“La educación debe incentivar que cualquiera puede ser lo que se proponga y su capacidad y talento le permitan, sin distinción por género”

ENTREVISTA

Anabela Aldaz, abogada, fundadora de OMEU, vicepresidenta de la Cámara de Comercio y Servicios e integrante de ONU Mujeres 

La desigualdad de género sigue siendo un factor preponderante cuando se habla de desarrollo social, laboral o de participación en la toma de decisiones en diversos ámbitos y áreas. En ese sentido, aunque Uruguay no es el peor alumno en la región, las diferencias persisten y los avances son más lentos de lo esperado. No cabe duda de que la educación debe ser un espacio inclusivo que promueva la igualdad de oportunidades, pero también diversas organizaciones -públicas y privadas- con sus acciones pueden colaborar en el tema. En una extensa charla con Empresas & Negocios, Anabela Aldaz, una referente de nuestro país que ha bregado por el empoderamiento femenino y el desarrollo de la mujer, se refiere a estos temas y establece los desafíos que aún, como sociedad, enfrentamos en la búsqueda de la igualdad de género. 

Anabela Aldaz es abogada y fundadora de OMEU (Organización de Mujeres Empresarias, Ejecutivas y Emprendedoras del Uruguay), estructura que el año pasado cumplió tres lustros, y de la cual fue presidenta entre 2018 y 2022. Trabajó 30 años en el estudio Guyer & Regules, donde llegó a liderar el área de Derecho Ambiental, que fue desarrollada alrededor del año 2000 cuando esta temática era incipiente en el universo local. A su retiro del estudio, en 2022, ese sector tenía 10 personas cumpliendo funciones y trabajando de forma full time en algunos temas, lo que marca la relevancia adquirida con el correr de los años. La ejecutiva, que se define como “una persona inquieta” con la necesidad de “estar generando cosas”, hoy es vicepresidenta de la Cámara de Comercio y Servicios y forma parte de ONU Mujeres, como especialista de empoderamiento económico y sostenibilidad, desde donde tiene mucho contacto con el sector privado para llevar los temas de género a la agenda empresarial. 

En un mano a mano con Empresas & Negocios, esta mujer referente hace una puesta a punto de su actividad y establece cómo está Uruguay en materia de género en el sentido amplio del concepto, poniendo énfasis en las brechas salariales, en cómo las diferencias impactan a nivel social en la vida de las mujeres, y habla del empoderamiento femenino, entre otros temas.

Por Oscar Cestau | @OCestau

¿Cómo se define: empresaria, ejecutiva, emprendedora?

Cuando estaba en Guyer & Regules me definía como intraemprendedora. De hecho, la creación del área ambiental fue un emprendimiento dentro de una empresa, en definitiva. Pero, más que nada, me defino como una persona inquieta, que tengo la necesidad de estar generando cosas. Con el paso de los años uno va pudiendo elegir qué cosas hacer, y creo que en toda mi trayectoria he confirmado que de las cosas que más me gusta es acompañar a las personas a crecer y a desarrollarse. Eso lo he podido hacer y lo puedo seguir haciendo, lo cual es un gran privilegio.

¿Cuál es hoy su actividad en ONU Mujeres? 

Es muy variada en el sentido de que lo que se busca, básicamente, es tener incidencia y acompañar al fortalecimiento de las políticas públicas en materia de género. Y en lo que respecta a mi caso en particular, llevando la mirada de la sostenibilidad para que el sector privado cada vez más incorpore todo lo que tiene que ver con la equidad, la igualdad, que vean que es una agenda justa, de derechos humanos, que redunda en mejores empresas, más equilibradas, que cuando lo incorporan permiten el desarrollo pleno y obtienen el mayor potencial de todos los colaboradores. Esa es un poco la visión o la misión que yo tengo respecto del propósito de mi trabajo. 

Usted fue fundadora de OMEU. ¿Cuál es el origen de la organización y cómo se dio su vinculación inicial? 

