Susana Pecoy, directora nacional de Industria
Desde 2019, la industria manufacturera creció un 11,5%, pero actualmente enfrenta desafíos en algunos sectores. En ese contexto, Uruguay apuesta por diferenciarse en mercados internacionales, sobre todo, en aquellos rubros en los que tiene mayores posibilidades de expansión, de acuerdo con la directora nacional de Industria, Susana Pecoy. En entrevista con CRÓNICAS, destacó que la incorporación de tecnología es fundamental para el desarrollo y el posicionamiento de la industria local.
-¿Cuál es la situación actual del sector industrial?
-La industria manufacturera registra niveles altos de producción actualmente. El año 2023 registró un índice de volumen físico 10,3% superior al año 2019, y si consideramos los primeros nueve meses del 2024 contra igual período del 2019 nos encontramos 11,5% por encima. Dicha cifra se amplía si consideramos la industria sin refinería, ya que esta última tuvo un parate durante finales del 2023 y principios del 2024.
La industria es muy heterogénea y está compuesta por diversos sectores. Los que tuvieron mayor incidencia en el crecimiento durante los últimos años (2019-2023) fueron: elaboración de productos alimenticios -rama en la cual se encuentra la producción de concentrados para bebidas-, fabricación de celulosa, el sector automotor, el sector frigorífico y el farmacéutico. Buena parte de este crecimiento viene traccionado con inversiones, como la segunda planta de UPM, el incremento de la planta de producción de concentrados, los nuevos actores como el sector de farma y nuevos negocios vinculado a grandes marcas como el automotor.
Por su parte, aquellos sectores que registraron un desempeño complejo durante el mismo período fueron el sector textil/vestimenta, el sector curtiembres y las imprentas. Estos sectores o bien han enfrentado una trayectoria decreciente desde hace años, como es el caso del sector textil/vestimenta con la competencia dura del exterior, en un proceso de ajuste y reconversión para sobrevivir; o son afectados por cambios en tecnologías o nuevas tendencias en el consumo, los cuales afectan a los mismos no solo en Uruguay sino a nivel global como es el caso del sector relativo a impresión, desplazada no solo por la sustitución parcial de la lectura en papel, sino por el avance de procesos como los de facturación electrónica obligatoria en las economías que han hecho que debieran reinventarse para seguir vivas.
-¿Cuáles son los mayores desafíos que enfrenta la industria nacional hoy?
-Nuestra industria nacional esconde en su performance promedio una importante heterogeneidad en diversas variables: nivel tecnológico, tamaño promedio de empresas, productividad, mercados de destino, competidores.
Ser industrial implica día a día tener que generar las condiciones para poder invertir adecuadamente para lograr que los factores productivos se combinen de forma más productiva y que redunde en mejoras competitivas. Justamente, invertir en generar capacidades para poder gestionar mejor el cambio, la necesidad de innovar, de vincularse con otros para hacer mejor las cosas y, más que nunca, para incorporar enfoques de sostenibilidad en las ecuaciones a maximizar.
Uruguay posee un mercado interno acotado, que no permite pensar en crecer de cara a la escala nacional y, para productos con mayor valor agregado, contamos con una escala relativamente reducida para demandas internacionales más masivas. Es por ello que una estrategia de buscar avanzar hacia productos y servicios diferenciados que sean reconocidos por su valor en los mercados, es un camino a recorrer para un país como Uruguay.
-¿Qué impacto ha tenido el sector industrial en la generación de empleo en el país?
-La industria en Uruguay ha contribuido significativamente a la generación de valor y empleo desde los orígenes del país, de la mano del sector agro primero, pero luego diversificándose hacia ramas que proveen al sector primario. Esto se ha logrado a lo largo de los años con distintos modelos de desarrollo, con diversos impulsos y momentos de fuerte dinamismo. La industria desde sus inicios generó empleos de mejor calidad relativa a otros sectores de la economía con mejores salarios promedio, aportó al avance de los derechos laborales, a profesionalizar el trabajo, a la cultura y fidelidad del mismo en la empresa industrial. Así, la industria fue desarrollándose y generando nodos en el interior del país, con industrias que daban solución laboral a localidades del interior, con el importante aporte a la descentralización que eso implica y el derrame de estos trabajadores en el mercado interno.
