Gonzalo Abella, precandidato por Unidad Popular
Una propuesta diferente es la que ofrece Unidad Popular (UP). Más concretamente, un cambio de modelo. Con esa perspectiva, no sería necesario un ajuste fiscal, e incluso el déficit se podría abatir rápidamente, y los salarios, aumentar en forma significativa.
Por Magdalena Raffo | @MaleRaffo
¿Cómo analiza la situación fiscal del país?
El déficit fiscal, que ahora es del 4%, se podría abatir rápidamente con algunas medidas, como por ejemplo disolver las AFAP, y generar una política impositiva que grave en algo a la impunidad con que se llevan los dineros las trasnacionales. Es una situación que se puede controlar y rectificar perfectamente.
¿Cuáles son las medidas que UP propone para mejorar la economía y, sobre todo, el problema del empleo?
Hay dos maneras de generar empleo: seguir vendiendo el país a trasnacionales que te ofrecen por uno o dos años muchos empleos –sobre todo en la construcción de sus infraestructuras-, o apostar a una industria nacional que necesariamente pasa por una reforma agraria. El Plan de Vivienda Popular, con el 10% de aporte de cada núcleo familiar, generaría un boom de la construcción que no dependería de los avatares de Punta del Este, sino que sería en todo el país un trabajo firme. También proponemos crear una flota pesquera, un frigorífico nacional, reflotar el ferrocarril de pasajeros –mucha gente no puede trabajar lejos de su lugar de estadía porque el transporte carretero es muy caro-.
¿Está de acuerdo con la importancia de acceder a nuevos mercados?
Eso es vital. Tanto la inversión extranjera, a la que no nos negamos, como el acceso a todos los mercados posibles, son esenciales en este momento. Eso se puede hacer sin depender de una gran potencia ni de un TLC, que siempre primariza la economía del más chico. Tenemos que aprovechar el núcleo de contradicciones que hay entre las grandes potencias del mundo. En las grietas de ese conflicto, podemos encontrar trato preferencial en los distintos mercados. Y tenemos que hacer algunas cosas. Por ejemplo, nosotros perdimos el mercado de la miel en Alemania por la irresponsabilidad del gobierno, que permitió envenenarla con agrotóxicos. Alcanzaría con que se aprovechara el proyecto de la UP para quitar todo lo que tiene que ver con agrotóxicos de la zona de influencia de los apiarios, y tendríamos un mercado que generaría una fuente de trabajo interesante.
¿Tienen razón los analistas que prevén que será necesario un ajuste fiscal en el próximo período?
No, no tienen razón. El ajuste fiscal va a ser la consecuencia del mantenimiento del modelo, pero con otro tipo de modelo pueden, incluso, aumentarse los salarios rápidamente.
De hecho, ustedes han planteado llevar el salario mínimo a los 40.000 pesos, pero ¿cómo se lograría?
Exacto, sobre la base de una política impositiva totalmente diferente, que estimule a aquellas empresas nacionales y las libere de carga impositiva, y cargue todo el peso de los impuestos sobre los de más arriba y, sobre todo, los no residentes.
El equipo económico de gobierno opina que no hay margen para aumentar impuestos.
Y de alguna manera, manteniendo el modelo, tienen razón, porque las empresas nacionales están muy apretadas. Nosotros lo que planteamos es un cambio drástico del modelo, y buscar los recursos donde ellos no quieren buscarlos, que es en el privilegio.
¿Con la eliminación de las AFAP, como planteaba recién?
Exacto, pero además, las zonas francas, todas las trasnacionales que vienen y se las exonera de todo, las universidades privadas, que no hacen aportes patronales cuando la Universidad de la República sí los hace. Hay margen abismal, en tanto enfrentemos al privilegio.
¿Está dentro de sus objetivos mejorar el gasto público?
Mucha gente que pide reducir el gasto público, después pide un policía por esquina; a veces uno no entiende la seriedad de algunos planteos. Nosotros creemos que el gasto público en educación es insuficiente, y que en salarios de coroneles es excesivo, entonces, reducirlo es muy abstracto. Si por un proyecto de desarrollo hay que endeudarse, no hay problema; el problema es que esta deuda feroz para nada redundó en beneficio del desarrollo de Uruguay.
“Nosotros creemos que el gasto público en educación es insuficiente, y que en salarios de coroneles es excesivo, entonces, reducirlo es muy abstracto”.
En el mundo, ni el socialismo ni el capitalismo han sabido resolver el problema de la redistribución de la riqueza. ¿Qué piensa al respecto?
Si nosotros estudiamos el socialismo, no como modelo político, sino como modelo de redistribución de la riqueza, tanto en la Rusia de los años 20 como en la China de los años 50, se lograron algunas conquistas interesantes. Lo mismo podría decir de otros países como Suecia, para poner un ejemplo capitalista, donde hubo una redistribución de la riqueza en los gobiernos de los años 80 –no ahora, que se ha vuelto a polarizar-. O sea que ha habido políticas eficientes en esta materia tanto en los países llamados socialistas como en los llamados capitalistas, sobre todo en los nórdicos.
¿Y qué es lo que usted plantea?
Yo creo que no se puede redistribuir la riqueza sin un cambio en la propiedad de los medios de producción, o sea, mientras las grandes empresas manejen los medios de producción, por más que cumplan servicios que son interesantes para la población, su último fin es el lucro. Esto significa que lo que es bueno para la empresa es malo para los trabajadores, y viceversa. Todo aumento de salarios implica disminución de las ganancias de la empresa, y la protección ambiental es una inversión adicional que puede hacer que pierda su nivel de ganancias. Entonces, la redistribución de la riqueza y un cambio en la calidad de vida, que es lo que realmente importa, solo puede darse si hay un control del Estado sobre los medios de producción fundamentales.
¿Cómo ve el futuro del trabajo?
En este momento los malos gobiernos se refugian en eso, es decir, “podemos haber hecho cosas malas pero el futuro es distinto, tenemos que ser primeros en tecnología, en fibra óptica”. Hay una gran trampa allí, porque lo que nos da de comer… el 70% de la comida del mundo no la dan los transgénicos, la sigue dando la economía campesina. Después se industrializa, se procesa, pero la base de todo es esa, y cada vez hay menos campesinos y va a haber más hambre en el mundo. En los años 80 fue la revolución verde, el razonamiento era: en el sur de África hay pobreza y hay selva, que es inútil, quemémosla con productos químicos, pongamos agrotóxicos y creemos súpercosechas. Se crearon tres años de súpercosechas, pero después avanzó la desertificación y aumentó la pobreza en África. Entonces, la tecnología es imprescindible, nos garantiza el futuro; desde la nanotecnología hasta el láser son buenos avances, pero también depende en manos de quién estén, y nunca van a reemplazar el trabajo físico, que sigue siendo la base de toda la producción de riquezas. Todo lo demás es procesamiento de la información, vender datos, pero la base de lo que nos sustenta sigue siendo el trabajo físico de los seres humanos, y va a seguir siéndolo.
PERFIL
Edad: 71 años.
Profesión: Maestro, escritor y ensayista de temas de nuestra cultura.
¿Con quién vive? Con mi esposa, y compartimos la casa, que es grande y vieja, con una hermana suya.
¿Cuáles son sus hobbies? La música. Alguna vez toqué la guitarra folclórica, clásica, y actualmente puedo tocar alguna canción en público. Me gusta toda la música, excepto la música moderna atonal. También el ajedrez, el fútbol, y visitar y frecuentar la cultura paisana rural.
En el 2019 espera… poder tener todavía mis capacidades activas para seguir trabajando por la UP y por la gente.