OMEU empezó con un grupo de 10-15 mujeres que fuimos convocadas por Lidia Sartoris Angeli, que fundó la organización OAME, que es la Organización Argentina de Mujeres Empresarias. Ella vino casualmente a la Cámara de Comercio Uruguayo-Argentina, y en ese momento estaba evangelizando lo que era la red mundial FCEM (Femmes Chefs d’Entreprises Mondiales). Esa red tiene una historia también muy particular, porque fue creada por mujeres resilientes que en la Segunda Guerra Mundial quedaron a cargo de los negocios familiares porque sus padres, maridos, hijos, estaban en el frente de batalla o habían caído en combate, y tomaron el liderazgo de los negocios, de las empresas familiares y empezaron a generar redes de contacto. Esto creció, se expandió, de hecho hoy es una red muy fuerte que está en gremiales empresariales, de comercio, políticas, y tiene también presencia tanto en la OIT como en la OEA. En Latinoamérica, esta señora, que es encantadora y está muy lúcida, es un poco la madrina. En aquel entonces vino a proponer que se creara la organización en Uruguay; empezó tímidamente con reuniones donde éramos muy poquitas, con el desafío de llamar a más mujeres.

El concepto de emprendedora, empresaria, ejecutiva, no estaba tan claro. La organización nació como de empresarias, aunque la mayoría éramos ejecutivas, pero el concepto era seguir una filosofía y desarrollar esa propuesta que nos había hecho Lidia y que era tan novedosa. Y lo era porque, de alguna manera, la propuesta de valor que había atrás era un conjunto de mujeres apoyándose, generando una red de contactos, viendo qué barreras o qué dificultades comunes había, pero desde una actitud positiva, no desde la queja. El objetivo era construir y generar alianzas, redes, iniciativas que hoy son muy comunes. 

Considero que OMEU es un gran emprendimiento que tomó vuelo y que pasó a ser un referente en lo que tiene que ver con la promoción del empoderamiento femenino y, sobre todo, en lo que respecta a la autonomía económica a través de todos sus programas. En lo que a mí concierne, tuve la suerte de colaborar en esa génesis. 

El año pasado OMEU cumplió 15 años, y en ese tiempo las transformaciones se han dado en todos los niveles. ¿Cuál es el presente de la organización? 

Hubo un crecimiento orgánico muy importante a raíz de, justamente, pensar la organización como un proyecto de compromiso social. Eso llevó a que se desarrollaran programas específicos para los tres públicos. Cada público es una e: la empresaria, la emprendedora y la ejecutiva. Dentro de las emprendedoras hay dos programas que son, para mí, como los buques insignia. Uno es el Más Emprendedoras, que tiene su historia y se inició en Endeavor hace muchos años, y que después pasó a ser ejecutado por OMEU. El otro programa se llama Entre Todas, que atiende a mujeres de contexto vulnerable en todo el país. Realmente, es uno de los programas al que más cariño le tengo, porque es lo que te lleva al territorio, a ver las realidades sin que te las cuenten, donde ves las necesidades y las problemáticas, que todo sigue siendo centralizado y que son pocas las cosas que llegan al interior profundo. Todo el equipo de mentoras de ese programa recorremos el país, y lo hacemos en forma honoraria, con amor, con el compromiso de querer ayudar a otras mujeres en lo que tiene que ver con su autonomía económica. Llegamos a los pueblitos más chiquititos que te puedas imaginar, desde Vichadero a Solís de Mataojo, por darte ejemplos. Son localidades muy chiquitas, donde realmente las cosas no llegan. Después de esas jornadas volvemos cansadas físicamente, pero a la vez regresamos con una energía que nos hace redoblar la apuesta. Capaz que uno lleva un poquito de algo que parece que es mínimo, pero que de repente estás ayudando a que esa emprendedora empiece a pensar en cómo formalizar su negocio para realmente poder crecer, a cómo puede aplicar estrategias de venta y empezar a dar pasitos pequeños, pero que para ellas son muy significativos. Entonces, el retorno es tan grande que nos gratifica inmensamente. Todos los programas lo son, pero este tiene ese componente social, de territorio, que te lleva a tener un contacto y a darte cuenta de que estamos sacando algo de Montevideo para llevarlo al resto del país y eso es muy lindo. Es una forma, además, de acompañar las políticas públicas y de trabajar en la autonomía económica de las mujeres. Eso, ¿por qué es tan importante? OMEU en realidad no se dedica a tratar temas de violencia, no es ese nuestro expertise, y las distintas capacidades las volcamos para el lado de trabajar en el emprendedurismo, en el fortalecimiento de las habilidades para generar negocios, pero indirectamente sí lo estamos haciendo, porque la autonomía económica es lo que te permite salir de otros lugares, entre ellos, del flagelo de la violencia. Si no tenés autonomía, no podés salir del lado de la violencia, o del lado de la persona violenta. 

