O’Neill: “La confederación dio respuesta a la necesidad que había de unir al empresariado”

Gran parte de su vida ha estado volcada a la actividad gremial. Primero como estudiante y luego en el sector empresarial. Fue presidente de la Cámara de la Construcción por dos períodos, y tras ese retiro, a partir de marzo de 2023 ocupa la presidencia de la Confederación de Cámaras Empresariales. Desde allí brega por la consolidación de la misma, proponiendo una serie de políticas públicas en diferentes áreas. En una extensa charla con Empresas & Negocios, Diego O’Neill repasa su trayectoria y establece las líneas de acción que pretende impulsar desde la organización, entre otros temas.      

Escribe: Oscar Cestau | @OCestau

Diego O’Neill es ingeniero civil por la Universidad de la República. Nació en Pocitos, barrio en el que ha vivido toda su vida. 
Al hablar de su época de estudiante, recuerda que ingresó con la intervención militar de la Universidad, finalizando su carrera tras la caída de la misma.
“Estuve como representante estudiantil en el primer consejo directivo (o provisorio) de la Facultad de Ingeniería. Fue una época de mucha militancia universitaria, un momento muy fermental de la vida de la universidad”, rememora en la charla.

Ya como estudiante empezó a trabajar en Ceaosa, la empresa que había montado su padre, Eduardo –ingeniero-, y su tío, Alberto –arquitecto-. Tras recibirse, hubo un impasse de un año, donde Diego se fue a trabajar a la constructora Dieste y Montañes, en un silo en Nueva Palmira. Tras esa salida, volvió definitivamente a Ceaosa.

En ese entonces la empresa tenía carácter familiar -era manejada por los dos hermanos O’Neill-, pero la continuidad la dieron los hijos de Eduardo, dado que Alberto no tuvo descendencia. Con el tiempo, Diego tomó la dirección y la propiedad de Ceaosa.

¿Cuándo Ceaosa dio el salto de crecimiento?

Fue después de la crisis del 2002, un momento muy duro para todos. En la postcrisis comenzamos un proceso de profesionalización de la gestión y ampliamos el mercado. Sumamos Punta del Este a nuestra actividad, y a partir de ahí el crecimiento fue sostenido, manteniendo los niveles hasta hoy. 

¿Qué dimensión tiene la empresa hoy?

Tenemos unos trescientos cincuenta trabajadores, y el foco, fundamentalmente, está puesto en la construcción de edificios. La actividad ha sido variada a lo largo del tiempo, pero en estos últimos años estamos más en el nicho de los edificios de vivienda y oficinas, tanto vivienda promovida como proyectos promovidos por la Comap. Trabajamos más que nada en Montevideo, Punta del Este, Canelones y zona Metropolitana, ya sea con clientes privados como a través de alguna obra pública en forma esporádica.

¿Cuál ha sido su rol en ese cambio que ha tenido Ceaosa?

Ya desde 2002 me desempeñaba como director ejecutivo, y a partir de ahí se puede decir que estuve liderando todo el proceso. Esto, apoyado por el directorio que creamos entre 2009 y 2010 con directores externos, no accionistas; ese fue también un salto de profesionalismo en la dirección. También hay que resaltar el trabajo del equipo interno -técnicos, gerentes y demás-. Tenemos un equipo muy comprometido y muy valioso, que ha sido parte importante en el desarrollo de la organización.


En 2018 le propusieron ser el presidente de la Cámara de Construcción (CCU), tarea que asumió y en la que estuvo por dos periodos. ¿Cómo se gestó su llegada a ese cargo en la CCU?

Veníamos de dos períodos largos de presidencia de Ignacio Otegui; un periodo de nueve años y otro de catorce. Ignacio definitivamente iba a dejar la presidencia y fue él el que me lo propuso. Al principio yo no estaba muy convencido, le costó bastante trabajo convencerme, pero finalmente lo hizo. Tuve el apoyo de los compañeros de la Cámara y asumimos. La verdad es que fue una experiencia muy interesante, muy enriquecedora y un poco  predecesora de este rol que tengo hoy en la CCE.

Le tocó ser el presidente cuando la CCU cumplió 100 años.

Sí, eso fue realmente un honor para mí. Fue una cosa un poco casual, pero el hecho de haber estado allí fue muy significativo. Todo el 2019 fue de celebración del centenario de la Cámara, que tuvo su pico en un evento que hicimos en el Teatro Solís. Fue un hermoso regalo el haber estado en ese cargo en ese momento.

