Fernando Pereira, presidente del PIT-CNT
El PIT-CNT se encontró con un presidente electo “muy abierto” en la reunión que tuvieron el pasado martes 7. Allí, la central de trabajadores recibió noticias alentadoras con respecto a la negociación colectiva por parte del nuevo gobierno. Para Fernando Pereira, Luis Lacalle Pou tiene una visión social mucho más profunda que su padre, el expresidente Luis Alberto Lacalle Herrera. Además, dijo que el futuro mandatario “hizo una conducción casi sin errores”, por lo que nadie puede pensar que es una persona ingenua.
El menú El dirigente degustó costillitas de cordero con boniato glaceado y dos salsas, que acompañó con Coca-Cola light. De postre, optó por crème brûlée.
Por Magdalena Raffo | @MaleRaffo
-El PIT-CNT ha defendido “las conquistas” del Frente Amplio (FA). ¿Cómo analiza, considerando esos logros, que haya habido un cambio de gobierno?
-Fue una diferencia muy exigua y 15 años de gobierno desgasta a cualquier partido político. Lacalle hizo un relato de alternancia mucho más potente que el que el FA logró hacer de la continuidad de las políticas que se venían aplicando. Cuando un relato predomina sobre el otro, es posible que haya cambios de esta naturaleza. Lacalle interpretó bien a la sociedad y quien lo hace tiene media batalla ganada. La otra mitad es intentar no cometer errores en campaña y creo que cometió muy pocos.
-Para el gobierno electo es necesario ajustar las cuentas públicas, lo cual el sindicalista Richard Read adjudicó a la herencia que dejará el FA. Si el FA no hubiera dejado este déficit, “no tendríamos por qué hablar de ajustes”, dijo a CRÓNICAS. ¿Qué opinión le merece?
-Cualquier gobierno en toda América Latina quisiera recibir el país que recibirá Lacalle Pou de Tabaré Vázquez, por los guarismos de bienestar social, índice de pobreza, salario mínimo, ingreso de hogares, PIB per cápita, inversión educativa, gasto social. También tiene algunos resultados negativos. Uno claramente preocupante es el déficit fiscal, que hay que pensar cómo disminuirlo. Una fórmula fácil es bajando los salarios, los cargos públicos. El economista Joseph Stiglitz dice con claridad que 40 años de aplicación de contención del gasto público y de reducción de los salarios han demostrado el fracaso de la política neoliberal. Creo que Lacalle Pou es lo suficientemente capaz como para darse cuenta de que no puede incurrir en esos fracasos.
-Usted coincide con la necesidad de bajar el déficit, por lo que dice. ¿Cuál es la forma?
-Hay que bajarlo, el problema es quién lo paga, si el sector más rico o el conjunto de la sociedad. Cuando lo paga el conjunto, lo pagan los más débiles, y eso es un lujo que Uruguay no se debe dar. El nuevo gobierno ha planteado reducir el gasto. Le hemos pedido a Arbeleche más datos y se ha mostrado muy abierta en el sentido de generar propuestas, y se va a reunir con COFE y con la Mesa Sindical Coordinadora de Entes. Es importante porque la atención a los más vulnerados depende de tener un Estado fuerte.
Hay que tener claro que hay un contexto desfavorable al que hay que apoyar con distintas políticas sociales de vivienda, salud, educación, atención a la infancia. Es una tarea fundamental del partido que ganó la elección pero también de las organizaciones sociales. Son políticas que seguramente no se van a resolver en cinco años pero que pueden ser un puntapié para comenzar a atender a aquellos sectores que no tienen igualdad de oportunidades.
-¿Cree que el gobierno electo va a trabajar con ese objetivo?
-Todos los uruguayos deberíamos tener ese sentido común. Las sociedades más violentas del mundo son las más desiguales y si en Uruguay hay una violencia importante es porque todavía hay una desigualdad de origen muy grande.
-¿Cómo es su relación con Lacalle Pou?
-Muy buena. Yo sé que esto suena mal para una parte de la sociedad porque siempre está el mito de que el dirigente sindical se tiene que llevar mal con el que supuestamente representa a un sector conservador. Yo nunca he tenido ningún tipo de problema para comunicarme con él. No es una relación nueva sino que tiene unos cuantos años.
Después de 15 años de progresismo y avances sociales, el desafío de Lacalle Pou es poder hacer un buen gobierno. Espero que en cinco años pueda decir que él mejoró los niveles de empleo y de salarios en Uruguay. Creo que ha sido subestimado por una parte de la izquierda uruguaya. Estamos ante un presidente inteligente y con capacidad de escucha.
