Alfredo Cabrera, presidente del Banco de Previsión Social (BPS)
Luego de que el pasado 1º de agosto entrara en vigencia el Nuevo Sistema Previsional Común, implementado con la reforma previsional, CRÓNICAS dialogó con Alfredo Cabrera, presidente del BPS, al respecto de las principales implicancias de esta novedad. Sobre la reforma, se mostró a favor de su implementación, destacó que un “gran valor” que presenta es “hacer frente al desafío de la sustentabilidad” e hizo hincapié en que subir la edad jubilatoria es “lo menos cuestionable” de todas las decisiones a tomar.
-¿Qué desafíos implica la implementación de este Sistema Previsional Común?
-El principal desafío fue cargar a los servidores del banco las nuevas reglas que establece la reforma, lo que implicó previamente un proceso de desarrollo de software. Este fue un proceso que comenzamos desde que la ley tuvo media sanción, que lo llevamos a cabo con un comité de reforma, con un equipo en el que han estado trabajando en los momentos de mayor trabajo hasta unas 100 personas. Como avisamos previamente, el viernes 28 de julio a las 16 tuvimos una indisponibilidad programada de todos los servicios online del banco y comenzamos a instalar e implementar esta reforma, que en definitiva implicó aislar un servidor y cargar todos los sistemas en un servidor aislado, y una vez que estuvo chequeado su funcionamiento, se volcó a la granja de servidores del banco.
-Los principales cambios de esta reforma tienen que ver con las edades de retiro, el sistema común que se aplica, las modificaciones de los porcentajes que reciben el BPS y las AFAP y la posibilidad de que los jubilados puedan trabajar legítimamente, pero ¿qué implicancias más allá de esto tiene esta reforma?
-Yo creo que la reforma es un acto de responsabilidad a mediano y largo plazo que tomó el gobierno, de hacer frente a un problema que se sabe desde hace años que está, pero que hasta ahora no se habían tomado medidas. En un sistema como el uruguayo que tiene una amplia cobertura, donde más del 95% de los mayores de 65 años tienen cobertura, el gran desafío es la sustentabilidad. En un sistema maduro como el nuestro, que tiene beneficios de distintos niveles y bastante universales, el gran desafío es hacer que se mantenga ese nivel de beneficios y que el sistema sea sustentable. A nivel comparado, con sistemas más nuevos e inmaduros, generalmente los problemas son de cobertura y no de sustentabilidad, porque uno es la contracara del otro.
En sistemas como el nuestro, la sustentabilidad es un desafío. Entonces, un gran valor de la reforma es hacer frente a la sustentabilidad, no para que no deje de existir asistencia financiera, porque la asistencia va a existir, sino para manejarla con parámetros razonables y que no se dispare a niveles que comprometan a nuevas generaciones. En definitiva, la reforma actual tiene incidencia en los activos y en los que van a ingresar al mercado en el futuro. La reforma no es para mí, es para mis hijos y nietos, que van a querer tener lo mismo que tuvo su padre, y esa mochila tan pesada no se le puede cargar a los más jóvenes y decirles que lo resuelvan más adelante.
También es una reforma que tiende a la equidad, porque busca crear un sistema con reglas únicas en un proceso, de manera tal que sean similares los beneficios que se obtienen a la plata que se aporta, cualquiera sea el subsistema en el cual la persona que aporta participa, algo que hasta la reforma tenía grandes diferencias. Me parece que tiene una gran virtud, que es tender a que sea un sistema más equitativo. Además, creo que tiene un montón de aspectos que son destacables como considerar el envejecimiento activo y permitir una visión más moderna y más eficaz de la coexistencia entre trabajo y jubilación, que no es un fenómeno que sea aislado, porque en el resto del mundo estos sistemas se dan, pero acá no había tenido un desarrollo adecuado, porque básicamente no se permitía volver a trabajar dentro de la misma caja donde la persona se había jubilado. Creo que la incorporación de estos aspectos vuelve más moderno al sistema y le permite adecuarse a estos tiempos.
-¿Considera que se ha transitado el camino correcto con respecto a esta reforma?
