Gonzalo Maciel: “Si sos emprendedor y no tenés cómo financiarte, hoy no hay una herramienta a la que puedas recurrir”

EN LA CORTE

Gonzalo Maciel, director nacional de Artesanías, Pequeñas y Medianas Empresas

El titular de la Dirección Nacional de Artesanías, Pequeñas y Medianas Empresas (Dinapyme) conversó con CRÓNICAS sobre la situación actual de las pymes uruguayas y sus mayores desafíos. Afirmó que el rubro más complicado es el comercio, sobre todo en el litoral, mientras que el sector productivo atraviesa un momento auspicioso. En otro orden, se refirió a un debe que tiene el Estado con los emprendedores que recién comienzan y no tienen capital, que hoy no cuentan con ninguna herramienta a la que acudir para desarrollar su negocio. “Ahí es donde yo encuentro la falencia más grande”, aseveró.


El menú En el restorán La Corte, Maciel degustó raviolones de calabaza y parmesano con manteca de salvia, maíz crocante y lascas de parmesano, menú que acompañó con agua mineral. Para extender la sobremesa, prefirió café.


Por Magdalena Raffo | @MaleRaffo

-El Ministerio de Industria duplicó el apoyo a stands de artesanos en la Expo Prado 2023. ¿En qué consiste esta medida?

-Una de las áreas de la Dinapyme es Artesanías, que abarca platería, trabajo con lana, guasquería, trabajo en mate, entre otros. Se les paga el 90% del costo del stand y un viático diario a los del interior para que puedan sostenerse en Montevideo. Siempre había unos 20 artesanos, pero este año son 38, instalados en un espacio llamado “Artesanías Uruguay”. Artesanías en Dinapyme tiene dos funciones: asesoramiento y capacitación para mejorar el diseño, microfinanzas, y la otra es ayudarlos a comercializar. Durante el año participamos en cuatro o cinco ferias en el país donde se abona casi el 90% del espacio para que el artesano pueda vender.

-¿Qué apoyos están destinados para los otros segmentos?

-Hay un área de empresas que es un poco más amplia, donde se financian consultores a firmas que se postulan con una problemática o buscando mejorar en algún área. Tenemos un grupo de funcionarios que hace una evaluación e identifica la necesidad de la empresa, y ofrece consultores que pueden ayudarla. Al consultor se le paga el 90% y se fija un tiempo de trabajo, y ambas partes deben enviar estados de situación con cierta frecuencia. El rango es bastante grande, desde centros de enseñanza hasta heladerías. Durante el año se pueden presentar hasta dos veces al mismo programa y la segunda vez el apoyo económico es menor para evitar que siempre sean los mismos.

-¿Cuál es su evaluación general de la situación actual de las pymes en Uruguay?

-No es fácil. Yo fui a Tacuarembó, Rocha, Maldonado, y luego voy a ir al resto de los departamentos, porque esta dirección hace ese trabajo de salir al territorio. Ya en 2020 (como asesor del ministro) me había encontrado con algunas situaciones complejas en el litoral, sobre todo en Salto. El gobierno no tiene mucho para hacer ahí porque es inviable empatar el desfasaje económico. El Ministerio tiene referentes regionales en el interior que reportan las diversas situaciones y trabajan con los centros comerciales, las intendencias, las empresas. Es bastante complicada la realidad del litoral. Cuando se creó el programa de UTE para bajar el costo de la electricidad fue porque era el reclamo de todos los centros comerciales y hasta hoy sigue apareciendo.

En Rocha, Rivera y Tacuarembó, por ejemplo, lo que te dicen es que están compitiendo con el ingreso de contrabando, incluso hay comercios que están totalmente en blanco y tienen en las góndolas productos mechados que vienen de frontera a un precio más barato y la gente los compra. Yo entiendo que el gobierno tiene una responsabilidad con respecto al contrabando, pero también hay un tema cultural en esos departamentos donde comprar y vender cosas de contrabando no está mal visto, no está penado socialmente, nadie lo denuncia.

-¿Cómo es la realidad de los rubros productivos?

-Hay distintas realidades. Los queseros artesanales, por ejemplo, en su gran mayoría venden el 100% de lo que producen. En Aupyl (Asociación Uruguaya de Pymes Lácteas), que compran leche y elaboran productos, me plantearon que el 95% de los mismos los tienen vendidos, y que aspiran a que alguna de las plantas de los socios pueda ser habilitada para exportar.

Por otro lado, un rubro bastante complejo es el maderero. Hay cuatro o cinco empresas grandes que tienen el objetivo de producir material para construcción de vivienda, la mayoría para exportar. Lumin, que está instalado en Tacuarembó, hará la segunda planta en Cerro Largo. Hay empresas que se van a instalar en el eje forestal —Cerro Largo, Treinta y Tres, Rivera, Tacuarembó—. Es una muy buena noticia el puente nuevo en Río Branco y la navegabilidad de la laguna Merín, por la oportunidad que genera de sacar los materiales por Brasil. Hay pequeñas y medianas empresas, aserraderos, que van a proveer materia prima a Lumin y ese tipo de empresas. Ese rubro está muy pujante, tiene una sola complejidad que es regularizar y blanquear a los aserraderos en el norte, muchos de los cuales están en negro, y estamos trabajando en eso.

