Escriben: Martín Alesina, Camila Pazos, Juan Andrés Sainz y Nicolás Vidal, Académicos Supernumerarios, Ganadores del primer premio de la Academia Nacional de Economía, edición 2024
En 1980, el 90% de la población de China[1] vivía en la pobreza extrema, frente al 49% en el África subsahariana. En esa región de África, aún hoy el 37% vive en esas condiciones, mientras en China es el 0%; sacó a toda su población de la pobreza extrema en 45 años. Explicar la diferencia es simple. Desde 1980, el PIB per cápita real de China creció al 8.1% anual, frente a 0.5% en el África subsahariana.
En los últimos 10 años, Uruguay creció al 1.1% anual, una tasa que impide aspirar a los niveles de vida de las economías avanzadas. Con la mira en impulsar el crecimiento a largo plazo, publicamos “El Uruguay que queremos: 65 propuestas para el crecimiento y convergencia al desarrollo”[2], donde plasmamos una serie de medidas en torno a tres pilares: capital humano, capital físico y productividad.
Mejorar la educación es imprescindible. Proponemos un bachillerato profesional inspirado en el modelo suizo, que integre formación académica y técnica conectada con el sector privado, superando el enfoque de la actual UTU.
También hay que reducir la deserción estudiantil, especialmente en secundaria. Es posible involucrar más a las familias en el proceso educativo, tanto con reuniones integradoras obligatorias como reportando cuánto faltan sus hijos en relación con sus compañeros, basándose en supuestos de economía comportamental. Para redoblar el compromiso docente: un premio por calidad de la enseñanza, que otorgue bonos por encima del salario a los profesores con buenos resultados en evaluaciones de las competencias de sus alumnos.
Dadas las urgencias en primera infancia, es central sumar centros de cuidados con horario extendido, y ofrecer transferencias condicionadas a la asistencia de los niños. Además, es difícil sacar a los niños de la pobreza si sus familias navegan entre la informalidad y el subempleo, por lo cual una vía es expandir las redes de capacitación público-privada del Inefop.
Capital físico
Para crecer, Uruguay necesita atraer inversiones y modernizar el marco tributario es clave para lograrlo. Una prioridad es crear estímulos fiscales para sostener la estrategia de zonas francas ante el desafío de un impuesto mínimo global.
También es necesario mejorar las fuentes de financiamiento y la eficiencia en la ejecución de obras de infraestructura; una Agencia Nacional de Infraestructura permitiría canalizar recursos hacia proyectos estratégicos y minimizar sobrecostos. Algunas obras a concretar son la hidrovía Uruguay-Brasil y trazar ramales que conecten con el Ferrocarril Central para mejor conectividad del territorio.
Productividad e innovación
Aumentar la productividad es incorporar continuamente nuevas tecnologías. Ideamos un fondo “Uruguay Innova” para apoyar startups tecnológicas en un área donde las innovaciones generan mayores beneficios sociales que empresariales. Otra clave es simplificar trámites para empresas, facilitar financiamiento a pymes y ayudarlas a adoptar la inteligencia artificial en sus rubros.
Para ser más productivo, Uruguay también debe ser menos caro. Eso implica flexibilizar regulaciones opacas que obstaculizan la libre importación de bienes y generan oligopolios captadores de rentas. Además, existe toda una agenda de micromedidas que permitirían abaratar los combustibles y la energía eléctrica. Esto abre más puertas, como mejorar la ecuación para expandir el riego en el agro, que implicaría un salto de competitividad.
Una condición necesaria: sostenibilidad macroeconómica
Todo lo anterior no es posible sin una política fiscal y monetaria sostenible y que trascienda ciclos electorales. Lo mejor es dotar de real independencia al Banco Central con la prioridad de preservar el valor de la moneda y fortalecer la Regla Fiscal. Además, se debe implementar una estrategia de revisión del gasto para eliminar en el corto plazo duplicaciones y fragmentaciones en las funciones del Estado, lo que permitiría tener espacio fiscal para afrontar las políticas anteriormente nombradas. A su vez, se propone tender a un presupuesto basado en resultados en el mediano plazo con el objetivo de evaluar políticas y ajustar las prioridades según su eficacia.
En este sentido, sería óptimo destinar recursos a consolidar el Consejo Fiscal Asesor, y crear un organismo análogo de asesoría internacional, para que la estrategia de inserción comercial reduzca su subordinación a influencias políticas.
El comité de expertos del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) proyecta un crecimiento anual de 2.5% del PIB a largo plazo, que sólo alcanza para mantener la posición relativa del país. Hasta mediados del siglo XX, Uruguay pertenecía al “club de los ricos” en el mundo, pero perdió el rumbo por malas circunstancias y aún peores políticas. Retomar el lugar que Uruguay merece es posible. Creciendo a una tasa de tan sólo un punto mayor, 3.5%, en 2060 se estarían alcanzando los mismos niveles de ingreso de los países desarrollados pequeños y democráticos, como Uruguay.
El Uruguay que queremos fue escrito para aportar ideas y llamar a la acción. Invitamos a leerlo completo en el sitio de la Academia Nacional de Economía para conocer más en profundidad las 65 propuestas planteadas para crecer más. No hay mejor política a largo plazo que una agenda pro-crecimiento. A fuerza de crecimiento, China pasó de la más profunda pobreza a integrar la clase media mundial, en apenas las últimas cuatro décadas. En las próximas cuatro décadas Uruguay puede hacer lo mismo para alcanzar los niveles de crecimiento mencionados anteriormente.
[1] La inclusión del caso chino es meramente con el objetivo de ilustrar la fortaleza de un proceso sostenido de crecimiento a tasas elevadas.
[2] Primer Premio Edición 2024 Premio Academia Nacional de Economía: ¿Qué le hace falta al país para duplicar su crecimiento potencial?