Daniel Buquet, politólogo e investigador del Instituto de Ciencia Política (Udelar)
Falta tiempo para las elecciones internas, pero los anuncios o la ausencia de estos ya brindan algunas señales. Paralelamente, se suma el peso que hoy tienen las encuestas de intención de voto, que a su manera también van dibujando un panorama. Detrás de ese entramado de incertidumbres y afirmaciones titubeantes, CRÓNICAS apostó al diálogo con Daniel Buquet, académico de gran experiencia que a través de su análisis proyectó distintas lecturas que se pueden hacer del tablero político uruguayo.
-A pesar de haber atravesado momentos críticos, no solo en materia de opinión pública, sino también por disputas con los mismos socios de la coalición, la aprobación del presidente se mantiene en cifras que se aproximan al 50%, más específicamente en un 48%, según el último estudio presentado por la consultora Cifra. ¿A qué lo atribuye?
-Habría que especular, creo que el nivel de aprobación del presidente en términos reales puede ser relativamente bueno, pero no me resulta tan sencillo explicar una aprobación del orden del 50%. Hay otras mediciones que lo dieron un poco más abajo, sobre el 40%, las cuales tal vez puedan ser más sencillas de evaluar. Señalo esto porque si se busca la relación en las propias encuestas, de las mismas empresas, la intención de voto no resulta tan fácil de cuadrar con estos niveles de aprobación. Concretamente, tiene que ver con que nosotros sabemos desde la ciencia política que la intención de voto sigue una lógica en términos de gobierno-oposición que va bastante pegada a la aprobación del gobierno. Es decir, la aprobación del gobierno implica más votos para el partido del gobierno y viceversa. En este caso, más allá de los niveles de aprobación, las encuestas están mostrando una consolidación de la intención de voto del Frente Amplio (FA) por arriba del 40% y, por otro lado, el partido del presidente, aunque no crece ni tampoco se derrumba, parece muy estancado por debajo del 30%.
-¿Qué cuestiones podrían tomarse como méritos a favor de su aprobación?
-En la actualidad, los principales logros tienen que ver con los equilibrios macroeconómicos, lo que la gente percibe a partir de la inflación. Las preocupaciones de las personas desde hace mucho tiempo tienen que ver con la economía y con la seguridad, por lo cual se puede agregar también que hay un desempeño al menos no negativo en materia de desempleo. En términos generales, en lo económico el gobierno está mostrando un buen desempeño y eso justificaría en alguna medida una evaluación positiva. Sin embargo, en el plano de la seguridad pública la percepción no se asocia a resultados positivos, sino más bien al contrario, incluso el mismo gobierno lo toma como una preocupación, por algo está buscando llevar adelante acuerdos y tomar medidas en ese campo. Por último, haciendo foco en el propio presidente, alguien podría explicar la popularidad por sus habilidades de comunicación, más que por los resultados de su gestión. Él ha sido siempre un buen comunicador, sin embargo, justamente en torno a los últimos acontecimientos, por ejemplo, el tema de la crisis hídrica, no estuvo en sus mejores desempeños. En conclusión, se podría decir que la aprobación le está dando un poco más de lo que uno podría esperar en estas circunstancias.
-¿Qué análisis hace de las internas del Partido Nacional (PN)? ¿Es previsible que se siga afianzando la diferencia a favor de Álvaro Delgado o se puede creer en la posibilidad de un escenario más competitivo con Laura Raffo?
-Todo es posible. La figura de Delgado está muy consolidada, es muy cercana al presidente, además, su agenda está muy pegada a la que hoy tiene el Poder Ejecutivo. De alguna manera, si el presidente es popular y no puede ser reelecto, sería natural que el candidato más cercano sea favorito en general y en particular dentro del propio partido. Laura Raffo, por otro lado, es bastante conocida y el lanzamiento de la campaña y su actividad pueden mejorar su posición, pero también hay una diferencia estructural. El PN tiene la característica de ser el partido que vota mejor en las internas y eso tiene que ver con que gobierna prácticamente todo el territorio del interior del país, sacando Canelones y un par de departamentos más. En las internas, al mismo tiempo que está la primaria presencial, se definen las convenciones departamentales, las que a su vez designan a los candidatos a intendente de cada departamento. Los blancos se juegan mucho en esta materia y eso genera mucha movilización de estructuras, entonces, es importante ver cómo se mueven los precandidatos presidenciales en términos locales. En la elección interna los aparatos políticos pesan más que en la elección general.
-Entonces, en ese contexto, ¿Raffo tiene posibilidades?
-No descartemos posibilidades de Laura Raffo de crecer y dar pelea. Ella en un fragmento del discurso del otro día le dedicó un espacio central a mostrar su cercanía con el presidente, tratando de que su candidatura no aparezca como una alternativa a sus preferencias. Se da cuenta de que en la interna blanca el presidente es una ventaja, y que esa ventaja, en principio, está en Álvaro Delgado. A priori, la viene corriendo de atrás, puede mejorar, pero por lo que he visto en las encuestas la diferencia es grande. Aunque vale la pena recordar que estas encuestas recogen una intención de voto que no necesariamente está asociada a la participación que se da en las internas.
