Cada año, la industria de servicios globales alcanza una facturación de unos US$ 200.000, y sólo en América Latina emplea a 600.000 personas. Pero los nuevos cambios en los mercados, producto de la globalización, van más allá y ahora ponen el foco en ciudades secundarias, frente a lo cual el Interior de Uruguay se abre paso.
Por Anahi Acevedo | @PapovAnahi
Son las tres de la tarde. Dentro de las oficinas de los altos y modernos edificios que se yerguen en la zona de Buceo los empleados de las compañías se encuentran en pleno desarrollo de su labor. Allí, bajo la flamante torre del World Trade Center (WTC) Free Zone, donde se alojan empresas que han llegado desde otros puntos del mundo a Uruguay, Martín Bouza y Mario Tucci, cofundadores y socios de MVD Consulting –empresa dirigida a la consultoría de negocios- se disponen a una charla con Empresas & Negocios sobre la incidencia de la globalización en las compañías uruguayas.
El escenario no es ajeno al motivo de la entrevista. Tras los amplios ventanales de la cafetería, se observa la construcción de la segunda torre de una nueva zona franca de servicios en un edificio que será de forma elíptica para transmitir dinamismo y evolución. Esa misma evolución que parece representar la economía global, con sus nuevos paradigmas y donde la innovación es el factor clave para la continuidad.
Conocido es que la globalización se enmarca en los beneficios que otorga el desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación, permitiendo, de este modo, nuevos puestos laborales en cualquier parte del mundo.
Un reciente informe, realizado por MVD Consulting, da testimonio de que la industria de los servicios globales alcanza una facturación aproximada a los US$ 200.000 millones anuales. Además, señala que la tasa de crecimiento de esta es superior que la de la economía general, y que en América Latina abarca el empleo de alrededor de 600.000 personas, quienes generalmente perciben ingresos superiores al promedio. Al mismo tiempo, los sistemas móviles, de analítica y los basados en la nube –servicios de transformación digital- se desarrollan a un ritmo del 20% anual.
Pero la instalación de empresas foráneas en América Latina es de larga data. En un primer momento, llegaron en busca de mercados y clientes. Con el desarrollo tecnológico, las compañías comenzaron a poner en la mira bienes y materia primas, y más recientemente lo ha hecho con los servicios. Más allá de aquellas firmas que llegan desde otro continente, es necesario resaltar la presencia, en otros países y regiones, de compañías uruguayas.
Los nuevos cambios en los mercados tienen consecuencias en todas las empresas, asegura Tucci, incluso en aquellas que no son globales. La competencia ya no es más con el comercio lindero, sino también con aquellos extranjeros. Las nuevas tecnologías han acercado las empresas de todo el mundo a los consumidores. De esta forma, a través de una red social, una persona puede conocer cómo son los locales, la atención y los productos de compañías líderes, y exigirá lo mismo en su país, aseguró el especialista.
Por otro lado, Bouza subrayó que, aunque no todas las empresas necesitan ni desean vender afuera, la globalización no es una opción. “Estás globalizado, quieras o no. Las empresas que piensan que por no tener la decisión de internacionalizarse están protegidas internamente, no están en lo cierto”, aseguró. Un ejemplo de ello es la reciente llegada a Uruguay de Starbucks y el próximo arribo de H&M. “Se tienen que tomar prácticas globales, este es, quizá, el concepto que más cuesta comprender por parte de los empresarios”, declaró.
Uruguay no está ajeno a la velocidad con la que se globaliza, pese a que no hay tantas empresas globales como en otros países de América Latina. Uno de los factores a tener presente en este nuevo panorama es que la velocidad de los cambios no sucede de forma lineal, sino, por el contrario, exponencial, haciendo que en la primera curva no se percibe el cambio, pero cuando sí se nota, ya es muy tarde.
Las empresas que trabajan en servicios globales están asociadas, mayormente, a las tecnologías de la información y comunicación, pero también a otros rubros, como los servicios financieros, la arquitectura e ingeniería. “Según Uruguay XXI, hay unas 1.000 empresas, exportando servicios hacia el globo, y 20.000 uruguayos trabajando en distintas áreas e industrias exportando conocimiento hacia afuera”, comentó Tucci.
En este nuevo camino se encuentran los empresarios acostumbrados al proceder de la forma clásica, y quienes aún no sienten en demasía la presión de la globalización. Al mismo tiempo, están aquellos que la sienten y se adaptan rápidamente a las prácticas globales, pero también se encuentran quienes no lo pueden realizar y quedan por el camino. No obstante, al mismo tiempo, se observa una renovación generacional importante. “Uruguay tiene un gran componente de empresas familiares y, conforme las nuevas generaciones se involucran, se empieza a comprender el mundo de otra forma y a incorporar practicas diferentes en sus organizaciones”.
