En el fútbol, los buenos resultados traen consensos que respaldan las estrategias implementadas para obtenerlos. Previamente, es difícil lograrlos. También hay que tener un poco de suerte. ¿Qué hubiera pasado si el penal de Ghana terminaba adentro en 2010 y Uruguay quedaba eliminado en cuartos? ¿Habría sido todo igual? Creemos que no. Por otra parte, la visión estratégica y la práctica de replicar aspectos de historias exitosas suele conducir a buenos resultados. Veamos los motivos.
Por Carlos Saccone | @CarlosSaccone
¿Habríamos tenido al Maestro Tabárez hasta ahora al frente de la selección si Martín Cáceres erraba el penal contra Argentina en la Copa América de 2011? No lo podemos saber, pero seguro que las cosas hubieran sido diferentes. En fútbol, los resultados mandan, lo que es lógico. A partir de buenos resultados y campañas exitosas se cimienta el respaldo a la estrategia. Podrá argumentarse que es esto a la inversa de lo que ha planteado el Maestro Tabárez, conocido por su frase “el camino es la recompensa”. Es verdad que el recorrido sí importa.
El fin no justifica los medios, pero si no lo traducimos en logros concretos, en avances, en mejoras, será difícil estar satisfecho solamente con recorrer un camino. Hablamos de procesos de “mejora continua”. Que pueden ser más lentos o más rápidos, pero hay que progresar o, por lo menos, intentarlo. También intervienen y ayudan factores que no dominamos ni podemos influir. Tasas en dólares en 0% durante nueve años o que nos haya tocado Arabia y Egipto en el grupo, son factores que exceden nuestro ámbito de influencia.
Esto se aplica también a la política y a la economía. ¿Cómo? Cuando se juzga muchas veces de forma apresurada a políticas y programas por sus intenciones, en lugar de por sus resultados. No afirmamos aquí que no haya que apoyar las buenas intenciones, pero cuando hablamos de temas sensibles que involucran política pública y, por ende, el bienestar de la gente parece mucho más razonable juzgar por los resultados. “¿Esta medida, luego de aplicada, fue buena, mala o neutra?” Esa es la pregunta que debería hacerse.
¿Qué han hecho los principales países del mundo para lograr buenos resultados en beneficio del progreso de sus habitantes? ¿Qué podemos imitar de ellos como para replicar en Uruguay?
Algunos aspectos son clave:
- Estabilidad macroeconómica de mediano y largo plazo.
Creemos que este es el aspecto clave, el corazón. No existe ningún país desarrollado en todo el mundo que haya tenido inflación alta (digamos de más de 5%). Por otra parte, sí está comprobado que cuánto más alta la inflación, menos previsible y volátil se vuelve, más inestabilidad trae y más afecta las decisiones de consumo, de inversión y de ahorro. La inestabilidad y la imprevisibilidad contamina los procesos de toma de decisiones y exacerba la “aversión al riesgo” de los agentes. En casos extremos, como Venezuela en este momento, y Argentina en otra época, llega al punto del deterioro absoluto de la confianza en la moneda local, llevando a volcar las preferencias hacia moneda extranjera -en nuestra región y en varias del mundo, los dólares americanos-. Diría que es éste el tema central sobre el que se necesita trabajar. El resultado que debemos buscar, en primer lugar, es consolidar la inflación en niveles, como máximo, cercanos a la mitad de la actual, durante un período prolongado. Esto es lo primero, que contribuiría a despejar un factor de incertidumbre. Ningún país desarrollado tiene inflación alta. La válvula de ajuste no se puede hacer a través de un aumento de la inflación que licúa los ingresos fijos.
- Facilidad para hacer negocios.
Este ranking, que es publicado anualmente por el Banco Mundial, releva once factores. La investigación compara la situación de 190 países. Uruguay ocupa el lugar número 94 en la última medición, donde se ha mantenido en los últimos años
- Apertura comercial
Aquí también encontramos a Uruguay muy rezagado. Uruguay es un país relativamente cerrado si lo medimos por el cociente de exportaciones + importaciones en términos de su PBI. Si, somos un país cerrado al comercio. Uruguay se encontraba en el lugar 139 de 160[1]. No tenemos acuerdos comerciales, mientras que otros países los están haciendo.
