La realidad económica empresarial actual marca la existencia de mercados cada vez más complejos, competitivos y dinámicos, con más participantes y requerimientos crecientes de información de parte de los stakeholders; siendo indispensable la disciplina de análisis de costos para el éxito empresarial.
En la actualidad, los inmensos y crecientes flujos de datos muchas veces chocan con atributos básicos del emprendedurismo como lo son el instinto del empresario, estimaciones y premoniciones; todos de carácter subjetivos y arbitrarios. Sin embargo, la realidad marca que en mercados cada vez más agresivos, se deben de ultimar los esfuerzos que nos permitan conseguir ventajas competitivas, por más mínimas que parezcan, siendo la información interna el recurso más preciado para la toma de decisiones.
Ante esto, la información a generar adquiere una relevancia como nunca antes y refuerza la idea del empresario de profundizar en la utilización de todas aquellas herramientas de gestión disponibles.
¿Por qué medir?
Es una pregunta simple con una respuesta emblemática planteada por Lord Kelvin. “Lo que no se define, no se puede medir… Lo que no se mide, no se puede mejorar… Lo que no se mejora, se degrada por siempre”.
En este camino existen dos grandes ramas de la contabilidad que permiten, de manera uniforme, brindar herramientas para compilar, analizar y tomar decisiones sobre la información generada: Contabilidad Patrimonial y Contabilidad de Gestión. Cada una, a su manera, genera flujos de información a medida, adecuados a los requerimientos de los distintos destinatarios finales.
A lo largo del tiempo, a causa de exigencias establecidas por los inversores y por los Estados, la contabilidad patrimonial ha sido el eje del sistema de información de las organizaciones. Principalmente en empresas de pequeño y mediano porte, existía la debilidad de carácter introspectiva de entender con números cuánto costaba producir y cuáles eran los factores que originaban dichos costos; para poder así medirlos, analizarlos y gestionarlos. Muchas veces estas limitaciones estaban dadas por falta de recursos, o por gestionar con herramientas no del todo desarrolladas, ametódicas o informales. En la actualidad, esa limitación no puede ser excusa; la generalización del conocimiento, la accesibilidad a herramientas por demás probadas, otorgan universalmentela oportunidad de poder competir con otro nivel de conocimiento numérico de gestión.
Conceptos claves como costeo por productos, por proceso, puntos de equilibrio, paramétrica de precios y maximización de beneficios, se incorporan a la gama de informes indispensables para que el empresario pueda tomar decisiones estratégicas de manera efectiva y eficiente.
Costo, valor y precio
En términos de normativa contable, según la Sección 13 “Inventarios” de las NIIF para las pymes, el valor de inventario a fines de un período será dado por el “importe menor entre el costo y el precio de venta estimado menos los costos de terminación y venta”. La contabilidad de gestión, en este sentido, toma otro papel, y separa con claridad los conceptos de “costo”, “valor” y “precio”, al analizar el modelo empresarial.
Toda actividad económica tiene como objetivo final la generación de valor, y por ende, los recursos consumidos en el proceso productivo deben ser necesariamente menores a los resultados alcanzados. En otras palabras, el valor generado por la actividad debe ser mayor a su costo.
El concepto de valor como percepción de utilidad de parte de un potencial comprador es un concepto subjetivo, difícilmente medible, modificable según atributos propios, oportunidad en el tiempo y disponibilidad física. En otras palabras, es el insumo básico de negociación en el mercado, que originará el equivalente monetario de valor de equilibrio a convenir entre el comprador y vendedor, denominado precio.
¿Cómo comenzar a trabajar en costos?
Para empezar un análisis de costos, la pregunta indispensable a realizar es: ¿qué quiero costear? Por más que parezca una pregunta sencilla de responder, oculta la relatividad de estar condicionado al propósito del análisis para el cual será utilizado, bajo la premisa de “diferentes costos para diferentes finalidades”, bastión de la Teoría General del Costo.
Por ejemplo, un objetivo de costeo podría ser cuánto cuesta producir una unidad de producto de consumo básico. Sin embargo, será distinto a si lo comparamos con el costo de producirlo y ponerlo en la góndola de un supermercado, o incluso puede diferir si deseamos adicionalmente brindarle un servicio post venta al cliente.
