Adolfo Garcé, politólogo e investigador del Departamento de Ciencia Política de la FCS (Udelar)
Es “penoso”, al entender de Garcé, que hayan pasado estos meses de la campaña electoral sin que el candidato del Frente Amplio dé entrevistas a programas exigentes, “tratando de pasar desapercibido” y dedicado a “no cometer errores”. Así declaró en una entrevista con CRÓNICAS, en la que además subrayó que es “más difícil” criticar al gobierno por sus políticas públicas que por los escándalos, “que fueron muchos”, y confesó que el hecho de que a Delgado no le esté yendo bien, cuando su mensaje es “la reelección de un buen gobierno”, no le llama la atención.
Por Mateo Castells | @teocastells
Menú: Garcé degustó salmón salvaje de Alaska con coulis de pimiento piquillo y palta, acompañado de ensalada de verdes. Para beber eligió agua con gas y de postre optó por helado.
-Parece haber consenso en que estamos frente a una campaña tibia y anodina. ¿A qué factores lo atribuye?
-Creo que se debe a un exceso de competencia por el voto de centro. Cuando los partidos empiezan a proponer cosas parecidas, al final las diferencias se encuentran en los detalles y se vuelve poco interesante para el público en general. Parece más una campaña de parches que de cualquier otra cosa. Que no haya competencia centrífuga y polarización ideológica, en los tiempos que corren en el mundo, que son tiempos difíciles con democracias frágiles, tiene su lado bueno. Que hayamos entendido que las posiciones más extremas no tienen sentido y que son poco sensatas, también. Pero, al mismo tiempo, es muy peligroso, no solo porque las campañas se vuelven anodinas, sino porque votamos para elegir alternativas de políticas públicas. Y se vuelve dañino y aburrido que todos los partidos se parezcan demasiado, y lo que está pasando en la política uruguaya, de un tiempo a esta parte, es que la izquierda se mueve mucho al centro para no espantar a los electores supuestamente decisivos y la derecha hace lo mismo, con la idea de conquistar votos que vienen de la izquierda, lo que genera campañas incómodas y anodinas.
-¿Esa campaña centrípeta que define lleva a que tengamos una campaña de acusaciones cruzadas, donde desde ambos lados se echan en cara cosas constantemente?
-Este tipo de campaña electoral no es la deseable, donde en el plano de las propuestas hay pocas diferencias y hay una parte importante que pasa por acusaciones mutuas en el plano moral. Durante estos casi cinco años sentí que respiraba una atmósfera política tóxica. ¿No podemos descontaminar un poco el debate público?
-¿Y a qué se debe esa campaña tóxica?
-A una mezcla de cosas. Quizá haya gente que siente que el rival es inmoral y que es casi que un enemigo y piense así de verdad. Quizá haya personas que piensen que conviene hacer una campaña de esa naturaleza. Y probablemente, como hay pocas diferencias en las propuestas, haya que buscar las diferencias en el plano moral, trasladándose la discusión desde el plano propositivo al plano moral y ético, para poder marcar la frontera. La política es construir fronteras, un “nosotros” y un “ellos”. Y si la frontera no se puede marcar por el lado de las propuestas de política pública, que deberían poder marcarse, buscan marcar esa diferencia en otro plano.
-¿Cómo analiza la estrategia electoral del Frente Amplio (FA)?
-El FA está haciendo una campaña razonable solamente en términos estratégicos y es lo que le conviene. Va primero, en principio es el favorito, le conviene no arriesgar y tiene un candidato que no logra convencer cuando habla. Orsi es muy bueno en el mano a mano. Hay una parte de la campaña que es eso, el mano a mano con la gente. A él le gusta andar entre la gente, es bien un político de la escuela del MPP, un hijo de Mujica. Pero no luce al momento de explicar y argumentar, de mostrar manejo de los asuntos de Estado. Que no vaya a entrevistas en programas exigentes, tiene que ver con eso. Que haya tratado de no participar en foros con candidatos de otros partidos, también. Si la campaña tiene como objetivo ganar la elección, es lógico lo que está haciendo el FA, pero, al mismo tiempo, es penoso que hayamos pasado todos estos meses sin que el candidato del FA dé entrevistas en programas exigentes, tratando de pasar desapercibido y dedicado a no cometer errores. Uno esperaría una campaña donde el candidato del principal partido político del país pudiera explicar, con lujo de detalles, qué es lo que se propone hacer y por qué, en cada uno de los grandes asuntos del debate público. Y eso no ocurre y es penoso que así sea.
-¿Cómo impacta en la campaña de la oposición el episodio de Charles Carrera, teniendo en cuenta que se utilizó la “honestidad” como eslogan?
-Claramente es un golpe para la 609 y para el FA. Es un golpe justo en un tema que ha sido priorizado por Orsi y por el mismo FA, que es el tema de la honestidad, que tiene sentido que lo hayan priorizado, porque el talón de Aquiles del gobierno ha sido ese. Es más difícil criticar al gobierno por sus políticas públicas que por los escándalos, que fueron muchos. Y que el FA haga una campaña con énfasis en la honestidad, tiene cierto sentido. Al mismo tiempo, es peligroso y puede ser un boomerang, pero tiene sentido, porque pasaron muchas cosas.
-La otra novedad del FA es la designación de Gabriel Oddone como eventual ministro de Economía en caso de que Orsi sea electo presidente. ¿Es favorable esta decisión, teniendo en cuenta que hay sectores dentro del FA que se oponen?
