Eduardo Bonomi, senador del Frente Amplio
El exministro del Interior repasó su gestión al frente de la cartera y criticó algunas decisiones que ha tomado su sucesor, Jorge Larrañaga. “Uno no puede nombrar a los mandos a partir de lo que votan, sino de lo que hacen como policías; ahora hay un excesivo afán de controlar eso”, opinó. También reconoció que el Frente Amplio (FA) cometió algunos errores que lo llevaron a perder el gobierno en las pasadas elecciones. “Nos faltó lograr la baja de los delitos”, remarcó, aunque aseguró que eso no es solo responsabilidad del Ministerio del Interior.
El menú En la cava de Panini’s, Bonomi degustó melanzane: berenjena asada, tomate, albahaca fresca, muzzarella y queso parmesano. De segundo plato optó por salmón grillé bañado en salsa de mango, acompañado de mix de repollo, maní y yogur de palta. Para beber eligió Coca Cola. A la hora del postre, prefirió helado artesanal de maracuyá y un café.
Por Magdalena Raffo | @MaleRaffo
-¿Dejó el Ministerio satisfecho con su gestión?
-Eso siempre tiene que ver con lo que uno esperaba y lo que se propuso. Nosotros aspiramos a una reforma de la policía que incluía la mejora de su situación salarial y de las condiciones de trabajo, armamento, vehículos, tecnología, y eso lo cumplimos ampliamente.
Iniciamos una transformación de las cárceles que también se avanzó mucho, aunque en mi segundo período estuvo un poco más frenada por razones presupuestales.
En el primer período nos habíamos planteado algunos programas, como el Plan Siete Zonas, que se llevó adelante con los recursos que cada ministerio que participaba en el mismo podía poner. Nos propusimos que para el siguiente período necesitábamos un presupuesto propio; eso no lo pudimos hacer, había bastantes restricciones.
En mi segundo período hubo un compromiso con la baja de las rapiñas, que no pudimos cumplirlo.
-¿Fue acertado haber dicho que tenían esa meta?
-Es muy difícil, pero fue una opción. Nosotros planteamos que no lo íbamos a medir desde 2015, sino a partir de la aplicación del nuevo presupuesto, que fue en 2016. Entre 2016 y octubre de 2017 las rapiñas bajaron un 13,5%, y en noviembre empezó a funcionar el nuevo Código del Proceso Penal (CPP), que tuvo un efecto negativo inmediato porque hubo dificultades en la aplicación: había fiscales que decían que la policía no podía intervenir hasta que no le dieran la orden.
-¿Eso enlenteció los procedimientos?
-Sí, porque ante una denuncia, uno iba al lugar y en vez de poder actuar tenía que esperar que el fiscal lo autorizara. Eso incidió, aunque la incidencia más importante fue la cantidad de gente que quedó libre.
Con el viejo CPP, cuando había un procesamiento, la persona quedaba privada de libertad inmediatamente. Ese era un problema porque a veces pasaba cuatro años presa y cuando la penaban podía ser inocente o le daban dos años y había estado dos de más. Eso nos lo criticaban en todos lados y fue el principal motivo del cambio de código.
Entonces, en el nuevo CPP se estableció que cuando se formaliza al individuo se le puede hacer el juicio uno o dos meses después, y eso está bien, pero no en todos los casos. Había personas con antecedentes por delitos graves que quedaban en libertad a la espera del juicio. En pocos meses hubo 1.500 presos menos y quedó libre gente que estaba en una carrera delictiva, lo que aumentó los delitos.
Ya nos habían dicho que los delitos iban a subir con el nuevo CPP, que ese cambio nos iba a costar dos años. Además, íbamos a necesitar más fiscales y no se previeron recursos para eso. A mediados de 2018 el Parlamento estableció cambios al CPP que corrigieron esos problemas.
No se cumplió con la promesa, pero la estrategia que se fijó para bajar los delitos, que fue el PADO (Programa de Alta de Dedicación Operativa), fue muy buena. Se empezó a aplicar en el 2016 y marcó un camino que habría que haber seguido en este período, pero no se hizo. La población lo entendió bien, vio a la policía cerca de su vivienda, recorriendo las calles en los lugares más complicados.
