Por Dr. Pablo Labandera, experto en Derecho Aduanero y Comercio Internacional
- A modo de introducción
En el mundo actual –y en especial a nivel del comercio internacional–, están sucediendo múltiples cambios. El triunfo de Trump y el anuncio de un nuevo “nacionalismo proteccionista estadounidense”; el Brexit y sus consecuencias a nivel de la Unión Europea, en todos los ámbitos; el nuevo alineamiento de China, hasta hace muy poco, ultraproteccionista y ahora –al parecer, a partir de la última “Cumbre de Davos”– nuevo “líder” autoproclamado del “neoaperturismo comercial”; entre otros temas relevantes y de naciente surgimiento, conducen a los países y a las regiones a “realinearse” en sus relaciones, firmando nuevos “acuerdos”, reestructurando los actuales y –sobre todo–, creando nuevas “reglas de juego”.
Y a dichos cambios, no pueden permanecer ajenos los organismos internacionales vinculados al comercio.
- ¿Y por casa cómo andamos?
El Mercosur cumplió el año pasado 25 años de existencia, y al día de hoy atraviesa una profunda “crisis de identidad”, ampliada por numerosas circunstancias que influyen de manera directa en la falta de funcionamiento y consolidación del bloque regional, otrora, un “modelo de integración” para otros acuerdos comerciales.
Si bien es cierto que Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, en su conjunto, son los principales exportadores de alimentos del mundo, con casi el 30% del comercio mundial -y las proyecciones de varios organismos internacionales especializados, muestran que en 10 años dicha influencia será aún mayor-, actualmente, la realidad es un poco más complicada.
Argentina –luego de varios años de verdadero “aislamiento internacional”– aún no ha podido “despegar” económica y comercialmente, más allá de los cambios estructurales implementados los que –huelga decirlo– siempre llevan tiempo.
El mayor de los socios del bloque, después de dos años de pronunciada recesión de casi un dígito, tiene perspectivas –en su mejor escenario– de crecer menos del 1% durante 2017, y además, continúa inmerso en una profunda crisis política e institucional de insospechadas e imprevisibles consecuencias.
Paraguay es, quizás, el “mejor alumno de la clase” en este último periodo. Y nuestro país, a pesar de que arrastra un elevado déficit fiscal, ha logrado mantener un cierto equilibrio y un “círculo virtuoso” en su comercio exterior.
Pero el gran problema –sobre todo, político– del Mercosur, es Venezuela. Este sí, el “peor de la clase”, con una economía casi insostenible, una inflación absolutamente irracional (cercana al 800% en 2016), y un sistema político que –salvo el Presidente Vázquez– ya nadie se atreve a identificar con una democracia donde rija un verdadero “Estado de Derecho”. Y quizás, el mayor perjuicio de continuar teniendo a Venezuela (aún “suspendida”) dentro del Mercosur, es el “daño reputacional” que genera su permanencia, un “intangible” que solo el tiempo dirá cuanto descrédito ha causado en realidad.
- El intento de reflotar la “bilateralidad argentino – brasileña”
Argentina y Brasil, seguramente apremiados por sus demandas económicas y políticas internas, han optado por recorrer el peor de los caminos para la integración: han intentado reflotar –a nivel del Mercosur– la non nata “bilateralidad” entre ambos, tentada a fines de los 80. En tal sentido, luego de la cumbre bilateral celebrada recientemente entre ambos presidentes en Brasilia, se suscribieron cinco acuerdos que más allá del “simbolismo político” correspondiente, evidencian de manera muy clara la inconveniencia –quizás por imposibilidad económica y comercial– de recorrer este camino alternativo, el de la bilateralidad.
Los únicos aspectos sobre los que pudieron convenir se vinculan con temas que no “mueven la aguja” de la balanza comercial, a saber, entre otros: cooperación en diplomacia pública y digital; ajuste complementario al acuerdo ya existente entre ambos países, referido a las localidades fronterizas vinculadas, para la prestación de servicios de asistencia de emergencia y cooperación en defensa civil; y cooperación consular y políticas para comunidades emigradas. La mención predicha exonera de mayores comentarios al respecto.
