Matilde Morales, economista del Departamento de Consultoría Económica de PwC
Morales destaca que Uruguay es uno de los pocos países con grado inversor de la región, sin embargo, no deja de lado la preocupación en cuanto a las cuentas públicas y seguridad social, para las que se requieren “medidas inmediatas”.
Si bien la economía uruguaya creció un 1.6% durante el año 2018, acumulando su decimosexto año de crecimiento consecutivo, desde el punto de vista técnico el país se encuentra en recesión al acumular dos trimestres consecutivos de caída de la actividad. Todo esto sin perder en cuenta el contexto regional y que el país afronta un año electoral. ¿Cuáles son los desafíos en materia económica que tiene el Uruguay en ese escenario?
Creo que entre los principales desafíos que preocupan a la economía uruguaya en la actualidad se encuentran la sostenibilidad de las cuentas públicas y seguridad social -se deberían adoptar medidas inmediatas y en el mediano y largo plazo, establecer una regla fiscal y reforma del sistema de seguridad social del pilar de reparto-. A su vez, la competitividad de la economía -en materia de precios, eficiencias- e inserción internacional; los bajos niveles de inversión; y el deterioro del mercado laboral, en donde se debería pensar medidas para incentivar empleo, cambios en temas regulatorios y quizá una adecuación también de las negociaciones salariales a la nueva coyuntura.
Aún queda un año para el cambio de gobierno. ¿Qué puede hacer la actual administración para dejar el país en las mejores condiciones posible? ¿O hay que esperar al 2020 para ver, por ejemplo, una reforma del BPS, o cambios en la educación, las empresas públicas, una adecuación de la normativa laboral a los nuevos tiempos, o una regla fiscal, entre otros temas que son vitales para el país?
Es difícil hacer algún cambio importante en año electoral.
¿Cuáles son las fortalezas que tiene el país para transitar este período?
La estabilidad política -pese a cambios de partidos en el gobierno- es una fortaleza muy importante. Además, hay una fuerte institucionalidad. A esto se le suma indicadores internacionales que avalan esta situación: en términos comparativos con otros países de la región, Uruguay está en los primeros lugares en el índice de democracia, de baja percepción de corrupción, y de libertad económica, entre otros.
Además, el mundo nos sigue mirando con buenos ojos, pese a las riesgos y alertas que nos han dado por la situación de las cuentas públicas. Las agencias internacionales mejoraron la calificación de Uruguay en 2015, y hoy somos uno de los pocos países de la región con grado inversor. Tenemos acceso al crédito de los organismos internacionales; eso facilita colocar la deuda afuera, y también en plaza las colocaciones han sido exitosas.
Otra fortaleza es que en algún sentido también somos menos vulnerables que antes. Hay menor dependencia comercial con la región; menor vínculo financiero con Argentina -los depósitos de no residentes antes de la crisis de 2002 era de 40%, y ahora está por debajo de 10%-; y un sistema financiero que además está mejor regulado. A su vez, pese a la suba de deuda, mejoró el perfil de endeudamiento. Y tenemos un sistema cambiario con un dólar que fluctúa, aunque con intervenciones, lo que ayuda a absorber shocks.
¿Cuáles son las principales amenazas y de dónde provienen?
A nivel internacional, pese al aumento de riesgos en el sector real -ajuste a la baja en las proyecciones de crecimiento, mayor proteccionismo comercial-, el ciclo financiero se presenta más benévolo. La Reserva Federal (FED) anunció una pausa en la normalización de su política monetaria y esto favorecería una menor volatilidad en los mercados financieros. Así que por este lado creo que la principal fuente de incertidumbre y volatilidad en el corto plazo viene por la situación regional, principalmente de Argentina.
En el plano local, en un contexto de baja competitividad externa, la suba del dólar de 17.4% en los últimos doce meses con un nivel de inflación levemente por debajo del 8% constituye un elemento favorable para las exportaciones, pero por el otro lado afecta el consumo interno y pone presión sobre los costos de empresas con alto componente de productos e insumos importados. Por el momento, el único factor que se visualiza que podría impulsar la actividad en el corto plazo son obras de Participación Público Privadas (PPP) ya aprobadas.
¿Qué aspectos hay que corregir para volver a la senda de un crecimiento sólido?
Creo que esto se responde con los mismos temas que incluí en el primer punto.