“El entorno macroeconómico de Uruguay tiene todo para atraer inversiones, pero somos un país caro”

ENTREVISTA

Ramón Pampín, economista y gerente de PwC

En entrevista con CRÓNICAS, Pampín destacó que muchas veces “estamos más pendientes de resolver problemas de coyuntura” y no de largo plazo “que nos hagan despegar” de la trampa del crecimiento “casi vegetativo” que tiene hoy Uruguay. En este sentido, agregó que se debe abrir los ojos y ver otros factores de crecimiento para que Uruguay se aleje de ese “fatídico” 2% y opinó que un factor “importante” en este apartado es la educación, “que es un gran debe que tiene Uruguay y que deberá solucionar”. Por otro lado, subrayó que la economía uruguaya tiene un nivel de deuda “relativamente alto” y que es mayor al de 2019.

-¿Qué diferencias ve en materia económica entre el país de 2019 y el actual?

-El Uruguay económico de 2025 respecto al de 2019 es distinto. Se hicieron reformas estructurales como las de seguridad social y la de educación, que lejos están de resolver los problemas, pero lograron dar algunos pasos. Seguimos siendo una economía que muestra frente al mundo que respeta los equilibrios macroeconómicos, pero que, en términos generales, muchas veces está más pendiente de resolver problemas de coyuntura y no de largo plazo que nos hagan despegar de la trampa del crecimiento casi vegetativo.

-¿Qué ejemplifica esto que dice?

-Las economías crecen a partir de lo que sucede con sus actores privados y con las decisiones que toman los inversores, las empresas y los hogares. Muchas veces creemos que es el sector público el que genera crecimiento y eso no es así. El sector público tiene la misión de cumplir otras funciones dentro de la economía, que muchas veces está vinculado a lo que los economistas llamamos políticas de demanda delegada. Muchas veces en el discurso del Uruguay que conocemos, tendemos a ver y a reflejar el análisis de la demanda delegada y nos olvidamos que las economías, en el largo plazo, crecen a partir de oferta delegada. Hay muchos factores que impulsan el crecimiento y cuando uno ve a Uruguay, en toda su amplia gama de restricciones que tiene para crecer, está claro que ya se han desplegado muchas herramientas tributarias para facilitar que los inversores vengan a Uruguay. Dicho esto, también debemos abrir los ojos y ver otros factores de crecimiento para que Uruguay empiece a transitar una senda de crecimiento y lo despegue de ese fatídico 2% en el largo plazo. A mí me da la sensación de que cada vez lo estamos haciendo peor, desde el punto de vista del largo plazo, en lo que respecta a la educación. Si bien hay gestos como la reforma educativa, da la sensación de que la velocidad y la expansión hacia los que están naciendo, no es suficiente. Esto no es solo desde el punto de vista de la sociedad, sino también desde la productividad. Si no incorporamos productividad a la población del país, no vamos a generar una población activa y que produzca. En definitiva, un factor de crecimiento importante es la educación, que es un gran debe que tiene Uruguay y que deberá solucionar.

-En base a lo que dice, ¿qué entiende que le faltó a la reforma educativa?

-Me parece que la reforma educativa es valorable, pero entiendo que es para quienes están dentro del centro de estudios y allí van a permanecer. El problema son aquellos que ya no están en el centro de estudios o están próximos a no estar. Se debe atacar no solo al alumno, sino también al hogar de ese joven y el tema no es solo del área educativa, sino que corresponde a varios ministerios. Hay que pensar en el condicionamiento que trae un niño o un adolescente, si tiene hacinamiento en su hogar, si pasa hambre o si hay inseguridad en su barrio. Hay que hacer mucho más que una reforma educativa en la que solamente se repasa y reforma teóricamente respecto de cuál es el contenido curricular y si las evaluaciones deben ser por competencias o no. El problema es mucho más grande y va más allá del tema educativo.

-Otro factor importante en el crecimiento son las inversiones que llegan al país y dinamizan la economía, como lo fue UPM. Aun así, muchas de ellas han llegado bajo regímenes excepcionales. ¿Usted cree que es posible incentivar estas inversiones sin brindar facilidades?

-El entorno macroeconómico de Uruguay tiene todo para atraer inversiones, pero somos un país caro. Tenemos una falta de mano de obra calificada en determinadas áreas, donde las empresas extranjeras encuentran ciertas restricciones. Tenemos una columna de ventajas y otra de desventajas, y va a depender de cada sector cómo se va a desempeñar, pero el costo país es una variable transversal a todos los rubros. Además, hay que tener en cuenta el atraso cambiario.

-El atraso cambiario que estimaba el Banco Central del Uruguay (BCU) tendió a desaparecer sobre fines de 2024. Aun así, ¿es de esperar que empeore en lo que resta de la década, justificando una mayor depreciación real?

