“La estructura impositiva de Uruguay es lo que frena en gran medida el crecimiento económico”

ENTREVISTA

Jorge Caumont, Economista y master of Arts en Economía

En entrevista con CRÓNICAS, Caumont evaluó positivamente el crecimiento macroeconómico del último período. Por otro lado, criticó el régimen fiscal uruguayo, ya que impide el despegue de la economía al desalentar la inversión privada. A su vez, destacó la importancia de reducir el gasto, los impuestos y flexibilizar los salarios para bajar la inflación; acciones que duda que el nuevo gobierno tome. Además, expresó que no ve probable el acuerdo del Mercosur con la UE e insistió en la apertura de Uruguay al comercio global.

Por Delfina Blanco | @delfiblancoviz1

-¿Qué balance hace de lo que fue la política económica de la pasada administración? ¿Cree que cumplió con lo prometido?

-Creo que, contemplando los factores exógenos a la actividad del gobierno, tales como la pandemia, la recuperación de la pandemia, la guerra entre Rusia y Ucrania, los precios internacionales, los problemas por precios relativos con Argentina y la crisis hídrica, se terminó el período con una economía en crecimiento en lo que respecta a lo macro. El quinquenio cerró con un aumento económico a un ritmo del 3,1%, con una inflación relativamente baja, del 5,1%, y con un mejoramiento sustantivo en la cuenta corriente de la balanza de pagos. Así que, en resumidas cuentas, el balance, desde el punto de vista macroeconómico, es relativamente bueno. Quizás sin todos esos elementos externos, y pudiéndose haber aplicado una política como estaba diseñada al principio, se hubiera llegado a mejores resultados. Pese a ello, los alcanzados no son malos; en cierta medida son muy favorables.

-¿Sostiene que mejoró la situación fiscal, o que sigue siendo similar a la que había dejado el Frente Amplio (FA) en 2020?

-Primero quisiera hacer una precisión, que es que los resultados macroeconómicos se refieren básicamente al nivel de actividad, a la inflación y al sector externo de la economía. La política monetaria y la política fiscal se implementan para solucionar cuando estos están mal.

El gobierno que acaba de cesar al asumir sus funciones se encontraba con una inflación más alta que la actual, además de un nivel de actividad bajo y en tendencia declinante, el crecimiento de la economía era mucho más bajo que el de ahora. A su vez, el sector externo también tenía problemas. Por ende, si hacemos una comparación entre la política fiscal del gobierno saliente con su antecesor, la administración del FA, con menores resultados, había dejado un déficit mayor. Desde luego soy partidario de un comportamiento fiscal más austero, no creo en absoluto en la estructura impositiva que existe en Uruguay, que es lo que frena en gran medida el crecimiento económico. No coincido con el acuerdo fiscal. Solamente los gobiernos que son mucho menos politizados y están enfocados en cómo desarrollar la economía pueden bajar el déficit, a través de la baja del gasto y la implementación de menores impuestos. Ahora se habla de una deuda flotante que deja el gobierno que ha salido de la administración, pero creo que también había sido alta la deuda flotante del gobierno que se alejaba de la administración en el inicio de 2020.

-La inflación bajó. ¿Es esperable que se mantenga o va a depender de las políticas salariales y fiscales que se adopten?

-Sí, por supuesto, va a depender de ello y de lo que ocurra en el exterior, del contexto internacional. La inflación es un tema que depende significativamente de la política monetaria y fiscal que haga el gobierno. Para que la estabilidad en los precios se mantenga, habría que limitar el gasto público y reducir los impuestos para que el déficit no aumente. Al mismo tiempo, los salarios tendrían que flexibilizarse, ajustándose a lo que pase en el mercado de cada empresa y producto y no por indexación a la inflación pasada. Como resultado, la inflación va a depender de cómo se fije el acuerdo salarial y de si va a ser parecido para todos los sectores, que es lo más probable que ocurra, hecho que creo que no es lo mejor; desde mi visión, sostengo que se debería fijar empresa por empresa.