-Ha sido un proceso muy virtuoso, porque parte de una comisión de expertos con una integración muy amplia, donde todos los sectores estuvieron representados, que realizó un trabajo muy serio y muy transparente, con todos sus estudios publicados, cuyo trabajo arrojó un diagnóstico. Y es a partir de ese diagnóstico que se generaron recomendaciones, y a partir de esas recomendaciones se generó un anteproyecto y ese anteproyecto, antes de tener estado legislativo, fue presentado a los socios del gobierno y al principal partido de la oposición. Fue luego de esa ronda que ingresó al Parlamento un proyecto que recorrió dos años de trabajo y opiniones. Por lo que, en definitiva, fue un proceso sumamente democrático en su tránsito, con una discusión previa a la discusión parlamentaria, algo que no es común en estos procesos.
-¿Qué importancia tiene la variación que se obtiene al considerarse los mejores 20 años de remuneración? ¿Qué se busca con esto?
-La importancia fundamental del sistema es que, analizando las variables de dónde buscar la sustentabilidad, opta por aumentar la edad, lo cual tiene una consecuencia inmediata en la mejora del ahorro y en hacer una transición muy larga y a la uruguaya. El sistema tiene 20 años por delante para empezar a jubilar con el 100% del nuevo régimen. Entonces, yo creo que se busca solucionar un problema de mediano y largo plazo y lo hace con un proceso que respeta eso. En definitiva, hasta el 31 de diciembre de 2032, las personas que tengan causal jubilatoria se van a jubilar con el régimen actual, a partir del 2033 las personas se van a jubilar en régimen de convergencia y recién en 2042 van a comenzar a jubilarse plenamente por un nuevo régimen.
La virtud es no haber reducido el nivel de la tasa de reemplazo, no haber aumentado los aportes y optar por el camino de aumentar la edad, aggiornándola a una edad lógica en términos actuales, con la esperanza de vida actual y con los regímenes de trabajo actuales, por lo que es una tasa muy parecida a la de otros sistemas. Además, también recoge alguna de las críticas que se hicieron en su momento y establece las excepciones al régimen general en el caso de las largas historias laborales o de los regímenes de trabajo penoso, por lo que considero que es un sistema equilibrado y me parece que va en línea con una cultura de seguridad social en Uruguay que hay que destacar.
-Usted ha sido enfático en que no considera que el artículo 8 y el cambio sobre las AFAP pueda perjudicar. ¿Por qué piensa esto?
-Mi postura es que a priori y sin conocer las historias individuales de cada persona, no se puede afirmar una cosa o la otra. La Ley 19.172 expresamente prohibió esto estableciendo el derecho a ser asesorado y después que la persona tome la decisión. Entonces, el presupuesto del legislador es que cada persona debe asesorarse y en función de lo que surja de su historia laboral, debe tomar la decisión de revocar o no. Considero que no se puede hacer un planteo de ese tipo porque las historias laborales son independientes. En definitiva, creo que las personas se van a asesorar y después, en función del asesoramiento, cada uno tomará la decisión que considere conveniente.
“Yo tengo 58 años y dentro de dos años no me imagino estar terminando mi vida activa”
-¿Qué opina al respecto de las críticas que sufrió esta reforma, donde sus principales detractores se manifestaron en contra de subir la edad jubilatoria?
-Subir la edad jubilatoria me parece que es lo menos cuestionable de todas las opciones a tomar. Cuando se decía como crítica que había que fijarse en los ingresos y no en la edad, ¿se buscaba subir los aportes jubilatorios? ¿A quién? Porque nunca nadie propuso a quién subirle los aportes. Uruguay es un país en el que casi el 90% de las empresas son micro, pequeñas y medianas empresas, pero ¿quién debería pagar más? ¿El titular de una empresa unipersonal con empleados? ¿El socio de una Sociedad de Responsabilidad Limitada? Subir la edad en el 2023, con las salvedades de algunas áreas que son consideradas particularmente, de 60 a 65, parece un ajuste lógico para las actuales expectativas de vida y la esperanza de vida de los uruguayos. Yo tengo 58 años y dentro de dos años no me imagino estar terminando mi vida activa. Tal vez aparezca alguien a decirme que yo no trabajo con las manos, pero para esas personas se han establecido las excepciones. A mí me parece que la suba de edad es la opción razonable para haber tomado, en vez de aumentar los aportes o reducir los beneficios.