La apertura del mercado japonés para el ingreso de carne congelada representa para Uruguay una oportunidad de desarrollo a largo plazo, pero también la confirmación de que el futuro de las exportaciones de este producto está en Asia.
Por Anahí Acevedo | @PapovAnahi
Una década. Ese fue el tiempo en que las negociaciones entre Japón y Uruguay se dilataron en búsqueda del ingreso de nuestra carne al país nipón y que finalmente llegaron a buen puerto el pasado mes de febrero.
Tras la habilitación del acceso de carne vacuna enfriada y madurada, nuestro país se convirtió en el primero en ingresar a este mercado siendo libre de fiebre aftosa con vacunación. Pero, además, Japón permitió que 16 plantas frigoríficas exporten a este país.
A fines de marzo, la exportación de carne bovina a Japón totalizó U$S 351 mil, a través de la comercialización de 54 toneladas del producto. No obstante, en abril ya se registra una mayor actividad que va camino a superar los US$ 1,5 millones.
Japón es el tercer país en términos de importación de carne en el mundo, luego de Estados Unidos y China. Japón importa unas 850.000 toneladas de carne por año y sus principales proveedores son Australia y Estados Unidos. El consumo interno es de aproximadamente 1.300.000 toneladas. Además, Australia corre con una ventaja arancelaria gracias a un TLC que le permite pagar un 27% de arancel en el país nipón, mientras que Uruguay debe abonar un 38.5%, más la espera de 45 días del flete marítimo, que reduce la vida útil de los productos.
Lautaro Pérez, gerente de Marketing del Instituto Nacional de Carne (INAC) valoró que el reciente vínculo entre ambos países “es positivo” para Uruguay, dado que era “el cliente de relevancia que faltaba”, según dijo en diálogo con Empresas & Negocios. Sin embargo, también señaló que se trata de un mercado que demandará su propio tiempo de maduración debido a que se encuentra abastecido con volúmenes grandes de suministro y por una conducta propia del país. “China, que tiene otra voracidad, es lo opuesto a Japón en cuanto a comportamientos de importadores. Con el país nipón se resuelve de negocio a negocio, lo que nos va a llevar un tiempo más amplio en desarrollarnos allí”, mencionó.
Prueba de ello son los diez años transcurridos entre negociaciones. Es que, para que la carne uruguaya ingresara con el estatus en el que lo hizo, Japón debió realizar cambios a nivel reglamentario, ya que no sólo fue menester una aprobación técnica sino, también, una anuencia política.
Pero Japón no escapa a las preocupaciones globales y, al igual que el resto de la población, intenta virar hacia un camino más saludable, dentro del cual la carne mayormente magra ha tomado preponderancia. “Uruguay es un país que satisface esta necesidad gracias a la calidad de sus productos, y es por ello que ha realizado esta excepción del ingreso de carne vacuna libre de aftosa con vacunación”, explicó Pérez. Asimismo, agregó que nuestro país es uno de los pocos del mundo que produce con un buen nivel de condiciones y valores ecosistémicos. “Esa naturalidad que tenemos aquí, en realidad, es bastante única en el mundo”, dijo.
Un trabajo a profundizar
“Asia es el futuro, de eso no hay duda”, aseveró Pérez. El ejecutivo mencionó que todos los mercados importadores de volumen están hoy en este continente, y que Europa ha quedado desplazada. Norteamérica, por otro lado, no puede ser pasada por alto. “El mundo de los alimentos y la importación está y estará en Asia”, formuló.
De este modo, China, Japón y Corea, al igual que el sudeste asiático, son hoy nuestros mercados atractivos. De todas formas, la relación entre Uruguay y Asia en la exportación de alimentos es reciente. Se debe recordar que el inicio de la venta de carnes en volúmenes importantes al gigante asiático se remonta a siete años atrás. Con Japón, en tanto, hubo un antecedente hasta el año 2000. Con Corea, la comercialización comenzó en el año 2013.
Pero, aún así, en términos generales se trata de una historia breve dentro de la cual el desafío principal es la distancia geográfica. La demora de la llegada de los productos obliga a financiar un negocio de 45 días más, dentro de los cuáles pueden suceder varias implicancias en los mercados. La lengua, la cultura y las regulaciones suelen ser aspectos que, en ocasiones se subestiman, pero que, afirma Pérez, “tienen una complejidad enorme”.
Al mismo tiempo, este nuevo acceso permitió que Uruguay comenzara a trabajar en nuevos niveles de acceso a mercados cercanos al japonés, como Filipinas, Malasia o Vietnam que, a pesar de que son países importadores secundarios. Asimismo, algunos de Medio Oriente, como Arabia Saudita, también están la mira de Uruguay.
