DANILO ASTORI, SENADOR, EXMINISTRO DE ECONOMÍA Y EXVICEPRESIDENTE
La economía uruguaya atravesó diferentes etapas y cambios en las últimas cuatro décadas, y en la actualidad tiene el desafío de apostar a la creación de conocimiento. Además, ha sufrido importantes impactos tras la pandemia del covid-19, lo que obliga al gobierno a “aminorar” esos efectos, sobre todo, para salvaguardar a los más desprotegidos.
¿Qué balance hace de los últimos 40 años de la política económica uruguaya?
Ha habido cambios importantes. Uruguay venía de una crisis muy relevante, sobre todo, planteada en el siglo XX. A mediados del mismo, el país ya había entrado en una imposibilidad estructural de crecimiento sostenido que originó muchos desequilibrios, que tuvieron que ver con la ruptura de las instituciones durante la dictadura.
A principios del siglo XXI Uruguay empezó a recibir algunos impactos internacionales positivos, en los que jugaron un papel importante, más que nada, China e India, que actuaron como factores de equilibrio mundial y nuestro país comenzó a aprovechar esos efectos.
Luego, por razones de influencia internacional que originaron grandes desequilibrios en el campo bancario y de la deuda, precisamente en los primeros años del siglo XXI, en el año 2002 Uruguay tuvo enormes dificultades que supo superar.
Ahora, al mismo tiempo que ocurrían estos aspectos que tienen un balance negativo, el país crecía en su capacidad institucional y en su generación de respeto a nivel mundial. La última prueba –de la época que estamos analizando- la dio con la forma de encarar la crisis de 2002.
Uruguay no siguió el camino fácil de determinar el default de la deuda, decidió cumplir con sus compromisos, renegoció esa deuda y eso pesó positivamente sobre lo que vino después, que fueron los 15 años de gobierno del Frente Amplio (FA).
En ese período hubo transformaciones importantes, algunas estructurales, otras de manejo de corto plazo de la política económica. Y hemos llegado, después de las últimas elecciones, al fin del ciclo del FA –por ahora, porque como frenteamplista aspiro a que se renueve el futuro-, con un gobierno que tiene un perfil ideológico distinto, que habremos de ir evaluando durante el transcurso del mismo.
Estos 40 años han traído situaciones muy diferentes para Uruguay; han operado factores externos, algunos de ellos sin posibilidad de control del país, y también internos. En términos políticos hemos tenido gobiernos de diferentes signos. Veremos cómo se proyecta esto hacia el futuro, pero la verdad es que aspectos a destacar no han faltado, para bien o para mal, dentro de estas cuatro décadas.
Hablaba de la crisis del 2002. ¿Qué otros hitos relevantes destacaría en materia económica en estas cuatro décadas?
Yo destacaría los que se desarrollaron durante los 15 años de gobierno del FA. A mí me tocó en gran medida estar al frente de la conducción económica del país, y naturalmente tengo todo ese ciclo muy marcado en mis convicciones, en mis acciones, y por qué no, en los resultados, entonces, no sería sincero si no contestara esto.
Ahora, reconozco que en otros gobiernos que no fueron del FA se tomaron decisiones acertadas, y si yo las tengo que elegir, elijo las del 2002, que en gran medida influyeron para favorecer la seriedad institucional del país y la posibilidad de que eso trajera buenos resultados financieros.
La situación económica actual está muy marcada por la pandemia. ¿Qué análisis hace al respecto?
La pandemia es uno de los factores internacionales y está fuera del control del país. Desde marzo del año pasado no podemos examinar el Uruguay sin que este elemento sea absolutamente fundamental. La pandemia ha condicionado, y lo sigue haciendo, lamentablemente, gran parte de la vida nacional en todas las áreas esenciales: sanitaria, política, social, cultural y económica.
Al final de estos 40 años que estamos analizando, tenemos la presencia de este factor que es decisivo para explicar la realidad actual y las proyecciones de futuro. La pandemia ha influido sobre la economía de una manera muy negativa, y al mismo tiempo la inclinación de la política económica que se ha practicado hasta ahora también ha pesado sobre la evolución de la pandemia.
Nosotros tenemos una discrepancia importante en relación al manejo que se ha hecho desde el punto de vista fiscal para intentar aminorar los efectos económicos de la pandemia, por ejemplo, en lo que respecta al apoyo a los sectores que más han sufrido, a los más humildes, a los más pequeños, a los que tienen menos defensas.
Desde ese punto de vista, el gobierno ha actuado con una actitud muy restrictiva, sin tener en cuenta algo que es fundamental: el equilibrio fiscal con el combate a la pandemia no hay que tratarlo en forma estática, sino dinámica e intertemporal, porque hoy podemos tener un empeoramiento fiscal si ponemos en práctica las medidas que propone el FA, pero, en el futuro, ellas traerían consigo un mejoramiento fiscal y de toda la economía.
Por lo tanto, no podemos analizar con perspectiva de corto plazo e inmediatista el trabajo de la política económica. Ahí tenemos una diferencia con el Poder Ejecutivo, que también tiene mucho que ver con las distintas visiones ideológicas que tenemos sobre el país.
“Las decisiones acertadas del 2002 en gran medida influyeron para favorecer la seriedad institucional del país y la posibilidad de que eso trajera buenos resultados financieros”.
En un mundo de continuas transformaciones, ¿qué perspectivas a futuro maneja para la economía uruguaya?
Hay algunos factores absolutamente fundamentales para un país que ha ganado mucho desde su apertura al mundo en materia de crecimiento, de inclusión social, de apuesta a la calidad de su esfuerzo. Los factores que destacaría por amplio margen mirando el futuro son los que tienen que ver con el apoyo a la ciencia, la creación de conocimiento, sobre la base de una mejora de la educación, que es el primer paso para este circuito positivo, y culminando en la innovación.
Es decir, innovar es incorporar conocimiento, y si pienso en el Uruguay del futuro, un país física y demográficamente pequeño, pero con capacidad para agrandarse en su apertura al mundo y la apuesta a la calidad, no tengo dudas en manifestar esos factores como primordiales.