Fernando Brum, presidente de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII)
En una década de historia, la ANII ha celebrado logros en tres áreas distintas: formación de Capital Humano, Investigación e Innovación. Ha tenido un rol fundamental en el crecimiento del ecosistema emprendedor uruguayo, con la financiación de proyectos y el apoyo a diversas iniciativas. De una sola incubadora existente en 2007, cuando se creó la ANII, hoy el país cuenta con más de 10, incluso en el Interior del país.
Su objetivo, ahora, es “tejer la trama”, el concepto más repetido por Fernando Brum, en una extensa charla con Empresas & Negocios. “Esto quiere decir arrimar al gobierno, a la academia, a las empresas, a los emprendedores y a los inversores. Lo que estamos proponiendo es un juego que se juega de a cinco, todos los actores”, explicó Brum. Generar confianza entre los cinco jugadores para crear proyectos conjuntos es la meta, de cara a una próxima década.
Por Federica Chiarino | @FedeChiarino
En estos 10 años de historia que cumple la ANII en el país, ¿cuáles han sido sus principales logros?
Tenemos que hablar de las tres áreas. La ANII tiene programas de apoyo a la formación de capital humano, esto es, becas de maestrías y doctorados; y también, programas de movilidad. Entre becas de maestría, de doctorado, movilidad y algún curso corto, hemos apoyado a más de 3.500 personas. Ese es un esfuerzo de carácter muy importante, y se han logrado especialistas en áreas que eran vacantes, que no teníamos gente. En esas 3.500 becas de maestría y doctorado también están los nacionales, que para muchas de ellas, la agencia ha contribuido con un programa que tuvimos en algún momento de fortalecimiento de las maestrías.
En lo que es formación de capital humano, el balance es muy positivo. Porque además se cambió el paisaje, se transformó la cultura, de alguna manera. Es una trayectoria razonable, que está al alcance de cualquiera, es decir, terminar su grado y después aspirar a continuar sus estudios de posgrado. Eso, repito, se volvió parte del paisaje.
Si nosotros ahora miramos el área de Investigación, primero, se consolidó el Sistema Nacional de Investigadores (SNI). Este se creó con una ley que no fue la misma de la ANII, pero se formó en el mismo momento. Nosotros administramos el SNI y participamos en la comisión honoraria que lo dirige, más allá de que es una comisión independiente. El SNI hoy tiene más de 1.700 investigadores ‘categorizados’. Eso quiere decir que su actuación como investigador fue analizada por sus colegas, por sus pares. Y eso se hace periódicamente. Es decir, no es que alguien adquiere la categoría de investigador y le dura toda la vida. Adquiere la categoría de investigador un tiempo, con un grado. Al cabo de un tiempo, se revisa, y si la producción de la persona ha estado de acuerdo con el grado, se le renueva o, a veces, se le aumenta el grado. El SNI, está consolidado, es una señal de prestigio pertenecer a ese sistema. La gente dice ‘yo soy del SNI, grado uno, dos o tres’, y es un tema de prestigio; incluso lo es para la gente que no está en el país y que tiene una membresía.
¿Qué aportes ha hecho el SNI a la comunidad científica del país?
Ahora vamos a los proyectos de investigación. En el SNI están los investigadores, y ellos colaboran con la agencia en todo lo que tiene que ver con evaluar proyectos, desde el punto de vista técnico, y valorar a los estudiantes que después van a participar de los programas de maestría y doctorado. Entonces, los investigadores, con la agencia, tienen ese compromiso, que es trabajar como evaluadores.
Desde el punto de vista de los proyectos de investigación, la agencia ha llevado adelante diferentes fondos. Hoy hay un panorama muy amplio de fondos. Tenemos uno de carácter general, que es el Fondo Clemente Estable, en el que se pueden presentar proyectos de cualquier disciplina. Después existe un fondo un poquito más restringido, que es el María Viñas, en el que se pueden presentar proyectos de investigación aplicada, que tienen que tener cierto grado de cercanía con una aplicación, ya sea en el sector productivo, en una intervención social. Luego tenemos fondos sectoriales que, normalmente, se arman con socios que están interesados en una temática específica, y esos socios ponen parte del dinero. Allí se encuentran el Fondo de Energía, con el Ministerio de Industria, Energía y Minería; con UTEC; y con Ancap. Además, tenemos un Fondo de Salud, con el Ministerio de Salud Pública; tenemos un Fondo de Educación, con el Instituto CPE, la Administración Nacional de Educación Primaria y el Plan Ceibal. Existen fondos vinculados al agro, que son muy importantes, como el fondo Innovagro, en conjunto con el INIA; el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca; y ahora se incorporó también el Laboratorio Tecnológico del Uruguay (LATU). Tenemos también un fondo específico que se llama Fondo de Salud Animal, y seguimos. Hace pocos días firmamos con el Ministerio del Interior para hacer un fondo de investigación en temas de seguridad pública, seguridad ciudadana y criminología. Es decir, estamos tomando, incluso, áreas vacantes, en las que hay que crear un comienzo de la investigación en Uruguay.
