De cara a un posible TLC entre China y Uruguay, Empresas & Negocios dialogó con el analista en asuntos internacionales, Ignacio Bartesaghi, quien planteó su visión al respecto, reconoció las fortalezas y debilidades de un tratado de estas características, pero se posicionó a favor del mismo por entender que la magnitud de los aspectos positivos sobrepasan a los negativos. A su vez, explicó que un acuerdo como este va más allá de un tema comercial, ya que permite abrir el diálogo con China en más temáticas de interés.
Por Jessica Vázquez | @jessvazquezl
A finales del pasado mes de setiembre, Uruguay inició los trabajos previos a la negociación de un posible Tratado de Libre Comercio (TLC) con China. El embajador Fernando López Fabregat y el economista Juan Labraga fueron nombrados como coordinadores del equipo de trabajo que realizará las negociaciones del estudio de factibilidad del TLC.
A su vez, el equipo está supervisado por el canciller Francisco Bustillo y la ministra de Economía y Finanzas, Azucena Arbeleche. Este estudio de factibilidad se encuentra analizando las áreas, temáticas y el contexto sobre el que se negociará.
Esto se debe a que el pasado 7 de septiembre, el presidente de la República, Luis Lacalle Pou, hizo público que Uruguay y China pretendían avanzar en un acuerdo de estas características, pese a la postura del Mercado Común del Sur (Mercosur) de no permitir que los países negocien acuerdos por fuera del bloque.
«Este gobierno ha manifestado su intención de avanzar hacia el mundo, de avanzar hacia el mundo con todos los socios del Mercosur, pero al mismo tiempo, de no ser posible en conjunto, Uruguay lo intentará hacer solo», dijo en ese momento el mandatario uruguayo.
Para entender un poco más en profundidad el asunto, Empresas & Negocios dialogó con el analista en asuntos internacionales, Ignacio Bartesaghi, quien explicó los desafíos, oportunidades e intereses que tiene nuestro país frente a la concreción del posible TLC con el gigante asiático.
Sabido es, en este momento, que un acuerdo de esa magnitud generará efectos de varios tipos, algunos estáticos, dinámicos, positivos y, en ciertos rubros, implicará someterse a exigencias extremas. Unossectores sentirán la presión que implicaría la rebaja de arancelesyesopodría generar que algunas corrientes de importación tengan determinada presión adicional.
En cuanto a desafíos generales por la apertura con China, Bartesaghi explicó que el tema pasa poracelerar algunos debates que vienen desde hace tiempo atrás. “Hay muchos sectores en el país que tienen un problema estructural de competitividad, y ese problema no se le puede atribuir solo a un TLC con China, tiene que ver con costos de producción internos muy elevados, costos energéticos, logísticos, laborales, entre otros”, resumió.
Sostuvo que el desafío está más vinculado a nivel país que al TLC, porque China no está pensando en cerrar este acuerdo para acceder a un gran mercado, sino que tiene otros intereses por los que quiere avanzar. “Sigue siendo un gran productor de la denominada industria liviana -que es de media y baja tecnología- y es donde Uruguay tiene mayores problemas de competitividad”, afirmó.
Sin embargo China se ha especializado en productos de alto contenido tecnológico, entonces la discusión de cómo influiría en los rubros del calzado, vestimenta, los textiles, metalúrgica o sectores de plásticos o químicos, es una tema mucho más amplio, ya que esos sectores tienen problemas a futuro, más allá de un acuerdo con el país asiático.
“La apertura con China podría generar una presión adicional pero, para mí, no necesariamente definitiva”, resumió Bartesaghi.
“El ajuste fuerte fue en los 90”
Según sostuvo el experto en asuntos internacionales, los ajustes importantes en la estructura competitiva de Uruguay se vivieron cuando ingresó al Mercosur en la década de los 90. “Ya no se debe realizar ese ajuste de estructura productiva tan fuerte que vivimos en aquel momento”, puntualizó.
Aseguró que lo que ocurrirá es que algunos sectores podrán verse impactados por una corriente decreciente inicial de algunos productos como la vestimenta o el calzado, pero en realidad, otra gran cantidad de productos tecnológicos van a bajar de precio. Entonces, considera, hay un efecto positivo desde el punto de vista de bienestar. “Para un país tan caro como Uruguay, el hecho de abrirse al mundo tiene un efecto en el bienestar al bajar los costos”, dijo al respecto.
