Hernán Bonilla, presidente del Centro de Estudios para el Desarrollo
Luego de que la propuesta del PIT-CNT para reformar la seguridad social no triunfara, el presidente del Centro de Estudios para el Desarrollo (CED) cree que es importante tener en cuenta lo que la gente rechazó en este plebiscito y que es “antidemocrático” volver a plantearlo por otros métodos “oblicuos”, refiriéndose a los tres principales puntos de la papeleta. A su vez, Bonilla destacó que el resultado estructural del país “hoy es un punto mejor” que antes de que se comenzara a aplicar la regla fiscal y puntualizó que el déficit fiscal es más bajo que el de 2019.
Menú: El entrevistado degustó corvina rubia acompañada de puré de calabaza y para beber optó por agua con gas.
-¿Cómo evalúa el resultado que obtuvo el plebiscito de la seguridad social?
-Estoy satisfecho de que no se haya aprobado. Desde el CED es la primera vez que tomamos una posición pública sobre un tema electoral y lo hicimos porque era electoral, pero no partidario. Creíamos que era importante informar a la población sobre el tema, porque las encuestas mostraban que cuanto más informada estaba la gente, tendía a no votar a favor, e informar a las personas era una buena propuesta. En definitiva, quisimos hacer un aporte porque creíamos que era un tema realmente relevante. Esta propuesta era un disparo en la línea de flotación de la credibilidad del país, en su estabilidad jurídica y en su certeza, que es el activo más importante que tiene Uruguay. Era un problema gigante y muy difícil de revertir, porque luego de que ingresara a la Constitución, iba a ser muy difícil de cambiar. Espero que se tenga claro que la gran mayoría votó en contra de esto y que, en consecuencia, ninguna propuesta similar a esta tiene andamiento.
-Aun así, rozó el 39%, pese a todas las advertencias que se hicieron sobre las consecuencias que tendría su aprobación. ¿Es un síntoma de que hay que cambiar algo en la seguridad social?
-Los sistemas de seguridad social siempre están sujetos a revisión y está claro que siempre hay detalles o aspectos que son discutibles y analizables. Pero este plebiscito proponía trabajar menos y ganar más. La gente no es tonta y la mayoría vio que algo raro había. ¿Qué pócima mágica inventamos los uruguayos que podemos trabajar menos y ganar más que los países desarrollados? Si los nórdicos tienen edades de retiro más altas que nosotros, ¿es porque son masoquistas o porque no hay más remedio que hacerlo? Entonces, yo creo que es una derrota del populismo, de una propuesta muy populista y demagógica, que la mayoría de la gente se dio cuenta de que era así. Era más atractivo y fácil explicar que la gente iba a trabajar menos y ganar más, que las consecuencias jurídicas y económicas de su aprobación. Que haya habido una clara mayoría en contra, es un buen resultado y debería cerrar el tema en algunos puntos; que las AFAP están para quedarse y que no es razonable plantear otra cosa; que la edad de retiro debe seguir con el cronograma gradual de aumentos que se planteó; y sobre las jubilaciones mínimas, todos estamos de acuerdo con que las jubilaciones deberían ser más altas, pero esto es un problema matemático, porque hay cosas que a veces no se pueden hacer. Lo importante es tener en cuenta lo que la gente rechazó en el plebiscito y que es antidemocrático volver a plantearlo por otros métodos oblicuos.
-¿Cree necesario modificar algo de la reforma implementada por el actual gobierno?
-La propuesta original de la comisión de expertos era mejor que lo que se aprobó en el Parlamento. Obviamente requería un proceso parlamentario, se introdujeron modificaciones y es parte del proceso democrático, pero analizado técnicamente, en algunos aspectos era mejor el proyecto anterior.
-¿En qué aspectos?
-El proyecto original tenía una vida útil más larga y a mí me gustaba más, porque iba un porcentaje mayor de los aportes de los trabajadores a las AFAP que a BPS, que ahora quedó de otra forma. Estas son cosas que se me ocurren a mí, hay gente que tiene otras propuestas y creo que lo que respecta a las variables es totalmente discutible y es razonable discutirlo. Hoy, las proyecciones que tenemos sobre el crecimiento de la población y sobre cuánta gente integrará el mercado laboral, tal vez no se cumplan y cambien los cálculos a favor o en contra. Las iniciativas de modificaciones que surjan se pueden discutir, pero creo que lo que no se debería discutir, porque está avalado por la experiencia y el resultado del plebiscito, son las tres cosas que la gente votó en contra.
-¿Se politizó por demás la seguridad social?
-Más que politizarse, yo diría que tuvimos, por primera vez desde el retorno de la democracia, una propuesta populista, demagógica e irresponsable, que no debería ocurrir en Uruguay. El PIT-CNT fue enormemente irresponsable con esto, planteó una propuesta que cualquier persona que hiciera cuentas básicas sabría que era inviable y el sentido común de la gente demostró eso. A mí me gustaría ver más al PIT-CNT responsable de la pandemia, que aceptó un convenio puente y con pérdida de salario real para priorizar los puestos de trabajo, que al que planteó esta reforma, que es la contracara. Espero que en el proceso de autocrítica que hagan, se den cuenta de que sometieron al país a un riesgo que no tienen derecho a someter.
