Teresa Aishemberg, secretaria ejecutiva de la Unión de Exportadores del Uruguay (UEU)
Más allá del acuerdo, en opinión de la representante de la UEU, Uruguay tiene deberes por hacer. Por ejemplo, mejorar sus niveles de competitividad, bajar los costos de producir, mejorar su eficiencia y reducir la burocracia estatal. Solo así el país puede ser atractivo para las inversiones y competitivo en un mundo cada vez más exigente.
Desde la visión de la UEU, ¿qué desafíos enfrenta Uruguay, como país, en su estructura interna –productiva, laboral, competitividad, entre otros-, ante el anunciado acuerdo entre el Mercosur y la UE?
Uruguay tiene como gran desafío poder aprovechar de la mejor manera posible este acuerdo y ampliar las exportaciones hacia la UE, que hoy representan el 18% del total exportado de bienes.
Sería interesante ser los primeros en ratificar en nuestro Parlamento el acuerdo, ya que en la medida en que el Parlamento europeo lo tenga aprobado, entrará en vigor cuando el Parlamento de cada país del Mercosur haya hecho lo mismo. Ahí ya tenemos una eliminación inmediata del 70% de los aranceles de la UE donde aparecen productos como pesca, cueros, menudencias, grasas y algunas frutas, bebidas y soja. Luego tenemos productos que serán desgravados en un período de tres, siete o diez años, y otros que tendrán cupos.
Lo que tenemos que estudiar en profundidad, cuando tengamos la totalidad de la información, es la situación de cada sector y cada producto en cuanto al acceso a la UE y el ingreso de productos desde allí. Esto no solo en relación a Uruguay, sino que los productos de la UE también ingresarán a los países del Mercosur que también son nuestros mercados. En ese sentido, tendremos impactos distintos según el sector en cuestión, según la velocidad de la desgravación, si ya existían exportaciones o no, y si se cumplen las exigencias del mercado europeo. A su vez, para aprovechar las rebajas arancelarias, es importante analizar las reglas de origen, ya que si no se cumplen no se obtiene el beneficio.
En los casos de productos como cítricos, pesca y cueros el acuerdo es muy relevante porque en 2014 habían perdido el ingreso preferencial a través del Sistema Generalizado de Preferencias (SGP) y constituye la oportunidad de recuperar esas corrientes exportadoras que ya existían, con empresas que ya tienen el knowhow del mercado.
En 2017 nuestro país, que es el último dato disponible en estos informes que publica Uruguay XXI, pagó a la UE por concepto de aranceles US$ 106 millones para poder ingresar sus productos; el 40% del total de aranceles pagados por Uruguay al mundo. Poder bajar este monto es muy relevante, pero el beneficio es mucho mayor que esa cifra porque no estamos contando los productos que hasta ahora no se exportaban debido a que las barreras arancelarias y no arancelarias no lo hacían posible.
También se abren posibilidades para ampliar el comercio de servicios. Entre otros puntos, habrá una mayor facilidad para el movimiento temporal de profesionales que es muy relevante para ese intercambio.
En términos generales, el acuerdo constituye una oportunidad para que el Mercosur mejore en varios sentidos. A modo de ejemplo, en la coordinación entre los países que lo integramos y en la facilitación del comercio dentro del bloque.
A su vez, Uruguay tiene que mejorar sus niveles de competitividad, bajar los costos de producir en el país, mejorar su eficiencia y reducir la burocracia estatal. Contar con un acuerdo de este tipo es el marco para facilitar el comercio y las inversiones, pero el país a su vez tiene que ser atractivo y competitivo.
¿Cuáles son los riesgos que vislumbra tanto para las empresas como para la producción local?
Son oportunidades de crecimiento en espacio de consumidores exigentes. Uruguay ha exportado históricamente a la UE enfrentándose a consumidores exigentes sin ningún problema porque tenemos productos de calidad aptos para ese tipo de consumidor. Sin embargo, lo que sí es un problema es lograr ser competitivos y ese es el gran desafío. Es algo que venimos trabajando en la UEU porque algunas empresas que han cerrado unidades de negocios lo han hecho porque tienen filiales incluso en Europa donde los costos de producción son menores. Y nos preguntamos cómo puede ser que seamos más caros y la respuesta está en una infinidad de factores que van desde burocracias e ineficiencias a temas regulatorios o de coordinación público-privada.
Un TLC es la puerta de entrada al exterior de los productos uruguayos, pero también abre las puertas de Uruguay a productos extranjeros. Las empresas grandes tienen estructuras que les permite salir a vender, pero a las chicas, que no exportan, les pueden aparecer nuevos competidores y sacarlas del mercado. ¿Qué medidas paliativas se podrían tomar, según la visión de la UEU?
Para empezar, no dividiría al sector productivo en empresas grandes que exportan y empresas chicas que venden al mercado local. Hay empresas de todos los tamaños que exportan y empresas de todos los tamaños que venden en el mercado local. La distinción la haría por productos y servicios en los que tenemos ventajas competitivas con los que podemos llegar al mundo y en los que no. Uruguay debería volcarse en aquello que tiene ventajas, ya sea por las condiciones naturales que tenemos o porque contamos con gente formada para determinadas actividades. En caso en que no se den las condiciones, buscar si realmente existen mecanismos para que eso suceda. Así como con la Ley Forestal generamos las circunstancias para tener plantas de celulosa, y con la formación de ingenieros forjamos las condiciones para ser exportadores de software, tenemos que ser creativos para generar el ambiente para ser exportadores de otros bienes y servicios en el futuro. Es necesario analizar qué empresas están en posiciones más vulnerables para ayudarlas a reconvertirse y puedan así enfrentar los desafíos que tienen por delante.
¿El acuerdo puede traer aparejado que en Uruguay se produzca una transformación productiva?
La transformación productiva que pueda propiciar este acuerdo va a estar muy relacionada con las inversiones que se realicen. Es difícil saber cuáles son los rubros a los que se volcará Uruguay en los próximos años; seguramente se desarrollen nuevas tecnologías, nuevas formas de producción y consumo que todavía ni nos imaginamos. Sin embargo, lo que está claro es que Uruguay siempre debe estar atento en generar las condiciones y el clima de negocios para que las empresas se desarrollen porque esa es la forma de crecer y generar empleo.
¿Qué otras puertas abre el acuerdo, más allá del comercio entre los bloques?
Es algo que ya vengo comentando en las preguntas anteriores. En un país del tamaño de Uruguay, las inversiones y las exportaciones dependen una de la otra. Las inversiones llegarán si están dadas las condiciones para exportar, y se va a exportar en la medida en que se invierta para lograr mejores productos y servicios, con más innovación, más tecnología, más enfocados a lo que necesita la industria y el consumidor.
Por otra parte, el hecho de cumplir con las exigencias y estándares de la UE puede abrir puertas en otros mercados que también valoren esas mejoras que implemente el país en su producción y procesos.
Algo que está sucediendo es que a partir de este acuerdo el Mercosur tiene una lista de países que quieren avanzar en un acuerdo comercial. Si bien ya se estaba negociando con Corea del Sur, Canadá y el EFTA, según nos comentaron desde Cancillería, hay un renovado interés por firmar con el Mercosur y esa es una excelente noticia. Desde la UEU venimos hace años promoviendo los acuerdos comerciales, mostrando a las autoridades la importancia de no quedarnos en un mundo que está cada vez más interconectado a partir de acuerdos y en el que no avanzar es retroceder.