkel, Francia perdió a su nuevo primer ministro, y ahora acaban de nombrar otro, Inglaterra se la juega sola y con bastantes problemas. Pero lo bueno es que dentro de todo ese mundo aparece esta pequeña isla que es Uruguay, el primer exportador de algunos productos entre los 10 más importantes del mundo con el valor agregado de la biotecnología, que es donde somos buenos. Pero aún así falta.
Yo creo que Japón es una alternativa, y ya ha invertido. Lo hace tan discretamente que no sale en la prensa. Lo ha hecho en hidrógeno verde, en forestal para papel, que tiene más valor que la celulosa, ha traído un grupo dependiente de Hitachi, que es tecnología. Japón sigue trayendo oportunidades, formando alianzas, y en gran medida lo hacen porque somos esa isla de paz donde ellos se sienten seguros, y ven la posibilidad de, vía Uruguay, entrar al resto de América Latina.
Internamente, ¿qué tenemos que aprender o qué tenemos que modificar mirando a este mundo de hoy? ¿Hay una nueva forma de negociar?
Yo creo que el nuevo presidente va a tener que hacer algo institucional en la parte de comercio. Y aclaro que estoy en contra de crear nuevas instituciones, pero no puede ser que no tengamos un ministerio que se dedique a comercio, más allá de la gente de Relaciones Exteriores. Todos los países del Cptpp fueron negociados a nivel de primer ministro o ministerios de comercio, donde los había, y nosotros no. Entonces, tiene que haber un subsecretario para comercio o alguien que en este caso dependa de la propia presidencia, como lo hicieron estos países que negociaban. Ojalá se haga, porque estamos un poco en deuda con los temas comerciales.
Ahora, ¿qué cambiar del Uruguay? Yo que lo veo de lejos, porque voy y vengo, lo que noto es que hay una división, y no tendría por qué ser así. Este no tendría que ser un país difícil. Cuando dicen que este es un país chico me ofende un poco, porque estamos a mitad de tabla en tamaño. Toda la tierra es arable, no tenemos grandes terremotos ni tenemos fenómenos naturales, más allá de lo que nos informan y que nunca pasa. Y tenemos el mar… Son 200 millas de zona económica exclusiva y 150 adicionales que nos dieron. ¡Son 500 y tantos kilómetros, que es el doble del territorio! Ese mar está prácticamente sin trabajar en Uruguay. Pero el mar no solo es la pesca, el mar son recursos marinos, también genéticos para posibles productos farmacéuticos, hay posibilidades de ostricultura, etc. Uruguay no tiene acuicultura, salvo algo de camarón, pero muy poco. Y sí está el caviar, que tiene renombre mundial, pero es poco. El mar ofrece muchísimas oportunidades. Estamos exportando 100, 110 millones de dólares, cuando el potencial es de 1.200 millones de dólares, y eso da la posibilidad de crear muchísimos más empleos con el mar. Eso es algo que hay que mirar.
Lo que yo veo es que hay gente que va para adelante en Uruguay y hay otra que no es que se quede quieta, sino que tira en la dirección opuesta; entonces, no se avanza por discrepancias. El debate público durante este año dejó mucha gente lastimada, que después no se recupera.
¿Y no sería producto de la campaña política, y ahora que ya pasó el relacionamiento tiende a normalizarse?
Yo creo y espero que eso sea así. Yo puedo conversar con alguien que puede tener una visión opuesta, pero igual logramos encontrar puntos de encuentro; sobre todo si uno lo que quiere es el bien del país. No creo que exista alguien que quiera que al país le vaya mal, porque si le va mal al país, le va mal al gobierno de turno. Por eso sería bueno lograr espacios de acuerdo en cuatro o cinco puntos. Pero sería bueno lograr espacios de acuerdo en cuatro o cinco puntos. Esta no es una idea original, lo dijo Enrique Iglesias hace 13 años. Por lo menos tener treguas o pactos en los temas fiscales, de innovación… Cuatro o cinco temas donde tenemos puntos en común y empezar por ahí. Hay que priorizar aquellos sectores donde haya mayor posibilidad de encontrar acuerdos. Creo que Alejandro Sánchez habló algo de eso, pero solo se refirió a los temas sociales, no entró en temas productivos, de la economía y de la parte fiscal.
Creo que Orsi quedó contento de la buena disposición del presidente a decirle, a mostrarle todo lo que quiera y a trabajar durante la transición. Así que eso es lo que entiendo que se está haciendo. Y en lo que respecta a la inserción externa no puede haber pausas porque es lo que nos están mirando nuestras contrapartes. Entonces tenemos que seguir viajando, haciendo lobby, tenemos que seguir mostrando nuestra mejor cara, que es lo que está pasando.