En definitiva, la parte más complicada es la comercial —almacenes, pequeños supermercados, restaurantes—, mientras que el sector agroindustrial y de producción no está tan mal. Tenemos varios programas como Ministerio que contribuyen económicamente a la compra de maquinaria y actualizaciones tecnológicas, en el caso de la Dinapyme, con trabajo profesional, y se están atendiendo los diferentes reclamos.

-¿El Estado tiene una participación activa en el apoyo al pequeño empresario?

-Actualmente hay dos organismos, Dinapyme y ANDE, que tienen objetivos finales similares, pues apuntan a la mejora y el desarrollo de las mipymes. Hay un tercero que es el Mides con el monotributo, que se creó en la pandemia por necesidad y que no tenía una función tan relevante como tiene hoy: mucha gente que no estaba en el mercado formal encontró una formalización en ese instrumento.

Si me preguntás qué le está faltando al Estado para apoyar a las mipymes, hoy, si uno tiene uno o dos años de antigüedad en un rubro, es fácil acceder a muchos programas del Estado tanto en la Dinapyme como en la ANDE, pero si sos un emprendedor o se te ocurrió una idea y no tenés cómo financiarte, no hay una herramienta a la que puedas recurrir.

-¿Conoce casos donde se haya dado esto?

-Te pongo un ejemplo, la ceniza de la madera y la viruta en el norte configura un problema de disposición final, en este contexto, a un joven de unos 25 años que arrienda una chacra se le ocurrió hacer ladrillos para construcción con las cenizas y los restos de la viruta. Necesita una máquina especial que vale US$ 5.000, pero como no tiene una empresa, no tiene antigüedad para presentarse a ningún programa del Estado. Hay alguna cosita muy pequeña en ANDE para capital semilla, pero tiene que tener una trayectoria atrás. Y está la ANII, pero tiene un foco en la innovación, en lo tecnológico. Pero para empezar una actividad, si la persona no tiene capital, hoy el Estado no tiene una respuesta. Ahí es donde yo encuentro la falencia más grande, es la gran problemática o lo que deberíamos solucionar en un período corto o en el próximo gobierno.

Conocí otro caso de dos chicas egresadas de la licenciatura en Diseño Industrial de la Universidad de la República que trabajan con lana, tienen un taller artesanal y querían incursionar en vestimenta a base de fibra de cáñamo. En Uruguay hay posibilidad de plantar cáñamo para fibra, o sea, es cannabis, pero sin los principios psicoactivos, y se necesita una máquina para extraer el tallo de la planta y sacarle la fibra. Ellas han hecho eso a mano para muestras y pruebas. La máquina va desde US$ 5.000-6.000 a US$ 100.000-200.000. Ellas necesitan una de US$ 5.000 porque es artesanal, pero no han logrado conseguir un préstamo. Por ahora esa nueva unidad de negocio la dejaron en stand by hasta que aparezca la posibilidad de financiarla.

Es una lástima porque no hay instrumentos para eso hoy o los poquitos que hay no están bien pensados para la necesidad real. Es fácil ayudar a una empresa que ya tiene experiencia, formación, pero no estamos llegando a una capa más baja. Yo estoy hace tres meses, todavía no sé dónde puedo volcar esta problemática para ver qué se puede hacer o dejarlo planteado para el próximo gobierno.

Por último, quiero destacar el instrumento del SIGA, que en el interior los que lo han usado te dicen que le sacaron buen provecho, que pudieron invertir, sostenerse e incluso a algunos les ha permitido mejorar capacidades productivas de su propio emprendimiento, que quizás en una situación normal no habrían podido hacerlo. Fue un buen instrumento y lo reclaman.


“La competitividad afecta, pero la contraparte, que es el tema laboral y salarial, se viene mejorando”

-¿La falta de competitividad de las pymes es una preocupación?

-Nosotros tratamos de apoyar a través de los centros comerciales en actividades que ayuden a mejorar la gestión de las pequeñas empresas. Por otra parte, la implementación del Runaev (Registro Único Nacional de Alimentos, Empresas y Vehículos) a nivel nacional puede ser una solución, dado que les va a permitir a los productores de alimentos, con el registro único que tengan, venderle a todo el país sin tener que hacer un trámite en cada intendencia.

El problema de la competitividad está relacionado con una definición del Ministerio de Economía, que está atado al dólar y que tomó esa decisión por el tema de la inflación y la está sosteniendo. El efecto está a la vista: tenemos la inflación más baja en 20 años y esperamos que se sostenga. A su vez, los resultados a nivel del empleo son buenos, han mejorado y eso ha sido una estrategia de gobierno. Y hay una recuperación salarial, aunque hay sectores que todavía no la han logrado y se está trabajando en eso. Entiendo lo de la competitividad, sé que es un problema que afecta, pero la contraparte, que muchas veces es el tema laboral y salarial, se viene mejorando.