¿Cómo afecta la desigualdad de género a las mujeres? 

En realidad nos afecta de muchas maneras, porque hay desigualdades estructurales y también culturales. Dentro de las desigualdades estructurales hay brechas salariales que son reales. Hay mujeres que no perciben la misma remuneración que un hombre aunque el trabajo sea de igual valor. Pero también hay otras que son culturales, como por ejemplo que la mujer tiene la mayor tarea y responsabilidad en lo que tiene que ver con los cuidados del hogar. Si bien los varones jóvenes están adoptando cada vez más la corresponsabilidad, las estadísticas indican que las mujeres dedican más de dos tercios de su tiempo en comparación con los hombres a las tareas de cuidado ya sea de los niños, de la casa, de los adultos, o de situaciones de discapacidad. Entonces, eso es una limitante para que una mujer vuelque a la fuerza laboral el tiempo que, por ejemplo, un hombre podría llegar a disponer si no tiene esas tareas a su cargo. Esas son cuestiones culturales, sociales, razones históricas que de a poco van cambiando, pero aún estamos muy lejos. Por eso digo que hay brechas de distinto tipo. 

Seguramente Uruguay no es ni el mejor ni el peor de la clase en igualdad de género. ¿Qué pasa con este tema cuando vamos a sectores clave? Por ejemplo, empecemos por el mundo de las empresas. 

Como tú decís, no somos ni los mejores ni los peores. Hemos tenido avances, y las cifras muestran mejoría en todos los indicadores en lo que tiene que ver con mujeres accediendo a puestos de liderazgo, a cargos de decisión, y también en cuestiones operativas que antes eran típicamente masculinas, como puede ser el transporte o la construcción.

Seguimos teniendo debes importantes, por ejemplo, en lo que tiene que ver con las carreras de tecnología, con lo que se llama las brechas STEM -ingeniería, matemáticas, física, química-. Ahí vemos que muchas veces las niñas no tienen predilección a nivel de la etapa escolar, de la enseñanza media o secundaria, porque tampoco hay modelos de rol, no se incentiva. Seguimos con esos estereotipos de ‘la nena en la cocina, en la casa, y el varón en el fútbol y en los negocios’. Y vamos creciendo con esas cosas. Es muy importante incentivar desde la educación justamente estas construcciones, de que cualquier persona puede ser lo que se proponga y su capacidad y talento le permitan, sin que tenga que haber una distinción por género. 

Pasemos al mundo de la política, porque ahí se definen un montón de cosas a nivel social.

Totalmente, es como decís. Hace unos días leía que uno de los proyectos que se va a retomar o desarchivar, porque el año pasado se votó y no se obtuvo la cantidad de votos suficientes, es el proyecto de ley de paridad. Puede ser discutido, como se discutió en su momento la ley de cuotas, pero la realidad es que cuando tenemos situaciones desiguales se necesitan mecanismos o acciones afirmativas que permitan, transitoriamente, equiparar las cosas para que después, en el futuro, sigan caminando solas de manera equilibrada.

Entonces se va a retomar esa votación. Creo que está la voluntad para que ese proyecto salga, porque la realidad es que las mujeres están subrepresentadas en la política. Ni siquiera en este nuevo gobierno hay paridad en los ministerios. Sin duda que hay muchos cargos que se van a estar llenando y el Poder Ejecutivo está nombrando una cantidad de mujeres en cargos estratégicos, pero todavía estamos lejos de la paridad. Por eso se precisan normativas que vayan acompañando este cambio.

En Uruguay, según datos de la Cámara de Comercio y Servicios, aunque las mujeres representan el 55,8% de la fuerza laboral en las pymes, solamente el 11% ocupa cargos de dirección o toma decisiones. Y en el caso de las grandes compañías, esta cifra se reduce al 7%. ¿Qué lectura hace de esos datos? 

Primero, que es una foto de la realidad. Es una realidad que ha mejorado lentamente, pero que continúa. Estas mismas barreras de las que hablábamos antes no reconocen ni estatus social ni económico, sino que se dan a todo nivel; se dan tanto a nivel de trabajos domésticos como de cargos gerenciales o de dirección.

Es necesario trabajar en cambiar la cabeza de las organizaciones públicas y privadas para lograr que, de a poco, las mujeres lleguen a mayores cargos de decisión, a poder sentarse en la mesa chica como decimos nosotros. 

En cambio, en las empresas B de Uruguay, las mujeres ocupan el 58% de los cargos de dirección. ¿Por qué es diferente la realidad en este tipo de empresas? 