Lo que buscan los foráneos
Una empresa que busca locaciones en el mundo se centra en una ecuación de costos eficiente, que puede englobar incentivos fiscales. Pero no es lo único. También se busca accesos a mercados, recursos humanos hábiles, diversificar riesgos en un lugar tranquilo, seguridad jurídica y fiscal. De ellos, Tucci resaltó que la calidad de vida y el entorno se han convertido en uno de los factores más importantes.
Uruguay no es un gran receptor de inversiones en servicios, dado que se encuentra lejos de los principales mercados, como Europa y Estados Unidos. A esto se le suma el hecho de que somos un país de perfil bajo y que no poseemos un gran mercado interno. Buenos Aires, San Pablo, Costa Rica y Santiago de Chile normalmente se anteponen a Montevideo. Sin embargo, a pesar de esto, nuestro país se abre camino enfocado en la transparencia, coherencia y tranquilidad jurídica.
Frente al hecho de que los costos de nuestro país son elevados, se debe competir con entregar un producto o servicio de buena calidad. Dentro de ello, se destacan algunas industrias fuertes, como la financiera o la de software.
Por otra parte, las mayores preocupaciones son la sustentabilidad de la inversión, indicó Bouza, lo que se traduce en un ecosistema macroeconómico y político estable -frente a lo cual llevamos una ventaja en comparación con nuestros vecinos-, así como también la sustentabilidad desde el punto de vista del talento, sobre lo cual el especialista señaló que Uruguay debe prestar atención, ya que esto es lo que más preocupa. De todas formas, dijo que nuestro país posee muy buen talento y que se debería esperar un mayor grado de aprendizaje del idioma inglés. “Debemos prepararnos porque, si nos descubren, a lo mejor la ganamos”, aseveró Tucci. “Todas las empresas se instalan con 30 personas, y luego suben en forma exponencial, y eso es porque encuentran valor y el costo disminuye”, añadió.
El crecimiento del Interior
Una de las incidencias de la globalización es que las ciudades secundarias comienzan a cobrar una mayor relevancia debido a la instalación de empresas en ellas. MVD Consulting difundió a través de un estudio que es en estas localidades donde crecen, en mayor medida, los centros de servicios globales. Se estima que más del 70% de los nuevos centros empresariales se instalan en ciudades secundarias a nivel latinoamericano.
Uruguay no es ajeno a esta tendencia, observándose la conformación de grupos de trabajo donde parte del equipo se encuentra en el Interior del país y, por otro lado, la exportación directa al exterior desde centros ubicados fuera de Montevideo.
En el marco de afianzar este proceso es que semanas atrás la Cámara Uruguaya de Tecnologías de la Información (CUTI), el Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM) y Antel presentaron el proyecto Jacarandá, el que busca fomentar los equipos de trabajo en el Interior dentro del sector tecnológico, a través de la reconversión de salas de videoconferencia en espacios de cowork desde los cuales se pueda trabajar remotamente. En este sentido, algunas compañías se encuentran derivando parte de su desarrollo a Paysandú, Salto y Bella Unión.
La buena conectividad de nuestro país, la creciente demanda de recursos humanos en el sector de las TICS y costos más bajos que Montevideo motivan este proyecto.
MVD Consulting consultó en junio pasado a compañías que se encuentran trabajando desde el Interior del país en esta modalidad, desde las cuales la mayoría de ellas se dedica al área la externalización de la tecnología de la información, mientras que la minoría se dedica a la tercerización de servicios de negocio. En el Interior, se encuentran estas empresas trabajando desde Artigas, Salto, Paysandú, Río Negro, Colonia, San José y Maldonado.
Las razones por las que se instalan las compañías aquí se debe, en su mayoría, a que los miembros del equipo deciden volver a sus hogares en el Interior, ya sea por razones familiares o personales. De esta forma, primero se conforman los equipos con la persona que se radica allí, y luego se suma, progresivamente, gente a su cargo, señala el estudio.
Además, figura que en varios casos las empresas que tienen equipos en el Interior también los tienen fuera del país, y que el perfil de las tareas realizadas parece ser diferente para Montevideo y para el Interior. Al mismo tiempo, de las tareas realizadas por los equipos que se ubican en el Interior del país, en la mayoría de los casos se exporta el total del trabajo realizado.
Actualmente, entre Montevideo e Interior en las empresas consultadas trabajan unas 541 personas, de las cuales 84 están en el Interior del país. Se estima que, para el próximo año, estas compañías –entre la capital y el Interior- concentrarán 676 trabajadores al constatarse un crecimiento del 31% al cierre de 2018, de las cuales 191 estarán fuera de Montevideo. Sin embargo, estas empresas aún son muy pocas y se trata de aproximadamente 15 de las 500 que se encuentran trabajando en la industria del software.