-¿Los convenios colectivos deberían ser bilaterales o está de acuerdo con que el Estado intervenga?

-En mi opinión, lo ideal es que el convenio se alcance solamente entre la empresa y la patronal de la empresa. ¿Por qué? Porque son los que verdaderamente saben las capacidades que poseen de un lado para pedir y del otro para conceder.

-¿Debe mantenerse la política que se realiza hace años de estancar el tipo de cambio para mantener la inflación, pese a que tenga efectos negativos en las exportaciones?

-Siempre he sido muy crítico con el atraso cambiario. Por ejemplo, los salarios en dólares en los últimos años han subido un 44%. El atraso cambiario no es de 14 o 15% como se dice, es bastante más; yo lo digo en términos de precios de bienes transables y no transables, no en términos de inflación y dólares. Lo que me pregunto es cómo este gobierno va a solucionar este problema que, por otra parte, lo inició y vivió durante varios años y lo mantuvo hasta que lo sucedió el ahora saliente; tal vez ahora no es tan visible como puede serlo en el futuro. Para mí, la única forma de abordarlo es, por un lado, mediante una política monetaria expansiva y flexible. Debería comenzar a realizarse bajando lentamente la tasa de interés de referencia del Banco Central y cambiando las renovaciones de Letras de Regulación Monetaria para que no sean absolutas ni totales, sino en partes. Estas medidas generarían presiones sobre la inflación, por lo que para mitigarlas se tendría que implementar una fuerte caída del gasto público, cosa que de todas formas no se va a hacer.

-Más allá de las cuestiones coyunturales, ¿qué debe hacer Uruguay para dar un salto de calidad y mejorar sus tasas históricas de crecimiento que se mantienen en una meseta?

-Uruguay tiene una tasa de crecimiento muy baja, y para ser un país de mayor crecimiento la única solución es invertir más durante muchos años, específicamente, por parte del sector privado. Hoy, la inversión en el país representa apenas el 17% del PIB, por lo menos tendría que alcanzar un 22% y que dicho aumento de la inversión vaya de la mano con el incremento de la inversión privada. Ahora, ¿por qué invierten los privados? El privado invierte porque lo que va a invertir le va a reproducir más dinero de lo que poseería en la mejor alternativa que tuviera; esto implica que la tasa interna de retorno de los proyectos sea mayor que la mejor alternativa de inversión que se le presenta al inversor. ¿Cómo se calcula? Se calcula con los ingresos que tendría en el mercado por la venta de su producto, menos los costos que tiene para poder producirlo, que incluyen, obviamente, los referidos a los insumos y a la materia prima, pero también el costo salarial, el costo de la administración y de las ventas, entre otros. Por lo tanto, habría que revisar y preguntarse qué está pasando con esos componentes y con el ingreso. El problema está en los costos; son tan altos que no vale la pena invertir más allá de la reposición de la infraestructura productiva que se deprecia. No es muy rentable invertir en Uruguay, es muy caro; únicamente invierten en el país las empresas grandes que tienen exoneraciones de impuestos.

-¿Esto se traduciría en la llamada “teoría del derrame”?

-Sí, claro. Cuando uno invierte, contrata personal, genera ingresos para el resto de la gente. Si la inversión crece y la producción crece, se da el derrame sobre la población; se utilizan recursos de esta y luego las personas obtienen su retribución correspondiente. Ocurre el fenómeno habitualmente se conoce como spillover effect.

-¿Qué opinión le merece el actual ministro de Economía, quien se define a sí mismo como liberal de izquierda? ¿Piensa que podrá llevar adelante su propia política económica o terminará respondiendo únicamente al programa del FA?