¿Cómo ve la industria de la construcción? ¿Qué evaluación hace del sector?

Hoy es un sector muy pujante, que es motor del desarrollo. No es el único, pero es uno de los sectores que impulsa el desarrollo. La construcción muestra una profesionalización sostenida también en las empresas. Un ejemplo de ello es que en UPM 2, la tercera planta de celulosa que se hace en el país, la participación de las empresas nacionales fue mucho más alta que en las anteriores, porque adquirieron experiencia y porque incorporaron las buenas prácticas de las empresas extranjeras con las que habían convivido en las dos anteriores. Entonces, es un sector pujante, que cuando se presentan desafíos los enfrenta, y lo hace con éxito, como por ejemplo, participar en el financiamiento de proyectos, sea por PPP, sea por contratos Cremaf. Es un sector donde el empresariado es muy dinámico, muy profesional y donde toma mucho riesgo.


¿Y de la mano de obra qué opina? ¿Se ha profesionalizado?

Si, por supuesto. Hay una incorporación de tecnología importante en el sector y los trabajadores la han adoptado. La construcción tiene los fondos sociales de la construcción, y uno de ellos es el fondo de capacitación, que también tiene un rol importante en eso. El sector de la construcción es hoy una fortaleza del país, y lo demostró durante el período de pospandemia.

Yo era presidente de la Cámara en aquel momento, y cuando surgió la pandemia hicimos un acuerdo, donde suspendimos la actividad por ocho días hábiles, que se juntó luego con una semana más, en Semana Santa, donde la construcción goza de una licencia ordinaria. Eso permitió, en ese periodo, organizar la vuelta con protocolos y con las medidas que había que tener para protegerse, cuidar a los trabajadores, y al resto de las personas que conviven a diario en las diferentes obras. Salvo esa interrupción, donde hubo una reacción muy rápida cuando irrumpió la pandemia, trabajamos de forma continua y sostenida. En ese momento la construcción fue uno de los motores que mantuvo la economía andando.


¿Cómo se dio el proceso de su salida de la CCU y el ingreso a la presidencia de la CCE?

Yo integraba la asamblea de la confederación como presidente de la Cámara de la Construcción. Al igual que en esta, los períodos de autoridades en la confederación también son de dos años. Mi salida de la CCU iba a coincidir con el cambio de presidente de la CCE. Ya había habido un presidente de la Cámara de Industria, uno de la ARU, uno de la Cámara de Turismo y la siguiente presidencia venía orientada hacia nosotros, porque la CCU es otra cámara importante. ¡Les costó convencerme! Pero lo hicieron y estoy contento de haber aceptado.


Lleva 17 meses en la presidencia de la CCE. ¿Está conforme con lo hecho hasta ahora?

Sí, lo estoy. Hemos llevado a cabo una cantidad de cosas. Como todavía no tenemos una estructura estable, dependemos mucho de lo que haga el presidente o los presidentes de las gremiales a través de iniciativas. Pero creo que hemos manejado en forma correcta el posicionamiento de la confederación a nivel de la sociedad, y que tenemos una presencia que es valorada y reconocida. En estas semanas tuvimos entrevistas con todos los candidatos a la presidencia después de las internas. Los vamos a tener -no sé si a todos, pero esperamos a la mayoría- en el evento que hacemos todos los años en la Expo Prado, el día de la apertura. Hicimos un evento sobre los desafíos de la tecnología en el mundo del trabajo el año pasado con expositores de primera línea, que estuvo muy bien. En esos temas, que son transversales, tenemos un rol. Era necesario tener una voz que, de alguna manera, pudiera hacer una síntesis de todo el sector empresarial, y la confederación lo ha logrado.

¿Cómo observa el desarrollo económico y laboral en el país?

La semana pasada tuvimos una asamblea con la visita de autoridades del Banco de Previsión Social. Se hizo una presentación y realmente hay indicadores que son positivos. Por ejemplo, en el aumento de los cotizantes, en el aumento de la formalidad, en el aumento de la creación de empresas, en la reducción del seguro de desempleo; todos números que marcan una economía que ha tenido crecimiento, impulso. El salario real, que había tenido su caída en la pandemia, se ha recuperado, y hoy está en valores más altos, que hace muchos años no se alcanzaban. La reducción de la inflación es otro logro de esta administración de gobierno. Entonces, creo que la economía está marchando. Indudablemente, el país necesita crecer a niveles más altos de lo que lo estamos haciendo promedialmente, y ese es un desafío para las próximas administraciones.