-Develada la incógnita del resultado de este plebiscito, que tenía en vilo a todas las propuestas de gobierno para atender las distintas demandas que tiene el país, ¿cómo se atiende a los 167.000 niños que viven por debajo de la línea de pobreza, teniendo en cuenta el déficit fiscal actual?
-Con la pobreza tenemos un tema estructural difícil de abordar, que viene desde hace varios años. La pobreza general está cercana al 10% hace 10 años y la pobreza infantil también. Hay una parte importante para abordar esto, que es destinar más recursos para planes concretos. Claramente es necesario volcar más recursos para la primera infancia y es un punto donde hay consenso. El asunto es cómo hacerlo con las condiciones fiscales que tiene el país. Dado que, en mi opinión, no debería aumentar el gasto público, se deberían sacar recursos de un lado para volcarlos en la primera infancia. Esto se logra encontrando los lugares del Estado donde se puede cortar y algo muy claro es que se pueden disminuir los empleados públicos. Si se disminuye la cantidad de empleados públicos, hay recursos para volcar en la primera infancia. Si se cierran oficinas que hoy son de poca utilidad o que hacen trabajo duplicado, hay recursos para volcar a otros temas prioritarios. Lo responsable en este tema es decir que hay que invertir más, pero tener en cuenta de dónde se va a sacar la plata y tratar de encontrar esos lugares de dónde sacar.
-El déficit fiscal está en el 4,2%, lo que implica, como señalan distintos especialistas, un aumento en el endeudamiento del país. A su vez, en este gobierno se planteó una regla fiscal con tres pilares de la que usted participó en su creación. ¿Cree necesario adjuntar un nuevo pilar a esta regla que contemple los niveles de endeudamiento?
-La regla fiscal fue un avance importante y Uruguay la necesitaba. Todos los países del mundo que tienen las cuentas fiscales ordenadas, tienen algún tipo de regla fiscal similar a la que tiene Uruguay. Técnicamente es discutible si es mejor el tope del gasto, el tope de deuda o el análisis estructural, o si pueden surgir otros puntos. Yo creo que la virtud de esto fue poner una regla en el país y tener algunos topes efectivos y operativos. También es importante el análisis estructural, porque el dato observado del déficit muchas veces es engañoso. En un momento donde la economía está creciendo más de lo normal, puede haber un déficit real más alto del que se muestra, y viceversa si la economía está en recesión. El resultado estructural de Uruguay hoy es un punto mejor que antes de que se comenzara a aplicar la regla. Me gustaría que fuera mejor, pero no es algo menor. Si se miran los datos, el déficit bajó algo más al comienzo, pero el observado es un poco más alto. Si se mira la deuda, tiene un salto de aproximadamente 10 puntos del Producto Interno Bruto (PIB) en la pandemia y después se estabilizó. También hay que ver la realidad del mercado, que a principios de 2020 Uruguay estuvo cerca de perder el grado inversor, con países de la región con un riesgo país más bajo que nosotros y teníamos perspectivas negativas con las calificadoras. Gracias al manejo fiscal del primer año y el presupuesto aprobado, además de la introducción de la regla fiscal, Uruguay zafó de perder el grado inversor y empezó a mejorar, teniendo una mejor nota en todas las calificadoras, con perspectivas estables, y el riesgo país bajó. Entonces, la regla fiscal funcionó, además de que se emitió deuda a tasas más bajas. De todas formas, la regla fiscal es perfeccionable y es bueno que se realice ese proceso.
-¿Los niveles de déficit fiscal son los mismos que los de 2019?
-El déficit fiscal es un poco más bajo que el de 2019. Además, hay que comparar los cierres de año. El cierre de año de 2024 va a ser mejor que el de 2019 y, cuando se mira el resultado estructural, será más de un punto mejor. Entonces, me parece que la situación fiscal actual es claramente mejor que la de 2019.
“No es lo mismo proponer no aumentar impuestos, que proponer modificaciones tributarias que pueden subirlos”
-¿Qué diferencias imagina entre un Ministerio de Economía de Diego Labat y uno de Gabriel Oddone?
-Tanto Diego Labat como Gabriel Oddone son economistas reconocidos y son excelentes profesionales. En términos personales, ambos serían muy buenos ministros. Oddone tiene una vasta experiencia profesional en el sector privado y con distintos organismos, Labat tuvo experiencia en el sector privado y una buena experiencia en el Banco Central del Uruguay (BCU), donde tiene el antecedente exitoso de haber logrado bajar un escalón la inflación. Después, mirando las propuestas, hay diferencias en lo que respecta a cada programa. No es lo mismo proponer no aumentar impuestos, o, si se puede, bajarlos, que proponer modificaciones tributarias que pueden subirlos. Es más claro, en términos de las propuestas de apertura de la economía, el programa del Partido Nacional y de la coalición, que el del Frente Amplio (FA), y también es más claro en modernizar las relaciones laborales. El punto pasa por ver en qué medida Labat llevará adelante el programa de la coalición y en qué medida Oddone hará lo mismo con el del FA.