En entrevista con CRÓNICAS, el economista Agustín Iturralde analizó diversos temas vinculados al contexto económico mundial y local. Entre ellos, evaluó las características de la nueva reforma previsional que se encuentra en discusión y puntualizó en la influencia de los factores geopolíticos en el escenario económico global. En relación con esto último, destacó que se trata de elementos que “condicionan” y determinan la tónica de un mundo “con bajo crecimiento”.
Por Matías Kapek | @matias_kb
-Europa parece algo afectada por lo que viene sucediendo en Ucrania y China parece no terminar de levantarse de la pandemia. ¿Estas cuestiones condicionan el momento de la economía a nivel mundial?
-La condicionan, sin dudas. Es la tónica del mundo en el que estamos, con bajo crecimiento. Los organismos internacionales están ajustando las tasas de crecimiento a la baja. Para el año que viene se espera un nivel de crecimiento bajo, un precio de la materia prima moderado y un fortalecimiento del dólar. Es un mundo que va a crecer más austeramente, esto por algunos problemas estructurales de Europa, la cual también tiene el tema de Ucrania. Se trata de un tema viene a agravar algunos problemas que son anteriores. Por el otro lado, China, que ha sido motor del crecimiento global en las últimas décadas. En su caso se mezclan dos cosas, un tema más coyuntural de una política “covid cero” que afecta a los niveles de producción, sumado a que el país razonablemente va a empezar a crecer a tasas menores. La lógica de un país creciendo al 8, 9 o 10% no es sostenible cuando ya tenés un nivel de renta como el que tiene China. Ese escenario es más factible cuando venís desde más atrás y tenés un PIB per cápita más bajo. Se trata de un mundo menos benevolente para Uruguay, en comparación a lo que fue a principios de este año, por ejemplo.
-Dentro de este contexto, ¿hay riesgo de recesión mundial?
-Yo creo que sí, podría haber. Aunque creo que no es el escenario base de recesión. Pero sin duda vamos a un escenario de menor crecimiento. En la medida en que las tasas de interés sigan aumentando y las políticas inflacionarias no funcionen, eso implicaría más tasas de interés para poder hacer más contractiva la política y así bajar la inflación, lo que en definitiva va a ir aumentando el riesgo de recesión mundial. Estaba leyendo que en Estados Unidos la Reserva Federal empezó a hablar de que diciembre podría ser el mes en que las tasas de interés empiecen a aflojarse y los aumentos empiecen a moderarse, esto implicaría en ese caso que no se concentre el riesgo.
–¿Cómo analiza el cambio de política macroeconómica de Estados Unidos en procura de combatir la inflación?
-La duda que tenemos todos es si Estados Unidos va a terminar de lograr lo que sería un aterrizaje suave o va a requerir un aterrizaje forzoso. Un aterrizaje suave quiere decir lograr bajar el nivel de inflación sin la necesidad de grandes aumentos de la tasa de interés. Por otra parte, si necesita seguir subiendo la tasa muy agresivamente para moderar la inflación, eso va a tener un costo de actividad y en definitiva va a ser un aterrizaje forzoso. Por el contrario, creo que el escenario base es que estos aumentos de tasas ya están bajando la perspectiva de inflación a 12, 18 o 14 meses. Es más lento de lo que a algunos les gustaría, pero están bajando y lo están haciendo consistentemente. En ese escenario no sería tanto el costo en actividad, hay un moderado optimismo al respecto.
-Todas estas cuestiones que nombramos hasta aquí, ¿están dificultando la pretensión de apertura internacional del gobierno?
-Uruguay tiene dificultades para concretar acuerdos comerciales por motivos más estructurales que coyunturales. Nuestro país está teniendo ciertas limitaciones para concretar nuevos acuerdos comerciales por distintos motivos, entre ellos, porque el mundo está desde hace varios años, hace una década casi, en un momento muy proteccionista, en particular Estados Unidos. Por otra parte, Europa no termina de decidirse en concretar el TLC, además ahora el Mercosur está poniendo restricciones para avanzar en acuerdos con otros bloques como puede ser China o el Acuerdo Transpacífico. Lo que quiero decir es que los problemas, lo que nos cuesta, va por otro lado. De hecho, creo que esta coyuntura, estos aumentos de precios de la materia prima, la guerra en Ucrania, en este sentido, nos están dando una mano. Probablemente, esta Europa posguerra de Ucrania, es mucho más consciente de hacer un acuerdo con el Mercosur que le facilite el suministro de alimentos. Un mundo más convulsionado como el que tenemos les va a recordar a varios la importancia de estar abastecidos de alimentos y energía. Es importante el papel de una región como la nuestra, con muchos problemas pero pacífica y sin complicaciones geopolíticas.