Yo creo que por el modelo de cómo están pensadas las empresas B. Precisamente, es un modelo que apunta a seguir el cumplimiento de Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), entre ellos, el ODS 5, que busca la igualdad. Entonces, no es una cuestión discursiva, sino que lo tratan de llevar a su objeto social, que por supuesto es empresarial, es económico, pero cumpliendo con otras estrategias que tienen que ver con gobernanza, ambiente y aspectos sociales, entre los cuales está la igualdad de género. 

¿A nivel laboral ha enfrentado algún obstáculo por el hecho de ser mujer? 

Si bien tuve la libertad o la oportunidad en mis 30 años de trabajo en una firma jurídica de desarrollar plenamente algo que por supuesto no era una vocación, porque era algo inédito, pero que después sí se transformó en un trabajo apasionante, tuve las barreras propias de aquella época, y que aún persisten. Me refiero a una cultura donde los socios eran todos hombres, desde que yo ingresé hasta 20 años después, donde las primeras mujeres socias entraron relativamente hace poco tiempo. Esas cosas son parte de esa misma realidad que me tocó vivir. Quizás, por mi modo de ser que es bastante resiliente, no me cuestioné demasiadas cosas, lo tomé como datos y jugué con esas reglas de juego para disfrutar de lo que hacía, pero visto hoy en perspectiva creo que claramente era un modelo que le costaba todavía plantearse los cambios. Si bien muchos aspectos eran de avanzada y con buenos propósitos, la realidad de la foto mostraba otra cosa. 

¿Cómo cree que las mujeres pueden empoderarse mutuamente? 

De varias formas… Trabajando en red, con una red de contención, con mentorías, con modelos de rol, poder tener ese círculo de confianza que te permita contarme tu experiencia y dejar que te ayude -‘a mí me pasó esto, te lo cuento por si te sirve’-, referenciarnos unas a otras. Siempre digo que en OMEU se me ejercitó el músculo de ser conectora, y todas hacemos eso. Decir ‘yo conozco a fulanito, dejame que me fije en mi agenda, quién te puede ayudar, quién puede saber de este tema, llamala que te va a atender’… creo que ese tipo de cosas son lo que hacen querer genuinamente abrirle la puerta a otro, sobre todo cuando tuviste que pasar un camino dificultoso. Si no tenés el síndrome de la abeja reina, lo que hacés es tratar de evitarle la mayor cantidad de dolores posibles a la otra persona, y ayudarle a abrir la puerta. Ahora, si lo tenés, el razonamiento es el inverso, es que pase lo mismo que yo pasé y que sufra más si puede, y luego ver si llega. Lamentablemente hay mucho de eso todavía, pero por suerte me ha tocado rodearme de mujeres de las cuales aprendí un montón, que han sido súper generosas, que han estado lejos de ser abejas reinas. 

¿Qué rol juega la educación en la lucha por la igualdad de género? 

Es clave, porque en esto de los estereotipos y de las construcciones sociales seguimos siendo las familias las que educamos a nuestros hijos. Yo tengo dos hijos, uno de 25 y otro de 11. Creo que el chiquito me está saliendo mucho más descontracturado y deconstruido que el grande, que por supuesto hace más años que me escucha de esta manera.

¿Estamos educando bien en ese sentido? 

Lo estaremos haciendo bien en la medida que pongamos estos temas en la conversación y que los hablemos a todo nivel, pero sobre todo que la conversación incluya también a los hombres. Y como te decía, no puede ser desde la queja o desde el lado negativo que vamos a librar cambios. Debemos convencernos de que esto es bueno para todos, de que somos complementarios todos los seres humanos. Ni desde nuestro lado, ni del mío personal, ni del de OMEU, mucho menos del de la Cámara de Comercio, esto significa un enfrentamiento, sino que es sumar, anteponer el principio ganar-ganar. Es un trabajo que lo tenemos que hacer desde lo individual, desde lo familiar, pero también desde la educación. Creo que hay temas a incorporar en la agenda educativa, como las TIC, sobre lo cual hablábamos recién. Hay que sacarle el miedo a algunas cosas y empezar a hablar con naturalidad. Yo creo que en la medida en que uno se acostumbra a hablar de algunos temas o los incorpora a las conversaciones con naturalidad, te quitan peso, y el mejor ejemplo lo tengo en mi vida personal. Mi hijo mayor es adoptado y yo hablo de él desde que tiene dos días, desde que está conmigo. Y creo que eso me hizo, de alguna manera, tratar el tema con tanta naturalidad que jamás ha habido una diferencia entre él y el más chico, que es hijo biológico. Hay que tratar los temas con naturalidad, no puede haber conversaciones difíciles, y si las hay, tenemos que buscar esas estrategias para que no nos pesen y sacar cosas positivas de eso. 

