Por Federica Chiarino | @FedeChiarino
En el año 2010, el instinto de inversionista inmobiliario de Mark lo llevó a rescatar una casa de 1925 de caer en el olvido. Su ubicación, en una zona de Carrasco vestida de verde, era ideal. La construcción: perfecta. No tenía claro para qué, pero sabía que esa casa debía ser suya. Una vez en sus manos, recibió propuestas para transformarla en un hogar de ancianos o en una clínica psiquiátrica. Pudo haber sido la sede de oficinas de alguna empresa, o una oficina en sí misma. Pero nada de esto le convencía.
Mark, su esposa Carolina y sus dos hijas vivían en Inglaterra en aquel entonces, pero ya había estado sobre la mesa el tema de su regreso a Uruguay. Tenían esa casa, que originalmente se utilizaba para veraneo, en tiempos en que Carrasco era un balneario. Ambos coincidían en que el concepto de casa de veraneo era algo muy uruguayo, y muy montevideano. ¿Por qué dejar morir esa esencia?
Como quien se dedica a la transmutación de los metales para transformarlos en oro, Carolina y Mark convirtieron una casa antigua y olvidada en una joya moderna y preciosa. Esa metamorfosis le dio el nombre a su emprendimiento: Alquimista, un restorán con habitaciones.
En la casa funcionan hoy tres negocios: un restorán, un salón y un hotel. El primero abrió sus puertas en mayo y, sin haber realizado ningún tipo de difusión, más que el boca a boca, ocupó sus mesas cada fin de semana. En el restorán de Alquimista solo se utilizan productos locales. Quedan afuera platos como el salmón y bebidas cola, entre otras marcas multinacionales. El café que se sirve es de MvdRoasters, la miel con la que se cocina es de Garzón, así como las aceitunas. El dulce de leche de los postres es de la marca uruguaya Narbona, los helados son de Las Delicias y los vinos son todos locales.
“Estamos muy agradecidos a todos los que han venido y vuelven. En Uruguay, antes la gente no salía mucho. Por suerte sí vienen y vuelven. La verdad es que estamos muy contentos”, expresó Carolina, cofundadora de Alquimista.
En esta línea, una de las paredes principales del restorán está vestida con una gran cantidad de obras de artistas locales y elementos típicamente uruguayos. Casi todo, tanto en el hotel como en el restorán, fue adquirido en el país.
“Artigas Pie” es el plato estrella en el menú. Se trata de una invención de Alquimista que está inspirada en una comida inglesa, pero a la que se le ha dado una vuelta de tuerca para transformarla en algo bien uruguayo. Es una especie de tarta de masa fina, rellena de carne de vaca desmechada con verduras y una salsa de cerveza, para la que se utiliza la marca artesanal CabesasBier. Se sirve acompañado de papas, huevos fritos y unas fetas de panceta crocante. Según Mark, este plato ha tenido mucho éxito, llegando a ser solicitado por alrededor del 40% de los comensales.
La carta del restorán es acotada, y se ofrecen unos seis o siete platos fijos. Sin embargo, las opciones varían cada tres meses, manteniéndose solo dos o tres opciones. Entre ellas, por supuesto, el Artigas Pie. Los precios del menú son estándares, y la comida y la atención que se ofrecen son “de excelencia”. Además, no se cobra un cubierto ni un precio fijo por el servicio.
El negocio hotelero comenzó a funcionar poco tiempo después del gastronómico. Hasta ahora, las habitaciones han tenido poca ocupación, ya que recién están comenzando a promocionarlas. Son seis habitaciones en una casa de un estilo ecléctico: se mezclan maderas y muebles estilo campestre con aspectos franceses e ingleses. La casa principal ofrece tres habitaciones a las que le llaman “señoriales”. La más grande, ubicada en el altillo, tiene alrededor de 68 metros cuadrados de superficie. Una estufa a leña, una cama matrimonial, sillones y un amplio baño con grifería traída de Inglaterra conforman la escenografía.
Al fondo de la casa, luego de atravesar un gran jardín con piscina para el verano, en una barbacoa se ubican otras tres habitaciones tipo de estancia uruguaya. Campestres en su estilo, cálidas y muy luminosas. “Un lugar donde pueden venir y tener una experiencia bastante montevideana, ese es el objetivo”, dijo Mark.
Más que un hotel, Alquimista ofrece una experiencia de hogar. Las habitaciones son propias de una casa de veraneo y el personal se esfuerza por atender a los huéspedes casi como si fuesen familia. Solo ocho personas trabajan en Alquimista, sin contar a Carolina y Mark. “Nuestro objetivo, de acá a fin de año, es completar la parte de hotel. Haciendo eso, podemos agregar dos personas más al equipo y llegar hasta 10. Preferimos tener 10 personas muy buenas antes que 20 que no estén trabajando al 100%”, aseguró el encargado de Alquimista.