Diego Escuder, asesor en política exterior de Luis Lacalle Pou – Partido Nacional
El gran desafío que hoy enfrenta el país es transformarse en un actor competitivo en el escenario internacional, aunque solamente con una baja o eliminación de aranceles no será suficiente para lograrlo, según el análisis que se hace desde el Partido Nacional.
¿Qué desafíos enfrenta Uruguay, en su estructura interna –productiva, laboral, competitividad, entre otros-, ante el anunciado acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea (UE)?
En primer lugar, este acuerdo abre oportunidades de comercializar nuestros productos a la UE en mejores condiciones al reducirse o eliminarse los aranceles que debemos pagar en una gran cantidad de productos. A su vez, el acuerdo implica un doble desafío pues por un lado se deben preparar los sectores que se verán beneficiados para poder responder a una creciente demanda con altos estándares de calidad, y por otra parte se debe trabajar para no dejar al borde del camino a aquellos sectores que se puedan ver perjudicados por el ingreso de productos europeos en mejores condiciones.
Mas allá de los casos puntuales, que precisarán un tratamiento particular, el gran desafío al que nos enfrentamos es el de transformar al país en un actor competitivo en el escenario internacional. La sola eliminación o reducción arancelaria no hará que nuestro comercio aumente.
A su vez, el desafío de la competitividad no se circunscribe únicamente al acuerdo Mercosur-UE, sino que es un tema macro, y en este sentido hemos elaborado un conjunto de propuestas orientadas a generar el “shock de competitividad” para superar esta dificultad. Algunas de estas propuestas de carácter general son: una política fiscal ordenada que mejore las finanzas públicas y termine con la lógica de aumento de impuestos y tarifas para financiar el gasto público creciente; una adecuada gestión de las empresas públicas; el fortalecimiento de la infraestructura vial, ferroviaria y portuaria; el impulso a un modelo de relaciones laborales que dé garantías y seguridades a todos. Además, el desarrollo de las micro, pequeñas y medianas empresas como motor del crecimiento económico y generador de oportunidades; el fomento al emprendedurismo, como forma de potenciar las capacidades que existen en nuestra sociedad, entre otras.
Si no somos competitivos, una baja o eliminación de aranceles únicamente no nos llevará a serlo; es claro que mejorará nuestro acceso a esos mercados, pero la competitividad excede la cuestión arancelaria y para ello se necesitará impulsar políticas económicas nacionales.
Además, se hace imperioso alcanzar una estabilidad macroeconómica que permita mayor certidumbre con planificaciones a largo plazo, accediendo a mejor financiamiento, dando mayor confianza a quien invierte pensando en mejorar su calidad y capacidad exportadora.
En definitiva, la mejor inserción comercial internacional debe ir de la mano de una política económica que permita a las empresas ser competitivas. Mayor apertura no desemboca inexorablemente en mayor crecimiento y desarrollo.
¿Cuáles son los riesgos que vislumbra tanto para las empresas como para la producción local?
Los riesgos pasan por no realizar una mejora de competitividad que permita aprovechar las oportunidades que se abrirían con esta alianza para muchos sectores, y por otro lado no apoyar la reconversión en aquellos sectores que puedan verse afectados negativamente por el acuerdo.
¿Qué medidas tiene previstas para apoyar a sectores que puedan verse afectados negativamente por el tratado, como pueden ser industrias menos competitivas o empresas chicas que compiten con importaciones y no tienen estructuras que les permitan salir a vender?
Recién se han conocido los grandes lineamientos del acuerdo y estamos en la antesala de un proceso que llevará al menos un par de años para implementar los aspectos comerciales. Por ejemplo, aún está pendiente el reparto de la cuota cárnica de 99.000 toneladas al interior del Mercosur cuya tasa arancelaria se reducirá del 20% actual a 7.5%. La distribución de la cuota se realizará en el Foro Mercosur de la Carne, donde Uruguay debería defender la proporción que se le adjudique teniendo en cuenta además que hemos incrementado nuestras exportaciones a Europa en los últimos años.
Por lo tanto, resulta prematuro proponer medidas específicas para determinados sectores. Lo que sí está claro es que esto no pasa por una cuestión de ganadores y perdedores, y dejar en el camino a aquellos que no estén preparados para los nuevos desafíos, sino que los sectores que más se vean afectados deberán contar con el apoyo necesario para su reconversión o transformación de forma tal de eliminar la dicotomía ganador-perdedor, y que los beneficios se extiendan a todos los sectores.
“Se debe trabajar para no dejar al borde del camino a aquellos sectores que se puedan ver perjudicados por el ingreso de productos europeos en mejores condiciones”.
La UE fue en 2018 y 2017 el segundo destino de las exportaciones uruguayas, por montos en torno a los US$ 1.500 millones, siendo los principales productos la celulosa (49%), la carne bovina (22%) y la madera y subproductos (7%). ¿Su partido tiene estimaciones del impacto que este acuerdo puede significar para nuestra economía?
Teniendo en cuenta que la UE es nuestro segundo socio comercial y el destino del 20% de nuestras exportaciones, y que de los US$ 270 millones que las exportaciones uruguayas pagan por concepto de aranceles el 40% corresponde al mercado europeo (unos US$ 106 millones), sin lugar a dudas este acuerdo tendrá un impacto significativo en nuestra economía.
Como ya se dijo, aún faltan elementos para estimar el impacto de esta alianza a nivel de aranceles y a nivel de la economía. Este acuerdo no solo implica una reducción o eliminación arancelaria, sino que sus impactos transcienden el comercio de bienes, por lo que implica un estudio más detallado para el cual hoy se carece de información.
A nivel de sectores, vemos que el resultado que se obtendría para productos como pesca, cítricos, y cueros sería relevante ya que los mismos habían perdido el acceso preferencial al mercado europeo producto de la caída en 2014 del Sistema Generalizado de Preferencias. En el sector cárnico, y todo dependiendo de lo que Uruguay logre en la distribución que se haga de la cuota, se estima que los beneficios se podrían ubicar entre US$ 40 millones y US$ 70 millones anuales. La eliminación del arancel de la Cuota Hilton implicaría primariamente un ahorro aproximado de US$ 15 millones; y las estimaciones para el sector arrocero estarían en el entorno de los US$ 4 millones anuales.
Finalmente, este acuerdo también podría impactar en un nuevo impulso a otras negociaciones, por ejemplo, con el EFTA, Corea del Sur y Canadá, lo que podría llevar no solo a nuevos beneficios arancelarios sino que el país podría volverse más atractivo a la hora de que se radiquen inversiones de calidad.