El crecimiento es relativamente bajo y es algo que se viene repitiendo en el tiempo.

Tenemos que llegar a un crecimiento potencial en torno al 3% por lo menos para estar en un nivel de desarrollo que nos permita dar respuesta también a las necesidades que la sociedad espera. Porque esta es una sociedad que demanda mucho servicio y protección social, y con estos niveles de crecimiento no es posible.


La CCE presentó la ‘Agenda para el Desarrollo 2025-2030’. Es un trabajo que tuvo un antecedente en 2019 y después en 2022. Ahora se actualizó y se vuelve a la carga con esta iniciativa. ¿Cuál es el objetivo?

Desde su origen, la confederación ha tenido la vocación de hacer aportes a la discusión de la agenda pública y las políticas públicas. Esos son los documentos centrales que se hicieron en 2019, durante el anterior año electoral, pero hay otros análisis intermedios sobre competitividad, combustibles, inserción internacional, que pretenden aportar a la discusión. Este último, recoge todas las inquietudes, que decíamos antes, de los temas transversales a todos los sectores. Es la mirada de los empresarios y un aporte para la discusión en este año electoral y también para la próxima administración.

Hay un primer capítulo que es autorreferencial, porque son desafíos que tenemos nosotros, el sector empresarial. Después hay uno de políticas públicas, básicamente sobre cómo tener un Estado moderno, eficiente, para aumentar la competitividad. Después hay un capítulo de inserción internacional, que también es un tema central en una economía como la nuestra. Si no profundizamos en la inserción internacional, esos niveles de crecimiento de los que estábamos hablando antes es imposible alcanzarlos. Y después hay un apartado de educación, que también es otro tema muy importante para la confederación desde su creación. De hecho, estuvimos en el surgimiento de Eduy21 y apoyamos e hicimos nuestras sus recomendaciones en su momento. Ahí hacemos planteos, tanto de lo que es la educación formal como de lo que es la capacitación laboral, y el rol que tienen las empresas también en ese ámbito.

Por ejemplo, es la primera vez que en el documento incorporamos la seguridad, porque nos pareció importante hacerlo. Recurrimos a un experto en el tema, Gonzalo Crocce, que nos ayudó bastante.


¿Hubo eco por parte del sector político para conocer el documento y el alcance del mismo?

Nosotros primero hicimos una presentación en un evento público, donde invitamos a todos los partidos políticos. Allí hubo una asistencia no plena, pero algunos dirigentes sí estuvieron. Después de las internas sí pedimos reuniones con los candidatos para hacer una presentación formal. Las tuvimos con los cuatro candidatos de la coalición republicana y también con el candidato del Frente Amplio, y en algunos casos con sus equipos. Fueron reuniones privadas, de intercambio, de discusión en el buen sentido, de mostrar puntos de vista. Quedamos muy conformes con esas instancias.

Usted hizo un repaso de los principales puntos de la agenda, pero vayamos a un análisis más profundo de algunos temas. En lo que respecta a la transformación del Estado y política tributaria, ¿cuál es la postura de la CCE? 

El núcleo está, por un lado, en reducir el déficit fiscal. Nosotros entendemos que esa es la madre de los problemas. Para reducir el déficit fiscal hay que bajar el gasto público, y entendemos que eso es algo que cuesta mucho hacerlo en Uruguay. Evidentemente, esto pasa por hacer un Estado más eficiente y menos pesado, menos gravoso para el contribuyente y para las empresas. Pero es difícil entrarle a ese tema. Nosotros mostramos que entre los dos censos de población de 2011 y 2023, donde prácticamente no hay aumento de gente, la plantilla de empleados  públicos creció un 15%. Hubo 38.000 funcionarios más en esos 10-11 años. Entonces, nos parece que ahí hay cosas que hay que mirar y corregir.

En concreto, hablando de déficit fiscal, hacemos una propuesta que entendemos lógica y que ha mostrado buenas repercusiones con los candidatos, de tener un superávit primario del 0.5% del producto. Eso da un déficit en torno del 2%, que sería la meta deseable. Valoramos la reducción de la inflación, aunque entendemos que debe haber una conducción económica más integral y consistente para no tener episodios de atraso cambiario como el que tuvimos o todavía estamos sufriendo. 

Volviendo al tema del Estado, pensamos que toda la incorporación de tecnología que se ha hecho en el Estado, y que se pueda hacer, tiene que redundar en una mayor eficiencia. Por otro lado, hay que desburocratizar trámites, regulaciones, cosas que enlentecen y que hacen más pesada la actividad económica.