Para Bartesaghi, pensar que el efecto negativo de un TLC con China será en los sectores de calzado o vestimenta, “es una simplificación”, ya que asegura que la estructura productiva actual de China ya no tiene nada que ver con la de hace 20 años y, muchos menos, con la de dentro de 10 años. “Es un gran jugador de tecnología y lo será aún más”, sentenció.Aseveró que se gana mucho más de lo que podría perderse.
Pero, ¿cómo solucionar el asunto de los sectores que no se verán beneficiados, al menos, en una primera instancia? “Primero reconociéndolos”, respondió el experto. Y añadió que eso surge del estudio de factibilidad, sumado a los estudios paralelos que se encuentran haciendo la Cámara de Industrias del Uruguay (CIU) y otros organismos a nivel académico.
“Hay que hablar con total naturalidad, porque quien dice que por cerrar un TLC todos van a ganar está equivocado; algunos van a perder, y hay que tener claro quiénes son, ya que los ganadores pueden generar un derrame a quienes pierden”, subrayó el entrevistado.
Por otra parte, indicó, los segundos deben ver cómo solucionarlo, trabajar en políticas de reconversión y de apoyo puntuales, dialogarlo con China y buscar la forma de que los cronogramas de liberación comercial se hagan en el mayor tiempo posible. “Se pueden crear planes de apoyo para que ciertos sectores se vayan reconvirtiendo o actualizando desde el punto de vista tecnológico o de diseño”, agregó.
“Ningún sector de los que estamos comentando puede decir no al TLC con China por no estar preparados, pero sí pueden decir ‘me voy a ver afectado, ¿qué van a hacer conmigo?’. Es tal el beneficio que existe en este tratado, debido a la complementariedad comercial y efectos comerciales y económicos, que es ampliamente superior a los efectos negativos en tres o cuatro sectores”, puntualizó Bartesaghi.
Instó en la necesidad de trabajar en los sectores que se verán impactados, a través de instrumentos de política comercial y pública para apoyarlos.
Tener claro lo que se quiere
Brasil y Argentina tienen muy buena relación con China. Es más, las inversiones del país asiático van a Brasil; China casi no invierte en Uruguay. Sí tiene una relación muy potente con el gobierno argentino, y con su Estado tiene una cantidad de memorándums y acuerdos en áreas estratégicas.
“Estos países son profundos socios, pero no quieren abrirse en el mercado interno, ni hoy ni mañana. Entonces por eso es que Uruguay tiene todos los argumentos para decir que nos dejen abrir a nosotros. Es obvio que ellos no quieren abrirse porque tienen industria,y nosotros tenemos una muy pequeña”, reflexionó.
Bartesaghi explicó que China tiene claro ese asunto, por lo que un TLC con Uruguay lo acerca mucho a empezar a cambiar la ecuación, no en lo político, sino en lo comercial. “Se acerca a un país que es respetado, que está geopolítica y geoestratégicamente muy bien ubicado, que tiene puerto natural, donde hay una gran posibilidad de inversiones y una potencialidad para trabajar en temas medioambientales. Además está en un Mercosur que tiene relaciones con un Paraguay que pone su mirada en Taiwán y no en China, entonces es un paso para ir cambiando eso”, explicó.
En necesario tomar en cuenta que la región es de sumo interés para Europa y Estados Unidos, por lo que si China cierra un TLC, también da una señal de que sigue avanzando en su estrategia de profundizar sus relaciones con América Latina y El Caribe.
“Esta zona es un espacio que China ha ganado en los últimos años. Por un error estratégico Estados Unidos y Europa se ‘olvidaron’ de esta región o desconocieron la importancia geopolítica que tiene, especialmente en los nuevos temas de la agenda mundial, como lo hídrico”, detalló el experto.
Por otro lado, expuso que es real la necesidad de hacer un esfuerzo por entender que China es una civilización milenaria con 1.400 millones de habitantes, que es la segunda economía a nivel mundial, que próximamente –en 10 o 15 años- será la primera, que está liderando en cualquier tecnología que uno se imagine, desde robótica hasta la nube, autos eléctricos, tecnología 5G.