-Pero los delitos subieron.
-Me refiero a que el PADO tuvo un buen impacto en los resultados hasta que empezó a funcionar el nuevo CPP. A mí me parece un error medir la actuación solamente por la baja de los delitos, porque lo más importante es la cantidad de gente que se vuelca a la delincuencia. Eso aumentó, ahora, ¿fue responsabilidad del Ministerio o la policía, o de otras causas?
Hubo una época en la que ir preso era una vergüenza, para esa persona y para su familia. No solo se perdió eso, sino que en determinados ambientes hoy es un premio, una demostración de valía. Eso tiene que ver también con cuestiones que vienen de afuera del país. En las cárceles veían la serie de Pablo Escobar y cuando hablaban entre ellos se decían cosas como “mi patroncito del mal”; para ellos era un modelo a seguir.
Eso ayuda a que se vuelque cada vez más gente a la delincuencia y eso no es responsabilidad del Ministerio del Interior. Pero se trató de discutir las políticas llevadas adelante por el Ministerio como forma de acumulación político-electoral y eso no ayudó a caracterizar correctamente el problema.
-Sin embargo, recientemente el ministro del Interior, Jorge Larrañaga, planteó al Parlamento que “recuperar la seguridad perdida” no puede hacerse “desde un exclusivo abordaje policial”, sino que es necesario recurrir a políticas sociales.
-El ministro actual ahora dice que no es solo un problema del Ministerio del Interior y yo lo comparto, pero a mí me decía que sí, que era un problema del Ministerio.
-¿Dice que ahora que está en su lugar lo entiende?
-Si me entiende, que lo plantee en forma retroactiva, es decir, que antes también era así, no solo ahora, que lo reconozca.
Sobre tu pregunta original, nosotros nos fuimos satisfechos con lo que pudimos hacer para mejorar la situación de la policía. Nos faltó lograr la baja de los delitos, pero eso no es solo un problema del Ministerio.
-Igualmente, la presidenta del sindicato policial, Patricia Rodríguez, dijo a CRÓNICAS que los efectivos sienten mayor respaldo con las autoridades actuales. ¿Faltaba un canal de diálogo con ellos en su gestión?
-Yo creo que no. Hay cosas que los policías reclamaron a partir de una confusión, que es la siguiente: la legítima defensa presunta no es algo que respalde a la policía, que debe manejarse con el cumplimiento del deber. En ese sentido, ella está respaldada por la Ley de Procedimiento Policial y por la Ley Orgánica Policial, pero no por la legítima defensa presunta, que es para civiles. Además, la ley de urgente consideración es mala respecto a ese tema, flexibiliza varias cosas y lo hace mal.
-¿Por ejemplo?
-Dice que la legítima defensa puede existir a pesar de que no haya agresión o de que la agresión haya cesado, o sea, pasa a defender la propiedad y no la integridad física. Pero la propia ley mantiene que el uso de la fuerza tiene que ser racional, gradual y progresivo, entonces, si alguien tira contra uno que viene a robar, pero no ejerce la violencia, no es racional, gradual ni progresivo, y va a tener problemas con la Justicia.
La policía puede ser que se sienta respaldada por un discurso de que ante determinadas situaciones hay que enfrentar, eso ya ha pasado y hay varios efectivos en la Justicia. En nuestro último año hubo 31 delincuentes abatidos por la policía; no hubo un solo efectivo con problemas judiciales, porque actuaron en el cumplimiento del deber. Acá hay dudas en varios casos. Eso no es respaldo, es un discurso que va a comprometer al policía.
El apoyo que le dimos nosotros a la policía fue el aumento de sueldo, la incorporación de uniformes adecuados, más vehículos, mejor armamento, más tecnología. Se plantea que van a entrar 2.000 efectivos, que van a entrar no sé cuántos a las cárceles, que se van a construir tantas cárceles, pero no hay recursos.