El documento habla de la necesidad de modernizar la regulación laboral para que haya más trabajo y mayor competitividad. ¿Qué propone la CCE?

Ahí nosotros estamos planteando algunas cosas. Por un lado, está el tema de la distribución del tiempo de trabajo. Uruguay tiene un régimen muy estricto con la ley de horas extras y la jornada de ocho horas. Entendemos que sería deseable algo que se está dando en todo el mundo, que es manejar el tiempo de trabajo de una forma más flexible, porque eso permite tanto a la empresa como al trabajador llegar a acuerdos que le benefician a la empresa en algunos momentos, que puede requerir una carga horaria distinta, y al trabajador de poder organizarse en su vida personal. Eso nos parece que es un camino que habría que recorrer. Por ejemplo, en algunos países europeos se establece la cantidad de horas para un trimestre o para un mes. Hay distintas soluciones, pero nos parece que eso sería una cosa muy buena, porque nos consta que muchas veces se hacen acuerdos entre trabajadores y empresarios, pero está fuera del marco normativo. Es algo que tenemos que actualizar.


Es blanquear una situación que en los hechos se da pero internamente entre una empresa y sus trabajadores.

Es blanquearla, pero también es facilitarla.

Y después, por el lado de la negociación colectiva, entendemos que no es sencillo. La negociación colectiva que tiene Uruguay no contempla la heterogeneidad de las empresas. Entonces, en un sector, no es lo mismo una empresa grande instalada en Montevideo, que una empresa chica a 300 kilómetros de acá. La localización, el tamaño, el acceso a los mercados, el acceso al financiamiento, son temas que, de alguna manera, hay que empezar a incluirlos en la negociación colectiva. Otra cosa que se viene planteando desde hace mucho tiempo son los descuelgues, por ejemplo, cuando una empresa no puede cumplir los convenios colectivos. Son todos aspectos a tener en cuenta y que sería bueno incorporar.

Hoy está en discusión el tema de la reducción de la jornada laboral. ¿Cuál es su visión?

Lo que no nos parece conveniente es avanzar por la vía legislativa la reducción del tiempo de trabajo. De hecho, hay sectores donde eso ya ha sucedido. La construcción es uno de ellos, que bajó de 48 a 44 horas hace 15 años. La bebida también lo hizo, la metalúrgica lo implementó en la última ronda de negociación colectiva; es decir, no es un tema que no esté en la agenda. En forma individual, hay empresas donde han implementado mecanismos para trabajar menos horas, sea por cumplimiento de objetivos o por lo que sea. El tema está sobre la mesa, pero, nuevamente, a nosotros nos parece que en la realidad del Uruguay de hoy, una solución legislativa no sería la conveniente. 

En el trabajo presentado por la CCE, la infraestructura tiene su capítulo, y precisamente esta administración se ha caracterizado por desarrollarla a lo largo y ancho del país. ¿No alcanza? ¿Hay que hacer más?  

En lo que es infraestructura siempre hay que hacer más. Un tema que creo que ha estado bastante en el debe es la infraestructura urbana. En concreto, pensamos que en Montevideo hay mucho para hacer. Por ejemplo, en lo que es movilidad, Montevideo está muy mal; seguimos haciendo crecer el parque automotor, seguimos extendiendo la mancha urbana, la ciudad crece hacia el este, y todo eso requiere de infraestructura urbana. Por ejemplo, un sistema de transporte diferente. Cuando se habla del Tren-Tram, de Plaza Independencia a Ciudad de la Costa, hay que tratar de avanzar con esa iniciativa, porque soluciones de ese tipo son necesarias para ir a una ciudad mejor urbanizada, compacta, consistente, sustentable. No podemos seguir agregando vehículos al tránsito, porque se hace cada vez más lento, no hay donde estacionar, es caro, y tenemos el impacto ambiental de los motores a combustión. Por eso creo que a nivel urbano hay mucho por hacer. No es lo único naturalmente. Pero nosotros, desde la CCU, -y la confederación lo ha hecho propio- planteamos la necesidad de contar con una agencia de infraestructura que pueda hacer una planificación de los proyectos con más tiempo, para que cuando haya un cambio de autoridades se de una continuidad, que sea más una política de Estado y tener a disposición un banco de proyectos, donde luego cada administración marque sus prioridades. Lo lógico es contar con esa agencia que pueda tener una planificación a mediano y largo plazo.

