CARLOS DELFINO, PRESIDENTE DE LA CONFEDERACIÓN EMPRESARIAL DEL URUGUAY (CEDU)
El representante de CEDU hizo hincapié en la necesidad de abordar una política de fronteras que beneficie a Uruguay. Asimismo, se refirió a la importancia de luchar contra el informalismo y de bajar los costos para lograr un sector empresarial más competitivo.
¿Cuáles son los principales desafíos que tiene por delante la Confederación Empresarial del Uruguay?
En el caso de la Confederación, los desafíos radican en posicionarse y participar de forma más activa en las resoluciones. Necesitamos hacernos más visibles ante la opinión pública, principalmente, para que se reconozca el trabajo que se lleva a cabo. Ha sucedido que, en el marco de la pandemia, el trabajo hecho se diluya por no poder hacer encuentros presenciales o eventos, por eso nos gustaría posicionarnos mejor e intervenir más activamente en las decisiones del sector empresarial y del gobierno relativas al sector.
¿Qué desafíos vislumbra para el empresariado uruguayo?
El primero es mantenerse activo. Hay muchas empresas que han podido permanecer pero, lamentablemente, también hay muchas otras que no.
Estamos pasando por un momento de crisis porque la emergencia sanitaria ha sido tan larga que las empresas no tienen resto, se quedaron sin espalda, están aguantando como pueden.
En estos últimos meses se ha hecho muy patente que ha disminuido el movimiento interno, hay menos circulación de personas y de efectivo. Todos tenemos la esperanza de que esto termine.
Sabemos que la nueva normalidad no va a ser la misma de antes, pero tenemos que darle un punto final a esto para empezar a reactivar e intentar recuperar a las empresas que se perdieron y a los empleados que también se quedaron sin trabajo. El principal desafío, sin dudas, es mantenerse.
En segundo lugar, la pandemia ha acelerado muchos procesos relacionados a la digitalización como las redes sociales, internet y la tecnología en general. En este contexto, el desafío más grande es aggionarse a eso, sobre todo para las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes). Hay muchas que no están preparadas y necesitan una reconversión o un asesoramiento en ese plano.
La tecnología vino para quedarse y eso también ha repercutido en los sistemas de venta. En el Interior, puntualmente, a veces se hace más difícil, y más ahora, con todos los avances tecnológicos que se vieron acelerados y esa situación encontró a muchas micro, pequeñas y medianas empresas faltas de conocimiento. Es preponderante y esencial que puedan llevar adelante capacitaciones en este aspecto para que puedan subsistir.
¿Cómo están las empresas del Interior del país?
En el Interior hay cosas que se han quedado, se nota más cuando hay menos gente y menos trabajo. Se ha quedado la venta, los comercios y el movimiento. Si bien la industria está funcionando, todo está como en un nivel de enlentecimiento.
Además, siempre está el problema de las fronteras. Hace años venimos pidiendo por políticas de fronteras, las pusimos en el tapete durante la campaña electoral, todos los candidatos lo tomaron como una medida a implementar en ese momento, pero todavía no se ha llevado a cabo.
Recientemente, en la inauguración de los Centros Mipymes de ANDE en Cerro Largo, el presidente decía que hay que implementar algún tipo de políticas de fronteras. Si bien hay algunos proyectos de ley, no hay nada concreto.
En definitiva, algunos están deseando que se abran las fronteras y otros pidiendo que se mantengan cerradas. Por un lado, las empresas del sector turístico piden a gritos que ingresen los turistas, mientras que los comerciantes piden que no porque la diferencia de precios con los comerciantes de Argentina y de Brasil es abismal. Nosotros, como Confederación, tenemos de todo y a todos tenemos que contemplarlos. Creo que el país necesita darse el debate de una política de frontera para las zonas limítrofes.
Según los estudios con los que contamos, en 10 años, solo entre uno y un año y medio son favorables a Uruguay, el resto son siempre propicios a los países grandes. Eso se notó en la pandemia cuando en los primeros meses cerraron las fronteras y el comercio interno de las ciudades resurgió, pero ahora si se vuelve a abrir la frontera, la problemática no va a tardar en llegar.
¿Qué temas clave considera que debería tratar Uruguay para mejorar la competitividad del sector?
En primer lugar los costos. Creo que el gobierno ha tomado algunas medidas que, en definitiva, van hacia el mismo lado que nosotros apuntamos. Hoy en día, la informalidad ha aumentado muchísimo por la pandemia. El comerciante formal que ya venía con poca o nula renta ahora está en negativo por la cantidad de cosas obligatorias a pagar. En este contexto, sucede también que la misma mercadería que ese comerciante vende se encuentra a menor valor en uno informal. Sucede mucho con la venta por internet, que debería regularse, porque allí la mayoría es en negro, informal, y ahí hay una competencia desleal.
El Estado debería intentar bajar más los costos. Se valora el esfuerzo del gobierno por mantener funcionando las empresas y se agradece porque, aunque siempre se piense que no alcanza el esfuerzo para que las empresas no cierren, la voluntad es grande y hay que valorar eso.
Pienso que para que la empresa pequeña y el emprendedor resurjan, o tengan ganas de llevar adelante un emprendimiento, tienen que ser más bajos los costos del Estado.
Además, hay que tener en cuenta la rigidez laboral. Sucede que en Montevideo las grandes empresas implementan acuerdos y las chicas los sufren porque no llegan a ese nivel, entonces esas mipymes terminan cerrando las puertas y, por consiguiente, dejan de dar trabajo porque no pueden cumplir con los mismos requisitos que sus pares más grandes. A futuro el Estado tendría que hincar el diente a que sea más práctico, más accesible, quitar los costos encubiertos o dobles trámites para que sea más fácil trabajar.
“Pienso que para que la empresa pequeña y el emprendedor resurja, o tengan ganas de llevar adelante un emprendimiento, tienen que ser más bajos los costos del Estado”.
CRÓNICAS cumple 40 años. En este marco, y haciendo el ejercicio de imaginar el futuro, ¿cómo proyecta el sector empresarial a largo plazo?
Me gustaría que todos estuviéramos formales, que el comercio fuera formal y que todos pudiéramos mantener los negocios. Creo que la tecnología va a traer un poco de aire fresco para simplificar un poco los trabajos. También es un desafío, porque va a traer también desempleo, y a la vez se crearán nuevos puestos de trabajo.
Sin dudas la educación va a ser lo fundamental en el futuro. Tenemos que trabajar en eso y que las futuras generaciones puedan estar preparadas para el mundo del trabajo. En este contexto, el país debería dedicarse a eso con la premisa de que la tecnología es el futuro, e ir hacia ese lado.
Como empresario, me gustaría que la competencia sea leal, que todos tuviéramos las mismas posibilidades, que no hubiera tanto informalismo como lo hay en este momento y que se pueda trabajar y dar trabajo.
Creo que la sociedad de consumo de libre competencia es la mejor para nosotros los empresarios. Cuanta más regulación hay, más gana el grande que no tiene problemas para implementar las cosas, y el chico va quedando porque no puede afrontar los costos. Ese es el gran desafío que tenemos por delante, que no se baje más nadie, y que los que estén por fuera del sistema ingresen para que de esa forma sea más parejo para todos.