Javier García: “En el FA hay gente muy ortodoxa y que sigue abrevando en el marxismo-leninismo”

ENTREVISTA

Javier García, senador del Partido Nacional

Convencido de que uno de uno de los debes de esta administración fue la renovación de los organismos de contralor, el senador y exministro de Defensa, Javier García, en entrevista con CRÓNICAS, destacó que el más emblemático era el de la Fiscalía de Corte, que no se pudo lograr “porque el Frente Amplio (FA) no dio los votos” por sus “afinidades políticas”. A su vez, el entrevistado resaltó que hoy todo el Partido Nacional (PN) reconoce a Lacalle Pou como su líder y que el FA tiene “prejuicios ideológicos” con el combate a la delincuencia y con la policía, motivo por el que están en contra de los allanamientos nocturnos.

Por Mateo Castells | @teocastells

-Hace ya un mes que el Espacio 40 firmó un acuerdo con Alianza Nacional y Mejor País para formar Alianza País, un sector donde confluyen distintas miradas existentes dentro del mismo partido. ¿Cómo definiría el enfoque de este nuevo espacio?

-Nosotros somos blancos, somos el partido de la libertad. Muchos de nosotros tenemos una tradición wilsonista, pero al mismo tiempo hemos aprendido de compañeros que se han sumado a nuestro sector. Hoy somos una síntesis que reúne lo mejor de la historia del PN, pero también del presente, porque hay muchos blancos que no se identifican con Wilson o con Herrera y hay muchos que ingresaron al partido por Luis Lacalle Pou, que se identifican con su trayectoria. Por lo tanto, nosotros somos un grupo que tiene una síntesis del pasado, pero también del presente y de las nuevas generaciones, con una impronta muy militante y de cercanía. Nuestro objetivo es que se reelija el gobierno y que esta gran gestión de Luis pueda continuarse en el tiempo, a partir de una renovación con Álvaro Delgado y todo su equipo. Hoy todo el PN reconoce a Lacalle Pou como su líder y nutrimos ese liderazgo con acentos y pluralidades que nos identifican en virtudes y circunstancias diferentes.

-Julio María Sanguinetti, en entrevista con CRÓNICAS días atrás, dijo que el discurso del actual presidente es “el más batllista de los batllistas”. ¿Cómo ve esa frase teniendo en cuenta lo que usted narra?

-En el Uruguay de hoy es difícil que un dirigente político, de las nuevas generaciones, sea partícipe de ortodoxias ideológicas. Una historia de 100 años del batllismo gobernando al Uruguay es algo que obviamente sella y deja improntas. Y también es válido pensar que existan colorados que abrevan en esa defensa de la libertad y el liberalismo político que impulsa el PN. Sería ilógico que, en una sociedad plural, sus representantes políticos no nutran su bagaje ideológico de diferentes vertientes. Yo no creo en las ortodoxias políticas, creo que le hacen mal a la democracia.

-¿Existe con una presencia considerable esa ortodoxia en la política actual?

-Claro que sí. En el FA hay gente muy ortodoxa y que sigue abrevando en el marxismo-leninismo, que se ha derrumbado en el mundo. Si hay algo que se ha derrumbado, es el marxismo-leninismo, que lo único que fundó fueron Estados y sociedades sin libertad, con corrupción astronómica en el ejercicio del poder. Los gobiernos socialistas han sido gobiernos fracasados y corruptos, y seguir abrevando en eso por una ortodoxia ideológica es llamativo. La política y los valores imprimen la economía, y una sociedad que no es democrática no tiene una economía libre. Y seguir sosteniendo economías planificadas, que en el mundo de hoy han sido el fracaso y el emporio de la corrupción, solo puede ser sostenido por ortodoxias. ¿Quién sostiene a Maduro hoy en el mundo? Muy pocos: Corea del Norte, Nicaragua, por ejemplo, y en Uruguay, el FA, lamentablemente, que no se anima a repudiarlo, porque todavía tiene esos vestigios de sublemas ideológicos, de creer que como Maduro es del club de la izquierda hay que defenderlo.

-¿Y en la coalición no hay ortodoxias?

-Yo no puedo hablar por todos los partidos de la coalición, pero me parece que si hay algo que ha primado en la coalición y en el PN es el pragmatismo. Esto se ve, por ejemplo, en cómo Sanguinetti reconocía en el discurso de Lacalle Pou tonos y sensibilidades socialdemócratas, que es un reconocimiento a esto que menciono. El pluralismo siempre es muy bueno.

-¿Qué le faltó a este gobierno?

-Nos faltó tener cinco años normales de gobierno, pero lo que toca, toca. Nos faltó tener un período de gobierno donde la mitad del tiempo no se lo llevara la pandemia y la sequía, pero no nos quejamos de eso. Yo me pongo a pensar qué hubiera pasado si estas crisis las hubiera tenido que afrontar el FA y me imagino el desastre que habría sido. Me imagino a Orsi presidiendo en la pandemia y diciendo que está un poquito de acuerdo con la libertad responsable, pero que también está un poquito de acuerdo con la cuarentena, y hubiera sido un desastre. Por lo tanto, esto que nos tocó, dentro del dolor que significó para el Uruguay y el mundo, también dejó enseñanzas. No cualquiera puede asumir situaciones críticas. Además de las ideas y el debate programático, uno hoy se puede hacer una pregunta mirando la elección que viene. Si hoy el país atravesara otra pandemia, ¿a quién le confiaría mi seguridad y la de mi familia? ¿A Álvaro Delgado o a Yamandú Orsi? En la respuesta de esa pregunta, está la respuesta de quién está preparado para ser presidente y quién no.

