A través de la innovación social, Sellin trabaja para que micro y pequeños productores del país crezcan de manera sostenida, permitiéndoles salir de sus localidades, vivir de su trabajo y posicionar sus productos a través de una plataforma.
Por Anahí Acevedo | @PapovAnahi
A lo largo y ancho del territorio nacional se esconden muchos talentos. Las manos, esa herramienta insustituible con la cual el hombre ha tallado sus más grandes creaciones, continúan dando inicio a un sinfín de productos, fruto -un tanto-, de conocimientos adquiridos o heredados, y otro, de la imaginación.
Si bien la fabricación en masa ha amedrentado esa especie de magia que parecen tener los productos artesanales, no ha llegado a acaparar totalmente la oferta disponible. En nuestro país se encuentran, en ocasiones desparramados por rincones del Interior, emprendedores que se valen de sus manos como un sustento de vida. Sin embargo, deben enfrentarse a un obstáculo importante: su comercialización fuera del lugar de residencia. Aunque las plataformas tecnológicas hoy permiten llegar a todo el globo, por cuestiones de conocimiento, tiempo o interés, quienes elaboran los productos no siempre pueden dedicarse de la comercialización.
La encuesta Nacional de Micro, pequeñas y medianas empresas (Mipymes) correspondiente al año 2017 llevada a cabo por el Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM), señala que estas corresponden al 85% de las empresas totales del país, equivaliendo a 129.188 firmas. Al mismo tiempo, indica que para los empresarios del Interior, el principal destino de las ventas lo constituye el mismo barrio donde desarrolla sus actividades.
Para llenar este vacío es que Sellin, una empresa de innovación social, busca que todos los sectores del país tengan oportunidades para poder vivir de lo que hacen. Para ello, se basa en el triple impacto, es decir que se mide por el valor económico, la mirada social y el impacto ambiental. De esta forma, apuesta a que las personas no deban migrar de su lugar de residencia para desarrollarse laboralmente, y en contrapartida, los conecta a través de una plataforma con las oportunidades.
La compañía, que es liderada por Mariana Chilibroste –profesional de gestión humana-, y Diego Fraga – diseñador industrial, especialista en gestión y liderazgo en equipos de innovación-, trabaja en dos líneas claves. Una de ellas comprende la compra, y otra la producción. Además, cuenta con una página web y una red de aliados comerciales -personas o comercios que revenden los productos de los productores- donde se pueden adquirir las producciones finales.
El trabajo en el territorio
Con poco más de un año de trayectoria, Sellin ha recorrido 35 mil kilómetros dentro de Uruguay, se ha entrevistado con 630 emprendedores y trabajado con 290, e incorporado 108 marcas a la plataforma. Cuando arriba a un determinado territorio, se encuentra con “muy buenas capacidades” pero también con productos que requieren cierto valor diferencial, explicó por su parte Chilibroste en diálogo con Empresas & Negocios. En esta línea, se brindan talleres gratuitos que permiten el desarrollo de los emprendedores.
Gracias a su posicionamiento, hoy son los productores quienes se contactan con la red, pero la empresa también arriba por las organizaciones de referencia de la localidad donde se va a trabajar.
Por su parte, Fraga ilustró las principales problemáticas de algunos de los artesanos a la hora de la comercialización. “En un comienzo, los emprendedores nos hablaban de exportar al resto del país. Nosotros, en tanto, los corregíamos, pero la realidad es esa: se enfrentan a barreras muy similares que las de salir fuera de fronteras, tanto respecto a tecnológicas, como el acceso a mercados, logísticas o de financiamiento, por lo que ven la posibilidad de vender en el resto del Uruguay como algo muy lejano o remoto”, explicó.
Incorporarse a la plataforma no tiene costo. El modelo de monetización comprende un porcentaje de las ventas efectivamente concretadas, por lo que el productor no arriesga dinero cuando ingresa a la red. “Si se vende, ganamos todos. En caso contrario, no gana nadie, porque en esto estamos juntos”, expresó Fraga.
En concreto, una marca puede acercarse a Sellin para desarrollar una línea de productos en cerámica. La empresa, por su parte, se contacta con ceramistas independientes que se encuentran dentro de la red y oficia, un tanto, de “traductor”. Chilibroste explicó: “Algunas veces no podemos llevarle el diseño al ceramistas, sino que debemos acercarle una planilla que cortamos en cartón, porque esa es la forma en la cual él produce. La gestión de calidad y el control de producción que hacemos para las terceras marcas corre por nosotros”.
Uno de los casos de éxito que Sellin desarrolló con mujeres rurales fue la realización de alfombras, cuyo diseño fue solicitado hacia la empresa por diseñadores. Los productos finales fueron exhibidos en una feria en Londres, destacándose por ser una producción sostenible.
La importancia del cuestionar
Al comienzo, Sellin era una herramienta de venta online dedicada a buscar oportunidades de comercialización para los revendedores. “A partir de allí comenzamos a madurar la idea, detectamos el valor y comenzamos a contactar con las personas que necesitaban de esta herramienta. El propósito nos fue descubriendo y transformando”, indicó Chilibroste. Es que, dijo, si hay algo que tiene Sellin como empresa, es que continuamente transforma las herramientas, dado que el valor no está en el qué, sino en el para qué.
“Nuestro compromiso realmente es muy profundo con el objetivo de cambiar la vida de los micro productores, y todas estas acciones se alinean con los valores y el propósito que queremos construir”, agregó. En tanto, Fraga destacó que la labor los lleva a cuestionar los procesos tradicionales y los modelos económicos que se reproducen, desde el valor de la compra del cliente hasta la conexión entre el diseño y la producción.
“Realmente, detrás de cada producto hay una historia que es una persona con decisiones o expectativas, o deseos de ser mejor y de tener más oportunidades; en definitiva se trata de derechos humanos”, comentó.
Destino: Israel
Recientemente, Sellin ganó el concurso Startup Nation, organizado por la embajada de Israel en Uruguay, la Agencia Nacional de Desarrollo (ANDE) y Socialab, que busca premiar y potenciar un emprendimiento social y sostenible en Uruguay.
Con el primer premio, Chilibroste viajó a Israel para participar del evento Start Haifa 2018, que tuvo lugar entre el 2 y el 7 de diciembre junto a los ganadores del mismo concurso en más de 20 países del mundo. Allí conoció de primera mano el ecosistema emprendedor israelí y pudo vincularse con otros emprendedores, inversores, incubadoras y una amplia red de mentores.
“En Sellin buscamos la internacionalización, y para eso nos nutrimos con aliados comerciales en el exterior, que es gente que está interesada en apoyar la comunidad de microproductores. Israel es un lugar donde nos interesa mucho generar estos contactos para empezar a crecer en ese sentido”, señaló.