Por Darío Andrioli (*)
Baja de actividad desigual
Los efectos económicos de la pandemia determinan para este año y para el primer tramo del próximo un escenario recesivo. La última actualización del Fondo Monetario Internacional (FMI) pronostica para 2020 una caída de actividad global de 4.4% y para América Latina de 8.1%. Para Uruguay, la baja del producto estimada es del orden de 4% (FMI, 4.5%; mediana de última Encuesta de expectativas del BCU, 4.2%; y Gobierno Ley de Presupuesto, 3.5%).
Los últimos datos disponibles de cuentas nacionales, correspondiente al segundo trimestre 2020 (el de mayor impacto por las medidas de distanciamiento social) presentan una caída significativa del producto de más de 10% interanual, con baja de actividad de casi todos los sectores productivos, pero a tasas muy diferentes.
El mayor descenso correspondió a comercio, restaurantes y hoteles, con más de 30%, seguido de otras actividades como inmobiliarias, enseñanza, servicios culturales y esparcimiento. Por su parte, la actividad industrial cayó en forma similar al promedio, con baja importante de la industria frigorífica por una menor demanda por el Covid-19.
Por su parte, descendieron a menores tasas la construcción y el agro (más afectado por el clima que por el Covid). El único sector que continuó creciendo fue comunicaciones, por el incremento de datos móviles.
Por lo tanto, el impacto en las decisiones financieras de las empresas es diferente según sea su sector de actividad y capacidad financiera.
Problemas de demanda
La pandemia afectó en forma abrupta la oferta y la demanda de bienes y servicios. El marco económico recesivo genera menor demanda, tanto mundial, como regional e interna, con afectación de ingresos de las empresas que pueden determinar la necesidad de una estrategia financiera emergente con revisión de costos y planes de inversión.
Se suman varios factores extraordinarios y negativos en los componentes de la demanda que impactan en el desempeño de la macroeconomía y en las finanzas de las empresas:
- Menor consumo de los hogares por deterioro del mercado laboral.
- Caída de exportaciones de bienes y servicios.
- Baja de la inversión privada.
En el semestre abril-setiembre la baja de exportaciones de bienes fue de 17%, con menor tasa de caída en el último mes. Una nueva ola del coronavirus que se está dando en varios países europeos determina incertidumbre respecto a la demanda de nuestros bienes exportables para esos destinos.
Por su parte, en el descenso de las exportaciones de servicios ha impactado el desempeño del turismo por las medidas derivadas de la pandemia (en el segundo trimestre del año en nuestro país cayó 80% el número de turistas recibidos) y existe incertidumbre respecto a la temporada de verano.
Competitividad – precio
El incremento de la cotización del dólar en Uruguay y en el mundo, consecuencia de la pandemia, de los meses de marzo y abril, permitió aumentos de competitividad- precio global y con extra-región, según los indicadores de tipo de cambio real del BCU.
Luego se moderó con el estancamiento del dólar en nuestro país y en los últimos 12 meses, a agosto de 2020, la mejora del tipo de cambio real efectivo fue 3% global y de 11% extra-región. Destacan la recuperación de competitividad-precio con China, Europa y Estados Unidos y las caídas importantes respecto a Brasil y Argentina (considerando su dólar no oficial).
Esta leve mejora de competitividad permitió también recuperar rentabilidad en nuestra industria, según el indicador de excedente bruto de la industria exportadora elaborado por el BCU de 5% a julio de 2020 respecto a igual mes del año anterior. Y también en la agricultura, que sumado a un incremento del precio de los granos por menor producción mundial y efectos del covid, determinó una recuperación significativa del poder de compra agrícola.
Para el próximo año las estimaciones de mercado no prevén un abaratamiento en dólares en nuestro país. Las medianas pronosticadas en la última encuesta de expectativas económicas del BCU para 2021 son de inflación de 7.5% e incremento de la cotización del dólar de 7.7%
Endeudamiento y nuevo financiamiento
Las dificultades derivadas de las restricciones a la movilidad afectaron la generación de fondos propios para invertir y atender el servicio de deuda de las empresas y la distribución de dividendos, lo que exige a muchas empresas a adaptar su estrategia financiera.
Para las empresas con endeudamiento afectadas a inicios de la pandemia el BCU autorizó a los Bancos a extender por seis meses los vencimientos de pago de los créditos vigentes, que en el corto plazo dio la posibilidad a algunas empresas de diferir el servicio de deuda sin afectar su categoría crediticia. Además, para las empresas micro y pequeñas ANDE posibilitó reprogramar sus deudas con plazos de hasta cuatro años, incluido uno de gracia.
