Importado desde Chile, en 2013 llegó a Uruguay un laboratorio para ideas de impacto social. Socialab apoya a aquellos emprendedores con ideas en etapas tempranas, cuyo objetivo principal es resolver problemáticas sociales. Mediante desafíos periódicos basados en la cocreación, invita a todos los interesados a contribuir juntos a una sociedad mejor.
Por Federica Chiarino | @FedeChiarino
Las ideas surgen el cualquier momento y en cualquier lugar. De ideas está satisfecho el mundo. De buenas ideas, también. Las buenas son las que resuelven un problema. Las otras, quizás no lo sean tanto. El potencial de una buena idea puede llegar a ser tal, que contribuya a combatir la pobreza, la desigualdad, el hambre. Que contribuya a mejorar la educación o la salud. A ese tipo de ideas apunta Socialab: a las que buscan resolver una problemática social.
Surgió en Chile alrededor del año 2007, como centro de innovación de la organización Techo. En ese entonces, Socialab Chile buscaba solucionar la vida de personas en contextos de pobreza. En 2010, se independizó de Techo y, tres años más tarde, llegó a Uruguay a través de concursos. Desembarcó también en Argentina, Colombia y México, donde opera hasta el día de hoy.
El equipo de Socialab Uruguay hoy está integrado por Victoria Fraschini, como directora de innovación, información y comunicación; Lucero Olivera, como directora de start up, administración y finanzas; y Paula Mosera, como directora ejecutiva. Su sede es Sinergia Cowork.
Socialab se define como una preincubadora de emprendimientos. Esto significa que no requiere modelos de negocios probados, ideas maduras o avanzadas. La organización acompaña el proceso de validación, ayudando al posible emprendimiento a dar sus primeros pasos. Este centro de apoyo a emprendedores busca, además, ideas económicamente sustentables. No ONGs ni emprendimientos sin fines de lucro. Para que la idea pueda crecer, reconfigurarse, ser escalable y adaptarse a los nuevos requerimientos del correr del tiempo, debe generar ganancias.
“Nosotros creemos que la innovación es parte de un proceso de cocreación”, dijo a Empresas & Negocios Paula Mosera, directora ejecutiva de Socialab Uruguay. Innovación no siempre entendida como tecnología, sino como una interacción entre los emprendedores y todos los usuarios y actores de su emprendimiento. Cuando Socialab integra y decide apoyar una idea, hace énfasis en interactuar con todas las partes. Por ejemplo, si un emprendedor busca brindar solución a una problemática del ámbito educativo, se reúne con alumnos, docentes, padres de los alumnos, expertos en educación, entre otros. “Vayamos al terreno, hablemos con las personas que están sufriendo esa problemática, con todas las personas necesarias para construir esa solución en conjunto”, sugirió Mosera.
“Nuestro objetivo es que cada vez haya más personas que quieran emprender con sentido, que quieran que el objetivo de su emprendimiento sea resolver una problemática social”.
Socialab encuentra su diferencial en esa triple relación entre el impacto social, la sustentabilidad económica y la cocreación, tres factores que, en conjunto, ninguna otra organización o incubadora los tiene.
La organización desarrolló una plataforma de innovación abierta a la que se puede acceder a través de la página www.comunidad.socialab.com, que es, con más de 500.000 usuarios, una de las más grandes del mundo. Cada determinado tiempo lanza desafíos para captar cada vez más emprendedores sociales. Allí todos pueden subir ideas, ver las de otros, comentar e intercambiar. Así se genera la cocreación que lleva a la innovación. Además, la plataforma de innovación de Socialab dispone de mentores online que realizan preguntas a los propietarios de las ideas: ¿Qué impacto social quiere generar? ¿Cómo va a lograr la sustentabilidad económica? De ese modo, la idea se va entrenando para llegar al desafío.
