Ignacio Estrada es especialista en energías renovables. Su conocimiento en esa área, sumado a sus experiencias en el ámbito financiero-empresarial y en el trabajo social, lo llevaron a buscar oportunidades de crecimiento para el país. Recientemente elaboró un proyecto que apunta a la generación de empleo.
A los 19 años, Ignacio aprendió a programar mientras estudiaba en Estados Unidos, y enseguida se interesó por los avances tecnológicos. Más tarde trabajó en Endeavor Uruguay y se convirtió en emprendedor; conoció el potencial de los jóvenes uruguayos como integrante del Liceo Jubilar y estudió políticas públicas. Todas esas vivencias lo convencieron del potencial del país para dar un salto hacia adelante.
La experiencia en empresas de energía eólica –a lo que se dedica actualmente- con la puesta en marcha de grandes parques, lo ayudó a comprobar que con adecuada planificación y ejecución se puede pasar de la visión a la realidad con éxito. En paralelo, siempre le fue fundamental la financiación, un área que conoció trabajando en Wall Street y con la que ha continuado en contacto. A su vez, es diputado suplente del Partido Nacional y candidato a la Cámara de Representantes por esa fuerza política.
Hoy lo entusiasma poder generar oportunidades para jóvenes como los que conoció en Casavalle, con industrias de rápida inserción laboral y gran potencial a futuro, como las tecnologías de la información. De hecho, está convencido de que el país tiene una gran oportunidad de insertarse de lleno en la economía del conocimiento.
En agosto viajó a varias de las zonas de innovación más importantes de Estados Unidos, donde tuvo la posibilidad de reunirse con referentes en la materia y, de esa manera, elaborar una propuesta para impulsar la generación de fuentes laborales en Uruguay. Son precisamente esas zonas de Norteamérica las responsables de generar fuertes tasas de crecimiento allí, y han permitido recuperar localidades muy deprimidas y transformarlas en áreas de gran impacto en empleo.
En Boston, Washington, Virginia y Carolina del Norte, el especialista pudo conocer las mejores prácticas y hablar con expertos sobre cómo atraer grandes empresas, fomentar el emprendimiento y la innovación, y crear fuentes de trabajo en lugares de menor desarrollo.
Entre otras actividades, conoció el Massachusetts Institute of Technology (MIT) de Boston y “la milla más innovadora del mundo”, y cómo en el Seaport se han generado más de 5.000 empleos directos. En Washington dialogó con personas involucradas en políticas públicas, mientras que en Virginia profundizó sobre cómo hicieron para ganarle a más de 200 lugares para atraer la segunda sede corporativa de Amazon, que generará 47.000 puestos de trabajo. En Carolina del Norte, a su vez, descubrió experiencias de innovación y reconversión de industrias tradicionales, como el tabaco, hacia la biotecnología.
Problemas y oportunidades
Entrevistado por Empresas & Negocios, Ignacio explicó que la idea del viaje surgió a raíz de su preocupación por el problema del empleo en Uruguay. El experto entiende que una causa de este deviene de “las mochilas pesadas” que afectan al sector productivo, como un Estado costoso y una inserción internacional insuficiente. También considera que influyen la globalización y los cambios tecnológicos, que implican transformaciones profundas en los distintos sectores de la economía.
Ante este panorama decidió analizar más a fondo qué barreras tiene el país para crear empleos sostenidamente. Una de ellas, según pudo identificar, es la falta de innovación: se invierte muy poco en ello, la coordinación entre el sector académico y el productivo es reducida, y existe una “fuga de cerebros” por gente calificada que emigra, entre otras cosas.
“En la era del conocimiento precisamos potenciar la innovación para generar dinamismo en la economía y empleos”, apuntó. Con ese objetivo fue que resolvió conocer de primera mano algunas experiencias exitosas de apuesta a la innovación y la reconversión económica, en un país referente en la materia, como es Estados Unidos.
