En diálogo con CRÓNICAS, el presidente de la ACA, Alfredo Lago, brindó un pantallazo sobre el sector arrocero, los desafíos que enfrenta y los mercados a los que alcanza la producción uruguaya, entre otros temas. En este sentido, explicó que cerca de 40 países consumen nuestro arroz, y que si bien Uruguay envía al exterior, mayormente, materias primas, también puede exportar productos manufacturados.
A su vez, el ejecutivo alerta sobre los costos de producción, dado que la exportación de arroz no ha tenido una variación ascendente en materia de precios, y eso despierta algunas interrogantes en el futuro inmediato.
¿Cómo es la situación actual del sector arrocero?
En términos productivos, estamos terminando la siembra de la zafra 2022-2023 que se ha desarrollado de buena manera. El clima ha sido apto y los cultivos fueron muy buenos. También influye la forma de trabajo del sector; somos buenos a nivel productivo, de cultivo y recursos, tanto naturales como financieros. Tenemos reconocidos indicadores a nivel mundial. A su vez, existen dos variables más que hacen a la actuación económica: costos de producción, donde la situación no es muy favorable porque ha habido aumentos importantes en insumos; y todo lo que compone a la estructura de costos, desde lo externo, en el valor del dólar que aumentó, hasta lo interno, con la fortaleza del peso que ha sido contraproducente. Hay casi un 10% de valoración de nuestra moneda, lo que ha ocasionado un incremento en dólares de esa tercera parte de los costos que se originan en pesos. Esto ha hecho que la sumatoria de los costos se encuentre alrededor de un 15% por encima de lo que fue el año pasado, es decir, unos US$ 300 más por hectárea en un costo total de US$ 2.200 de inversión directa (costos de insumos, efectivo, rentas y amortizaciones). A eso hay que sumarle la infraestructura y maquinaria que tiene cada productor (canales, caminos, drenajes e instalaciones de riego), por lo que se estima una inversión fija para plantar arroz en un campo de unos U$S 3.000 por hectárea.
La noticia en cuanto a costos no es alentadora, y una frase que refleja la actualidad, y quizás hasta representa una tercera variable, es que el arroz padece la inflación pero hasta ahora no ha sido causante de la misma. La exportación de arroz no ha tenido una variación ascendente en materia de precios. Los commodities agrícolas, tanto los que se producen y exportan, como algún otro que no está en nuestra paleta de producción, han subido estos últimos meses, pero el arroz ha sido la excepción. Por lo tanto, enfrentamos un incremento de costos, pero a la vez no hemos tenido una recuperación en cuanto a valor de exportación. El año pasado también fue positivo, pero de cara a la próxima temporada hay muchas interrogantes, porque aun logrando un buen nivel productivo, si se mantuviera el precio de exportación del arroz, la valoración económica sería muy ajustada y hasta podría ser negativa. Hay una conformación de una menor producción en relación al consumo mundial que seguramente también genere alguna expectativa en cuanto a los precios de esta zafra. Soy optimista sobre una mejora en el precio, pero obviamente el sector tendrá que atravesar un año con dificultades para poder enfrentar la producción.
Uruguay se destaca por la cantidad de kilos por hectárea que cosecha. ¿Es posible aumentar ese rendimiento?
La tendencia es de incremento anual a largo plazo. El sector arrocero es el que más incorpora tecnología dentro de todos los sectores productivos del país. Si uno mira las gráficas, esa incorporación ha aumentado la productividad. El proceso seguramente se mantenga, pero estamos casi en el techo de lo que producimos. En parte depende del productor para obtener el rendimiento productivo pero, lamentablemente, eso solo no es posible porque también obedece a la ecuación económica.
En ese sentido, ¿cuáles son las ventajas y desventajas que tiene Uruguay a la hora de producir?
En primer lugar, la alta productividad, que tiene que ver con el ambiente y la forma que Uruguay produce. No hay arroz continuo, nosotros lo complementamos con otras actividades, como la ganadería, la generación de pastura y otros cultivos, como la soja y el sorgo. Por lo tanto, es mucho más racional a la hora de los recursos, preservamos mucho más el suelo, utilizamos con más eficiencia el recurso hídrico y esto hace que necesitemos menos volumen de insumos por hectárea. Esto va también de la mano con el clima que tenemos, lo cual genera un grano de calidad que pocos en el mundo logran tener. Utilizamos pocos agroquímicos, y este es uno de los factores que se destacan en la venta, principalmente cuando se trata del mercado europeo. Producimos alta cantidad con una altísima calidad.
