El Mercado de Valores del Uruguay siempre ha sido parte de la “agenda periférica”, dado que la interpretación de los tomadores de decisiones ha sido que el tema es algo importante, pero no urgente. Esto ha llevado a “anhelar” su desarrollo, sin tomar acciones concretas. Pues algo parece estar cambiando. Veamos…
Por Carlos Saccone | @Carlossaccone
Debo comenzar esta columna expresando mi alegría y satisfacción por la iniciativa del Banco Central del Uruguay (BCU) para reactivar la Comisión de Promoción del Mercado de Valores, incorporando a un reconocido experto de la región para que la lidere. Hace ya algunos años que hemos intentando difundir los beneficios para el país de contar con un mercado de valores mucho más desarrollado que el actual, por lo que las últimas medidas adoptadas no pueden ser sino muy bienvenidas. A través de Empresas & Negocios y de otros medios he intentado transmitir, en particular, los múltiples beneficios de contar con un mercado de acciones desarrollado.
El punto ha sido estudiado también por académicos de Estados Unidos, quienes se preguntaron si «los mercados de acciones y bancos con buen funcionamiento promueven el crecimiento económico de largo plazo» para llegar a descubrir que, efectivamente, «la liquidez de un mercado de acciones y el desarrollo bancario predicen ambos positivamente el crecimiento, la acumulación de capital y las mejoras en la productividad» (1). Es que no debería ser casualidad que todos los países que pueden llamarse «desarrollados» al día de hoy cuenten con un profundo y dinámico mercado de acciones, donde sus empresas pueden acudir a abrir su capital. Naturalmente, no es la única razón por la cual son desarrollados, pero repase el lector los datos y verá que desde Islandia a Estados Unidos, todos tienen su mercado de acciones funcionando como pilar de la economía
En ciertos países, cuando una empresa llega a la instancia de captar accionistas para obtener recursos, llama a este momento ‘volverse pública’ (to go public). Se asocia acudir al mercado con que la compañía se convierta en ‘pública’. Tiene sentido. Antes la empresa era propiedad exclusiva de un grupo reducido de personas. Ahora, cientos podrán comprar sus acciones libremente. De la misma forma, se verán beneficiados si a la empresa le va bien, o perjudicados si le va mal. Tendrán derecho a voto en las asambleas evaluando la estrategia de la compañía y podrán remover un director si surgen las mayorías necesarias.
Así, la empresa es «pública» porque es propiedad de muchas personas, y muchas otras personas pueden serlo comprando y vendiendo sus acciones. La empresa ‘pública’ aquí entonces sabe que estará bajo el escrutinio permanente de sus propietarios. Sus accionistas podrían decidir que debe modificar radicalmente su estrategia, o ser vendida, por ejemplo.
Es un sistema en el cual existe un conjunto de beneficios, como ser:
- a) Financiamiento no es siempre endeudamiento. La acción no es una obligación, sino que es un derecho. La empresa no se obliga en caso de que le vaya mal, sino que otorga el derecho a participar de sus beneficios cuando le vaya bien. Para la firma es más sano que exista la posibilidad de la combinación entre deuda y capital, en tanto la estructura óptima de financiamiento difícilmente sea una sola.
- b) Los accionistas pueden ejercer contralor sobre la actividad, tanto por lo que hacen como por lo que no.
- c) Ofrecen alternativas de ahorro e inversión de largo plazo. Visto desde la perspectiva del inversor, lo que se hace es darle a personas e instituciones una alternativa de inversión de largo plazo para su capital.
- d) Se obliga a mayor transparencia. Las exigencias de las bolsas de valores cumplen estándares muy altos en cuanto publicación de balances y resultados, hechos relevantes, operaciones de insiders, etc. Esto da garantías al inversor, aquel que financia el crecimiento.
Desafortunadamente, son muy pocas las empresas con cotización en nuestra Bolsa de Valores. Considero que esto se debe a, por lo menos, dos factores, a los que se suma un tercero, donde también existen iniciativas del BCU para atacarlo. Este es la dolarización de nuestra economía -tema que da par una columna aparte-. Sin duda, si pensáramos más en pesos, sería menos dificultoso pensar en un mercado de valores más desarrollado.
Volviendo a los dos factores mencionados, uno es la ausencia de educación en «mercados financieros». No existe en nuestro país cultura de financiamiento a través del mercado ni de inversiones financieras y sus beneficios asociados. La segunda, no hay empresas referentes de gran porte que coticen en la Bolsa. Esto se debe a que no hay empresas realmente grandes en Uruguay. Salvo las públicas.
Con la liquidez existente, no nos cabe duda que una salida a la Bolsa abriendo el capital, o sea, emitiendo acciones en lugar de fideicomisos u obligaciones, sería un éxito. Los Proyectos de Participación Público-Privada también deberían ser contemplados para impulsar al mercado de acciones. De esta forma se otorgaría la oportunidad a ejercer un verdadero control ciudadano de las empresas en cuestión. Las empresas estatales tienen todas las condiciones para iniciar este proceso. Claro, hay obstáculos para iniciar un proceso así, pero que volvería más eficiente, desarrollado y justo al país.
La Comisión de Promoción del Mercado de Valores tiene una importante y ardua tarea por delante, que todos los participantes del mercado local debemos apoyar, por el bien del país
(1) Stock Markets, Banks, and Economic Growth. Ross Levine y Sara Zervos. The American Economic Review.1998