-¿Tampoco influye la coyuntura de China?
-No. China, al contrario de Estados Unidos que está en una fase muy proteccionista, está buscando acuerdos con países como Uruguay. Le sirve por motivos geopolíticos, pero también por otros más claros como el suministro de alimentos. Siempre hablamos de la asimetría entre las economías de Uruguay y China, es evidente. Pero hay que tener en cuenta que para China, Uruguay es un proveedor de alimentos relevante, no en términos relativos, sino en términos absolutos. Nuestro país está en los primeros cinco lugares en venta de celulosa, de carne, de soja, es relevante significativamente como proveedor de estos productos.
-Con el fortalecimiento de la demanda luego de la pandemia pareció iniciarse una dinámica de refuerzo de los precios de los commodities, sin embargo, en los últimos meses, esto cambió. ¿Cómo evalúa la caída que han tenido? ¿Cómo puede afectar esto al sector exportador uruguayo?
-Tuvimos un rebote muy claro después de la pandemia, con niveles de precios muy altos históricamente, que hicieron que el sector tuviera un 2021 y un primer semestre del 2022 casi que inigualable. Después hicimos un rebote a la baja, pero tampoco a los niveles prepandemia, sino a niveles que están claramente por encima. Vamos a tener una moderación de las exportaciones, un primer semestre de 2023 donde probablemente no se pueda repetir el de este año. Hay que ver qué pasa con el agua, la sequía, qué pasa con varios factores ponderables. Probablemente, no se puedan repetir los niveles de producción y de precios que tuvimos en la cosecha de verano de 2022. Creo que el sector exportador va a seguir funcionando bien, va a seguir siendo una de las locomotoras del crecimiento, en niveles más moderados. No se trata de una vuelta a lo que fueron los problemas de 2018 o 2019.
-¿Qué análisis hace de la reforma de la seguridad social?
-Está alineada con los mejores sistemas de seguridad social, con los de los países que uno aspira a que Uruguay se parezca. Cuando se mira cómo es el sistema canadiense o el británico, el alemán o el de los Países Bajos, uno se encuentra que hay una estructura muy similar a la de este sistema que se propone. En general, se encuentra un primer pilar que busca eliminar el riesgo de pobreza, un segundo pilar obligatorio que busca dar un sistema de base y un tercer pilar que es de capitalización de ahorro individual. Es a partir de este último que se promueve que la gente pueda mejorar sus jubilaciones y autofinanciarlas. Estos países que mencionaba también tienen poblaciones envejecidas, ante eso han ido subiendo la edad jubilatoria y han ido flexibilizando la transición entre la vida laboral y el retiro. El tipo uruguayo ya estaba bastante alineado con estas estructuras, pero con problemas de sostenibilidad.
Esta es una buena reforma, pero no es una solución para siempre. Cuando uno estudia estos temas se percata de que no hay soluciones finales. Siempre puede haber imponderables ante los cuales permanentemente vamos a tener que estar revisando los sistemas y ajustando parámetros para hacerlos justos y sostenibles. Si dejamos que la trayectoria fiscal de la seguridad social siga su rumbo, no va a ser posible que el país estabilice sus cuentas públicas y sobre todo que pueda tener recursos para invertir en la primera infancia, en la pobreza infantil, en aquellos lugares que han sido los postergados en la asignación de recursos.
-Ya hace algunos años se han asentado ciertas dinámicas de demanda social, las cuales se encuentran vinculadas transversalmente al funcionamiento económico. Me refiero a las políticas ambientales, que hoy tienen cabida no solo en el condicionamiento de los sectores productivos, sino también directa e indirectamente en el funcionamiento del Estado. ¿Las políticas ambientales significan una dificultad para la estabilidad del esquema económico mundial? ¿Estamos en un momento de ajuste o ya se encuentran dentro de las dinámicas económicas establecidas?
-Claramente, hay algunas tensiones que son notorias, aunque el sistema económico está empezando a internalizar estas variables y a ponerlas dentro de las ecuaciones. Cada vez tenemos más empresas que son conscientes de esto y tratan de empezar a ver cómo son más sostenibles. Para Uruguay todo esto representa una oportunidad. Vimos recientemente la emisión de bonos asociados al cumplimiento de metas ambientales que hizo nuestro gobierno, fue un éxito. Logró dos cosas: que el país pueda seguir posicionando su marca vinculada a estos temas y que por su parte muchas empresas, en vez de hacer inversiones, incorporen estas variables. Creo que vamos a seguir caminando por un sendero donde se van a mezclar elementos de tensión, de transiciones difíciles, que son costosas en el corto plazo, pero que aun así se irán sumando estas variables a las ecuaciones de largo plazo.