-Por un lado, tiene mucho sentido pensando en que el FA durante cuatro años dio una imagen de radicalidad muy fuerte y se opuso públicamente a todo lo importante. Entonces, querer atenuar la imagen de radicalidad del FA con gestos de este tipo, tiene mucho sentido. Por otro lado, ¿no es pedirle demasiado al FA como partido que “digiera” a Oddone y que lo acepte? Capaz que es pedirle mucho. Oddone es el más centrista de todos los frenteamplistas y su punto de vista sobre la política económica está alejado del programa del FA. Gabriel Oddone no representa al programa del FA, él tiene su propia visión de qué hacer para producir el despegue. Tiene zonas de coincidencia con el programa, pero en esencia es distinto.
-¿Esto augura un inminente conflicto dentro del FA si gobierna el próximo período?
-Ya está el conflicto, no hay que esperarlo.
-Pero una cosa es un conflicto en campaña, otra es siendo gobierno.
-Yo creo que volvemos al escenario del gobierno en disputa. A que una parte del FA queriendo llevar el país para cierto lugar y a otra parte del FA, liderada por el Ministerio de Economía, queriendo hacer otras cosas. Creo que el FA, en materia de política económica, va a poder mover poco el statu quo, porque habrá dos fuerzas de potencia similar empujando en posiciones diferentes. Aún queda el mes clave de la campaña electoral y, además, si hay segunda vuelta, hay un mes más de campaña y con debate. Yo no puedo imaginarme los efectos que puede tener un debate, pero no hace falta tener mucha imaginación para saber quién es el que la va a pasar mal.
-¿Un debate de cara a la segunda vuelta le puede costar la elección al FA?
-Es una posibilidad, pero no lo puedo asegurar. Me imagino al FA recuperando la mitad de lo que perdió en octubre de 2019, que fueron nueve puntos. Si el FA vota en el entorno del 43% y en el balotaje la pasa mal en un debate, en el que realmente Orsi haga agua, el FA puede terminar perdiendo. De todas formas, el escenario más probable es el FA ganando en segunda vuelta.
-¿Cómo cree que esté influyendo el plebiscito del PIT-CNT en el votante frenteamplista?
-La principal consecuencia electoral de este plebiscito es que obligó al FA a jugar la carta de Oddone antes de tiempo, que era una carta para jugar en noviembre si había balotaje, para asegurar el partido. Orsi lo fue anunciando de a poco y no es algo que haya tomado de sorpresa al frenteamplista. Empezaron las turbulencias con los mercados y el dólar empezó a subir, y el peor escenario para el FA era llegar a la elección con una disparada del dólar y el mercado gritando. Y si el mercado está nervioso, el elector quizás se retraiga. Creo que el FA trató de calmar a los mercados, para que no fueran un problema en la elección. Y nombrar a Oddone también implica tener un vocero y que Orsi no tenga que hablar de ciertos temas, porque no es su fuerte tener que explicar temas de economía.
-Por otro lado, el Partido Nacional (PN) desde julio ha tenido un descenso marcado en la intención de voto. ¿A qué lo atribuye?
-Hay una combinación de factores. Por un lado, hay problemas vinculados a la campaña de Delgado y hay méritos ajenos, fundamentalmente de Ojeda. Que Delgado no tenga el carisma de Lacalle Pou y la sorpresiva y equivocada designación de la fórmula, que fue un balde de agua fría para el electorado, son factores que explican esto. ¿Desde cuándo un candidato a la vicepresidencia gana una elección? Nunca, en ninguna parte del mundo. Los que ganan o pierden elecciones son los partidos. La clave de una elección es que el partido esté movilizado, no que esté desconcertado y desanimado. Se desdibujó mucho la muy buena idea de que un gobierno de Delgado podía ser un gobierno distinto al de Lacalle Pou. Ahora, básicamente, la consigna es «reelegí un buen gobierno», que es más de lo mismo. Proponer más de lo mismo es un error, y no estaba planteado así a principio de año, que el énfasis estaba puesto en el segundo piso de transformaciones. La gente siempre quiere cambios. Que a Delgado no le esté yendo bien, cuando su consigna es reelegir el gobierno, a mí no me llama la atención.
El balance del gobierno, entre las promesas cumplidas y las polémicas
-¿Cree que el electorado le va a pasar factura a este gobierno por las distintas polémicas que hubo a lo largo de este período?
-Sí. En el terreno de las políticas públicas diría que fue un buen gobierno, porque trató de cumplir con lo que prometió. Un buen gobierno es el que hace un esfuerzo serio, visible y consistente por cumplir con sus promesas, que este lo hizo. En algunas cosas le fue mejor y en otras peor, pero no traicionó a los electores. Ahora, por otro lado, hubo un montón de problemas, los más sonados fueron Astesiano y Marset.
“No es descabellado que Ojeda compita en el balotaje”
-¿Es descabellado pensar en Ojeda compitiendo en el balotaje?
-No es descabellado que Ojeda compita en el balotaje. Sigue siendo poco probable y no es imposible y creo que el PN y el Partido Colorado (PC) van a terminar bastante parejos en octubre.
¿Y qué tiene que pasar para que deje de ser poco probable ese escenario y se transforme en una posibilidad?
-Ha demostrado mucha valía y mucha valentía, todo el tiempo toma riesgos, logró hacerse más conocido de lo que era y es un candidato rápido y veloz, en lo que se parece a Lacalle Pou. Ojeda habla con solvencia hasta de temas que no conoce y demostró poder unir a su partido, que Delgado no lo pudo hacer. En el fondo, es como si el PC tuviera la fórmula Ojeda-Bordaberry, porque Robert Silva es poco visible. Bordaberry hace el discurso típico que están deseando los blancos herreristas. La campaña de Ojeda es buena, pero yo le bajaría la perilla de los músculos, porque me parece que no es relevante a esta altura y le subiría la perilla de la economía, por ejemplo.