Por Nicolás Stanko y Juan Ignacio Briozzo, académicos Supernumerarios
Esta ha sido probablemente una de las principales preguntas en materia de desarrollo económico a lo largo del tiempo, una cuestión que aún no tiene respuesta definitiva. De hecho, hasta hace pocos años tampoco existía un método claro para abordar este tipo de preguntas, en parte porque la economía del desarrollo como disciplina aún era inmadura y el interés popular estaba en otras áreas económicas.
Por décadas, se creyó que la pobreza de los países se debía a la falta de inversión en sectores clave, por lo que los gobiernos debían incentivarla con regulaciones y estímulos financieros. Otros economistas argumentaban que el libre mercado y derechos de propiedad claros eran la clave del crecimiento económico. Sin embargo, estas ideas sólo resultaban efectivas en ciertos países, lo que llevó a una nueva pregunta: ¿Por qué no todos los gobiernos adoptan políticas de desarrollo? La respuesta se dirigió a la falta de instituciones sólidas que permitan implementar buenas decisiones políticas.
Este es el tema que exploran Acemoglu, Johnson y Robinson (AJR) en diversos trabajos sobre el papel que juegan las instituciones en el desarrollo económico, un esfuerzo que les ha merecido el Premio Nobel de Economía en 2024.
Los autores sostienen que las diferencias entre instituciones (las reglas de juego, tanto legales como sociales, que moldean los incentivos en una sociedad) son la causa fundamental del desarrollo económico a largo plazo. A su vez, la calidad institucional es clave para manejar conflictos, como los generados por la crisis climática, que desafía los recursos y sistemas de gobernanza.
¿Por qué, entonces, algunos países tienen instituciones de menor calidad que otros? Responder esta pregunta requiere un análisis exhaustivo y complejo, ya que implica considerar múltiples características de los países, algunas observables y otras inobservables, lo que dificulta alcanzar una respuesta única. Sin embargo, los autores desarrollaron una metodología innovadora que, aunque técnica, resulta intuitiva y ha marcado un camino para posteriores investigaciones sobre esta cuestión.
Tipos de instituciones
Para entenderlo mejor, es útil enfocarse en países que fueron colonias, como Uruguay. Aunque éstos compartieron el pasado colonial, incluso en ciertos casos bajo el mismo imperio, sus realidades económicas actuales son muy distintas. Los autores atribuyen estas diferencias a las instituciones que los colonizadores establecieron durante la conquista. En efecto, distinguen dos tipos de instituciones: extractivas e inclusivas.
Las primeras son aquellas en las que una élite usaba el poder de manera tiránica, creando estructuras que sólo beneficiaban a un grupo reducido mediante la explotación de los recursos y la población. En cambio, las segundas respetaban la propiedad privada y promovían la participación económica de los conquistados, asegurando que el esfuerzo individual sea recompensado y promoviendo una prosperidad más equitativa.
Un gran desafío de este ejercicio radica en justificar que la elección de instituciones en cada país tuviera causas exógenas, permitiendo una comparación precisa entre países sin que intervengan otras variables que afecten tanto a las instituciones como al PIB. Para esto, AJR implementaron una estrategia de variable instrumental, innovadora en su tiempo, que exigió un profundo análisis de documentos históricos. Así, los autores lograron identificar dos instrumentos fundamentales para responder la pregunta de investigación.
En su trabajo «The Colonial Origins of Comparative Development: An Empirical Investigation» (AER, 2001), AJR proponen que las tasas de mortalidad en las colonias antes de la conquista fueron el factor determinante en las instituciones establecidas. En colonias donde las condiciones geográficas y climáticas elevaban el riesgo de muerte, pocos colonos se asentaban, lo que favorecía un dominio “a distancia” centrado en la explotación de los pueblos y la extracción de recursos. En cambio, en áreas con menor riesgo, los colonos se asentaron en familias, promoviendo una estructura socioeconómica integrada a la vida local y más propicia para el desarrollo a largo plazo.
En «Reversal of Fortune: Geography and Institutions in the Making of the Modern World Income Distribution» (QJE, 2002), AJR utilizan la urbanización y densidad poblacional de las colonias antes de la conquista como instrumento para explicar las diferencias en las instituciones desarrolladas. La teoría sugiere que en territorios más «prósperos» (con mayor urbanización), los colonos hallaban mano de obra abundante y recursos para explotar, lo cual favoreció el establecimiento de instituciones extractivas, como ocurrió en la sociedad azteca en México. En cambio, en regiones con menor densidad poblacional, como en Uruguay, el desarrollo exigía la creación de una estructura económica inclusiva para prosperar.
Otro aporte importante de los galardonados, saliendo un poco de la discusión sobre qué explica la diferencia de riqueza entre los países, se centra en entender cómo cambian las instituciones y por qué es difícil avanzar hacia escenarios más favorables para la sociedad cuando éstas benefician a grupos de poder. En su teoría, explican que algunos líderes políticos prefieren mantener debilidades estratégicas que les aseguren ventajas políticas, como es el caso del clientelismo en Colombia, que genera «la trampa del Estado débil»: un círculo vicioso donde el clientelismo erosiona la capacidad estatal, mientras que la debilidad estatal facilita su proliferación.
En esta línea, presentan un marco para analizar cómo las élites económicas y políticas en países no democráticos preservan su poder, evitando reformas que amenacen sus intereses. Frente a desafíos como la democratización o posibles revueltas, las élites podrían ceder poder político solo si no pueden redistribuir riqueza de forma creíble. Sin embargo, en contextos de alta desigualdad, pueden optar por estrategias como un golpe de Estado para mantener su control ilustrando cómo, en ausencia de competencia política, las élites toman decisiones que bloquean cambios económicos, incluso si perjudican el desarrollo general.
Las complejidades del método
Cabe señalar que las contribuciones de AJR no estuvieron exentas de críticas. Una de las principales preocupaciones se refiere al manejo de los datos, ya que los autores decidieron interpolar las tasas de mortalidad no disponibles utilizando tasas posteriores o de otros países, lo que podría haber afectado la relación encontrada. A su vez, se cuestionó la validez del instrumento utilizado, dado que la correlación entre las instituciones y PIB resultó ser menor que la correlación entre mortalidad y PIB. Esto sugiere que el instrumento podría no ser el adecuado y probablemente se relacione con otros factores inobservables.
Siguiendo esta línea de pensamiento, resulta un tanto complejo aislar o diferenciar el efecto de los colonos desarrollando instituciones en las colonias, con el efecto de que estos se instalasen ahí efectivamente y trajeran consigo nuevo conocimiento, experiencia, técnicas o nuevas formas de organizar el trabajo, que transmitirían a la población y generarían un aumento en el capital humano, pudiendo ser esto lo que verdaderamente impacte sobre el PIB y explique las diferencias actuales en estos países.
A pesar de estas críticas, sus trabajos fueron muy influyentes en la profesión y arrojan resultados interesantes: los territorios que hace más de 500 años eran los más prósperos hoy están entre los más pobres. Esto indica que, aunque factores iniciales como el clima y los recursos naturales pueden marcar la diferencia al comienzo, no determinan el desarrollo de un país a largo plazo. Además, subrayan la importancia de las decisiones de quienes están en el poder, ya que fortalecer reglas como la propiedad privada, el estado de derecho y la democracia, tiene un impacto duradero. Esto permite que las personas participen en la economía, con la seguridad de que su esfuerzo será recompensado, y promueve factores clave para el desarrollo, como el capital humano y la innovación tecnológica, incluso décadas después de establecidas estas instituciones.