-Respondiendo a la primera pregunta, me parece una muy buena persona. Con respecto a la segunda, aún no sé qué va a hacer porque el tiempo transcurrido desde su inauguración ha sido breve y no le ha permitido a él y a su equipo tomar medidas definitivas de lo que ha insinuado. Cuando las tome, daré mi opinión. El hecho de que el ministro de Economía, en aspectos de conducción de políticas macroeconómicas y de aspectos microeconómicos, piense distinto al ministro de Trabajo y al secretario de la Presidencia, como al Partido Comunista y al Partido Socialista, es una realidad. Tendremos que esperar y ver qué ocurrirá con el tiempo. Ya se evidenció esta discrepancia cuando él propuso desindexar los salarios y le saltaron arriba otros integrantes del partido gobernante diciendo que de ninguna manera se haría una desindexación. ¿De quién va a depender en qué desemboquen estas discrepancias iniciales? Del presidente de la República.

-En lo que refiere a lo regional, ¿cómo evalúa la situación de Argentina con la administración de Javier Milei?

-En algunos aspectos la evalúo bien y en otros no. Por ejemplo, disminuir el déficit fiscal es muy importante y positivo, porque en la administración anterior se financiaba el alto déficit con un aumento de la emisión de dinero y esto generaba un mayor ritmo inflacionario, prácticamente hiperinflacionario. En ese sentido, aplaudo relativamente a Milei. Sin embargo, hay aspectos como mantener fijo el tipo de cambio, es decir, devaluar 1 o 2% por mes, de los que no soy partidario. Sí coincido con la baja del gasto público, pero con esto no me refiero al problema de los jubilados. En general, diría que no estoy totalmente de acuerdo.

-¿Qué opina acerca de la postura de Milei, que se califica “anarcocapitalista”?

-Yo soy liberal. A mí me gusta más el mercado que la intervención estatal. ¿Por qué? Porque sostengo que cada uno tiene que poder elegir no exclusivamente sobre sus decisiones financieras, sino también sobre sus decisiones de otras naturalezas. Todo esto de “anarcocapitalista”, al igual que el término “neoclásico”, son inventos.


“Hay que pedirle flexibilidad al Mercosur, ya lo hizo Lacalle y no se la dieron, pero hay que buscarla de todos modos”

-¿Cómo evalúa la posibilidad de llegar al acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea (UE)?

-Hace más o menos unos 20 años fui contratado para hacer algunos trabajos para algo que era inminente, que era la forma de hacer un acuerdo entre la UE y el Mercosur, y todavía no se ha hecho nada. Así que creo que no va a haber acuerdo por muchos años más.

-¿Uruguay debería enfocarse en otros acuerdos comerciales por fuera del Mercosur?

-En la Universidad de Chicago a la que fui, mis profesores decían que el área óptima de comercio para los países chicos era el mundo. A partir de esta idea se explicaba que los países chicos debían entablar la mayor cantidad de acuerdos que pudieran, ya fuese entre sí, con los países grandes, con quien sea. Lo importante era que no podían estar sujetos solamente al mercado propio, ni siquiera al mercado regional; tenían que tener apertura al mundo. Esa es mi contestación: hay que tener apertura al mundo y, por lo tanto, decirle al Mercosur “denme la flexibilidad”, que ya pidió Lacalle y no se la dieron. Lo que hay que hacer es buscarla de todos modos, sortear el Mercosur. Eso ya es materia política.


Un lugar donde el Estado sí debe intervenir

-¿Los principios microeconómicos, que enfatizan la eficiencia del mercado y la libertad de elección, pueden complementar las políticas monetaristas para lograr un equilibrio económico más estable y eficiente?

-Sí, por supuesto, pero no solo la política monetaria, también la política fiscal. Dicho de otra manera, un mercado libre en el que no existan monopolios ni oligopolios, lugar donde sí debería intervenir el Estado para evitar que eso ocurra, para que haya competencia. Un mercado con estas características, en el que exista competencia, es lo mejor para la economía desde el punto de vista del crecimiento, contra la inflación y con respecto al mercado externo por costos menores.