En el nuevo marco recesivo, las empresas tienen mayores dificultades para demostrar capacidad de pago para acceder a nuevo financiamiento. En general, el crédito bancario a las empresas se mantuvo similar (con aumento en servicios y construcción y baja en el comercio), al igual que elratio de créditos vencidos en el orden de 3%, incidido por la reprogramación de vencimientos antes mencionada.
En particular, las micro y pequeñas empresas han tenido posibilidad de obtener nuevos créditos implementados por ANDE a mediano plazo con tasas de interés bonificadas y períodos de gracia, sujeto a aprobación de las instituciones de microfinanzas adheridas.
También en los últimos meses para algunas pymes está siendo de utilidad para obtener financiamiento (para capital de trabajo, inversión o reestructuración de deudas) el sistema de garantías existente para empresas (SiGa). Este se adecuó para la emergencia con menor costo y aumento del cómputo de la garantía para los nuevos créditos. Se anunció que además podía ser utilizado por empresas grandes, pero a la fecha aún no se ha implementado.
El mercado de valores, que conecta inversores y proyectos rentables, continúa en la práctica sin ser alternativa para el financiamiento de las empresas medianas. Tampoco se han podido consolidar los microcréditos, que podrían ser un instrumento de interés para las empresas de reducida dimensión.
Como aspecto a destacar en el mes de octubre el BCU presentó un proyecto normativo respecto a empresas que administren plataformas de financiamiento colectivo (crowdfunding), creado en la denominada ley de emprendedurismo y que brinda posibilidades de financiación mediante emisión de valores o deuda para proyectos e inversores pequeños.
Decisiones de inversión
Las inversiones son claves para el crecimiento de la economía, generación de empleos y capacidad de competir de las empresas. A nivel macro la formación bruta de capital fijo tiene una participación de casi 20% en el gasto final del PIB, y a nivel micro determina incrementos de productividad y reducción de costos operativos que contribuyen a la generación de valor de las empresas.
En el último quinquenio en nuestro país las inversiones acumulan más de 25% de descenso, al que se agrega en el segundo trimestre 2020 una caída de 12% de la formación bruta de capital, ya que con un escenario adverso las empresas revisan sus planes de inversiones. Si bien el desempeño consolidado de la inversión privada es descendente, difiere por sectores, con caída de inversión industrial y aumento de la inversión agropecuaria en lo que va del año.
A la hora de decidir inversiones las empresas consideran su entorno económico y sectorial y factores como expectativas de ventas y rentabilidad (impactadas por el Covid-19), así como el financiamiento e incentivos disponibles. En la coyuntura, muchas empresas con riesgo de continuidad están destinando su esfuerzo a la reestructuración operativa y financiera, otras afectadas deciden suspender o diferir sus inversiones y algunas con mejores perspectivas mantienen sus proyectos.
En el mediano plazo, para su sostenibilidad, será necesario invertir en innovación aprovechando las potencialidades de las tecnologías de la información, la automatización e inteligencia artificial.
Incentivos a las inversiones
Para las empresas que mantengan rentabilidad y proyecten inversiones puede ser de utilidad el nuevo decreto respecto a la promoción de inversiones, que amplía los beneficios impositivos: inversión a incluir, cambios en la matriz de evaluación de las inversiones y mejoras en la utilización para el impuesto a las rentas empresariales.
Respecto a la inversión comprendida, posibilitará ahora la inclusión de activos intangibles, se amplía el plazo de la inversión realizada antes de la presentación del proyecto y se aumenta a 10 años el cronograma de inversiones a efectuar.
En relación a los compromisos de indicadores vuelve la posibilidad de aplicar un régimen simplificado que considera sólo los puestos de trabajo a crear y se incrementan la ponderación de algunos indicadores de la matriz de evaluación como empleos, exportaciones, descentralización e indicadores sectoriales.
Por su parte, se podrá deducir el 90% del IRAE del ejercicio y el número mínimo de años a utilizar el beneficio pasa de tres a cuatro ejercicios, con un máximo de 25 años, que será de utilidad para proyectos de lenta maduración.
El beneficio puede ser utilizado por micro y pequeñas empresas que tributen IRAE para proyectos menores a aproximadamente U$S 37.000, con un 10% adicional del beneficio (era de 20%) y un plazo adicional de un año que se mantiene.
Se sigue contando con la posibilidad transitoria de lograr mayores beneficios para los proyectos presentados e inversiones ejecutadas antes de fines de marzo 2021, por lo que en algunos casos los beneficios a obtener pueden impactar significativamente en la tasa interna de retorno del proyecto y posibilitan la implementación de la inversión.
Para el largo plazo, las empresas requieren programas de apoyo y mayores incentivos para las inversiones de innovación en procesos o productos y para su internacionalización.
(*) Contador Público. Diploma Program Management Development, Esade, Barcelona. Socio Director de Carle&Andrioli, Mentor de Endeavor y Profesor de Universidad ORT.