- El resto de la “agenda externa” del Mercosur
Eso sí, lo único verdaderamente resaltable de la “cumbre bilateral” premencionada fue la aparente decisión de dar un fuerte impulso al acuerdo “Unión Europea – Mercosur”.
El futuro dirá si ello realmente se concreta, más teniendo en cuenta la actual realidad política de la UE, que entre otras cuestiones, como la crisis del Brexit y su aún no dilucidada consecuencia, este año tendrá elecciones presidenciales en Francia y Alemania, y seguramente, en Italia.
El tema de los subsidios agrícolas, la “piedra en el zapato” de la negociación, aún no ha sido laudado y la misma –más allá de las buenas intenciones y la voluntad política explicitada hasta ahora por los negociadores– no parece ser sencilla ni rápida.
Un capítulo aparte merece la realidad de México, el nuevo “castigado” de Latinoamérica que ha sido permanentemente estigmatizado por el presidente de los Estados Unidos de América, desde su asunción. Si se continúa desgastando su relación con su “vecino de arriba”, México –que posee como dos importantes socios comerciales a Brasil y Argentina– podría convertirse en un nuevo “socio estratégico del Mercosur”, y en forma concomitante se abriría una nueva puerta hacia el acuerdo con la “Alianza del Pacífico”.
Por último, en ese esquema de inserción internacional, el actor más importante pero más impredecible, es China.
Según algunos “agoreros”, la consolidación de un eventual acuerdo con China – tanto a nivel regional como bilateral –afectaría de manera directa a 35 mil puestos de trabajo en el sector manufacturero nacional. Eso sí, también cabe esperar que como contrapartida se originen numerosas oportunidades comerciales para nuestros exportadores, y la posibilidad cierta de engendrar verdaderas “cadenas de producción” con la incorporación de “valor agregado regional” a nivel del Mercosur.
- Una cuestión aparte: la Decisión 32 del 2000 del Consejo del Mercado Común del Mercosur y su eventual flexibilización
Finalmente, no debemos perder de vista la importancia superlativa que en nuestra inserción internacional posee la –ya famosa– Decisión 32, que establece la obligación de negociar en forma conjunta por parte de los países del Mercosur, los eventuales acuerdos preferenciales comerciales en materia de bienes.
Pero, y he aquí una salvedad que conviene recordar y remarcar, dicha Decisión admite per se, una “flexibilización”. Si bien la normativa vigente del Mercosur prevé –como se apuntaba– el compromiso de negociar en forma conjunta, dicha obligación aplica únicamente para los acuerdos comerciales con terceros en los que se otorguen preferencias arancelarias, esto es, en los que se involucre al comercio de bienes.
Pero nada impide a los estados miembros, en forma aislada (o consensuada), negociar unilateralmente, acuerdos en temas como el comercio de servicios, inversiones, y compras gubernamentales, entre otros. Y esa es una ventaja que, bien aprovechada, puede resultar un activo importante en cualquier negociación.
Sin embargo, parece evidente que el mejor escenario resultaría ser la posibilidad de “flexibilizar” la Decisión 32, permitiendo –con el compromiso cierto de extender ulteriormente los beneficios obtenidos, en el marco de la “cláusula de la nación más favorecida”, al resto de los socios– negociar el acceso a mercado de bienes en forma unilateral. El futuro dirá si ello es posible, pero por ahora no parece ser una aspiración a concretarse en breve.
- A modo de conclusión
Esta parece ser –a nivel del comercio internacional– la hora del pragmatismo. Por ello, no resultaría inteligente ni “apostar todas las fichas” al Mercosur, ni “patear la puerta” y salir vociferando del bloque regional.
Hay dos máximas en materia de comercio internacional que nunca deben perderse de vista: la primera, la geografía manda. La segunda, uno le vende solamente al que le quiera comprar. En éste mundo de incertidumbre comercial y elevado pragmatismo, no debemos desatender estos dos postulados.