“Todo esto es enorme para Uruguay, entonces debemos saber lo que queremos. No podemos esperar a tener un ejército de negociadores con China; algunos dicen eso y me parece algo simplificador decir que no estamos preparados para negociar. Las asimetrías siempre van a estar, lo que se necesita es saber qué se quiere y tener más o menos claro qué quiere China también”, remarcó Bartesaghi.
A su vez, el especialista aseguró que hay posibilidades de que Estados Unidos se tense, al igual que Europa, pero dijo que se tiene todo el derecho, la independencia, nacionalismo y legitimidad de poder avanzar con China, ya que muchos otros países lo han hecho sin ningún problema. “Esto tampoco quiere decir que hay que decirle todo que sí a China, ni que se está de acuerdo con todo lo que hacen”, comentó.
A su vez, citó el ejemplo de la experiencia chilena, que tiene un tratado hace varios años, e indica que el TLC derivó en tener otros instrumentos donde se puede discutir con China asuntos que antes no se podía, incluidos temas vinculados con derechos humanos. “Se desconoce eso: cerrar un TLC con China es dar un paso más para tener cercanía, confianza y conversar de lo que preocupa”, agregó.
Buenas relaciones con China más allá de lo comercial
El consumidor final uruguayo se verá beneficiado con el TLC debido a que la apertura genera más variedad de productos a mejor precio, según explicó el entrevistado. A la vez, se genera mayor competencia de todos los actores nacionales, y estos empiezan a “hacer las cosas mejor”, beneficiando así el bienestar de consumidores, haciendo todo más transparente y competitivo.
Al mismo tiempo, los consumidores,muchas veces, son productores o exportadores, entonces se verán beneficiados de comprar insumos de China a mejor precio y en más variedad, abriendo la posibilidad de asociarse a una empresa asiática. Y los que son comerciantes también comprarán más productos para proveer el país, informó Bartesaghi.
“Hay cierto sesgo en Uruguay de mirar solo las exportaciones y la producción, pero hay que pensar en términos de hacer negocios, que implica mucho más que bienes y producción, tiene que ver con servicios también”, agregó.
Por otro lado, apuntó que Uruguay debería estar pensando en cómo hacer para captar a los chinos que empezarán a viajar en los próximos años, “porque no es lo mismo viajar a un país en el que tienen un TLC que a donde no”.
Añadió que el TLC para China no es como se lo entiende, es decir con una visión occidental y clásica de verlo como instrumento liberal asimilado a Estados Unidos. “Para China el TLC es un instrumento para escalar y ser cada vez más socio del país con el que lo cierra”, explicó.
Bartesaghi expuso que cerrando este tratado se tendrá una asociación estratégica integral, y eso implica que el Partido Comunista chino hable de Uruguay, habilite inversiones, y que el chino quiera conocer el país y hacer negocios. “Pasamos a ser cada vez amigos. Tenemos que ser amigos de ellos, al igual que de Estados Unidos, Europa o India. Nadie se está casando con nadie, lo que hacemos es diversificar todo lo que se pueda la apertura internacional”, resaltó.
Bartesaghí expresó su entusiasmo de que en este período de estudio de factibilidad Uruguay logre asegurarse el apoyo del Mercosur. Que el bloque entienda que el país debe avanzar y que es bueno para la región también, como primer paso. “Ojalá se dé una discusión amplia, transparente, para poner sobre de la mesa todos los argumentos técnicos, y que tiren por la borda esas grandes falacias que dicen de la apertura internacional”.
Además, dijo que un socio de la magnitud de China permite acercarse cada vez más a los desafíos a nivel mundial. “Los que ven impactos exagerados, en el fondo lo que están haciendo es buscando excusas para no abrirse, porque, por algún motivo, no lo quieren hacer. No hay ningún tipo de argumento serio o técnicamente sustentado de por qué no cerrar el TLC”.
La mirada de la CIU
El pasado viernes 8 de octubre, la CIU inició las actividades para la construcción de una posición institucional, en el marco del anuncio presidencial, respecto a un estudio de prefactibilidad para evaluar la viabilidad de un acuerdo comercial entre China y Uruguay.
Los consultores chilenos, Andrés Rebolledo y Milenka Montt, ambos con vasta experiencia en procesos de negociación, particularmente con China, participaron de la primera reunión que se realizó en formato virtual y contó con palabras de bienvenida del presidente de la CIU, Alfredo Antía.