- Existencia de mercado de acciones
En este último punto me remito a ediciones anteriores de Empresas & Negocios a través de las cuales hemos intentado transmitir la necesidad que existe en Uruguay de contar con un mercado. Esto redundaría en múltiples beneficios para empresas, ahorristas e inversores y, en definitiva, para el progreso de la sociedad en su conjunto. Un aspecto clave aquí es “quién empieza”. Pensamos que las empresas públicas tienen el tamaño necesario y son lo suficientemente conocidas por el público como para que finalmente sean ellas las que comiencen por abrir su capital emitiendo acciones en el mercado local. El Estado podría continuar controlando la mayoría, pero los ciudadanos también tendríamos la posibilidad, invirtiendo en ellas, de tener voz y voto, mejorando la calidad del gobierno corporativo. Existe abundante evidencia académica que correlaciona positivamente el desarrollo del mercado de acciones con el desarrollo de un país. Al mismo tiempo, no hay más que ver qué sucede en el mundo para verificar que no existe país desarrollado, por más chico que sea, que no tenga un fuerte desarrollo en su mercado de acciones como soporte fundamental del dinamismo económico.
Ha quedado fuera del análisis el tamaño del sector público. ¿Por qué? Por la simple razón de que no se verifica que éste tenga relación directa con el éxito o fracaso, dado que, analizado de forma independiente, poco tiene para decir. En particular, si seguimos la misma línea de razonamiento con respecto a países desarrollados. Hay muchos de ellos altamente desarrollados y con una muy alta participación del sector público en la economía. Es el caso, por ejemplo, de los países escandinavos, dónde la participación del empleo público es cerca del doble de la de Uruguay. Francia también tiene una elevada participación del sector público. Claro, hay que ver el nivel de los servicios que se reciben. Otra vez los resultados son más importantes que las intenciones. Aquí lo que se requiere es eficiencia en el gasto. Seguramente, no debiera ser el tamaño del sector público un obstáculo para el desarrollo, contando con la evidencia que se detalla a continuación. Francia, Inglaterra, Suecia, Finlandia y Noruega gastan bastante más que nosotros en relación a su PIB. Ahora, también lo hacen Brasil y Sudáfrica. De nuevo, aisladamente, el gasto público no nos provee de información de calidad como para inferir impacto de naturaleza alguna; lo que importa para el crecimiento económico no es el tamaño, sino la eficiencia.[2] Lo que luce claro es que el gasto público de los países mencionados (en azul oscuro) tiene un mejor resultado.
Our world in data: gasto del gobierno central como porcentaje de PBI, 2016
El mensaje en esta oportunidad que intentamos transmitir es al respecto de la importancia de alcanzar consensos para influir en la opinión pública y que los cambios que permitan transformarnos en un país desarrollado realmente sucedan. Esto no siempre responde a nuestras creencias previas o a lo que habitualmente está en el centro de la agenda pública. Por ejemplo, que Uruguay no tenga un mercado de acciones es un obstáculo muy grande para el desarrollo; sin embargo, prácticamente no está en ningún lado y nadie habla del tema
Por otra parte, la cantidad de gasto público en porcentaje de PBI es mucho mayor en varios países desarrollados y menor en países menos desarrollados que nosotros. Otra vez, varias creencias preexistentes se caen. Aquí lo que importa es la calidad, la eficiencia, y no la cantidad en forma aislada.
Es hora de unirse detrás de “consensos Tabárez” en los tres o cuatro temas que se identifiquen como claves para el país.
La época de “suerte” que venía desde afuera (tasas 0% y commodities altos) se está terminando. El mundo no espera. El futuro tampoco.
[1] Banco Mundial y Theglobaleconomy.com
[2] A estas conclusiones llega el paper “Does public sector efficiency matter? Revisiting the relationship between fiscal size and economic growthin a world simple. Angelopoulos – Tsionas – Philippopoulos