“Hay mucho trabajo para hacer. Estamos en coordinación directa con Cancillería y el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) para el acceso de determinados productos al mercado, dado que hay países a donde no se pueden exportar todos los productos y desde todas las plantas”, relató.
La necesidad de nuevos acuerdos
En tanto, Pérez valoró que la inserción internacional de Uruguay, en términos de acceso arancelario “es realmente muy baja”, sobre todo porque se encuentra en un bloque y una región “cerrada al mundo”. De esta forma, si bien el consumidor paga lo mismo, al exportador le descuentan las tarifas y los aranceles.
“Sin duda que es algo que pega, y mucho, a Uruguay. En este nuevo escenario mundial son cosas que tenemos que replantearnos firmemente y pensar cómo mejorar esa inserción internacional para lograr mejores precios”, sostuvo el ejecutivo.
Igualmente, mencionó que si bien Australia cuenta con un TLC con Japón, también integra el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), lo cual no debe pasar desapercibido. “Acaba de mejorar el acceso que tenía Australia con Japón y, de hecho, tanto este primer país como Canadá, México o Chile –países todos exportadores de carne- tendrán un mejor acceso que Uruguay”, señaló.
De esta forma, dijo que si “hoy estamos abajo, dentro de cinco años estaremos realmente peor”. Enfatizó que de no darse un cambio, el exportador y productor uruguayo recibirá 20% menos por el mismo producto que alguien que se encuentra en Australia.
Ricardo Reilly, representante de la Asociación Rural del Uruguay (ARU) en la junta directiva del INAC, también hizo hincapié en la necesidad de mejorar las condiciones de acceso en materia arancelaria en todos los mercados. “Venimos rezagados si nos comparamos, en este caso, con Australia”, dijo.
Semanas atrás viajó una misión oficial –incluyendo a INAC- a Japón, con motivo de la realización de la feria Foodex, una de las muestras de alimentos más importante de Japón. “Se está haciendo un sondeo del mercado. Lo positivo es que estamos adentro, y eso nos da la posibilidad de comenzar a trabajar con planes estratégicos. En lo que respecta a mejorar las condiciones de acceso desde el punto de vista arancelario, depende del gobierno”, remarcó el expresidente de la ARU.
Más stock
Las proyecciones de faena y exportación están hoy condicionadas, mayormente, por la oferta y disponibilidad de animales, más que por la demanda. Desde el INAC aguardan que la exportación hacia Japón tenga su espacio, más sin un crecimiento explosivo. “Por el lado de la demanda, no esperamos que mueva la aguja significativamente en términos de volumen y precios, porque hoy la opción que está llevando la demanda es el mercado chino”, explicó. El gigante asiático se encuentra hoy firme en mantenerse como nuestro comprador, mientras que, por otro lado, Estados Unidos comenzó a levantar los precios.
Sin embargo, Uruguay ha tenido una tendencia estable de mantener su stock que, por otro lado, ha comenzado a disminuir debido a la alta exportación de ganado en pie. De 12 millones de cabeza de ganado se ha pasado a una cifra cercana a 11.3 millones. Para el ejecutivo de INAC, es necesario que ocurra un aumento de producción de la cantidad de animales para que tenga un reflejo en la exportación.
En tanto, Reilly opinó que para sostener en el tiempo una tasa de extracción como la que se tiene actualmente –incluyendo faena y exportación en pie-, es necesario lograr una mayor producción de terneros, elevando el destete. “Aquí entran en juego distintas variables que, básicamente, tienen que ver con las señales que recibe el criador, y a las expectativas que tiene del negocio, de forma que se vea incentivado a aplicar tecnologías”, aseveró.
Una de ellas, dijo, es el precio del ternero, que está directamente ligado al precio del ganado gordo, y por lo tanto a lo que puedan pagar los invernadores para que su negocio sea rentable. Agregó que en ello tiene mucho peso tanto el precio de la tonelada exportada y vendida en el mercado interno, así como el hecho de contar con la competencia externa que brinda la exportación en pie, poniéndole un piso al valor del ternero.
Por otro lado, dijo que este año no necesariamente esta apertura tenga un impacto significativo, y coincidió con Pérez respecto a la conducta de nuestros compradores a la hora de los negocios. “Es un mercado al cual hay que explorar muy bien, y en el cual nos estamos haciendo conocer después de muchos años. Los japoneses también se toman su tiempo en ese sentido”, remarcó.
En una producción desarrollada a cielo abierto, otro punto relevante es el clima. En este sentido, la ganadería viene de un año de bajas preñeces debido a la seca del verano pasado, situación que, según Reilly, seguramente se revierta en este verano.