Yo lo conocí siendo diputado, luego lo vi siendo candidato y en poco tiempo lo vi hacer una competencia con Tabaré Vázquez, que seguramente quede en la historia del país como uno de los presidentes más importantes. Cinco años después hizo una conducción casi sin errores, entonces, no podemos pensar que estamos ante una persona ingenua. Es alguien que lee, se instruye, escucha, se junta con asesores, con personas que saben de temas más que él, porque lo que tiene que hacer un buen dirigente es hablar con gente que sepa más que uno.
-¿Por qué cree que ha sido subestimado por una parte del FA?
-Por esa idea de que es un presidente joven, hijo de un expresidente, o porque no vale ser “hijo de”. Pero este no es “hijo de”. Si me apurás, es bastante más Pou que Lacalle. Yo conocí a Pou en la parte social; es claro que tenía una visión social mucho más profunda que Lacalle, a quien respeto, pero tenemos posiciones antagónicas. Por ejemplo, derogó los Consejos de Salarios, desreguló el mercado laboral, tercerizó las relaciones de los trabajadores públicos. Lacalle Pou sintoniza de otra manera con los problemas de la sociedad.
-¿Con qué se encontraron en la reunión del martes?
-Encontramos un presidente muy abierto. En algunos temas que eran preocupación del movimiento sindical hubo respuestas contundentes. Por ejemplo, sobre la negociación tripartita y que en la misma se negocie la totalidad de los salarios como hasta ahora, fue muy afirmativa su propuesta.
-¿Le sorprendió?
-En cierta medida sí. Sobre la regionalización planteó claramente que fuera por rama de actividad y con acuerdo en la ronda de actividad, con lo cual se abre otra circunstancia de diálogo. Es decir, en cuanto a la negociación colectiva recibimos noticias alentadoras. Después, los acuerdos dentro de los Consejos de Salarios son otra cosa, pero en este caso defendimos el instrumento, que va a garantizar las mejores condiciones posibles para los trabajadores, los empresarios y el país.
-¿Se trató la derogación del decreto de ocupación?
-Sobre eso le planteamos a Lacalle Pou que entendemos que es una modalidad de la huelga que hay que usar en última instancia, como lo venimos haciendo. De hecho le dimos un dato de un estudio de la Universidad Católica, de que en 2018 se ocuparon 12 empresas sobre 100.000 posibles empresas ocupadas. Lo que le dijimos fue que este no podía estar entre los principales cinco mil problemas que él tiene para resolver, pero que si la respuesta ideológica que tenía era la derogación de ese decreto, para nosotros no iba a ser un problema.
-¿Por qué?
-Porque en el caso de que tuviéramos que ocupar porque la actitud empresarial fuera dura, lo haríamos y después veríamos cuáles son las consecuencias. No es que la ocupación se inventó con los gobiernos progresistas; en Uruguay se ocupa desde el año 50.
-O sea, ¿por más que se derogue ese decreto se podrían ocupar empresas?
-No hay ninguna ley que lo prohíba.
-Entonces, en los hechos, ¿sería lo mismo derogarlo o no?
-No sé si sería lo mismo. Lo que dejamos claro fue nuestra posición y la voluntad de buscar mecanismos que eviten dificultades, porque somos conscientes de que la ocupación se da cuando nosotros fracasamos a la hora de encontrar los acuerdos. Es la medida que nadie quiere tomar. Nadie ocupa porque sea un placer –uno se aleja de su familia, de sus bienes, de su salario-. Muchas veces lo hace porque se van a llevar las máquinas o porque el empresario echa a trabajadores sindicalizados. ¿Por qué eso no se juzga con la misma dureza que se juzga la ocupación? Pero insisto, si hubo 12 empresas ocupadas en 100.000, no puede ser el principal problema para ellos ni para nosotros.
-¿Qué planteos le hicieron al nuevo gobierno?
-Generar una hoja de ruta fue lo fundamental. En los próximos días vamos a tener una reunión con Pablo Mieres para ajustar la negociación colectiva y discutir la seguridad social. Quedó claro que en el diálogo sobre esto último tienen que estar los partidos políticos, pero también la sociedad organizada, es decir, empresarios, trabajadores y jubilados.
Otro tema fue el de las empresas públicas. Hubo anuncios preelectorales sobre la supresión de vacantes en el sector público y esto debe ser un asunto tratado con los sindicatos en la negociación colectiva de ese sector.