“Estamos permanentemente en la búsqueda de nuevas opciones y formas de conseguir más dinero para financiar nuestros fondos”.
Estos fondos se revisan, año a año, y hay resultados muy importantes. Si observamos la memoria de estos 10 años, se mencionan 10 proyectos de investigación al azar, pero hay centenares. Se han apoyado alrededor de 1.000 proyectos de investigación. En general, tenemos proyectos de investigación en todas las áreas, y hay proyectos de excelencia. El nivel, año a año, aumenta. Hay más proyectos y mejores proyectos.
Trabajamos para vincular los instrumentos. El instrumento de los proyectos está vinculado con el instrumento de las becas. Si los proyectos incluyen un lugar para un becario de una maestría, eso se evalúa como un todo. Porque, en definitiva, una cosa que no está buena es que haya un estudiante de maestría buscando un tema y un proyecto de investigación buscando un estudiante de maestría. Justamente, lo que tratamos es de conectar al estudiante de maestría con ese proyecto de investigación. Esa es la segunda área.
Y tenemos otra herramienta, también de investigación, que es el Portal Timbó. En este momento, tiene más de 40.000 usuarios, y esos usuarios acceden a toda la literatura científica relevante, y la negociación con las editoriales de la revista científica las hacemos nosotros, centralmente. La ANII es la que paga por esos servicios. Estamos pagando menos de US$4 por artículo, porque negociamos a nivel nacional, y lo hacemos por volumen. Acá es muy importante el acceso. Esto está a disposición, y lo usan los investigadores, pero también los estudiantes; lo puede usar cualquiera.
Alrededor de Timbó estamos construyendo otra clase de servicios, por ejemplo, una colección que se llama JoVE (Journal of Visualized Experiments, en inglés), que no son revistas, sino que son audiovisuales específicos que ayudan a repetir un experimento, a manipular algo. Timbó también está incorporando colecciones biológicas, porque, en definitiva, su objetivo es poner recursos científicos a disposición de la comunidad. Hay un repositorio de organismos biológicos que son administrados por Timbó.
La última área es la de Innovación. En Innovación, la ANII ha trabajado en varios sentidos. El primero es el relacionado a emprendimientos. Nosotros gestionamos la Red de Apoyo a Futuros Empresarios. Esta red agrupa alrededor de 60 instituciones. Están las incubadoras, las preincubadoras, las universidades, hay fundaciones, ONG. Hay una enorme cantidad. La agencia trata de coordinarlas y de armar una agenda, a lo largo del año, de manera que las diferentes actividades de promoción del emprendedurismo se hagan de una forma, no muy rígida, pero relativamente ordenada. Por ejemplo, que no haya dos actividades el mismo día.
¿Qué cambios ha registrado el ecosistema emprendedor e innovador en estos 10 años?
Pensemos que hace 10 años había una incubadora, que era la del LATU, Ingenio. Hoy hay incubadoras públicas y privadas, incubadoras generales y temáticas. Hay una en biotecnología, otra en química, por ejemplo. Hay incubadoras en el Interior, como Gepián, en Salto, que está funcionando muy bien. Todas las universidades tienen preincubadoras. Hay fundaciones, como la Fundación Ricaldoni, que están directamente vinculadas con todo este tema. Además, hay instrumentos concretos, como el de Validación de Ideas de Negocios, que no es mucho dinero pero permite que alguien que quiera empezar un emprendimiento haga un estudio de mercado, un focus group, una validación, justamente para ver si tiene o no mercado antes de tirarse al agua.
