“Cabezas que hacen, botas que obedecen”

Cápita es una marca de calzado que tiene un alto contenido de diseño. Se caracteriza por ser “craft”, es decir, artesanal, aunque durante su proceso se integra la tecnología, pensada para ofrecer un producto perfecto y confortable. El cortado de los cueros se hace con una máquina exclusiva en nuestro país que permite un desperdicio menor y detecta las fallas por computadora.

Por Anahí Acevedo | @PapovAnahi

La palabra Cápita proviene del latín y significa “cabeza”. El nombre nació de una lluvia de ideas durante la etapa en la que se definía el espíritu y el ADN sobre el cual se iba a moldear la marca. Durante ese periodo estaba prohibido diseñar.

Las características del “hombre Cápita” son el seguimiento de los instintos más la priorización de la razón. “Cabezas que hacen, botas que obedecen”, recordó Sofía Gruss, cofundadora del emprendimiento, a Empresas & Negocios. El logo que los identifica es un imagotipo de un lobo, que significa la coexistencia de la parte racional y la animal, por lo cual está plasmado mitad sintético y mitad orgánico.

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La primera producción fue en mayo de 2014 a través de la elaboración de ochenta pares de calzados. En aquel momento, Guss que es diseñadora de modas y la cofundadora, contaba con un socio que la acompañó durante el primer año y medio de la empresa. Actualmente, se encuentra en proceso de asociación con una empresa de la industria local. “La catapulta de Cápita es incorporar la línea productiva a la marca”, asegura Gruss.

“Siempre trabajé en el área comercial de hombre, pero no tenía idea de los desafíos de tener una empresa”, confesó la emprendedora. La idea, desde un inicio, fue producir siempre en Uruguay y exportar al mundo. Los primeros clientes surgieron en el mercado local a través de un punto de distribución. Los esfuerzos de exportación comenzaron en el segundo año, luego de haber tenido un acercamiento con los clientes.

Hoy el target es Estados Unidos, donde se vende a través de tiendas minoristas. En nuestro país se comercializa a través de las distintas redes de comunicación, como Mercado Libre, Facebook y la web, y a través de dos puntos de venta mayoristas en Uruguay. Asimismo, cuentan con un estudio sobre la calle Juan Paullier, que comparten con la marca de interiorismo Mutate.

Para conocer a fondo su producto, Gruss tuvo que desglosarlo. Este camino requirió, entre otras cosas, visitar las propias curtiembres para descubrir la disponibilidad de los materiales y los diversos costos. Aunque en el momento esto ya no es necesario, destaca que en el pasado sí lo fue. “Tenés que conocer cada arista de tu producto y cada ángulo de tu negocio. Me demandó casi dos años desintegrar el producto y entender cuanto costaba cada parte”, mencionó.

La producción del calzado comienza desde el proceso de diseño que insume realizar una ficha técnica y un prototipo en otro cuero. Luego de su prueba final, y antes de lanzar la producción, se hace una muestra final en los materiales definitivos.

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El punto clave de esta etapa es la elaboración del prototipo, para conocer que realmente calza bien. Al estar orientado a hombres, Gruss debía probarlos dentro de su círculo cercano, para conocer posibles errores y oportunidades de mejora. “Soy muy atenta al consumidor, le pregunto todo. La gracia no es que te quede mal el zapato, es que te lo lleves como si lo hubieses usado siempre”, comentó.

Facebook: /capita.boots

Asimismo, mencionó que el hombre es un consumidor muy exigente, por lo que si no lo encuentra cómodo, no sólo que no lo vuelve a utilizar, sino que tampoco regresa a comprar. En cambio, el desafío de las consumidoras es contagiarlas permanentemente con la tendencia. La empresaria asegura que le motiva más el desarrollo del detalle y la elaboración de un producto versátil y durable. “Me gusta más la fusión de la herencia tradicional con una vuelta de tuerca para que se adapte a las necesidades del mercado moderno”, dijo.

Cápita contó con el apoyo de Uruguay XXI en dos ocasiones: en un estudio de mercado junto a otra empresa para Norteamérica, y para viajar a una feria internacional. Asimismo, Gruss ganó un programa de la Embajada de Estados Unidos, un punto bisagra en su carrera, donde recibió entrenamiento y realizó una red de contactos.

“El camino no es fácil. Tiene algunas cosas muy satisfactorias y otras muy duras, pero te vas superando. Van tres años y veo que ahora todas las acciones tuvieron un porqué. El entrenamiento que tuve el año pasado me cambió la forma de pensar. Todas las acciones que hago están alineadas a metas que van orientadas con objetivos a largo plazo”, describió.

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Las expectativas para la próxima década no son pocas. La diseñadora comentó que desea que Cápita sea una marca global y que esté instalada firmemente en Estados Unidos, al tiempo de estar dando algunos pasos en el mercado europeo, aunque siempre instalada en Uruguay. “Me gustaría que la industria no desaparezca, sino que siga. Esa fue la idea y es parte de la misión”, remató.