Una empresa familiar elabora un vino de miel cuya receta se remonta cinco generaciones hacia atrás. Mardalú tiene como filosofía empresarial la sustentabilidad el trato amigable con el medio ambiente.
Por Anahí Acevedo | @PapovAnahi
A los siete años, su abuelo le regaló su primera colmena, pero desde mucho antes Karina Kulik estuvo rodeada por las abejas. Transcurrió su infancia en un campo de Soriano y la compartió con sus abuelos, quienes habían llegado a nuestro país a principios del siglo XX, desde las lejanas tierras rusas. Aprendió, desde pequeña, las labores agrícolas que les fueron transmitidas y las técnicas de un país extranjero al que adoptó como propio; Juan Wovk le enseñó a querer y a cuidar a las abejas, y la instruyó en una actividad “que le iba a servir para toda la vida”.
A medida que fue creciendo, Kulik aumentó el número de colmenas y la cantidad de su producción. De esta forma, continuó con la tradición familiar que se remontaba cinco generaciones hacia atrás, donde se producía la miel que se obtenía de las estepas rusas y ucranianas. Junto a Wovk, aprendió a colocar cajones, armar marcos, disponer la cera, criar abejas reinas y cosechar polen.
De la miel obtenida se realizaban subproductos, entre los que se encontraba el kwas, una bebida antigua que ingresó a nuestro país de la mano de los colonos rusos que fundaron el pueblo de San Javier, en el departamento de Río Negro, en 1913.
Este licor –declarado de interés departamental en Río Negro- tiene como traducción “el elixir de los dioses”, contó Kulik a Empresas & Negocios. Es una bebida elaborada por la fermentación natural de agua, miel y polen, sin alcohol agregado. Su nacimiento se remonta siglos atrás y fue conocido tanto por los griegos como por los vikingos, según explicó.
Con colmenas dispuestas en las islas del río Uruguay, en 1990, de la mano de Kulik, nació Apiarios Mardalu –bautizada en homenaje a sus hijos- el nombre de una empresa que había tenido su inicio mucho tiempo atrás.
A partir de entonces, el emprendimiento obtuvo varios reconocimientos, como el de la mejor presentación de productos de una pequeña empresa, e incluso como el reconocimiento de su fundadora como emprendedora del año de Endeavor.
Entre la formación de Kulik se encuentra la apiterapia. En este marco, el apiario ofrece el servicio del tratamiento de dolores físicos a través de la aplicación de apitoxina directamente desde el aguijón de este insecto.
Tanto fue el amor que desarrolló por las abejas, que se fundió en esta temática lo máximo que pudo e intentó realizar la mayor cantidad posible de cursos referido a la producción de estos insectos, tales como marketing de apicultura, genética de abejas y elaboración de subproductos de la colmena, en Israel. “Fui una de las primeras mujeres que participó en Montevideo en la Sociedad Apícola”, agregó la fraybentina.
No obstante, durante su aprendizaje empresarial tuvo que dejar de lado la producción de muchos subproductos para enfocarse en la elaboración de los más fuertes, como lo son las nueces con miel, el kwas, el polen, la jalea real, el propóleo, la apitoxina y las cremas de belleza. Además, ha realizado productos innovadores, como la miel de camalote, un vinagre de miel con romero y un kwas de ciruelas y orujo.
De primera mano
El trabajo dio frutos y hoy los productos que elabora Mardalu llegan a varios puntos de Uruguay a través de distribuidores y las principales expoferias del año. Dentro de Montevideo, se pueden encontrar en algunas tiendas naturistas. La empresaria hace énfasis en la necesidad del trato directo con el público, para conocer de primera mano las sugerencias y opiniones.
La principal filosofía de la empresa es no utilizar ningún producto químico durante el proceso de elaboración. Esto insume que las abejas no pueden estar en contacto con ninguna flor transgénica y que las colmenas sean curadas tal como se hacía un par de siglos atrás.
“Priorizo ante todo la salud y la calidad. Cuando ofrezco un producto pienso que se lo doy a un bebé o a mis hijos. Creo que hay que tener esa filosofía empresarial, dar lo mejor de sí”, observó.
Para que las recetas heredadas tengan vigencia hasta nuestros días y puedan mantenerse en un futuro se apoya en la enología. Asimismo, incorporó a sus tres hijos al negocio familiar, quienes ya comenzaron su formación en esta área.