Con respecto a las debilidades, tenemos un país que no es muy competitivo, está demasiado relacionado con la tasa de cambio, no se ha generado una competitividad más genuina y estructural, la logística interna es cara, así como los costos de combustibles y de energía eléctrica. Todo eso nos quita competitividad para generar un negocio. Tenemos una salida única por el puerto de Montevideo y eso genera costos extras que no dependen del productor y la cadena.
¿A cuántos mercados está llegando el arroz actualmente?
Tenemos unos 60 países como destino, pero los que nos compran por año son alrededor de 40. Hay seis destinos que se llevan el 80% de la producción: la Unión Europea, Irak, México, Perú, Venezuela y Brasil. Como bloque, en Centroamérica estamos vendiendo mucho y es ahí donde creemos que hay que priorizar las relaciones diplomáticas de Uruguay.
Acompañamos la misión del gobierno a Japón en el entendido de ingresar al Transpacífico, porque es a través de estos acuerdos que podemos ampliar las oportunidades. No hay nada más barato para alimentarse que el arroz.
¿Qué visión se trajo de ese viaje a Japón? Ellos consumen, en su mayoría, un tipo de arroz de grano corto y grueso, que Uruguay no produce. ¿Ve viable realizar algún tipo de negocio?
Primero, tenemos que tener un tratado con Japón. Y luego, si bien es cierto que Japón es prácticamente autosuficiente, Uruguay también produce entre un 3 y 4% de granos cortos, y tiene condiciones para proveer en el mundo. Dentro de su autosuficiencia, Japón también adquiere de afuera, pero es imposible por ahora el negocio con ese país por dos motivos: la carga arancelaria y la distancia entre los países.
Uruguay importa de Japón, en su mayoría, aparatos electrónicos y productos manufacturados. ¿Cuál es el beneficio de exportar materias primas?
Uruguay tiene aptitudes que le permiten producir alimentos para el mundo, y eso potencia la posibilidad de exportar; eso es algo que no ha sido valorizado. Se cree que solamente produciendo productos manufacturados o de alta tecnología un país puede ser eficiente. Discrepo en esa visión, porque también hay un tema cultural y de educación en ese sentido.
Por otro lado, es un tema que viene de la mano con la competitividad porque en Uruguay agregar valor a cualquier producto es contraproducente. Por ese motivo la soja sale como se cosecha en el campo, no se le agrega ningún valor hasta depositarla en el puerto. Seguramente si hiciéramos aceite o harina no competiríamos en el mundo. Eso vale en otro tipo de manufactura o agregado de valor de productos que Uruguay tiene que resolver. Podemos ser un país agroexportador de alimentos y también de productos terminados. Al sector agropecuario no hay que castigarlo porque exporte de forma primaria, lo que nos falta es adaptarnos.
¿Qué se prevé ante un posible ingreso de Uruguay al Acuerdo Transpacífico?
Son 11 países que lo integran, y con la mayoría Uruguay no tiene relación comercial, por lo tanto, cuanto más relacionamiento tengamos, más positivo será. Puede haber acuerdos que son beneficiosos para algunos sectores y no tanto para otros, pero si en la reunión siguiente Uruguay realiza acuerdo con otro país o bloque, seguramente el que quedó para atrás pueda salir revitalizado. También hay que tener en cuenta que la tendencia es a crecer en cuanto a ingresos a otros países. Por ejemplo, Inglaterra, con quien tenemos una relación importante, estaría pidiendo el ingreso al Transpacífico y esto sería una forma de disminuir la carga arancelaria. Y hay países en Centroamérica que ya forman parte, como Colombia y México, entre otros. Es buena la decisión del gobierno de querer ingresar.
¿Cuáles son las expectativas para el año que viene en cuanto al tiempo?
Las noticias del fenómeno de La Niña preocupan a los sectores productivos. En cuanto al arroz, nace bajo riego de un agua que se presupuestó y cuantificó previo a la siembra. Por más que no lloviera en todo el periodo, el agua disponible para generar un buen cultivo la tenemos. Los años secos, como se está pronosticando ahora, vienen de la mano de mejores temperaturas y radiación solar, dos factores fundamentales para conformar una alta productividad. Temores hay siempre, pero el sector arrocero los tiene minimizados porque la estructura de riego está previamente instalada para el cultivo.
¿Considera que el país está preparado para producir aunque haya sequía?
Arroz sí. Ningún otro cultivo tiene la preparación que tiene el arroz. En 2020 y 2021 hubo una pérdida importante de soja y el arroz batió el récord de producción en su historia porque las variables fundamentales fueron favorables, ya que el riego estaba asegurado por la estructura.