De la travesía volvió con varios aprendizajes. Uno de ellos es que es posible crear nuevos productos y servicios apostando a la innovación, en lugares con industrias que están en caída. Una experiencia valiosa fue visitar antiguas fábricas de tabaco en Carolina del Norte, hoy reconvertidas a edificios donde conviven y cooperan universidades, institutos de investigación, laboratorios y emprendedores. Otra lección que trajo consigo fue que apostar a la formación es crítico en la era del conocimiento. Una observación importante fue comprobar que los empleos directos que generan nuevas industrias como la biotecnología o las tecnologías de la información producen también muchísimos empleos indirectos para personas con menores conocimientos. Por ejemplo, trabajos en restaurantes, comercios, taxis, Uber y demás.
La propuesta “Zona 5”
El proyecto elaborado por Ignacio tiene como finalidad la conformación de muchos puestos de trabajo a través de la llegada de empresas internacionales de avanzada, fomentar el emprendimiento y la innovación. Consiste, en una primera etapa, en la creación de dos zonas en el país, donde confluyan cinco participantes que potencien la innovación, el emprendimiento y la generación de empleo. Estos serían: instituciones de formación e investigación, empresas, emprendimientos, financiadores y el gobierno; con el propósito de que haya tanto integrantes nacionales como internacionales.
Una de las zonas se denominaría “AgroFuturo”, con foco en la tecnología aplicada al agro y los nuevos alimentos –que es uno de los sectores tecnológicos que más está creciendo en el mundo-, y estaría en el Interior. En un futuro podría tener a cerca de 1.000 personas en su ecosistema, más otras tantas de empleo indirecto, con un derrame adicional de fuentes laborales en el resto del país.
La otra se llamaría “MTech”, y estaría enfocada en las tecnologías de la información, que permean muchas actividades e industrias, ubicándose en Montevideo o Maldonado. En este sector puede haber varias oportunidades, como ciberseguridad, inteligencia artificial, gobierno digital, y es de esperar que con el tiempo se potencien ciertos nichos. Inclusive, “podemos aprovechar nuestras características como país para ser banco de pruebas y avances y luego exportar productos y servicios”, comentó. En un futuro podría tener a unas 10.000 personas en su ecosistema, más otras de empleo indirecto.
Para potenciar la innovación y generación de empleo, se fomentaría la colaboración, vínculos sociales potentes y apoyo coordinado e intenso del gobierno. Estas zonas se inspiran, justamente, en las zonas de innovación –en Estados Unidos les llaman “Distritos de Innovación”- que visitó en el viaje y otras que analizó.
Deben considerarse varios factores para la concreción de esta propuesta, como la densidad de población, la infraestructura existente, la conexión y colaboración entre participantes, generando círculos virtuosos de actividad económica e innovación. Además, es importante que el país busque una mayor inserción internacional, una mejora del sistema educativo y medidas para mejorar la competitividad de las empresas.
El impacto de estas zonas de innovación en la generación de fuentes laborales no se limita a los empleos directos e indirectos, ya que al mismo tiempo ofrecen oportunidades de insertarse en la economía del conocimiento a miles de personas, que potenciarán el sistema productivo y generarán el efecto derrame que brinda la innovación.
Por último, el emprendedor puntualizó que, si bien las experiencias de Estados Unidos o de otros países desarrollados no son replicables linealmente, se ha demostrado que si se cumple con las condiciones requeridas, las posibilidades de éxito aumentan de manera significativa.
El camino a la innovación
Consultado acerca de si hay condiciones en Uruguay para pensar en ser un país innovador del nivel de lo que encontró al viajar, no lo dudó: “Definitivamente sí”, sostuvo. “No va a ser de un día para el otro, pero nos podemos encaminar a ser un país innovador de primer nivel y los beneficios se pueden empezar a aprovechar rápidamente”, agregó.
Las experiencias que observó en lugares como Carolina del Norte, que pasó de depender del tabaco, los muebles y las textiles, a tener el principal centro de investigación de Estados Unidos y una economía que atrae personas calificadas de todo el país, demuestran que es posible avanzar y dar un salto en desarrollo.
Asimismo, el especialista cree que la historia de países pequeños como Corea del Sur o Singapur, que tuvieron un enorme desarrollo apostando a la innovación, la educación, la ciencia y tecnología, debe alentar al Uruguay. Para ello es fundamental tener metas claras, trabajo constante y un compromiso de muchos participantes que garantice que la apuesta a la innovación perdure.