-El atraso cambiario le hace más daño a los que exportan y quienes tienen mayor intensidad en el uso de mano de obra. Pero, si uno se encuentra en una región muy volátil donde el ciclo te perjudica, hay industrias puntuales que pueden salir perjudicadas y es muy complicado exportar con intensidad en la mano de obra. Históricamente, el ejemplo de manual en Uruguay es la industria textil, que perdió intensidad en el uso de la mano de obra. De acá a cinco años, pueden existir muchas volatilidades en el tipo de cambio, más aún en países que se caracterizan por tener libre flotación o flotación administrada del tipo de cambio. Hay que ver lo que está aconteciendo en el mundo. En Estados Unidos está la tensión Powell versus Trump, donde Powell viene bajando las tasas y ya hubo una baja de tasas para 2025, y nosotros en diciembre subimos las tasas. Entonces, la evolución del tipo de cambio no es algo que se pueda manejar y, por tanto, la volatilidad de las monedas y sus valores es algo con lo que tienen que convivir los que ejercen el comercio exterior. Para eso se han desarrollado los mercados financieros, donde se pueden realizar coberturas, pero eso en Uruguay se dice que tiene poca profundidad. Hubiera sido bueno que esto se hubiera desarrollado más con respecto a 2019, y es un debe que tiene Uruguay desde hace mucho tiempo. 

-¿Qué opina de la propuesta del Frente Amplio (FA) sobre la posibilidad de implementar un IVA personalizado?

-Cuando se define en términos generales, no está mal. De todas formas, esto es algo que genera muchos movimientos y es algo que se está manejando, por lo menos, desde 2011. El IVA personalizado es una herramienta. Tal vez todos tenemos asociado esta idea a una mejora de la equidad, pero en definitiva siempre termina siendo una instrumentación de la que no se tiene mucha idea. De todas maneras, me gustaría reflejar que se trata de una herramienta y hay que tener claro cuál va a ser el objetivo, porque, en función del objetivo, esa herramienta va a tener un diseño y un propósito o va a tener otro.

-¿Qué propósitos imagina que puede tener, dado lo que se planteó desde el FA?

-El objetivo puede ser la mejora de la equidad, porque, en general, las críticas que se le hacen al IVA son que es un impuesto regresivo, que no respeta la equidad y se introduce al IVA personalizado como una forma de resolver esa regresividad. Hoy tenemos un sistema universal, con un valor del IVA determinado según el producto, que no varía según quién lo compre y su capacidad contributiva. Ese sería un objetivo. Otro objetivo podría ser modificar la cantidad recaudada, tanto aumentarla como bajarla. También pienso que se pueden hacer políticas específicas, como atender las brechas cambiarias de las fronteras, que ya ocurrió con Argentina y va a ocurrir con Brasil, visto la situación actual. Eso puede apuntar a establecer un IVA personalizado para personas que tienen su capacidad contributiva afectada. Por otro lado, una implementación interesante puede ser una política de salud, para aquellos productos que se consideran nocivos y que afectan las políticas de salud de largo plazo. Entonces, a partir de que se definen estos objetivos es que se va a diseñar ese sistema y se establecerán los segmentos afectados, y se analizará si existen los sistemas necesarios o si la tecnología permite acceder a la información que se necesita. Ahí recién se podrá caracterizar ese sistema como para poder establecer todas sus características y que se pueda juzgar como tal y decir si es bueno o no. Hay quienes piensan que es correcto que los que tienen menos ingresos paguen menos IVA, en proporción, en algún tipo de bienes. Eso es lo que consideran algunas personas, que son las que adhieren a la idea de que el IVA es regresivo. También hay quienes consideran que el IVA no es regresivo. En definitiva, mejorar la equidad puede ser un objetivo loable. 


“Hoy la economía uruguaya tiene un nivel de deuda relativamente alto y es mayor al de 2019”

-¿Qué reflexión le merece el incumplimiento de la regla fiscal, luego del anuncio del aumento del tope de endeudamiento?

-Más allá de las circunstancias, detrás de cualquier regla fiscal debe haber un criterio de disciplina fiscal que debe decir cuánto más puedo gastar de lo que ingresa y justificar por qué se gasta el dinero de los contribuyentes. Hoy la economía uruguaya tiene un nivel de deuda relativamente alto y es mayor al de 2019, algo que es una limitante para el futuro. Hoy se trabaja con tres pilares y entiendo que no ha habido anuncios respecto de cómo va a ser la regla fiscal de cara al futuro, pero estimo que va a seguir existiendo. Evidentemente, una regla fiscal debe intentar alejarse de los criterios coyunturales e intentar respetar los criterios intertemporales, que fue lo que se consideró en el primer pilar.