Tras finalizar sus cursos en el Centro de Diseño Industrial, María obtuvo una beca para estudiar joyería en Italia. Allí estuvo siete meses, y volvió con la idea de empezar a comercializar sus primeras joyas. Ya de vuelta en Uruguay, trabajaba largas jornadas en una empresa del rubro publicitario. Tenía pocos ratos libres, que dedicaba a sus creaciones.En 2010, María decidió renunciar a su trabajo fijo, y apostar todas sus fichas a la creación de piezas que, juntas, darían paso a un emprendimiento con su propio nombre: María Lasarga.
Por Federica Chiarino | @FedeChiarino
Las primeras piezas eran de fieltro, un material que les otorga un aspecto informal y juvenil, pero quizás menos duradero. Luego sumó las ágatas, piedras nacionales muy grandes que siempre le gustaron. Más adelante innovó con algunas obras realizadas con caucho, un material con el que se había familiarizado en Italia, mientras trabajaba en una fábrica. Comenzó a interesarse por la mezcla entre materiales nobles con otros no tanto. En el contraste encontraba la seducción.
Un día llegó a ella una amiga con un pequeño pedazo de un plato de porcelana de su abuela, que se había roto. Como quería preservarlo de alguna forma, le pidió a María que con eso le hiciera un anillo. A la emprendedora le pareció una idea muy original y divertida, y no dudó en poner manos a la obra. Cuando esa pieza estuvo terminada, María empezó a investigar sobre joyería con piezas de porcelana, y allí descubrió una nueva línea, que se convertiría en la más popular de su negocio.
Hoy María Lasarga ofrece, principalmente, joyas hechas con piezas de porcelana, enmarcadas en plata. Ese es su metal precioso de preferencia, aunque a veces, de forma excepcional, utiliza oro a pedido de alguna clienta. El diseño de las piezas suele ser simple y minimalista, sin demasiados agregados. Cada joya es distinta de por sí, porque también lo es cada plato de porcelana, y también cada historia.
“Joyas que cuentan historias” es un concepto que María Lasarga repite en sus redes sociales. Cada pieza hecha con porcelana nace de un objeto que ya viene con su propia historia y, quizás, su transformación hacia una joya, también sea una historia en sí misma. Como aquella primera amiga, María hoy recibe muchos clientes que vienen con platos heredados de sus abuelos u otros familiares, con vivencias -o mucho valor sentimental-, que quieren ser transformados en preseas.
El estilo de las joyas es definido como “contemporáneo”, lo que separa a las piezas, en algunos aspectos, de la orfebrería de tipo clásica. “Si bien usa metales preciosos y tiene el mismo cuidado de las terminaciones que puede tener una joyería convencional, incorpora materiales que normalmente no se usan en este trabajo, como puede ser la porcelana, en mi caso, o cristal fundido, caucho, fieltro y otros”, explica María.
La emprendedora define a su clienta habitual como una mujer de unos 40 años. Independiente, culta, e interesada por los objetos diferentes. Suele ser una persona de consumo lento, pensado y consciente. María cuenta que, en varias ocasiones, le han dicho que hace un año que están mirando sus joyas a través de internet y evaluando la compra de alguna pieza, hasta que finalmente se deciden.
Estos aspectos son los que hacen al diferencial de las joyas de María Lasarga dentro de su rubro. Se trata de un emprendimiento que intenta despegarse de los conceptos de la moda. María no se identifica con la moda, sino que considera que ofrece piezas más “atemporales” y con un significado.
La incubadora Ingenio fue clave en su proceso desde la idea hasta la consolidación del negocio. Recibió soporte, asesoramiento y una visión distinta, que la llevó a perfeccionarse cada vez más. Allí también surgió el interés por internacionalizar las joyas, objetivo que sigue pendiente hasta el día de hoy. La emprendedora ha realizado algunos pedidos puntuales para el exterior, que resultaron exitosos. A paso lento pero seguro, María Lasarga abrirá sus puertas al mundo.