-Pensando en tono de autocrítica y viendo lo acontecido en este período, más allá de la pandemia y la sequía, ¿qué quedó en el tintero y espera que se lleve a cabo en un eventual próximo gobierno de la coalición?

-Uno de los debes que quedó es la renovación de los organismos de contralor, que no tuvimos los votos de la oposición para renovarlos. El más emblemático de estos es la Fiscalía de Corte, que es un debe que tenemos y que hay que resolver en el próximo período. No pudimos lograrlo porque el FA no dio los votos para la renovación, porque primó más cuál era la afinidad ideológica de los postulantes, que la trayectoria profesional y técnica, que es algo que le hace muy mal a la administración de la justicia. Y creer que la confianza debe depositarse en virtud de afinidades ideológicas y no de trayectorias profesionales, fue un error. Nosotros votamos al fiscal Jorge Díaz en dos oportunidades, como fiscal y como fiscal de Corte, y sabíamos cuál era su procedencia ideológica.

-¿Adhiere a la idea de una Fiscalía colegiada?

-No la descarto.

-Uno de los principales temas de esta campaña es la seguridad, donde la coalición apoya el plebiscito de allanamientos nocturnos, mientras que el FA no. ¿Por qué cree que hay tanta disonancia en el tema seguridad entre ambos bloques?

-Porque el FA tiene prejuicios ideológicos con el combate a la delincuencia y con la policía, porque participa de un concepto donde los delincuentes son víctimas de la sociedad, y nosotros creemos que los delincuentes, son delincuentes. A partir de ese concepto, que fue el paraguas sobre el cual los gobiernos del FA llevaron adelante sus políticas, fue que tomaron las decisiones que llevaron al fracaso absoluto en materia de seguridad. Cuando nosotros asumimos la conducción del país estábamos en un récord histórico de criminalidad, porque se llevó adelante una política de seguridad impregnada de prejuicios ideológicos. El FA pensaba que las víctimas eran los delincuentes y la sociedad era la responsable de que existieran delincuentes. Y por eso se oponen a los allanamientos nocturnos, que no es lo primero a lo que le dicen que no. Antes dijeron que no a la legítima defensa presunta de los policías en la Ley de Urgente Consideración (LUC) y votaron en contra de que la policía pudiera pedir la cédula, como también lo hicieron con la propuesta de que se duplicaran las penas a menores que cometían delitos aberrantes. El FA está en contra de los allanamientos nocturnos porque tiene prejuicios ideológicos. Ellos deben responder por qué siguen defendiendo un anacronismo que tiene casi 200 años, porque la prohibición de los allanamientos nocturnos data de la Constitución de 1830.


“La diferencia salarial entre un funcionario administrativo del Estado y un soldado era de 40%, hoy es la mitad”

-Uno de los grandes temas de la última Rendición de Cuentas fue el pedido de Cabildo Abierto (CA) respecto del aumento salarial para las Fuerzas Armadas. El número final fueron $ 420 millones, mientras que CA pedía $ 700 millones, que finalmente se terminó acordando por una cifra menor. ¿Se cumplió la promesa de campaña de aumentar los salarios de las Fuerzas Armadas?

-Sí. El Compromiso por el País hablaba de jerarquización del salario militar y en plena pandemia, cuando hubo caída del salario real y una bomba en la economía, aun así, el presidente buscó empezar a resarcir el salario de aquellos servidores públicos que salarialmente estaban más retrasados. Y comenzamos con varios instrumentos, como el aumento en los escalafones más bajos, agregamos partidas de frontera y nocturnidad, en un trabajo que hicimos entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo. La conclusión es que el aumento del salario real, hasta el grado de capitán, fue de entre un 6% y un 17%, que superó incluso el aumento del salario real en otros escalafones, en virtud de que existía un retraso muy grande. No es todo lo que hubiéramos querido, porque uno siempre aspira a más. Cuando ingresamos en marzo de 2020, la diferencia salarial entre un funcionario administrativo del Estado y un soldado era de 40%, hoy esa distancia es la mitad.


Contrato por la compra de dos patrullas oceánicas “fue hecho por uno de los principales estudios jurídicos del país”

-El contrato por la compra de dos patrullas oceánicas al astillero español Cardama se firmó el 15 de diciembre de 2023, cuando aún usted era ministro de Defensa. Este acuerdo, que difundió El Observador, estipula que todos los gastos extra que Cardama tenga durante la construcción de los buques se cobrarán y que el precio final se ajustará por la inflación de España, haciendo que ese costo varíe. ¿Qué consideraciones tiene al respecto?

-El contrato fue hecho por uno de los principales estudios jurídicos que tiene el país y que es reconocido por todo el mundo, el estudio Delpiazzo. En virtud de su experiencia administrativa, lo de los ajustes por inflación es algo, por lo que nos dicen, normal. Pero, sin dudas, en todos estos episodios se confirma lo que dijimos en su momento, que por algo hace más de 20 años que Uruguay quiere modernizar su flota y no ha podido, porque intereses económicos y lobbies internacionales presionaron mucho para que esto no se decidiera.