La seguridad pública es otro de los temas abordados en el documento. ¿Es un asunto que está complicando el accionar de las empresas? 

Yo creo que el tema es serio. Indudablemente para las empresas la seguridad tiene costos pero, por sobre todas las cosas, tiene un impacto social muy importante. Creo que el tema pasa más por una necesidad de dar cohesión social, de tener una sociedad integrada, por lo que hay que trabajar mucho en la prevención, así como también en la represión. Hay mucho trabajo por hacer y atender la realidad de muchísima gente que termina tomando el camino de la delincuencia porque no tiene otras opciones.

El sistema educativo va de la mano con esta problemática…

Claro, porque no olvidemos que el sistema educativo expulsa a más del 50% de los que ingresan.

Como mencionaba antes, Gonzalo Crocce nos hizo un documento y en una parte del mismo hay unas carillas en las que se hace un planteo integral del enfoque de por dónde se pueden atacar todos estos temas de narcotráfico, seguridad y demás. Por supuesto que es un tema que está muy politizado por la campaña electoral. Se hacen propuestas, planteos… ‘Yo tengo menos homicidios, vos tenías más’… Y nosotros no queremos entrar en eso. El Ministerio del Interior hizo una convocatoria, creo que se hicieron algunos acuerdos, y hay iniciativas que se están implementando. Creo que ese es el camino por el que transitar, es decir, tratar de tener políticas de Estado sostenidas en el tiempo en lo que refiere a la seguridad.


No hay dos opiniones respecto a la importancia que tiene la inserción internacional para el país. ¿Qué visión tiene la confederación en ese tema?

Por un lado, el Mercosur es importante porque representa alrededor del 25% de las exportaciones. Hay muchas empresas que tienen como único destino países del Mercosur. Nosotros no somos rupturistas con el Mercosur. Pero por otro lado, hay un resto del mundo donde nos cuesta acceder, donde nosotros competimos en desventaja. Por ejemplo, en 2022 los productos uruguayos pagaron alrededor de US$ 500 millones en aranceles por exportaciones fuera del Mercosur. Entonces, también hay que ver cómo se resuelve este tema; no es Mercosur sí o Mercosur no, pero no es simplemente seguir embretados entre dos países. Nosotros hemos planteado que habría que discutir en profundidad cómo se sale de esto, porque si no hay algún cambio vamos a seguir estancados y resignando nuestra soberanía comercial. Entonces nos parece que es una discusión que hay que dar en profundidad, porque el Mercosur sigue con posturas que impiden que podamos avanzar en forma bilateral, o avanzar a distintas velocidades como se dice muchas veces. Quizá hay que plantearse el estatus, pero, de nuevo, es un tema que hay que discutirlo en profundidad.


El mundo vive en una revolución tecnológica. ¿Nuestra educación está hoy preparada para ese nuevo universo, tanto a nivel de capacidades como de planes de estudio?

Estamos haciendo cosas, pero hay mucho por hacer. Los desafíos son permanentes. Antes uno podía entrar a trabajar en tal empresa, en tal organismo, y trabajaba 30 años o más y se jubilaba en ese lugar. Pero hoy, en 30 años de trabajo los cambios son enormes, por tanto una persona va a tener que tener una actualización de formación permanente. Para todo eso hay que prepararse, y ahí considero que las empresas tenemos un rol muy importante a jugar. Hay que pensar lugares de aprendizaje, donde realmente el trabajador pueda ir incorporando nuevas tecnologías, nuevos saberes, lo que también requerirá del apoyo, por ejemplo, de Inefop, o de otros organismos públicos. Indudablemente hay una conjunción de lo público con lo privado para poder dar respuesta a la velocidad y a la demanda de los cambios, que son permanentes.


Queda claro que en este mundo de cambios los trabajadores tienen que adaptarse continuamente. Ahora, ¿qué pasa con las empresas?

Las empresas también. El tema es que cuando decimos ‘empresas’, en Uruguay tenemos una realidad muy heterogénea. De acuerdo a los datos del INE de 2022, de un total de 210.000 empresas, 180.000 son microempresas, es decir, empresas con menos de cinco trabajadores. Si le sumamos las que son pequeñas, que van de cinco a 20, son más de 200.000. Empresas ya más grandes son menos de 10.000. Entonces, esa es la realidad de la plataforma empresarial uruguaya. Por tanto, es un desafío cómo democratizar el acceso y la posibilidad de innovar. También tenemos el reto de acercarnos a la academia y al sector científico; lo ponemos en el documento. Es el camino, de lo contrario es imposible llegar a los niveles de crecimiento que necesitamos.