A su vez, solicitamos más información sobre la gobernanza de la educación y planteamos que si va a haber transformaciones educativas, se hagan consultando a los sindicatos de profesores, maestros y funcionarios. No conozco ninguna reforma exitosa en el mundo que no haya tenido un diálogo profundo con los trabajadores de la educación.
Por otro lado, manifestamos la necesidad de reunirnos con el ministro de Salud y con la ministra de Vivienda, sin ningún prejuicio. Somos conscientes de que hay un gobierno integrado por más de un partido y que hay personas de Cabildo Abierto (CA). No tenemos ningún impedimento para reunirnos para tratar temas como la profundización del Sistema Nacional Integrado de Salud o el acceso a la vivienda social de los sectores con menores recursos.
-¿Cómo tomó las declaraciones de Mario Bergara, quien dijo a CRÓNICAS que espera que “la coalición con CA dure poco, por el bien del Uruguay”?
-Una parte de la izquierda percibe a Manini como la posición más derechizada del país y es razonable que así sea por algunas manifestaciones que se han hecho. Domenech dijo que Dios se había instalado en el cuerpo de Manini; hubo un diputado que planteó cosas muy misóginas; en Rocha alguien invitó a construir un escuadrón de la muerte. Pero también he escuchado algunas posiciones de Manini que se parecen más a las del justicialismo argentino que a las del fascismo.
Me parece que va a llevar un poco más de tiempo develar ante qué partido estamos. Lo cierto es que recibió 270.000 votos, tres senadores y once diputados. Entiendo la posición de Bergara, pero a mí me gustaría tomarme un poco más de tiempo para seguir analizando los posicionamientos que van teniendo. Me consta que dentro del grupo de Manini hay gente como Methol, con quien he conversado, que tiene posiciones más cercanas al humanismo cristiano.
“No queremos que nos coloquen en el pensamiento del FA”
-Le preguntaba hoy por la defensa del PIT-CNT a las conquistas del FA. ¿Percibe un riesgo de que puedan perderse?
-Lacalle Pou va a ser tironeado por el sector agroexportador, por sectores conservadores del Uruguay, por Zambrano, que plantea tener una batalla final con los sindicatos, pero no creo que se deje llevar por los gritos de la tribuna. Tiene que tener claro que el diálogo con las organizaciones de la sociedad no debería perderse nunca.
El movimiento sindical está lo suficientemente sólido para defender la base de los derechos que ha conquistado. Va a llegar un gobierno que planteaba cosas diferentes a las nuestras y vamos a tener que enfrentar cambios no deseados. Ahora, hay determinadas formas de llevarlo adelante. Nosotros lo vamos a hacer en el campo democrático.
-¿Puede aumentar la conflictividad?
-Hay mucho prejuicio. Se dice que nosotros opinamos de todos los temas igual que el FA, pero no es verdad. No queremos emparentarnos con ningún sector de la sociedad ni que nos coloquen en el pensamiento del FA. Si bien muchos de nosotros votamos al FA y no lo hemos ocultado nunca, no lo consultamos a la hora de tomar decisiones.
Si va a haber mayor o menor conflictividad no va a depender solo del movimiento sindical, sino también de las acciones del gobierno en la ley de urgente consideración, en el tratamiento del presupuesto, en los Consejos de Salarios. Nuestra pretensión es tener la menor conflictividad posible y vamos a trabajar con la misma buena fe que hemos tenido en los últimos 15 años.
-En su momento hasta Topolansky dijo que si ganaba la oposición iba a haber “una enorme movilización social”.
-Hay muchos comentaristas sobre la actividad sindical, pero los que tenemos que resolver somos los que dirigimos los sindicatos, y sabemos que cada medida que hacemos la pagamos. No es que cualquier medida vale. ¿En los próximos cinco años vamos a hacer algo diferente a lo que hicimos en los últimos 15? No, vamos a tratar de seguir construyendo derechos para los sectores más vulnerados de la sociedad y vamos a trabajar en la lógica de construir trabajo. El ingreso es importante pero más lo es el trabajo, porque ningún porcentaje importa si no tenés trabajo. Yo puedo conseguir 15% de aumento salarial, pero si no tenés trabajo es igual a cero.
-¿Qué espera para el 1º de marzo?
-Por suerte en Uruguay nos hemos acostumbrado a que el presidente le entregue la banda presidencial al nuevo mandatario sin ningún problema. Naturalmente habrá gente más feliz y más triste, pero va a ser una fiesta democrática.