Luego de definido claramente el objetivo de costeo, es clave concretar una instancia en donde participen las partes que conformarán el equipo de trabajo analítico de costos, para compartir el knowhow del proceso productivo de la empresa. Mientras más claro y detallado sea este traspaso, mejores serán los resultados del análisis.
¿Qué tipo de costos existen?
En un proceso productivo existen factores de producción, acciones que se realizan sobre los mismos y productos resultantes. El relacionamiento de esas tres categorías genera “disparadores” de costos.
Existen diversos criterios que permiten clasificar homogéneamente los costos, siendo uno de los más utilizados el que analiza el tipo de vinculación entre los factores y los resultados obtenidos. Se identifica como directos a aquellos que se originan en una relación evidente, clara e inequívoca entre el consumo de los factores y el objetivo de costeo, e indirectos cuya relación no es inequívoca y excluyente.
Por otro lado, también pueden clasificarse según su comportamiento en relación a la cantidad a producir. Cuando existe una relación de productividad marginal entre consumo de factores y obtención de productos, estamos ante costos de naturaleza variable. No obstante, cuando la cantidad del factor consumido se mantiene invariada a pesar de diferentes niveles de producción, estamos frente a una relación de productividad media, reflejado en costos denominados fijos.
¿Cuáles son los principales modelos de costeo?
Los modelos de costeo son esquemas teóricos preestablecidos, para poder replicar ante hechos económicos que puedan surgir. Se definen a partir de la definición de necesariedad de consumo de factores para lograr los resultados productivos.
¿Cuánto de cada factor se considera necesario para producir?
Según este análisis, se realice con cantidades normalizadas o reales, estaremos frente a Modelos de Costeo Teórico o Modelos de Costeo Resultante, respectivamente.
El primero refiere a situación teóricas estimables, recetas, procesos, como creemos que debiera generarse la producción unitaria.
Toda información teórica carece de utilidad si no la cotejamos con la realidad. Es aquí donde el Costeo Resultante adquiere importancia, tanto para entender qué sucedió como para analizar críticamente las variaciones con respecto a lo estimado.
¿Cuáles son los factores necesarios?
En este sentido, el modelo más tradicional, que se alinea a la perspectiva histórica empresarial, es el Modelo de Costeo Completo, cuya principal característica es llegar a un resultado final por producto, con la distribución de costos fijos indirectos asociados a cada uno de los productos de la cartera.
En contraposición, parte de la doctrina entiende que asignar los costos fijos indirectos a un producto, es una práctica errónea, dado que surge de un supuesto arbitrario y subjetivo. La asignación del costo fijo al producto se da a través de un inductor no perfecto, pudiendo implicar obtener información incorrecta de resultados unitarios, y llevar a tomar decisiones incorrectas acerca de líneas de producción.
Esa limitación se entiende que se podría levantar a partir del Modelo de Costeo Variable. Mediante este nuevo modelo se llegará a un resultado primario por tipo de producto sin considerar costos indirectos de estructura.
Claramente, la discusión de cual modelo utilizar en cada caso, dependerá de: los objetivos que tenga el empresario, del tipo de empresa, del mercado en el que compite, del peso de la estructura en el total de las ventas, entre otros factores.
Por ejemplo, las mutualistas o los bancos son organizaciones que para brindar sus servicios requieren de gran peso específico de estructura en relación al total de costos. Esto generará que si quisiéramos analizar los resultados mediante el Modelo de Costeo Variable, llegaremos a resultados primarios por línea probablemente muy altos, dado que todavía no contemplan 60%, 70% o hasta 80% de los costos, correspondientes a la estructura.
Distinto sería el caso de empresas, por ejemplo, de servicios técnicos o comisionistas, en donde generalmente no abundan los costos indirectos y, por ende, los resultados primarios por objeto de costeo no se alejan tanto de un posible resultado mediante Costeo Completo.
Los modelos de costeo descritos en los párrafos precedentes que vinculan cualidad y cantidad de factores consumidos en el proceso productivo, son compatibles entre ellos, generando cuatro posibles escenarios de modelos de análisis.
Sin lugar a dudas, la Contabilidad de Gestión basa su importancia en permitirnos conocer aún más en profundidad nuestro proceso productivo, cómo hacemos las cosas y cuánto nos cuesta hacerlas. No utilizar herramientas de gestión de costos es alejarse diametralmente del concepto de mejora continua y, por ende, nos deja en una posición de desventaja competitiva que puede llegar a ser el comienzo del fin para la empresa.