¿Cuánto importa la independencia financiera en este tema? 

Sin duda que es libertad. Es libertad para tomar tus decisiones, es libertad para decidir quedarte o irte de un lugar incómodo, o quedarte o irte de uno que no necesariamente es zona de confort pero es donde te sentís seguro. 

Cuando te preguntan ¿qué es lo que querés para tus hijos?, creo que uno quiere la felicidad, pero también la quiere para uno mismo. Entonces, si no tenés un trabajo digno o si no podés cubrir necesidades básicas, por más que tengas otros aspectos de tu vida equilibrados, no estás completo. Por tanto, sin duda que la independencia económica es fundamental. 

La brecha salarial sigue siendo un tema considerable como lo mencionamos antes en la charla. Ahora, ¿cómo estamos en Uruguay con respecto a la región en ese tema?

En el ranking de remuneraciones estamos mejor que otros países, pero hay un tema que es contradictorio, porque si bien tenemos altos índices de pobreza, en general Uruguay está considerado como un país de renta alta, y eso hace que no llegue cooperación internacional que sí llega a otros países. Entonces, hay muchas acciones que desde la sociedad civil o desde otros organismos se pueden llevar adelante pero que no están llegando a Uruguay. 

Pero volviendo al tema de la brecha, en el sector privado es más alta que en el sector público, aunque también en este último existen algunas diferencias. Si bien se ha mejorado, el otro día escuchaba en un informe que se hizo desde ONU Mujeres que para eliminar la brecha se precisarían 137 años. O sea, no lo vamos a ver ni tú ni yo, ni las dos o tres generaciones que vengan después que nosotros. 

¿A nivel país se están tomando las medidas suficientes para llegar a la igualdad? 

Hace unos días, en el acto oficial del 8M del Consejo Nacional de Género, se publicó un documento que tiene todas las medidas que cada ministerio va a llevar adelante para incorporar el tema de la igualdad de género en sus agendas. Esto es a la interna de cada uno de esos organismos, pero después está la otra parte, es decir, qué es lo que va a hacer con esa misma agenda cada uno desde su área de influencia, de alguna manera, desde el servidor público hacia el administrado, que somos todos nosotros.

Esto recién empieza, hay políticas de Estado que se continúan. Creo que hay muy buenas intenciones y muy buenos programas y propósitos. Ahora entra a jugar la responsabilidad de todos de acompañar que esas iniciativas se ejecuten y se lleven a la realidad. Obviamente que el Estado no puede resolver todo, y eso lo tenemos que tener muy claro. Entonces, el sector privado tiene que poner su gran grano de arena y también cada uno desde lo individual, porque todos podemos hacer algo. 

El año pasado participamos de una iniciativa de ACDE (Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa) que está haciendo un trabajo muy interesante con los privados de libertad del exComcar. Junto con Manpower se dan capacitaciones y se prepara para la inserción laboral a quienes están próximos a recuperar la libertad. La mayor reincidencia se da porque las personas salen con los 60 pesos del boleto en el bolsillo y no tienen a dónde ir. La idea de este tipo de iniciativas es que cuando esta gente recupere la libertad tenga trabajo. Y quien más recibe a estas personas, lo que está muy vinculado con lo que hablábamos hace un rato de las mentorías, es el sector de la construcción. Esto resuelve muchas situaciones, porque si no tiene casa, el obrador de la obra es la casa. Ahí ya no tiene un mentor, pero es el capataz de la obra el que le da los lineamientos, el que termina la formación. Y eso mismo se puede hacer en la Cárcel de Mujeres, y ahí hay una diferencia: que las mujeres reinciden mucho menos. Hay un alto índice de privadas de libertad que están por temas de microtráfico y la reincidencia es muy baja, entonces tenés la posibilidad de hacer un buen trabajo ahí y lograr un cambio. 

¿Qué podemos aprender de las luchas pasadas por los derechos de las mujeres? 