En tanto, se debe analizar la composición de la faena entre machos y hembras, así como el peso final de los animales que se están faenando, ya que en estos últimos años ha aumentado. Es decir, además de conocer cuantas cabezas de ganado se faenan en un tiempo determinado, no se puede perder de vista la cantidad de kilos faenados, ya que se puede obtener la misma cantidad de carne con menos animales, según indicó. “Debemos observar al sistema ganadero de forma integral, ver de qué forma se está moviendo para recomponer equilibrios y analizar las variables que lo componen, porque de forma aislada nos puede llevar a una conclusión equivocada”, sugirió.
Por otro lado, respecto a la exportación en pie, Reilly manifestó que los números muestran que la misma no ha sido una limitante para el normal desarrollo del complejo cárnico, sino que opera como demanda agregada al sistema, y que hace que exista un número de terneros que de otra forma no estarían.
“Las limitantes pasan por otro lado y las debemos atacar de forma urgente. Uruguay se ha transformado en un país extremadamente caro para producir en todas sus dimensiones; desde la fase primaria hasta la transformación industrial, llegando hasta el acceso a mercados. Esto está impactando de forma directa en todas las cadenas productivas, incluyendo la cárnica. Actualmente, para la industria frigorífica, faenar un novillo en Uruguay es 45% más caro que en Paraguay y Argentina, y un 25% más caro que en Brasil. Si no mejoramos la capacidad de competir de nuestros complejos agroindustriales, no tenemos futuro”, sentenció.
¿Qué tipos de cortes se pueden exportar?
A Japón se puede exportar carne desosada y madurada, así como también menudencias, como la lengua, que tiene alto valor en el país nipón. Debido a nuestra condición de país libre de aftosa con vacunación, no se puede exportar carne con hueso, lo cual es una gran limitante, como lo es también la distancia, que además del costo del flete, el tiempo de llegada obliga a enviar carne congelada en vez de enfriada, lo que dificulta el acceso de cortes de alta calidad.
LAS CLAVES DE NUESTRO FUTURO GANADERO
Por: Ing. Agr. Claudio Williman, integrante del Consejo Editorial de Empresas & Negocios
El análisis de los entrevistados es muy claro y muestra las oportunidades y amenazas que tiene la ganadería uruguaya y la carne como rubro de exportación.
Sin duda, la apertura del mercado de Japón, luego de casi diez años de una larga negociación, ha sido una excelente noticia. Debemos recordar que, 19 años atrás, la aparición de la fiebre aftosa en nuestro país llevó al cierre de un mercado de alto poder adquisitivo.
Uruguay es el primer caso de ingreso en condiciones de “país libre de aftosa con vacunación”, de ahí el largo proceso para la habilitación de 16 plantas frigoríficas.
La apertura de mercados para nuestros productos agropecuarios es un largo reclamo del sector, siendo en la carne donde esto es más notorio, ya que se exporta a más de 70 mercados, aunque China concentra la mayor parte de los volúmenes enviados.
Pero está claro que el ingreso a nuevos mercados es solo una parte de la historia; lo que hay que analizar, y este artículo lo hace, son las condiciones arancelarias con las cuales ingresamos y como está la producción y la industria que genera esas exportaciones.
Es ahí donde surgen los problemas de competitividad de nuestro país. Por un lado, tenemos los menores aranceles de nuestros competidores, como el caso de Australia, que tiene un arancel 11,5 % más bajo que Uruguay. Por otro lado, la competitividad se ve afectada por los altos costos que tenemos, tanto en la fase primaria como en la industrial. Los datos que brinda el Ing. Agr. Ricardo Reilly, indicando que para la industria frigorífica nacional faenar un novillo es 45% más caro que en Paraguay y Argentina, y un 25% más caro que en Brasil, son bien gráficos de la problemática que enfrentamos.
En enero de este año, el propio Banco Central del Uruguay, en su Informe de Política Monetaria, referido al último trimestre del 2018 indicaba que «El nivel del Tipo de Cambio Real (TCR) se encuentra actualmente por debajo de su nivel de fundamentos», explicándose, en cierta forma, el encarecimiento del Uruguay respecto a la región, donde tenemos nuestros principales competidores en las exportaciones agropecuarias.
En definitiva, somos un país agroexportador, por tanto, necesitamos la apertura de nuevos mercados; entonces, bienvenida la noticia de Japón. Pero debemos lograr acuerdos o tratados de libre comercio que nos permitan ingresar con aranceles bajos o nulos y debemos tener internamente un nivel de costos que nos haga competitivos frente a nuestros competidores. Las señales que reciba el sector a futuro son claves para el negocio ganadero.