El segundo nivel de instrumentos de apoyo es el del Capital Semilla. Éste permite arrancar una empresa. Los dos casos más conocidos de Capital Semilla que tiene la ANII son, por ejemplo, PedidosYa, que nació con un apoyo de la agencia a unos estudiantes que estaban terminando su carrera, en el año 2008. Otro ejemplo es el de Loog Guitars, una empresa que vende guitarras en todo el mundo, ideales para aprender, y que ha tenido el apoyo de la ANII. Hubo casos de empresas de videojuegos, otras que tienen proyectos de invernaderos en Salto, de caviar -como el Caviar Polanco, que también fue apoyado por la ANII-.
“En el mundo de los emprendedores, el cambio ha sido notorio, y en el mundo de las empresas también”.
Más arriba, tenemos empresas que presentan proyectos y que, típicamente, pueden ser apoyados por la agencia, con el 50% de los fondos. La ANII nunca pone todo el dinero, sino la mitad. Nuestro rol es bajarle los riesgos al empresario. El empresario tiene un proyecto de US$100.000, duda si lo hace o no, lo puede presentar a la agencia y nosotros podemos, eventualmente, dependiendo de cómo sea el proyecto, brindarle un subsidio o un préstamo. Depende de cada caso.
Al final de la cadena, tenemos el fondo Orestes Fiandra, que está destinado a empresas un poquito más grandes, que buscan internacionalizarse. Ahí tenemos empresas bien interesantes que están abriendo mercados en el exterior y que hacen cosas, de repente, muy sofisticadas. En el mundo de los emprendedores, el cambio ha sido notorio, y en el mundo de las empresas también.
Cumplimos 10 años, tenemos instalados los instrumentos, la gente sabe qué es lo que hace la ANII, los emprendedores conocen que nosotros estamos permanentemente mejorando los instrumentos, los investigadores conocen nuestros llamados, y los estudiantes que quieren hacer un proceso de maestría o doctorado también. Tenemos una relación muy fuerte con todas las comunidades. Nuestra obsesión, en este momento, es juntar a las diferentes comunidades, en Uruguay y en toda América Latina, y en otras partes. Uno de los grandes problemas del desarrollo es que no hay una comunicación fluida entre diferentes sectores que son actores del desarrollo, pero que hablan jergas diferentes, hablan dialectos distintos. Todos hablamos el mismo idioma, pero en dialectos diferentes, y nos cuesta comunicarnos. Al costarnos, no tenemos confianza unos con otros, y cuando eso pasa, los costos de transacción, de hacer algo juntos, suben, yeso, a veces, impide que se trabaje en la misma dirección.
“Es muy importante el tema de reclutar inversión privada, tanto para investigación como para innovación”.
Para bajar esos costos de transacción, nosotros estamos insistiendo en un concepto al que le llamamos ‘tejer la trama’. Esto quiere decir, arrimar al gobierno, a la academia, a las empresas, a los emprendedores y a los inversores. Lo que estamos proponiendo es un juego que se juega de a cinco, todos los actores. Ese juego se construye a partir de proyectos conjuntos, que empiezan siendo pequeños, y que generan confianza entre los diferentes actores. La confianza no se construye con declaraciones. Yo salgo mañana y digo ‘ténganme confianza porque soy buena gente’, y no se construye así. Ahora, si yo digo ‘vamos a hacer este proyecto’ y quiero hacerlo contigo por tal y cual razón, y tengo un organismo como la ANII que me está apoyando, y que está tejiendo esa trama, entonces es más probable que aparezcan esos proyectos conjuntos y se establezca una relación que después crezca. Nosotros armamos la primera fase.
¿Cómo se hace para “tejer la trama”?
Para hacerlo, tenemos varias acciones. Una son los eventos en los que juntamos 10 o 20 proyectos de investigación que nos parezca que podrían recibir inversión privada directa, y se los presentamos a los inversores. Del mismo modo, hacemos un Demo Day: tomamos algunas empresas de las startups que estamos apoyando y que recibieron Capital Semilla, y que se presente a los inversores, a ver si consiguen una inversión. Pero también traemos a la gente del Ministerio de Salud Pública del Fondo Sectorial de Salud, para que le digan a los investigadores cuáles son sus temas de interés, para que ellos presenten proyectos en esa temática y no en otras. Hacemos foco en resolver los problemas que tienen los clientes pero, además, tratamos de tener una visión del lado de la demanda, y no solo del lado de la oferta.