Lo primero que deberíamos aprender es a no repetir lo que llevó a dar esas batallas. Después, tener en cuenta que hubo personas valientes, no solamente en los temas de las mujeres, sino en tantos órdenes de la vida donde siempre hay un pionero que tuvo la valentía de dar ese primer paso. Además, tratar de no ser refundacionales; tomemos las cosas buenas y construyamos a partir de eso. También mirar lo que son buenas experiencias de otros, no pretender inventar la rueda. Ver qué es lo que ha funcionado, tomar buenas experiencias, ejemplos. Yo creo que se acortarían muchos procesos en distintos órdenes si miráramos qué es lo que se está haciendo.


Participación de las mujeres en posiciones de liderazgo 

Uruguay se encuentra muy rezagado con respecto a la región en la participación de las mujeres en el Parlamento nacional: en la actualidad la diferencia es de 7 puntos porcentuales (29% en Uruguay y 35.8% en la región). 

En 2023, los niveles de participación en gobiernos locales y en cargos directivos eran bajos, pero similares a la región: en torno a 26-27% en gobiernos locales y 36-37% en cargos directivos.

Trabajo no remunerado (TNR) y corresponsabilidad

De las 47 horas que se dedican a la semana para el TNR (nivel similar al que se realiza para el trabajo remunerado), las mujeres se hacen cargo de las dos terceras partes y los hombres solo de un tercio. 

Las tres cuartas partes del tiempo se dedica al trabajo doméstico (36 horas semanales), 16% al cuidado infantil (ocho horas semanales) y el resto al cuidado de personas en situación de dependencia. Las mayores brechas de género se encuentran en el tiempo dedicado al trabajo doméstico (10.6 horas semanales más las mujeres respecto a los hombres), y la participación en el cuidado infantil (solo 50% de los hombres participa en el cuidado infantil, mientras lo hace el 75% de las mujeres).

Brecha salarial

Las mujeres de los estratos bajos de ingresos tienden a tener una maternidad temprana y su trayectoria educativa es más corta. Siguiendo con este nivel, el 30% de las mujeres se encuentran inactivas por realizar los quehaceres domésticos. A su vez, el desempleo en este segmento es del 25%, el subempleo del 30% y la informalidad del 60%.

Las mujeres con nivel educativo secundario registran una brecha de ingresos por hora del 18.5% respecto de los varones y tienden a estar en sectores informales y aumentan su carga de cuidados. 

Las mujeres con nivel terciario no tienen problemas de empleo, pero registran una brecha de ingresos por hora del 16% respecto de los varones.

Las mujeres tienden a estar subrepresentadas en las áreas STEM (ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas): del 8,8% de las personas que trabajan en esta área, el 75.7% son varones y el 24.3% son mujeres.

Fuente: Perfil de Género de ONU Mujeres


Una historia de superación 

En esas salidas al interior del país que realiza el equipo de mentoras de OMEU, y de las que Anabela forma parte, una historia en particular la marcó. Fue la de un grupo de mujeres de Rocha que cosechan almejas en una cooperativa, y lo cuenta en la charla.    

“Fuimos a dar un taller al Chuy con mujeres de Rocha, y al mismo concurrió un grupo de almejeras. Participó todo el grupo de la cooperativa, liderado por Nancy Schuch. Ver el liderazgo que esa mujer, que vivía de la cosecha de almejas, tenía en ese grupo, conocer cómo sacó a una cantidad de mujeres adelante, cómo las llevó a capacitarse, cómo fue motor, me conmovió. Su activismo positivo, y la forma en cómo fue buscando fuentes alternativas de trabajo, es muy destacable. En todas las ediciones hay casos que son muy conmovedores e inspiradores, pero el de ella me quedó grabado. Esta mujer nos contó una anécdota, que la voy a replicar. Con su aparente precariedad empezó a ir a los restaurantes más finos de Punta del Este a ofrecer su producto. Llegaba e iba golpeando la puerta de servicio de cada restaurante, hasta que la empezaron a conocer, ver la calidad de lo que ella ofrecía, y enterarse de la historia que había detrás de lo que hacía. Ahora la hacen entrar por la puerta principal y los clientes la conocen y la saludan. Te erizaba la piel su relato porque ibas viviendo cómo ella se fue superando a sí misma, cómo fue fortaleciéndose y sobre todo cómo encontró una forma de generar ingresos para un grupo importante en un lugar donde no había casi nada.

Es una historia que me impactó mucho, y que además terminó siendo un documental que está en YouTube”, relató la entrevistada.