El 2016 para Socialab fue un año “de un éxito rotundo”, según Mosera. Un año de “muchos aprendizajes” donde la preincubadora lanzó desafíos interesantes. Uno de ellos fue el “Desafío Educación”, que consistía en presentar ideas que apuntaran a solucionar problemáticas educativas a través de la tecnología, ya que esta permite hacer los emprendimientos más escalables y poder llegar a una mayor cantidad de personas. El lanzamiento de la convocatoria se llevó a cabo en el Ministerio de Educación de Cultura, junto a los actores más importantes de la educación del país.
Luego de su lanzamiento, durante dos meses, se presentaron 84 ideas en el portal de innovación. Mientras tanto, Socialab organizaba actividades, charlas en las universidades y en espacios de cowork. De esas 84 ideas, la preincubadora seleccionó 20 para entrevistar, porque creían “fundamental conocer a las personas que están por detrás de esa idea”, explicó Mosera. De esas 20, cinco quedaron seleccionadas para asistir a un proceso de cocreación. Fue un mes de trabajo en terreno: reuniones con escuelas, liceos, profesores y distintas instituciones educativas. Los cinco emprendedores realizaron una exposición frente a un jurado experto, que eligió a tres de ellas. Esas tres, hoy están siendo preincubadas por Socialab, reciben apoyo técnico, asesoramiento personalizado y un capital semilla para su desarrollo. A fines de abril, se presentarán nuevamente frente a un jurado, y solo un ganador recibirá un capital extra para seguir creciendo.
El laboratorio de ideas de impacto social seguirá lanzando nuevos desafíos y repitiendo otros que hayan sido exitosos. Entre sus planes, figura lograr una mayor interacción con el gobierno y empresas privadas que quieran sumarse al desafío de contribuir a resolver problemáticas de toda la sociedad.
Semillas que dieron frutos
Hay muchas ideas que se ya se han presentado en el portal de innovación de Socialab, han recibido el apoyo, el capital y hoy caminan solas. Un caso internacional es Algramo, un emprendimiento ideado por el chileno Juan José Moller, que nació con el objetivo de resolver la problemática del impuesto a la pobreza. En Chile, por ser pobre, una persona termina gastando más. Esto se debe a que no dispone del dinero para adquirir un producto de a cinco kilos o litros, sino que compra de a paquetes chicos. El problema está en que tiene que comprar más seguido y, a largo plazo, su gasto termina siendo mayor.
A Moller se le ocurrió crear una máquina dispensadora de alimentos para instalar en los almacenes de barrio. Su emprendimiento fue bautizado como Algramo, y hasta el día de hoy permite que cada vecino vaya al supermercado con su tupper y compre exactamente lo que quiere consumir en un determinado momento, adquiriéndolo al precio justo. Algramo también se ahorra los costos del packaging de los productos y vende el alimento a granel. Este emprendimiento ha generado un 40% de ahorro en las familias de barrios carenciados, beneficiando también a los almaceneros. Su impacto ha sido triple: social, ambiental y económico.
A nivel nacional también existen varios casos de éxito como, por ejemplo, el de Uy Robot. Se trata de una plataforma que integra la robótica a la currícula de las escuelas para que aprendan otros contenidos. Este emprendimiento busca aumentar el entusiasmo en el aprendizaje y dirigir a la educación hacia las nuevas tendencias. Aprender a través de la tecnología y la robótica es el objetivo.
En España, un grupo de emprendedores desarrolló, de la mano de Socialab, un videojuego llamado Malaria Spot, que contribuye a una importante problemática a nivel de salud. Este videojuego busca que todos los usuarios ayuden a identificar a tiempo casos de malaria, para contribuir con la tarea de los médicos y salvar cada vez más vidas. El juego presenta diferentes muestras de sangre de personas de todo el mundo y, mediante instrucciones específicas, se pide a los usuarios que identifiquen algunos parásitos para determinar si esa persona tiene la enfermedad o no. En base a porcentajes de coincidencia, los médicos estudian los más votados y descartan los menos. Este videojuego ha conseguido un increíble impacto social en la salud.
Como estas, miles de ideas alcanzan el éxito en Uruguay y en todo el mundo. Nacen de las mentes de ingenieros, maestras, sociólogos, jóvenes, adultos. Todas las personas tienen ideas y pueden generar un impacto social.