-Según las cifras oficiales, en lo que va del período han bajado los homicidios, las rapiñas, los hurtos y las denuncias por violencia doméstica. ¿Por qué el FA cuestiona esos datos?
-Cuando nosotros entramos, la única denuncia válida era la que se hacía en comisaría, donde a uno lo tenían tres horas esperando, entonces en muchos casos no iban. Nosotros tomamos la denuncia con la mayor facilidad: implementamos la modalidad en línea y los policías en la calle podían tomarla en la tablet, que ya no se ve. Y hay demoras en la atención. Muchas veces uno llama y le dicen: “Eso es poco, ¿para qué lo va a denunciar?”. Eso está pasando, por tanto, las cifras no nos dan garantías.
A eso se le suma que la prensa en octubre informó que hubo 34 homicidios, con nombre y apellido, y cinco o seis que había que investigar, pero que algunos de esos también eran homicidios, mientras que el Ministerio dijo que habían sido 30.
-¿Qué motivó la interpelación a Larrañaga y cuál es el objetivo?
-Cuando nosotros hicimos el proceso de transición yo hablé con el ministro y le dije que no quería complicarlo ni hacer lo mismo que habían hecho conmigo, que no lo iba a interpelar. Él me dijo: “Pero vas a estar cuando me interpelen”. Yo le dije: “Claro que voy a estar, y capaz que opino, pero yo no quiero que las cosas sean iguales. Si hacés macanas, sí, pero no voy a usar la interpelación para acumular políticamente”. Ni siquiera integro la Comisión de Seguridad.
Se dice que la interpelación es por lo de la Plaza Seregni, pero no es por eso. Hay dos posibilidades: hacer una interpelación como las que me hacían a mí, para acumular políticamente, o para discutir políticas de seguridad y llegar a conclusiones de intercambio sobre qué habría que hacer. Si se hace así, será positiva; si se hace para establecer un enfrentamiento continuo, no lo será.
-Menciona el caso de la Plaza Seregni… Recientemente el Ministerio del Interior mostró los videos asegurando que la policía actuó ajustada a derecho, lo cual contradice la versión del FA. ¿Usted los vio?
-No vi los videos, ahora, cuando estábamos nosotros hubo situaciones en que la policía intervino y fue duramente criticada, y en realidad no había pasado lo que se había dicho. La intervención policial en esos casos es un hecho sensible y complicado.
-¿Cómo tomó la decisión de Larrañaga de bajar al exjefe de Policía de Montevideo, Erode Ruiz? ¿Le sorprendió?
-Era un secreto a voces que había diferencias entre el director (de la Policía Nacional, Diego Fernández) y el exjefe de Policía de Montevideo. El director responde al ministro y el exjefe respondía al presidente (Luis Lacalle Pou), lo que asegura que no hay verticalidad en el mando. Es difícil que esta exista cuando no se le da al director la posibilidad de nombrar a todos sus subordinados. A mí no me sorprendió tanto.
Cuando le planteé a (Julio) Guarteche la posibilidad de ser el director de la Policía, me pidió para pensarlo; a la semana me dijo que sí, con una condición: “Si yo me entero por la prensa que usted nombró un jefe de Policía o un director, renuncio”. Eso no solo no pasó, sino que los mandos los eligió él.
-¿Y el criterio actual no es el acertado?
-No. Para manejar la verticalidad tiene que existir esa condición, y eso no pasó. Había tensiones entre algunos mandos. El ministro quiere cambiar eso con un golpe de timón: saca al jefe y respalda al director, pero el problema es que Erode Ruiz tenía mucha ascendencia dentro de la policía. Hay quienes dicen que pudo haber sido para que los demás lo tengan en cuenta como escarmiento, pero no creo que esta sea la mejor situación.
Erode Ruiz es un policía fiel, de la vieja guardia; no estaba totalmente comprometido con los cambios que se establecieron, pero, sin embargo, los respetaba y cumplía porque era fiel. Nosotros teníamos claro que él era blanco, pero uno no puede nombrar a los mandos a partir de lo que votan, sino de lo que hacen como policías. Si uno se tiene que operar de una enfermedad delicada no le pregunta al médico qué vota, trata de que quien lo opere sea de los mejores en su función.