“Nosotros estamos insistiendo en un concepto al que le llamamos ‘tejer la trama’. Esto quiere decir arrimar al gobierno, a la academia, a las empresas, a los emprendedores y a los inversores”.
Los ‘eventos trama’ son toda esa clase de eventos para vincular un sector con otro. Además, tenemos herramientas especiales. Una son los Centros Tecnológicos, que son como clubes donde se asocian empresas e instituciones, y se coligan centros de investigación. Son lugares de encuentro donde la idea es que se hagan actividades, seminarios, y surjan proyectos conjuntos. Hace muy poquito se creó un centro tecnológico alrededor de las tecnologías del agua, que está en formación. Y estamos abiertos a crear nuevos centros.
El otro instrumento es el de los desafíos. Es el concepto de ‘innovación abierta’. Una empresa no tiene por qué tener un área de innovación o de investigación y desarrollo, pero puede salir a buscar afuera esa función. Entonces, en la agencia, lo que nosotros hacemos es buscarle solucionadores para su problema. Ellos presentan una idea de cómo sería la solución, es validada, hay un ida y vuelta, se pasa de perfil a proyecto y, si todo va bien, el proyecto se ejecuta.
Hay desafíos de todo tipo. Uno que ha aparecido mucho en la prensa, últimamente, es el desafío de la Intendencia de Montevideo, junto con la ANII, para brindar soluciones para la venta de boletos y, en general, el transporte colectivo. En ese desafío se presentaron más de veinte propuestas, y el comité ya eligió. No sé cuántas son, pero seleccionó, entre los perfiles, quiénes pasan a la fase de proyecto. El año que viene vamos a tener un prototipo desarrollado con este mecanismo de los desafíos, para los ómnibus. Es un mecanismo muy potente, que sirve para empresas públicas, privadas, instituciones… En realidad, sirve para cualquier sector.
¿Considera que Uruguay es un país propicio y con posibilidades para emprender?
Pienso que sí, que es un país con posibilidades para emprender. Lo demuestran las empresas que salen, las que van a Silicon Valley. Creo que ahí el tema es pasar la raya y ver que hay empresas que están saliendo a diferentes mercados, que están logrando cosas, haciendo rondas de inversión a nivel local y buscando rondas de inversión a nivel internacional. También estamos apoyando a las empresas en eso. En cierta etapa de su desarrollo, las empresas tienen que aspirar a fondos de la ANII, pero hay un momento en que tienen que apelar a inversiones privadas que, además de inyectarles capital, le sume contactos, metodología y experiencia. Es muy importante el tema de reclutar inversión privada, tanto para investigación como para innovación.
¿Cuáles son los rubros con más posibilidades para emprender hoy en Uruguay?
El futuro es siempre complicado. En mi caso, la bola de cristal siempre la tengo empañada, no me funciona bien. Lo que puedo comentar es que los dos sectores que tienen mayor cantidad de proyectos o dinero invertidos por ANII en este tiempo son las tecnologías de la información y el agro. Si contamos el número de proyectos, las tecnologías de la información son mayoría. Si contamos dinero, el agro es el que tiene mayor cantidad, porque sus proyectos son más grandes que los de TICs. Eso no quiere decir que no existan otros sectores, pero les que mencioné son los más dinámicos.
A nivel región, ¿cómo está posicionado Uruguay en materia de investigación de innovación?
No sé, y no creo que alguien lo sepa muy bien. Los indicadores son parciales y los países le ponemos el mismo nombre a cosas distintas. Es muy difícil comparar. Te puedo comparar cuántos teléfonos celulares hay, o cuantos hay con tecnología LTE. Esos son algunos números En todo lo que tiene que ver con telecomunicaciones, Uruguay está bien, lo mismo que todo lo que tiene que ver con gobierno digital o en lo que refiere a ciberseguridad.
Hay otros números en los que estamos mal, por ejemplo, el tiempo que lleva crear una empresa nueva, que es mucho. En ese índice, en cuántos días lleva registrar una empresa nueva, estamos horrible. En otro país, de repente, crear una empresa nueva te lleva un día. Es tremendamente difícil la comparación. Diría que estamos en un lote ahí, junto a Chile, Argentina y Colombia, tratando de hacer todo lo posible para tener ecosistemas dinámicos, trabajando todos en esa dirección. Pero hay firmas que han creado empresas y las tienen registradas y vos las podés comprar; tampoco debe ser tan caro.