¿Cuánto cree usted en la política como instrumento de desarrollo?

En mi opinión, en Uruguay tenemos un sistema político serio, responsable, comprometido. Obviamente, en todos los ámbitos hay excepciones. Los hay en el sector empresarial… Pero creo que tenemos un sistema político del que tenemos que sentirnos conformes, satisfechos, que tiene vocación de servicio, que tiene vocación de hacer las cosas bien. Después hay distintas ideologías, y diferentes puntos de vista. También hay cosas de las campañas que no nos gustan. Pero por encima de todo eso, creo que tenemos un buen sistema político. Si uno mira el Uruguay de hace 25 o 30 años y lo compara con el de hoy, hay un proceso de acumulación que hace que el país actualmente esté mejor que hace 30 años, indudablemente. Y todas las administraciones han sido parte de ese proceso de acumulación.


Un punto de encuentro

¿Cuál es el foco de su gestión al frente de la CCE? Imagino que no debe de ser tarea sencilla teniendo en cuenta que es una organización que reúne a una treintena instituciones, además con miembros suscriptores, miembros adherentes, y que son estructuras con distintas realidades y problemáticas.

La confederación es una organización joven, fundada hace ocho años. Entonces, por un lado el foco está en la consolidación de la misma, que ya está bastante solidificada y bien posicionada. Creo que dio respuesta a la necesidad que había de unir al empresariado. Si bien hay algunas cámaras que todavía no han ingresado, tenemos la expectativa de que lo hagan en no mucho tiempo más, pero creo que es bastante representativa del sector empresarial. Como usted dice, son una treintena de cámaras de todos los sectores de actividad, entonces el universo es bien diverso. Por tanto, hay ahí una necesidad de articular, de conjugar las distintas visiones. Precisamente por esa característica, nosotros tratamos los temas que son transversales a todos y los temas sectoriales los impulsa cada gremial sectorial. Eso, por un lado simplifica, pero hay temas en los que hay intereses contrapuestos. Por ejemplo, para la negociación del documento que hicimos ahora en el contexto de este año electoral (Agenda para el desarrollo 2025-2030), hubo temas en los que debimos ser muy cuidadosos porque se dieron visiones diferentes, pero logramos llegar a un punto de encuentro, a una síntesis que nos dejó conformes a todos.


Señas de identidad

Diego O’Neill tiene 63 años, está casado desde hace 35 años, tiene seis hijos y está esperando dos nietos. 

¿A qué imagen de su infancia le sacaría una foto para encuadrar en su casa? 

Probablemente, alguna jugando al fútbol con amigos.

¿Qué hobbies tiene?

No tengo ningún hobby en particular. Soy muy familiero. Me gusta estar en mi casa cuando no estoy trabajando. Trabajo muchas horas.

¿Una comida de su preferencia?

El asado. 

¿Una bebida para acompañar ese asado?

Vino o whisky.

¿Hincha de?

Nacional.

¿Tres jugadores de Nacional de su preferencia? 

Hugo de León, Fabián O’Neill y el Chino Recoba.

¿Le gusta leer?

Me gusta leer, sobre todo historia.

¿Qué está leyendo ahora?

Estoy empezando un libro sobre la Guerra de Secesión. Acabo de terminar ‘Tiempos recios’, una novela histórica de Vargas Llosa.

Si no fuera ingeniero civil y director de Ceaosa, ¿en qué otro rubro le hubiese gustado trabajar?

Cuando me planteé la carrera que iba a estudiar, en su momento me vino la idea de hacer medicina, pero quedó en eso y opté por la ingeniería. Siempre me atrajo la actividad gremial, y eso ha sido una especie de vocación de servicio que siempre ha estado presente a lo largo de mi vida, en distintas manifestaciones. Entonces, esa otra parte la siento profundamente, ese decir, trabajar por la comunidad, por el bien común.

¿Quiénes en la vida le han dejado las mayores enseñanzas?

Mi padre, sin duda. Además, algún sacerdote amigo en su momento. Y después, en estos 30 y pico de años que llevamos juntos, también mi señora.

Sin importar la época, ¿con qué personaje histórico le gustaría sentarse a conversar?

Churchill podría ser una persona interesante.

¿Qué tres características cree que lo definen? 

Confiable, racional y leal.