En la ocasión, Rebolledo presentó los objetivos del trabajo, sus plazos, la propuesta metodológica a desarrollar, y respondió algunas dudas e inquietudes de los participantes que, en su mayoría, eran representantes de rubros industriales de Uruguay.
El titular de la CIU,Antía, expresó que, quizás, con este hecho, se estén escribiendo “las páginas más relevantes que se puedan leer en cuanto al transitar del país en conjunto con la industria en general”. Agregó que se intenta apalancar a cada uno de los sectores y, de ser posible, a cada una de las empresas que integran la Cámara.
Aseguró que la acción se ha dado rápidamente, tomando en cuenta que el anuncio del presidente Lacalle Pou fue el 7 de setiembre. Recordó que en anteriores administraciones Uruguay comenzó su camino de apertura comercial, buscando la forma de complementarse con China. “Lo intentó el expresidente Tabaré Vázquez, ahora lo hace Luis Lacalle Pou, y en la lectura de los hechos, como Cámara entendimos que se daban las condiciones políticas y jurídicas en Uruguay; hecho que contrasta con nuestros vecinos”.
El plan de la CIU es “estar cerca de la jugada, armar los equipos y reconocer las debilidades”, expuso Antía en el evento. Algo esencial para la cámara es el reclamo de sus integrantes, tomando en cuenta que Uruguay tiene dificultades para producir y competir. “Tenemos un peso del Estado que dobla nuestras espaldas y a eso sumamos la escala país que todo lo vuelve más pequeño a la hora de compararnos con grandes actores. Debemos reducir esa distancia de modo tal de poder disimular las desventajas”, afirmó el presidente.
Sostuvo que, con el hecho consumado, deben obligarse a sí mismos al cambio y pedir a las autoridades del gobierno hacer lo imposible para que se entienda que abrirse al mundo implica la necesidad de condiciones de mayor competitividad. “En ese escenario hemos hecho un llamado interno a esta reflexión, que empezó por la propia mesa directiva. Vamos a tratar cerca de la jugada para que esto sea lo más beneficioso posible para todos”, cerró su oratoria.
Solo buenas experiencias
Por su parte, Rebolledo comentó que las intenciones son integrarse al equipo de la CIU para aportar la experiencia desde la política comercial de Chile.“Traer lo que conocemos y nos resulta relevante”, dijo. En América Latina no hay muchos acuerdos con China, solo con Chile, Perú y Costa Rica. Es por eso que se eligió a los especialistas chilenos para colaborar con la Cámara.
El experto agregó que la particularidad de este caso es el rol del Mercosur, y entiende que es necesario observar qué sucede en el camino. “Es una oportunidad muy relevante este estudio de factibilidad. Lo que iniciaremos es un aporte desde la perspectiva de la CIU que generará los elementos para que los gobiernos tomen la decisión”, explicó.
Una de las consultas que surgió en el evento fue sobre el grado de satisfacción de Chile luego de llegar a un acuerdo. De cara a esa interrogante, Rebolledo argumentó que negociar con China no es igual que con los demás países asiáticos, ya que con el resto suelen ser experiencias complejas, con negociaciones duras y proteccionistas.
“Cuando nos sentamos a negociar con China teníamos una expectativa que estaba más bien a la baja, pero nos terminó sorprendiendo para bien, porque además se dio muy rápido y con un grado de apertura mayor al que esperábamos”, recordó.
Una pregunta de interés también fue el rol que jugaron las gremiales industriales chilenas a la hora de negociar, a lo que Rebolledo contestó que el papel de las mismas fue fundamental. “Al final estas negociaciones son colectivas como país; los que se sientan a conducirlas como gobierno tienen que llevar posiciones que sean coherentes con los distintos actores, por lo tanto, las gremiales tuvieron una participación activa y estrecha”, explicó.
Otro cuestionamiento fue qué es posible hacer, estratégicamente, de cara a las reacciones negativas que se puedan dar por parte de los socios del Mercosur de cara al tratado. “Sobre eso lo único que puedo aportar es que me parece importante reforzar los canales de información del Uruguay al Mercosur. Propondría que se estableciera una comunicación constante durante las negociaciones, que el diálogo esté en el centro”, opinó.