¿Considera que hoy en día, más allá de cuál sea el gobierno de turno, la actividad de la ANII ha quedado establecida como una política de Estado?
Eso habría que preguntárselo a los políticos. Ojalá, pero no sé. Pienso que nosotros trabajamos para eso, y hacemos todo lo posible.
¿Qué proyectos a futuro tiene la ANII para la próxima década?
Las herramientas claves son las dos que planteaba antes: los desafíos y los centros tecnológicos, es decir, tejer la trama. Además de eso, trabajamos en lo que son las áreas vacantes. Por ejemplo, se está empezando a desarrollar, en este momento, un proyecto de genómica, que implica algunas becas de maestría y doctorado en informática, porque es un área que hay que desarrollar. El Fondo Sectorial de la Educación, en sus diferentes labores, está desarrollando la investigación en educación, que era una rama de la investigación que no estaba demasiado perfeccionada. Hay un trabajo permanente en este tema de las áreas vacantes. Por ejemplo, hay un programa interesante de apoyo a la formación en ingeniería que vamos a lanzar entre fines de este año y principios del que viene, que tiene como objetivo apoyar a los estudiantes de ingeniería que van a hacer su trabajo de grado o su maestría, en una empresa. Hay muchos de esos que no son grandes proyectos, pero que implican atender los puntos del ecosistema en los que pensamos que hay que hacer un esfuerzo.
Pero el emblema es tejer la trama. Ahí, repito, las dos herramientas fundamentales son los centros y los desafíos.
Seguir la tendencia
Este año, el gobierno dio un paso decisivo en la regulación legal de nuevos negocios tecnológicos. La Intendencia de Montevideo brindó una solución para que la aplicación de transporte Uber pudiera funcionar de forma legal en el departamento. “Creo que la solución a la que se llegó con Uber es interesante, porque es la salida a la que se está llegando en el mundo”, opinó Brum. Según él, si Montevideo hubiese transitado por el camino de la prohibición, se habría aislado del resto del mundo. Eso daría a los empresarios que trabajan en ese modelo de economía “la señal de que se tenían que ir de Uruguay”.
“Tener políticas activas puede ayudar”, dijo Brum. La regulación es difícil, e implica legislar sobre modelos de negocios que hasta ahora no existían. Sin embargo, los fenómenos vinculados a las tecnologías de la información son globales, y eso, según el presidente de la ANII, requiere participar de redes internacionales. “Es muy difícil regular localmente algo que no lo controlamos aquí”, advirtió. El caso de Uruguay es imposible de comparar, por ejemplo, con China, a quien siempre se toma como ejemplo en el área de las tecnologías. Es un país diferente, mucho más grande, y con mayor influencia en internet y en el mundo.
“Lo importante es ver la tendencia en la regulación. Y creo que el de Uber es un muy buen ejemplo de cómo se resolvió un tema, y está funcionando”, concluyó Brum.
“La ANII no va a cerrar ningún instrumento”
A principios de este mes, la comunidad científica recibió, tras la Rendición de Cuentas, la noticia de que el presupuesto de 2017 no contemplaría el incremento de la inversión para Investigación y Desarrollo, del 0.38% al 1% del PIB. ¿Cómo recibió la ANII esta noticia? ¿Cómo puede esto influir en el desarrollo de los proyectos de la agencia?
Nosotros tenemos un presupuesto que se definió por los primeros años, luego hubo un ajuste el año pasado, y nos comunicaron que este año no vamos a recibir ajuste. Nos corresponden los generales de la ley. Estamos trabajando activamente para buscar fondos de otras fuentes e involucrar mucho más al sector privado en la financiación de actividades de I+D (Investigación + Desarrollo). Ahí, en el marco de los instrumentos que tenemos de promoción de actividades de I+D, que siempre son financiación parcial de un lado y del otro, hace un par de años habíamos conseguido unos fondos ingleses -los Fondos Newton-. Luego, no logramos volverlo sistemático, pero estamos permanentemente en la búsqueda de nuevas opciones y formas de conseguir más dinero para financiar nuestros fondos.
La ANII no va a cerrar ningún instrumento, todos los que están abiertos van a seguir disponibles.
Cuando se hizo el presupuesto, tomamos la decisión de qué instrumentos se iban a abrir y cuáles no, hicimos nuestro plan para el período, y nos estamos manteniendo dentro de esos parámetros.