“En el Interior hay mucho para hacer. La globalización allí todavía tiene mucho para construir”, remarcó Tucci.
Los beneficios de que las empresas se encuentren trabajando en localidades secundarias generan prácticas diferentes y novedosos estilos de comunicar, señaló Bouza. Al igual que los cambios tecnológicos, esta tendencia se encuentra enmarcada en una curva exponencial, por lo que aseguró que posiblemente se comenzará a ver un mayor desarrollo de esta tendencia de forma rápida.
La necesidad de infraestructura
Para que esta tendencia se pueda incrementar, es necesario el desarrollo de infraestructura acorde. No obstante, al tratarse en su mayoría de empresas de servicios, el menester más importante es una buena conexión de internet, aspecto en el cual Uruguay se destaca en la región.
Al mismo tiempo, mientras que en Maldonado y Colonia se proyectan dos WTC, existen coworks en Salto y Paysandú. La Universidad Tecnológica en Fray Bentos también hace su aporte. “Se están empezando a crear condiciones. En ocasiones Montevideo resulta caro e inseguro, y para quienes vivieron en el Interior la posibilidad de volver se comienza a transformar en una realidad”, comentó Tucci. Desde MVD Consulting aseguran que también algunos montevideanos decidirán ir a trabajar al Interior.
Bouza, en tanto, expresó que la curva aún es incipiente, pero algunos gobiernos departamentales entienden que tienen que trabajar en el desarrollo de estas iniciativas, ya que lo ven como una oportunidad de desarrollo económico para su municipio. El motivo es que los trabajadores requerirán también de nuevos servicios que impulsen las economías locales. A esto se le debe sumar el atractivo que representará para aquellos habitantes de las ciudades pertenecientes a países vecinos, como lo puede ser Concordia, Colón o Santana do Livramento.
Pero, para que se desarrolle, esta tendencia debe ser difundida, aseguran. “Precisamos universidades que muestren ejemplos de desarrollo en el exterior del país, intendencias que manifiesten su vocación para atraer, retener y dar incentivos a las empresas que se instalen en Uruguay, o programas como Jacarandá”, enumeró Bouza.
Tucci, por su parte, opinó que es necesario, antes que nada, creer que esto es posible. “Tenemos que hablar más del Interior, somos un país chico, pero aun así algo está empezando a cambiar. Que haya dos WTC simultáneos, fuera de Montevideo, dice algo, porque son inversiones a largo plazo”, reflexionó el ejecutivo.
Atentos: fuga de cerebros
Desde MVD Consulting entienden que uno de los problemas por los cuales los profesionales deciden instalarse en el exterior no se debe en su mayoría a cuestiones económicas, sino a desafíos intelectuales.
La globalización y la exportación de servicios hacen que ese talento encuentre su desarrollo en Uruguay, aseguró Tucci, dado que “indefectiblemente, estos serán mejores pagos”.
Igualmente, en las industrias relacionadas al software la mecánica de trabajo es distinta, y es aquí donde aparecen los ya conocidos meetups, es decir, encuentros de gente interesada en un tema pero que trabajan en lugares distintos. “Pensamos que Uruguay esta mucho más globalizado y, por lo tanto, las personas no necesitan irse para tener esa experiencia que antes buscaban”, remarcó.
Un pedido de ayuda
A MVD Consulting concurren empresas que desean desarrollarse dentro del mundo globalizado. En el último tiempo, estas compañías han crecido. En las economías más avanzadas es frecuente que las empresas soliciten ayuda externa, pero en América Latina esto no sucede en la misma medida y, por el contrario, se observa un comportamiento más ligado a que el empresario intente resolver todo por sí mismo. “Sin embargo, estamos viendo que las nuevas generaciones entienden que lo que precisan es ayuda”, expresó.
La mayoría de ellas responden a empresas de servicios, aunque también se nota un crecimiento en el sector de retail, debido a la llegada de empresas extranjeras con mejores precios.
Bouza, en tanto, declaró: “Vemos que todas las empresas a las que hemos ayudado generan prácticas globales de competencia que luego las trasladan al mercado local y que se convierte, automáticamente, en más competitivo, porque tiene un efecto colateral de beneficios cuando una empresa sale a competir”.
No solo recurren por ayuda empresas pequeñas o que recién comienzan su camino, también lo hacen empresas grandes, con más de 100 personas y con una porción del mercado interesante, las cuales notan que sus márgenes van decreciendo, pero –lo más importante- son conscientes de que no responden ágilmente a las oportunidades.