-¿Ahora se está usando ese criterio partidario?
-Sí, se está demasiado pendiente de lo que vota el mando, por eso no se eligieron los mejores equipos.
Cuando yo nombré a Diego Fernández como jefe de Policía de Montevideo, me pidió una entrevista y me dijo: “No sé por qué me está nombrando, porque yo voto al Partido Nacional, no soy del FA”. Le dije: “¿Y? Ya lo sabía, pero nosotros no lo estamos nombrando por lo que vota, sino por lo que es como policía”. Ahora hay un excesivo afán de controlar eso y es un error.
“El FA cometió errores, no discutió suficientemente y no defendió sus logros”
-¿Por qué el FA perdió el gobierno?
-El FA estuvo 15 años y el balance global para mí es muy bueno: logró una serie de avances muy grandes en materia de empleo, aumentos de salarios y jubilaciones, reconstrucción del aparato productivo y acceso a mercados internacionales.
En los últimos cinco años la situación internacional estaba complicada y Uruguay fue el único país de la región que siguió creciendo, pero ahí el crecimiento era menor y hubo una campaña exitosa de la entonces oposición de responsabilizar al FA de todas las dificultades. El FA cometió errores, no discutió suficientemente y no defendió sus logros.
-En octubre de 2018 usted dijo a CRÓNICAS: “No veo proyectos de país en los candidatos del FA”. Hoy, con el diario del lunes…
-Tenía razón.
-¿Incidió ese factor en la derrota?
-El piloto automático no sirve; hay que establecer cambios que tienen que estar condicionados por el proyecto de país que uno defiende. Entonces, si eso no está claro, no se puede pegar un viraje en el rumbo. Eso nos faltó y llevó a que no se le diera al Interior el papel que tuvo cuando el FA ganó. Hubo sectores del campo que tenían dificultades, que no fueron oídos, como el tambo, la producción familiar; eso era apoyo objetivo que tenía el FA y se perdió en el último período. También se descuidó la zona complicada del área metropolitana en la elección pasada.
Eso tiene que ver con la influencia de la crisis regional en Uruguay y con una respuesta no adecuada del FA ante esa situación, que está relacionada con lo que decía la anterior oposición: que el FA votaba con las mayorías propias y ese es un mal criterio. Uno, aunque sea gobierno, no puede soslayar el debate porque tiene las mayorías; en eso el FA se equivocó. Y está pasando ahora, aunque el oficialismo diga que no.
-¿Están haciendo lo que criticaban antes?
-Sí, y era un error antes y lo es ahora. En el FA siempre hubo gente que trató de articular y siempre hubo gente que decía: “Vamos a votar”. Y eso pasa actualmente en el oficialismo.
“Si se establece la cuarentena obligatoria para todo, se cae el país”
-¿Fue acertado el pedido del FA de la cuarentena obligatoria al inicio de la pandemia?
-Cuando el FA hablaba de cuarentena obligatoria no hablaba de todo el mundo recluido, sino de que había que establecer eso como criterio y ponerle todas las salvedades posibles. El FA hacía la misma ecuación: una cosa es lo sanitario y otra es cómo preservar la economía. Si se establece la cuarentena obligatoria para todo, se cae el país, entonces, hay que poner las condiciones en las que se puede seguir trabajando y no que cada cual haga lo que quiere.
Código 79: la novela de Bonomi
No es una faceta muy conocida del exministro, pero empezó a escribir cuentos en el año 76. Lo hacía estando preso y nunca abandonó la actividad. El mes pasado, por primera vez, publicó una novela. Nunca había presentado ningún texto en una editorial, pero en esta ocasión lo convenció un amigo escritor luego de leerla, y así fue como Código 79 vio la luz. Hace varios años la había empezado, motivado por la falta de sueño en un viaje a China. “Me puse a pensar en situaciones de criminalidad y en cómo la sociedad encara eso, y empecé a escribir”, contó a CRÓNICAS.