-¿Qué repercusión puede tener de cara a las internas del FA este papel más confrontador que ha tomado Carolina Cosse como fuerte opositora?
-Se puede hacer un razonamiento en espejo, en el caso del PN hay una especie de estilo más conciliador en Delgado y un estilo más confrontativo en Raffo. Esto es importante porque en las internas van a votar las personas más cercanas a los partidos, las personas con más interés en la política. En el caso del FA, Orsi tiene un perfil de más llegada a un público más alejado del conflicto político, y tal vez Carolina Cosse tenga un discurso que le llegue más fácil al frenteamplista más activo, más cercano al partido. Ahí es donde está la posibilidad de Cosse y su potencial para crecer, ubicarse en ese discurso, que no es para ganar la elección general, ya que en ese caso un tono moderado suele ser el más apropiado.
-Dentro de las dudas generadas en torno a quiénes competirán en las internas del Partido Colorado (PC), ¿qué puede significar la vuelta de Pedro Bordaberry? ¿Qué tan próxima ve esa posibilidad?
-La vuelta de Bordaberry la daría como bastante segura, ya que no se ha ocupado de negarlo rotundamente. Por un lado, estuvo esa movida del registro del agrupamiento “Vamos Uruguay”, algo que se trató de no identificar con el lanzamiento de una candidatura, pero él sigue sin decir que no va a competir, entonces, se podría decir que lo está pensando. Si Bordaberry no es precandidato, el PC está condenado a derrumbarse. No sabemos qué potencial puedan tener las otras figuras, pienso en particular en Robert Silva, tomando la posta de Ciudadanos. Pero, aun así, con las mejores figuras que uno puede imaginar en los distintos sectores, no se puede imaginar un PC que pueda remontar tres o cuatro puntos. La diferencia la hace Bordaberry, quien en todo caso levanta al partido al nivel que tuvo, le permite mantener esa condición de tercer partido.
-Cabildo Abierto (CA) no tiene disputa interna. Teniendo en cuenta la tensión que ha mantenido con el resto de la coalición, ¿la falta de un escenario competitivo de debate y presentación de ideas lo debilita? ¿Qué debe hacer CA mientras los otros compiten?
-En CA, más allá de que no significa una presentación de candidaturas alternativas, hay disputas internas. Hay una zona de discusión interna sobre cómo mostrarse, lo ha dicho el propio Manini: ellos no son ni los partidos tradicionales, ni el FA, sino que son otra cosa. El problema es mostrar eso desde la coalición, allí es donde se generan todas estas secuencias de conflictos que no permiten en términos de mensaje entender lo que representa CA en la opinión pública. Con estas idas y vueltas no logra transmitir una imagen precisa de una cosa distinta y es un poco lo que está provocando sus movimientos internos. Creo que están en una situación bastante compleja, son nuevos en política, pero son muy entusiastas y aprovechan todos los instrumentos. Por ejemplo, llegar al plebiscito constitucional, pasando por interpelaciones, votando leyes junto con la oposición, hasta dándole un ultimátum al presidente pidiéndole que se retracte cuando había echado a la ministra Moreira.
-La junta de firmas para impulsar el plebiscito sobre la ley de deudas de personas físicas, ¿cómo se puede interpretar en este contexto?
-Parece que se trata de ver qué han hecho en la política aquellos a los que les ha ido bien en los últimos años, decir: “probemos a ver si esto nos sirve”. No sé qué tan estudiado está en términos de opinión pública, pero está claro que atender la situación de los deudores, gente de menos ingresos, es algo popular, algo que va a generar simpatía. Eso no está atado a un triunfo electoral ni mucho menos, pero están explorando todos los caminos de forma improvisada, de forma errática, porque no tienen claridad sobre un posicionamiento concreto. Van a pasar las internas juntando firmas, van a buscar tener el protagonismo que se les escapa al no tener competencia en términos de precandidaturas presidenciales.
Aires de la vecina orilla, una posible influencia
-Pensando en las internas, pero también mirando más allá, ¿puede influir en alguna medida el resultado de las elecciones en Argentina?
-No creo, las elecciones argentinas tienen su propia lógica. Los impactos transfronterizos son muy menores, algunos candidatos pueden mostrar simpatía en el momento que corresponda con el ganador y buscar asociarse, pero eso tiene efectos absolutamente marginales en la elección. Después, el resultado sí puede ser más importante en la política exterior, en la relación entre los países y en las formas de encarar los acuerdos comerciales, pensando en el Mercosur o en las cuestiones bilaterales. Si gana Larreta, por parte del gobierno uruguayo puede ser que busquen un acercamiento, tienen varios meses desde que asume el presidente de Argentina hasta las internas y después otro tramo hasta las generales. En definitiva, lo que podría influir de la elección argentina es lo que ocurra en esos 10 meses, que tal vez le sirva al gobierno uruguayo no solo para mostrar cercanías, sino para mostrar resultados. Los cambios que puede haber en el relacionamiento de los gobiernos y algunas medidas que se puedan poner en práctica podrían tener efectos concretos.