El empleo industrial representa en el entorno del 9% del empleo de la economía en la actualidad. La industria manufacturera actualmente genera y sostiene más de 133.000 puestos cotizantes, cifra que está a los niveles del primer semestre del 2018. Durante la pandemia la industria enfrentó una dura contracción cercana a los 10.000 puestos de trabajo, pero desde el segundo semestre de 2021 se observó una recuperación sostenida, habiendo mostrado un relativo dinamismo con casi 3.000 puestos generados en el presente año (a setiembre) respecto al promedio del año anterior.
-¿Qué subsectores tienen mayor potencial para la expansión internacional? ¿Qué proyecciones maneja para el sector industrial en los próximos años?
-Desde sus inicios históricos nuestro país estuvo orientado al mercado externo con su triple caracterización como pradera, frontera y puerto. Siempre ha dependido de su inserción internacional y, por lo tanto, está sujeto a volatilidades y ciclos externos. Nuestros principales productos de exportación actuales implican un peso significativo en la economía del país: carne bovina, celulosa, lácteos, forestal, cereales, oleaginosos. En términos de servicios, Uruguay también se ha posicionado como proveedor de servicios globales, TIC, y, más tradicionalmente, turismo.
Entonces, aquellos relacionados con la agroindustria y alimentos procesados son sectores a los que seguir apostando, dada la dotación de factores que posee el país y el know how que dispone actualmente. La incorporación de valor agregado a estos productos, mediante procesos de industrialización o nuevas tecnologías aplicadas y especialmente certificaciones, puede aumentar su competitividad en mercados internacionales en los cuales la demanda de las mismas es cada vez mayor.
Asimismo, el crecimiento del sector forestal y la producción de celulosa han sido significativos durante los últimos años, modificando la estructura de producción, pero hay espacio para aumentar la complejidad: la diversificación hacia productos de mayor valor agregado, como materiales de construcción sostenibles.
Pero también la capacidad instalada, capacidades humanas y el conocimiento en industria farmacéutica y biotecnología permiten a Uruguay producir medicamentos y productos biotecnológicos con potencial de exportación, especialmente en nichos de mercado que demandan alta calidad y estándares internacionales.
-¿Y en materia de producción tecnológica?
-Nuestro país ha desarrollado una sólida industria de software, con empresas que exportan tanto servicios como productos tecnológicos a mercados exigentes. La formación de talento especializado y la adopción de tecnologías emergentes, como inteligencia artificial y blockchain, posicionan al país como un hub tecnológico en la región con posibilidades de expansión. Algo que confirma lo anterior son las inversiones de empresas internacionales como Google. Pero también nuestra industria audiovisual y servicios asociados, así como programación de videojuegos, se destacan por su potencialidad y proyección internacional.
Otros sectores que a futuro se ven con importantes probabilidades de incrementar su inserción internacional son las energías renovables y la tecnología ambiental. La inversión en energías limpias ha convertido a Uruguay en un referente en la región que permite atraer producción que utilice esa energía verde excedente. El desarrollo de tecnologías asociadas a la energía eólica, solar, biomasa y últimamente la apuesta al desarrollo del hidrógeno verde y productos derivados ofrecen oportunidades para exportar productos, conocimiento y servicios en este ámbito. Desde el MIEM venimos trabajando con ímpetu en avanzar en las capacidades técnicas, de infraestructura y normativas para que esta industria pueda desarrollarse.
-¿Qué papel juegan la innovación y la tecnología en la mejora de la competitividad de la industria?
-La innovación y la tecnología son medios para mejorar la competitividad de la industria, especialmente frente a los desafíos y oportunidades del mercado global. La incorporación de nuevas tecnologías, como la automatización, sistemas de industrias 4.0 y últimamente la incorporación de soluciones con inteligencia artificial, mejora la eficiencia operativa en varios sectores industriales. La innovación permite implementar prácticas sostenibles y ecoeficientes, que son cada vez más valoradas en el comercio internacional. Esto mejora la competitividad de la industria local en mercados que valoran la sostenibilidad, como el europeo. Para la industria nacional, innovar y adoptar tecnología no solo es una cuestión de supervivencia en mercados cada vez más exigentes, sino también una vía para posicionarse en sectores de alta demanda y diferenciación.